lunes, 3 de febrero de 2014

ENCERRADO CON TIGRES

El muchacho, de veinte años de edad, levantó el auricular del teléfono. No era una llamada inocente que hacía desde su casa. Era una llamada que le hacía a un grupo de periodistas desde una cárcel. «Quiero que me condenen a muerte. No soportaría estar preso toda la vida.»
Se trataba de Mark Scott, que había sido condenado a cadena perpetua por homicidio. El sólo pensar en permanecer toda la vida tras las rejas de una cárcel era más de lo que podía soportar. Por eso llamó a los periodistas, y posteriormente se le concedió su petición. Fue así como Mark Scott llegó a ser el condenado a muerte más joven de la prisión de San Quintín. Sólo tenía veinte años.
He aquí a un joven que quería morir. No quería cadena perpetua. «Para mí —dijo él—, estar preso toda la vida es como si me encerraran en un cuarto con tigres que, bocado a bocado, me fueran comiendo.»
Pero ¿cómo había llegado este estudiante inteligente a cometer dos años antes, teniendo apenas dieciocho años, un homicidio por el que lo condenarían a cadena perpetua? Precisamente al permitir, empleando su propia analogía, que un «tigre» le fuera comiendo pedazo a pedazo la moral y la conciencia.
Primero fue el «tigre» del egoísmo, el deseo insano de las satisfacciones egoístas, de vivir sólo para sí. Luego fue el «tigre» del cine y de la televisión, que fueron comiendo su conciencia pedazo a pedazo.
Después fue el «tigre» feroz de la drogadicción, que minó y desmenuzó su raciocinio. Por último fue el «tigre» de la codicia. Aquel joven, de sólo dieciocho años de edad, secuestró a Kelly Sullivan, enfermera de treinta y tres años, y la mató de tres balazos para robarle lo poco que llevaba en la cartera.
Hay muchos como Mark Scott, que permiten que los «tigres» les vayan comiendo el alma, pedazo a pedazo. Cada día se someten a los mordiscos del «tigre» hasta que son consumidos por completo. Son los que se abandonan a las pasiones, a los vicios, a la codicia y a la lujuria.
¿Hay alguien que pueda dominar estas fieras destructivas que parecen ensañarse con los seres humanos? Sí, lo hay. Jesucristo, el Señor que vive con plenitud de vida, tiene poder para venir en ayuda de cualquier víctima del pecado que clama desesperada.
Sólo Jesucristo nos libra de los «tigres» que nos consumen. Sólo Cristo tiene compasión y buena voluntad para librarnos. Sólo Él puede salvarnos.
Hermano Pablo

ARRASTRADOS POR TORRENTES IRRESISTIBLES

Fueron treinta kilómetros de carrera, treinta kilómetros en los que el convoy de carga corrió normalmente. Los maquinistas se limitaban a mirar de cuando en cuando los controles y atisbar las vías por rutina. De pronto les llegó el mensaje: «Detengan el tren. Hay un auto debajo de un vagón.»
Bajo las ruedas había un pequeño Volkswagen, enrollado como un pliego de papel; dentro del auto había dos jóvenes completamente destrozados. El tren los había arrastrado a lo largo de treinta kilómetros. Fue impresionante y conmovedor el hallazgo de los jóvenes.
Antes de llegar a ese triste final, ambos habían sido arrastrados en la vida por otros factores. Su muerte fue casi inevitable. Primero habían sido arrastrados del hogar a temprana edad por la corriente que arrastra a una buena parte de la juventud: la desobediencia a los padres y el ansia de una vida de libertinaje. Después los habían arrastrado el alcohol y las drogas, que también llevaban en el auto.
Al final los había arrastrado la locura de ganarle una carrera al tren. El tren llegó primero al cruce de las vías, y el pequeño auto se metió debajo de las ruedas de hierro. No fue necesario nada más. El auto y sus ocupantes fueron arrollados por el tren.
Al principio el licor y las drogas son un hilo de agua que corre mansamente, produciendo cierto placer y euforia. Pero poco después se convierten en un arroyo tumultuoso, hasta que se vuelven un torrente irresistible y terminan siendo un mar donde todo naufraga: la conciencia, la inteligencia, la moral y la vida misma.
¿Qué puede detener ese irresistible torrente? ¿Qué puede frenar esa loca carrera? Ha cobrado ya muchas víctimas jóvenes. ¿Quién sabe cuántas veces estos adolescentes no habrían hecho angustiosamente esas preguntas, y cuántas veces habrían rogado: «¡Detengan este mundo loco, que quiero bajarme!»? Por eso hay que volver a preguntar: ¿Qué puede librar a una persona de esa esclavitud del vicio, del alcohol, de las drogas?
En medio de esa furiosa corriente hay un remanso de paz y de calma. Ese remanso es Jesucristo. Él dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27). Quien encuentra a Cristo encuentra la paz. Él está a nuestro lado ahora mismo.
Hermano Pablo



viernes, 31 de enero de 2014

ANDANDO EN SANTIDAD


Ezequiel 44:23 Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les
enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.
Quiero comunicarle una definición de santidad revelada por Dios. Dios puso en mis labios esta
definición y quiero trasmitirsela hoy, no es otra cosa que lo que la palabra de Dios dice pero
expresado para que lo entendamos.
Yo necesito que usted se concentre ya que es muy importante que usted entienda y si es
necesario lea esto varias veces.
La santidad es buscar la ayuda de Dios para hacer las cosas que nos convienen y
realmente debemos hacerlas, es que Dios nos ayude y guíe a que podamos realizarlas.
Vivir en en santidad no es ser un santo (como entendemos nosotros ser bueno y
milagroso).
La santidad es caminar en el camino de la santidad que Dios marca para nosotros.
No somos santos por nuestros hechos, andamos en santidad y eso nos promueve a ser
santos delante de Dios.
Mucha gente piensa que el santo es el que ha hecho cosas buenas o milagrosas, ningún
santo existe que puede haber hecho cosas ni buenas ni milagrosas, solo Cristo fue santo
en este sentido también en su manera de ser y de actuar, por lo tanto nosotros al vivir en
santidad vivimos de tal manera en cual caminamos el camino que Dios a establecido* para
nosotros y repito y ese camino en bueno para nuestra vida.
No sigo mis deseos, mis conveniencias, sigo lo que Jesús me dicta a hacer, hago lo que se que a
Dios le agrada y a mi me conviene.
Andar en santidad le conviene a todas las personas, es la única garantía de bendición y es la
única forma de vivir en paz, con Dios, con los hombres y con nosotros mismos.
La santidad es declararle una guerra a nuestras hormonas, si soy tentado por esto digo „No
eso no me conviene a mi“ eso no conviene a los santos de Dios, eso no agrada a Dios.
Andar en santidad es afectar todo lo que hacemos, es poner a lo que hacemos el sello de lo
correcto. Es actuar como Dios actúa y como Cristo nos enseño.
Debemos andar en santidad por la sencilla razón de que Dios es santo y si andamos con el
andamos por ese camino.
Dios no tiene favoritos en ningún sentido, el va a juzgar a todos por igual, o sea la recompensa
esta clara según como andamos. No podemos andar en Luz y en tinieblas a la vez, la luz y las
tinieblas no son compatibles es más la luz no deja oscuridad por ellos debemos andar el luz.
La santidad nos acerca a Dios y nos lleva a la comunión con el Espíritu Santo. Debemos
pedir a Dios que cree en nosotros un corazón limpio, puro y recto.
Si queremos entrar a la presencia de Dios, si ese es nuestro anhelo, si lo que buscamos al llegar a
su casa (la Iglesia) es ser llenos de la presencia de Dios, en donde seamos librados de toda
carga y opresión diabólica, tenemos que vivir, limpios puros, sin idolatría y mentiras. No
hay presencia de Dios amenos que haya un ambiente adecuado en donde Dios mismo
pueda entrar. NO hay limpieza en donde hay basura, y así es en la presencia de Dios.
Pensamos que vivir en santidad no es fácil, decíamos antes las hormonas, las tentaciones, los
problemas, el orgullo etc. etc. TODO eso y sumado a este mundo en el cual con todas sus cosas
nos arrastra. Pero tenemos que entender que andar en santidad no es un sacrificio sino lo
contrario es ser fortalecido, vea este texto:
Job 17:9 Los justos siguen avanzando,
y los de manos limpias se vuelven cada vez más fuertes
Por lo tanto y a diferencia de como hemos creído vivir en santidad es estar FUERTES,
PLENOS.
Usted quiere agradar a Dios no hay otro camino, no existe otra salida.
¿Está usted andando en santidad?
Si está en pecado: Será libre de culpa y recibirá perdón, si está endemoniado. Será Libre de toda
opresión diabólica, si está enfermo el nos dará sanidad o la vida eterna, si tenemos miedo, el
amor echará fuera el temor. Cuando andamos en santidad experimentamos libertad y limpieza.
Para andar en santidad usted tienen que aprender lo que vimos en nuestro texto central:
diferenciar entre lo santo y lo profano:
Ahora lo santo es:
Apartado para y por Dios.
Lo profano es:
1. adj. Que no es sagrado ni sirve a usos sagrados, sino puramente secular.
2. adj. Que no demuestra el respeto debido a las cosas sagradas.
3. adj. Libertino o muy dado a cosas del mundo.
Vamos a la práctica diaria:
Muchos se preguntarán ¿como hago para saber si es camino de santidad o no?
Sencillo, solo pregunte se a usted mismo: ¿Esto agrada a Dios? si no puede responder
esto busque en la Biblia que dice al respecto, y si no encuentra lo más facial es llamar a un
hermano o un consejero o a los Pastores y pregunte: ¿Está bien esto?
Se anima a caminar en santidad, propongaselo hoy, pacte delante de Dios para este 2014.
Yo le aseguro que si usted anda en santidad recibirá bendición.
José Luis Malnis
Pastor
hay que pedir, hay que hablar y hay que buscar, pero sobre todo hay que confiar en todo y sobre todo en DIOS