jueves, 5 de diciembre de 2013
domingo, 1 de diciembre de 2013
VASOSS DE BENDICION
Era un frio dia de Invierno. Un niño de 10 años estaba descalzo, parado en el camino frente a una tienda de zapatos, puntando a través de la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo: “Mi pequeño amigo, que estás mirando con tanto interés en esa ventana?”.”Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”, fue la respuesta del niño. La señora lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podría darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado rápidamente le trajo lo que pidió.
Ella se llevó al niño a la parte trasera de la tienda se quitó los guantes y le lavó los pies al niño, se los secó con la toalla.
Para entonces el empleado llegó con los calcetines. La señora le puso un par de los calcetines al niño y le compro un par de zapatos. Junto el resto de pares de calcetines y se los dio al niño. Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo: “!No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!”. Mientras ella daba la vuelta para irse el niño la alcanzó de la mano mirándola con lágrimas en los ojos contestó con estas palabras:”¿Es usted la esposa de Dios?”.
Aunque a veces cuesta mucho servirle a los demás, y dejarse usar por Dios, para ayudar a otras personas, debemos hacerlo todos los días. Porque ¿cuáles van a ser los “vasos” que Él use para bendecir a sus hijos?, pues ¡¡tu y yo!!.
“Ninguno busque únicamente su propio bien,
sino también el bien de los otros.” Filipenses:2:4.
domingo, 24 de noviembre de 2013
«¡FÍJATE EN LA HORMIGA!»
El desierto ardía como horno encendido. El sol llameante calcinaba la tierra, y fuertes vientos levantaban olas de arena que ennegrecían el cielo.
En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido.
No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta.
Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo.
El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.»
La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría» (Proverbios 6:6). La hormiga sabe, por instinto, interpretar las señales de los cielos. Sabe dirigirse a través de vastos desiertos sin perder la dirección. Labora todos los días de su vida y siempre está a la expectativa de algo nuevo. Nunca deja de actuar, nunca deja de trabajar, nunca deja de producir, pase lo que pase.
¿Qué le da ese ánimo? ¿Cómo es que nunca se da por vencida? La respuesta es una lección para todos nosotros. La hormiga se sujeta a leyes. En el caso de la hormiga, esas leyes forman parte de su instinto natural, y sin embargo son leyes. Ahí, precisamente, está la lección.
Muchos en este mundo, incluso algunos llamados sabios, no saben que el verdadero triunfo en la vida, incluyendo el dominio propio, consiste en vivir dentro de los parámetros de las leyes morales de Dios.
Todos los problemas personales y colectivos del ser humano vienen por no reconocer y someterse a los mandamientos morales y espirituales de Dios. Cuando ignora las leyes divinas, se encuentra sin brújula en medio de un desierto de confusiones. Es entonces que se da a las drogas, al alcohol y a la vida desenfrenada, y termina al fin deseando suicidarse.
Regresemos al consejo del proverbista: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría.»
Hermano Pablo
COMO PARA EL SEÑOR
Nuestro mundo moderno se rige, entre otras cosas, por la inmediatez, la exposición, la popularidad y el éxito. El anonimato y la invisibilidad de los actos parecerían estar obsoletos y en desuso. La necesidad de mostrarse y de que los demás vean y aprueben lo que uno hace, desestima, muchas veces, todo intento de practicar la misericordia. Entendiendo la misericordia como la virtud que nos lleva a compadecernos de las miserias de otros, aún cuando los destinatarios de dicha compasión nos hayan ofendido o no estén incluidos dentro de nuestra lista de favoritos.
"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Colosenses 3:23, RVR60).
El hacer las cosas para los hombres o como los que quieren agradar a los hombres (Col 3:22, RVR60) podríamos relacionarlo con algunos rasgos característicos de la personalidad narcisista, por ejemplo:
- Necesidad de aprobación, admiración y alabanza.
- Ser vistos y tener protagonismo.
- Poca afinidad con las críticas.
- Percepción del otro en función de la utilidad para lograr las metas propias.
- Manipulación en cualquiera de sus formas.
- Exhibición o exageración de los logros y éxitos
El hacer las cosas de corazón, como para el Señor nos conduce al carácter de Cristo. Cuando nuestra meta es agradar al Señor en todo, y de esa manera decidimos emprender nuestras actividades diarias, permitimos que el carácter de Cristo se manifieste en nosotros. Repasemos algunas de las características de su carácter y atributos:
- Mansedumbre (Mateo 1
- Bondad (2 Co 10:1, NVI)
- Amor (Jn 15:12-13)
- Verdad (Juan 14:6)
- Perdón (Col 3:13)
- Obediencia (Hebreos 5:8-9)
- Compasión(Hebreos 4:15)
- Paz (Isaías 9:6)
Hacer las cosas como para el Señor implica respetar y amar a nuestro prójimo (llámese vecino/a, jefe simpático o antipático, suegra/o, hijos/as, esposo/a, etc.), desempeñar nuestras tareas con responsabilidad y compromiso así como si tuviéramos a Jesús del otro lado del escritorio. Por otro lado, con el mismo entusiasmo y gozo con el que nos presentamos los domingos en la iglesia ante los hermanos, deberíamos conducirnos con nuestros familiares, colegas y amigos que aún no han reconocido a Jesús como su Señor y Salvador.
Para finalizar, es posible que como discípulos de Cristo nos toque alguna vez ayudar a alguien que nos haya herido y esa podría ser una buena oportunidad para examinarnos a nosotros mismos y también decidir hacerlo como para el Señor,sin público, sin hermanos que digan:" Amén" a nuestro alrededor, solo poniendo en práctica el carácter de nuestro Maestro, quien conoce mucho mejor que nosotros lo que es la bondad, el amor y la compasión.
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