martes, 12 de noviembre de 2013
lunes, 11 de noviembre de 2013
LA ACTITUD AL HABLAR Y AL OIR
La palabra de Dios es como espada de dos filos y nunca vuelve vacía, verdad? Sin embargo debo admitir que he creado una barrera que me inmuniza a la voz de Dios en mucho sentidos. ¿Qué hace la diferencia en momentos en que el Espíritu Santo actúa en nosotros frente a una verdad revelada, un consejo, la palabra de un hermano o de las escrituras?
No podemos dejar de reconocer las múltiples maneras con las que que cada día el Señor intenta mostrarnos su amor y hablarnos, el tema reside en que no estamos atentos a ello, sino que nuestra mirada se encuentra ocupada en otra cosa más urgente, más cotidiana....
Pensemos en esta escena: hay dos hombres. Uno con algo para decir y otro con algo para recibir. Pero el emisor está convencido de que el mensaje no es para quien tiene al frente y el receptor sabe que es sapo de otro pozo. Se trata de un judío y un gentil. Dos mundos que estaban a punto de unirse por la cruz de Jesús:
Pensemos en esta escena: hay dos hombres. Uno con algo para decir y otro con algo para recibir. Pero el emisor está convencido de que el mensaje no es para quien tiene al frente y el receptor sabe que es sapo de otro pozo. Se trata de un judío y un gentil. Dos mundos que estaban a punto de unirse por la cruz de Jesús:
Había en la ciudad de Cesarea un hombre que se llamaba Cornelio, capitán del batallón llamado el Italiano. Era un hombre piadoso que, junto con toda su familia, adoraba a Dios. También daba mucho dinero para ayudar a los judíos, y oraba siempre a Dios. Un día, a eso de las tres de la tarde, tuvo una visión: Vio claramente a un ángel de Dios que entraba donde él estaba y le decía: «¡Cornelio!» Cornelio se quedó mirando al ángel, y con mucho miedo le preguntó: «¿Qué se te ofrece, señor?» El ángel le dijo: «Dios tiene presentes tus oraciones y lo que has hecho para ayudar a los necesitados. Manda a alguien a la ciudad de Jope para que haga venir a un hombre llamado Simón, que también es conocido como Pedro. Está alojado en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar.» Levántate, baja y ve con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado.» (...) Pedro bajó y dijo a los hombres: —Yo soy el que ustedes buscan; ¿a qué han venido? Cuando Pedro llegó a la casa, Cornelio salió a recibirlo, y se puso de rodillas delante de él, para adorarlo. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: —Ponte de pie, pues yo también soy un hombre, como tú. Mientras hablaba con él, entró y encontró a muchas personas reunidas. Pedro les dijo: —Ustedes saben que a un judío le prohíbe su religión tener tratos con extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha enseñado que no debo llamar profano o impuro a nadie. Por eso, tan pronto como me avisaron, vine sin poner ninguna objeción. Quisiera saber, pues, por qué me han llamado. (...) Cornelio dijo: Así que envié inmediatamente a buscarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos. (Hechos 10:1-6, 20, 21, 25-29, 33 DHH)
Sí Pedro se hubiera dejado guiar por sentido común y lógica, estaría convencido que nada tenía que hacer con los gentiles. Y si Cornelio hubiese pensado dos veces en traer a Pedro a su casa creo que tampoco le hubiera cerrado la idea. Pero ninguno escucho su voz interior, sino que fueron obedientes a aquello que Dios les ordeno. La voz del Señor, aunque no tuviera sentido hasta el final, fue más fuerte y ellos fueron más atentos.
Cual fue la actitud de Pedro al hablar? Sólo transmitió lo que Dios pusiera en su boca ya que según sus parámetros no había un mensaje que él tuviera para dar.
Cual fue la actitud de Cornelio? Sólo la de escuchar la voz de Dios ya que quien tenía enfrente era sólo el canal que Dios había escogido.
Cual es mi actitud al hablar? "Este amigo nunca entendería el mensaje" " Voy a esperar que este muy mal para hablarle del Señor.
Cual es mi actitud al escuchar? " me gusta cuando habla tal predicador pero no tanto cuando habla tal otro"; "mira justo quien me viene a decir tal cosa... No tiene autoridad moral para hablar"; "leo rapidito el devocional en un recreo".
Que cada día mengüe nuestra voz para poder escuchar la palabra de Dios y digamos como Cornelio:
"Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos"
Cual fue la actitud de Pedro al hablar? Sólo transmitió lo que Dios pusiera en su boca ya que según sus parámetros no había un mensaje que él tuviera para dar.
Cual fue la actitud de Cornelio? Sólo la de escuchar la voz de Dios ya que quien tenía enfrente era sólo el canal que Dios había escogido.
Cual es mi actitud al hablar? "Este amigo nunca entendería el mensaje" " Voy a esperar que este muy mal para hablarle del Señor.
Cual es mi actitud al escuchar? " me gusta cuando habla tal predicador pero no tanto cuando habla tal otro"; "mira justo quien me viene a decir tal cosa... No tiene autoridad moral para hablar"; "leo rapidito el devocional en un recreo".
Que cada día mengüe nuestra voz para poder escuchar la palabra de Dios y digamos como Cornelio:
"Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos"
Mariana Rueda
DORMIDO EN LA TORRE DE CONTROL
Uno tras otro, los grandes aviones fueron aterrizando en el aeropuerto. Hacía buen tiempo, y las señales de radio y las luces de aterrizaje funcionaban como debían. Las instrucciones emitidas desde la torre de control del aeropuerto de Ankara, Turquía, eran claras. Fue así como aterrizaron dieciséis aviones esa noche entre las 0 horas y las 6 de la mañana.
Sin embargo, el controlador aéreo Guclu Cevik, que sufría de narcolepsia, había estado dormido la mayor parte del tiempo. Semidormido, había dado, mecánicamente, las instrucciones. Por suerte y de milagro, no ocurrió ningún accidente.
Es terrible cuando, por obligación del cargo o del oficio, el que tiene que estar bien despierto y alerta se duerme en su trabajo.
¿Qué le puede pasar a un autobús repleto de pasajeros, que anda por un camino montañoso, si el chofer se duerme? ¿Qué le puede pasar a un barco ballenero que se arriesga en un mar turbulento, plagado de témpanos de hielo, si el timonel se duerme?
Los centinelas que vigilan el cuartel no deben dormirse. Los agentes de policía que cuidan el vecindario no deben dormirse. Las enfermeras que, en la unidad de cuidados intensivos, controlan los aparatos que regulan los signos vitales no deben dormirse.
Por lo mismo, un padre que tiene hijos pequeños y adolescentes tampoco debe dormirse. Los traficantes de drogas saben cómo iniciar a un joven en la nefanda adicción de marihuana y cocaína. Los programas de televisión saben cómo incitar al incauto en la pornografía y el crimen. Detrás de cada amigo ocasional puede esconderse un secuestrador de mentes, de corazones y de vidas.
Descuidarse en la educación moral, especialmente de los hijos pequeños, es dormirse cuando más necesitan ellos un padre alerta. Permitir que los hijos se críen por su cuenta, sin dirección, sin escuela, sin iglesia y sin Dios, es entregarlos en manos de ladrones del alma, que listos están para chuparse la última gota de sangre moral y espiritual.
Si los que somos padres o madres queremos hijos inteligentes, sanos, limpios y con valores morales, debemos vigilar con celo constante sus actividades. Por todos lados hay peligrosas tentaciones que llaman a los jóvenes con una atracción casi irresistible, y únicamente con un fuerte respaldo hogareño podrán ellos vencer esas tentaciones.
Quien nos ayudará a velar por nuestros hijos es Jesucristo, el Señor viviente. Invitémoslo a vivir en nuestro corazón, de modo que forme parte de nuestra vida y de nuestro hogar.
Hermano Pablo
martes, 29 de octubre de 2013
«NADIE PUEDE QUITARNOS LO QUE HEMOS DISFRUTADO»
Durante dieciocho meses pasearon por casi todo el mundo. Viajaron en líneas aéreas, barcos de lujo y trenes de primera. Se alojaron en grandes hoteles y compraron de todo en famosas tiendas. Todo esto lo hacían a la moderna, pagando con tarjetas de crédito. Es decir, hasta que regresaron a Nueva York y fueron arrestados. Porque John y Mary Tillotson eran ladrones.
Habían andado de turistas por casi dos años con falsas tarjetas de crédito, robando tarjetas descuidadas y usándolas como si fueran suyas luego de cambiar de identidad. Cuando las autoridades los interrogaron, la muchacha descaradamente dijo: «Nos agarraron, pero nadie puede quitarnos lo que hemos disfrutado.»
El manifestar semejante desvergüenza seguramente enfurece al que posee valores morales, como lo son la decencia, la integridad, la rectitud, la justicia, la nobleza y la honradez. ¿Qué sucede con nuestras disciplinas? ¿Desde cuándo es aceptable engañar? ¿Cuándo dejó de ser malo mentir, robar, falsificar y sobornar? ¿Dónde está la virtud que nos legaron nuestros antepasados?
Es increíble notar cómo nuestra sociedad está dándole vuelta a todo. A lo blanco lo llama negro, a lo malo, bueno, a lo injusto, honrado, y a lo infame, ejemplar. Es por esa disposición tergiversada que una patinadora le quiebra la pierna a su contrincante, o que un dueño de empresa, para cobrar el seguro, le prende fuego a su propiedad, o que un empleado le roba al que le ha dado trabajo, o que un funcionario público olvida lo que significa ser honrado.
Tanto nos hemos alejado de virtudes sanas y de prácticas nobles que ni cuenta nos damos de que nuestras desgracias se deben a la semilla corrupta que estamos sembrando. Decimos que la moralidad pertenece a otra época, que vivimos en tiempos en que nada es bueno ni malo de por sí, pero no nos damos cuenta de que nuestro fracaso se debe a que no nos ceñimos a las leyes morales de Dios. La ley de la cosecha, que dice: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7), ha quedado en el olvido.
Para no destruirnos del todo, necesitamos volver a buscar a Dios. Son las leyes absolutas de Dios las que nos guían hacia la salud y el bienestar. No tenerlas en cuenta es disponer nuestra propia ruina. Volvamos a Dios. Regresemos a los valores divinos. No sigamos destruyéndonos.
Cuando Jesucristo entra a vivir en nuestro corazón, Él lo cambia por completo. Vemos, entonces, lo bueno como bueno y lo malo como malo. Abrámosle nuestro corazón a Cristo. Dejémoslo entrar. Él quiere darnos nueva vida. Él enderezará nuestros pasos.
Hermano Pablo
VOLVER A EMPEZAR
Volver a empezar no es sencillo pero es posible, solo se necesita dar un paso de tal manera que podamos enfrentar todo lo que nos espera, con entusiasmo y alegría.
Para volver a empezar debes:
Amarte a ti mismo.
Proverbios 19:8 Adquirir sabiduría es amarse a uno mismo;
los que atesoran el entendimiento prosperarán
El amarse es muy importante ya que nada podremos hacer sin valorarnos y tampoco sin creer en nosotros mismos, que somos capaces de enfrentar las circunstancias, este no es un pensamiento humanista ni mucho menos de motivación. Es sabio valorarnos y nos dará el éxito que esperamos en los nuevos comienzos.
Reconocer los errores / Pecados.
Salmo 32:5 Finalmente te confesé todos mis pecados
y ya no intenté ocultar mi culpa.
Me dije:«Le confesaré mis rebeliones al Señor »,
¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció
No habrá nuevo comienzo mientras no reconozcamos lo que hemos hecho mal, este es un principio fundamental para poder producir un cambio. Si no reconocemos, no podremos avanzar, nos quedaremos en las formas antiguas.
Lo dice la palabra cuando nosotros pecamos, el confesar y reconocer es el primer acercamiento a Dios y el perdón. Con este paso declara el salmista que desapareció la culpa que el cargaba.
Cuando tenemos que empezar de nuevo esta claro que si no reconocemos en lo que nos equivocamos vamos a repetir una y otra vez lo mismo.
Romper el pensamiento de dar vuelta atrás.
Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
No debes permitir que fácilmente puedas capitular en tu propósito. NO HAY VUELTA ATRAS, es como abrir una puerta y cerrarla y tirar la llave lejos.
La palabra dice claramente Todo lo puedo en Cristo y cuando dice todo lo puedo se refiere a que vamos a vencer, debemos desechar el pensamiento que nos tira a abandonarlo todo y seguir sin titubear, vamos a llegar a le meta que deseamos.
Sumar a quienes te aman.
Hebreos 10:24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca
Debes permitir que aquellos que te aman te apoyen y dejarte apoyar por ellos.
Nuestros seres amados ya sean parientes o hermanos en Cristo son un apoyo muy valioso en la ora de empezar de nuevo, debemos darles a ellos la oportunidad de que con su ayuda nos brinden apoyo en el momento necesario y no alejarnos. La Biblia dice y leímos que dejar de congregarse no es bueno, claro que por medio de nuestra unión recibimos el estímulo necesario.
Finalmente volvamos a empezar:
En Cristo podemos ser nuevas criaturas, Cristo hace nueva todas las cosas.
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas
Te animo a confiar y a cambiar, tu puedes.
Pastor
José Luis Malnis
martes, 22 de octubre de 2013
EL ARADO ABLANDA
Don Roberto, hombre muy rico, tenía de todo en abundancia. Podía comprar lo que se le antojara. Una tarde tomó en sus brazos a Margarita, su pequeña hija de diez años de edad, y después de juguetear con ella por un momento le preguntó:
—¿Has pensado en lo afortunada que eres por ser hija del hombre más rico de esta ciudad?
—Sí, papá, todos te envidian. ¡Cómo quisieran tener ellos tu felicidad!
Todo le iba bien a don Roberto. Pero la vida tiene sus giros imprevistos, y a los pocos meses Margarita murió en un horrible accidente. Esto era más de lo que Roberto podía sobrellevar, así que se dio a la bebida, al juego y a la vida licenciosa. Con el tiempo perdió todos sus bienes.
Quebrantado de espíritu, dejó la ciudad donde había sido tan popular, y se fue peregrinando en busca de paz y consuelo.
Al pasar por una población, vio que un hombre revolvía el trigo con una gran pala.
—¿Por qué no dejas en paz esos granos? —le preguntó.
—Para que no se pudran —fue la respuesta.
Pasando luego por un campo, vio a otro que araba la tierra con una reja muy aguda.
—¿Por qué cortas tan profundo la tierra? —inquirió.
—Para que sea más blanda, y así se empape bien de lluvia y sol —respondió el campesino.
Mientras pasaba por un viñedo, observó que un obrero cortaba, con tijeras, los sarmientos de las matas.
—Amigo —preguntó Roberto—, ¿por qué atormentas esos sarmientos?
—Para que den una cosecha buena y abundante —contestó el obrero.
Don Roberto se quedó muy pensativo. Caminó hacia la soledad de un bosque cercano, cayó de rodillas, alzó reverentemente los ojos al cielo y exclamó: «¡Señor mío!, yo soy el trigo que has revuelto para que no me pudra. Soy la tierra que has cortado para que me vuelva blando. Y soy el sarmiento que has podado para que dé buen fruto. Ayúdame a someterme a tu mano fuerte para llegar a ser el siervo útil que Tú quieres que sea.»
Don Roberto comprendió que los golpes de la vida producen madurez, fuerza y gracia, y una verdadera paz inundó todo su ser. A pesar de haberlo perdido todo, llegó a comprender que podía ser un hombre verdaderamente feliz.
Feliz es la persona que en medio de la disciplina aprende su lección. La Biblia declara que todas las cosas les ayudan a bien a los que a Dios aman. Pidamos de Dios esa clase de fe, y veremos que cuanto más oscura es la noche, más glorioso es el amanecer. Cristo quiere ser nuestro compañero de viaje en nuestro peregrinaje por este mundo.
Hermano Pablo
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