jueves, 3 de abril de 2008

LAS RESPUESTAS PUEDEN ESPERAR

Lectura: Lucas 4:14-22
Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. --1 Timoteo 1:15.
David Herwaldt, un reflexivo y meditabundo pastor amigo mío, estaba muriendo lentamente después de 50 años de fiel ministerio. Muchas veces habló conmigo de la naturaleza de Dios y la eternidad en la que pronto entraría. Nos dimos cuenta de que sólo teníamos una comprensión superficial de estos misterios, pero no nos sentimos perturbados. Sabíamos que Dios nos había rescatado de nuestro pecado y nuestra culpa, y nos regocijamos en nuestra salvación. Teníamos todo lo que necesitábamos para obedecer al Señor con gusto, vivir con confianza, y servirle con gratitud.
Cuando nos sentimos perturbados por nuestra incapacidad de contestar las preguntas más inquietantes de la vida debemos recordar que Cristo no vino a satisfacer nuestra curiosidad. Más bien nos vio caídos y heridos, y vino a levantarnos y a sanarnos.
Cuando Jesús leyó Isaías 61:1-2 a la gente que se encontraba en la sinagoga (Lucas 4:16-21), se presentó a Sí mismo como el Mesías prometido cuyo propósito principal al venir era espiritual. Vino a librarnos de lo irremediable de nuestra pobreza espiritual, a liberarnos de las cadenas de nuestra culpa, a sanar la ceguedad que nos causó el pecado, y a librarnos del poder esclavizante del pecado.
Por tanto, confiemos en Él y hagamos de obedecerle nuestra meta más alta. Este es el camino a una vida de gratitud, gozo y esperanza. Las respuestas pueden esperar.CRISTO NO VINO A SATISFACER NUESTRA CURIOSIDAD, SINO A SALVAR NUESTRAS ALMAS.

HOY.. REFLEJARE SU IMAJEN

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen; como por el Espíritu del Señor.” II Cor 3:18
Cada día al levantarme miro mi rostro en el espejo para prepararme físicamente antes de enfrentar las exigencias diarias de mi trabajo. Allí, frente al espejo corrijo lo que es necesario y me veo tal cual soy.
Hoy, cuando nuevamente lo hice recordé este pasaje de Pablo. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos trasformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Si, esta mañana me mire al espejo para transformarme de una cara soñolienta a una despierta y activa, de un cabello despeinado a uno preparado para una buena imagen. Pero, hoy entendí que cada día necesito mirarme también en el espejo de la palabra de Dios para ser transformado ya no físicamente, sino espiritualmente y seré trasformado a la misma imagen de él.
Ser transformado de gloria en gloria. Gloria significa . Calidad, peso, valor. La calidad y el peso y el valor del Señor quiere ser traspasado a mi en mi manera de vivir.
El mundo me ha querido quitar la calidad y peso así como valor que Dios quiere que tenga. Pero la presencia de Dios y la orientación de su palabra me devuelven lo que el mundo me quito….me devuelve el peso, la calidad y el valor y por ello soy transformado de gloria en gloria de peso en peso…de Calidad en calidad, de valor en valor.
Cuál es le mecanismo ideado por Dios?. Por el Espíritu de Dios. Hoy, entiendo que el trabajo del Espíritu Santo hoy es muy importante y no debo ignorarlo. El Espíritu Santo unido a la palabra de Dios se encargaran de trasformar mi imagen, distorsionada y agotada a la imagen hermosa, perfecta y sublime del hijo de Dios.
Cuando me niego a obedecer la orientación de tu palabra, Me niego a perdonar, amar y obedecer, la imagen que miró en el espejo no es la imagen de Jesús. Es mi propia imagen. Cuando obedezco, busco el rostro de él y practico la palabra entonces los rasgos del Salvador comienza a verse. Hoy, quiero reflejar su imagen.
“Señor: Para que vivir hoy enseñando mi imagen distorsionada. Aunque quiera prepararla y arreglarla lo que se ve no es lo de afuera, sino lo que llevo por dentro. Yo quiero hoy, acercarme a ti para decirte, como por un espejo, de cara a ti, quiero ser transformado de gloria en gloria a la misma imagen de Jesús, por su tu Santo Espíritu.
No quiero dar pasos de desobediencia, ni de vanagloria, ni de resentimiento. Quiero vivir en plenitud de vida por la obediencia a tu palabra. Amen.

miércoles, 2 de abril de 2008

MURIÓ PARA DARLE VIDA

A un estudiante de seminario, de carácter firme, le preguntaron por qué llevaba una vida consagrada y piadosa casi al extremo.

"Cuando yo estaba por nacer hubo complicaciones graves", contestó el estudiante. "El doctor salió al pasadizo donde esperaba mi padre y le dijo: "No hay esperanza, no podemos salvar a los dos. Usted tendrá que decidir, ¿salvamos a su esposa o a su hijo?" Sin vacilar un momento mi padre dijo: "Salve a mi esposa"

"Mi madre oyó la conversación por el tragaluz que estaba abierto, y dijo más fuerte y con más insistencia que mi padre: "¡Salve a mi hijo! ¡Salve a mi hijo!"

"Yo estoy viviendo por ella que murió por mí, y por mejor vida que yo lleve nunca será suficientemente buena".

El sacrificio de amor de aquella madre por el hijo que aún no había nacido es poco al compararlo con el amor de Dios por nosotros. (Lea Romanos 5:8).

VIDA NUEVA EN EL CORREDOR DE LA MUERTE

Lectura: Juan 19:16-1
Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. --Lucas 23:43.
En los dos ladrones que crucificaron junto a Jesús vemos dos respuestas opuestas: uno blasfemó y el otro creyó (Lucas 23:39-42). Nos regocijamos por el que se convirtió y por las palabras que Cristo le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v.43). Ahora, igual que entonces, Jesús salva a los que se arrepienten verdaderamente. . . incluso «a último minuto».
Una de esas personas fue Lester Ezzell, el cual estaba en la Florida condenado a la pena de muerte. Cuando Curtis Oakes, su antiguo profesor de escuela dominical, viajó unos 1.200 km para visitarlo en prisión, Lester dijo: «Usted no se rinde, ¿verdad?» Aunque Lester todavía no quería escuchar el evangelio, Curtis le dio un Nuevo Testamento y lo apremió a que lo leyera.
Posteriormente, Lester escribió varias cartas a Curtis. La primera llevaba noticias de su conversión. Su última carta, escrita a principios de 1957, decía: «Para cuando usted reciba la presente me habrán quitado la vida. Habré pagado por el mal que hice. Pero quiero que sepa esto: con ese pequeño Testamento, y por la gracia de Dios, he llevado a 47 personas al conocimiento salvador de Jesucristo. Le doy las gracias por no darse por vencido conmigo.»
Cuando testificamos a otros acerca de Jesucristo, algunos podrían no arrepentirse hasta tarde en la vida. Así que nunca nos demos por vencido con nadie.
CUANDO CONOCES A CRISTO DESEAS QUE OTROS TAMBIÉN LO CONOZCAN

ALABANZA