sábado, 13 de octubre de 2012

NO BAJAR LA GUARDIA


En los capítulos 14- 16 de 2 Crónicas, la Biblia relata los acontecimientos del reinado de Asá, rey de Judá. En sus comienzos, su actitud fiel y comprometida con el Señor lo llevó a grandes logros; a continuación citaremos algunos versículos que ejemplifican de manera clara su expresión de fidelidad a Dios:

• «Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el Señor su Dios. Se deshizo de los altares y los santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas, y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al Señor, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos» (14:2-4, NVI).

• «Asá les dijo a los de Judá: “Reconstruyamos esas ciudades, y levantemos a su alrededor murallas con torres (...). El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos.” »(14:7, NVI).

• Previamente al enfrentamiento con los cusitas, Asá invocó a Dios. «Señor, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! » (14:11, NVI).

A lo largo del capítulo 15 también se describen otras muestras de fidelidad a Dios, como la eliminación de los ídolos, la restauración del altar del Señor y un pacto de compromiso de buscar a Dios y castigo para el que no lo hiciera.

Por supuesto que tal manifestación sincera de fidelidad tuvo su recompensa, pues Dios les concedió paz con los vecinos, les dio la victoria sobre los cusitas y les otorgó 35 años sin guerras, entre otras cosas. Pero en el año treinta y seis de su reinado, algo pasó en Asá, pues ante el ataque del rey de Israel a Judá, él le envió al r ey de Siria la plata y el oro del templo del Señor e hizo un pacto con éste para que lo ayudara a que Basá, rey de Israel, se marchara (16: 1-3, NVI).

Lo que aparentemente fue una solución inmediata a un problema, tuvo su origen en un acto de confianza en los hombres más que en Dios. Aunque Asá había visto grandes cosas de parte del Señor y había comprobado de primera mano cómo había sido librado de sus enemigos, no dudó en hacer un pacto con un hombre ante una nueva amenaza. Como consecuencia de su proceder, Asá recibió una palabra específica por medio del vidente Jananí: «Por cuanto pusiste tu confianza en el rey de Siria en vez de confiar en el Señor tu Dios, el ejército sirio se te ha escapado de las manos. También los cusitas y los libios formaban un ejército numeroso, y tenían muchos carros de combate y caballos, y sin embargo el Señor los entregó en tus manos, porque en esa ocasión tú confiaste en él. “El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles» (16:7-9, NVI).

Tal vez sea de esperar que luego de esa palabra su corazón se contristara y procediera a un sincero arrepentimiento, pero no fue así, pues en el versículo 10 del capítulo 16 la Biblia dice que Asá se enfureció con el vidente y lo encarceló; y que casi al final de su reinado se enfermó, pero «no buscó al Señor, sino que recurrió a los médicos» (16:12, NVI).

Quizá el rey Asá nunca comtempló la idea de no confiar en Dios, pero sin embargo en algún momento bajó la guardia y no tuvo en cuenta las advertencias que el Señor le había dado en otras oportunidades:

• «Asá, y gente de Judá y Benjamín, ¡escúchenme! El Señor estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará» (15:2, NVI).
• «Pero ustedes,¡manténgase firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!» (15:7, NVI).

Per mitirnos bajar la guardia puede ser el comienzo de volvernos infieles a Dios; darnos ‘ciertas licencias’ puede provocar un alejamiento gradual y progresivo de nuestro objetivo como cristianos; hacer alianzas y pactos con personas para lograr una solución momentánea, basados en ‘nuestra madurez’ y no en la confianza en Dios, puede acarrearnos consecuencias dolorosas. Por eso aquella advertencia que recibió Asá de parte de Dios de mantenerse firme y no bajar la guardia es tan vigente para nosotros hoy como lo fue para aquel rey.

Para finalizar, citaremos las esperanzadoras palabras de nuestro Señor Jesús, el soberano de los reyes de la tierra: «Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Apocalipsis 2:10, NVI).
“El hombre fiel recibirá muchas bendiciones” (Pr. 28:20, NVI)


Patricia Götz
Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
PCG

jueves, 11 de octubre de 2012

sábado, 6 de octubre de 2012

QUE ES EL AMOR


En una de las salas de un colegio había varios niños. Uno de ellos preguntó: - Maestra... ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.

Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.

El primer alumno respondió:
- Yo traje esta flor, ¿no es linda?

Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo:
- Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.

El tercer alumno completó:
- Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido.

Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio. Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía avergonzada porque no había traído nada. La maestra se dirigió a ella y le preguntó:

- Muy bien: ¿y tú?, ¿No has encontrado nada?
La criatura, tímidamente, respondió:

- Disculpe, maestra. Ví la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Ví también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Ví también el pichoncito caído entre las hojas, pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí devolverlo al nido. Por lo
tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo mostrar lo que traje?

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.

El amor no es Tomar, Arrancar, Capturar, Forzar, Ganar o Perder.

Resumiendo todo el amor es hacer el bien a los demás.

Habiendo purificado vuestras almas en obediencia a la verdad para un amor fraternal no fingido, amaos los unos a los otros ardientemente y de corazón puro; 1 Pedro 1:22

YO ELEGI CONFIAR EN DIOS ¿ Y TU QUE DECIDES ?


“No permitas que las crisis se apoderen de ti, comienza a ver las oportunidades y de seguro vas a triunfar”.

Se ha fijado que la palabra más popular de estos tiempos es “crisis”. Leemos la prensa o vemos las noticias en televisión y nos encontramos con la crisis, estamos en el trabajo o en el hogar y lo que escuchamos es crisis, esto por supuesto hace que mucha gente cristiana y no cristiana se paralizen y no avanzen por temor a la crisis. ¿Eres tú de esas personas que se han detenido ante la crisis o eres de las que avanzan en búsqueda de lo extraordinario?

La vida es un asunto de actitud y la actitud es un asunto de decisión, y yo elijo que actitud voy a tomar ante las crisis, los problemas o situaciones que se me puedan presentar, podemos optar por una actitud positiva o una actitud negativa. La actitud positiva hace la diferencia porque busca solucionar problemas, no es que deja los problemas así y no le importa, una persona con actitud positiva busca siempre resolver, disfruta las circunstancias, ve mas oportunidades y vive la vida con entusiasmo.

Una persona con actitud positiva tiene presente lo siguiente:
No eligió las circunstancias que le tocó vivir, pero si eligió cual actitud manifestar.
Se esfuerza por desarrollar una actitud positiva y no soltarla.
Sus acciones están determinadas por su actitud.
La actitud de su gente o entorno es un reflejo de la suya.

“Dios decide por lo que vamos a pasar. Nosotros decidimos como lo vamos a pasar”.

Es tu decisión como decidas pasar el día de hoy, es tu decisión si decides confiar en Dios para todos los asuntos de la vida. Si crees que tu matrimonio tiene solución o no tiene solución es tu decisión. Si crees que puedes salir de esa deuda financiera o no puedas salir es tu decisión, todo está en tus creencias y donde pones la confianza. Los límites los tenemos nosotros en nuestras mentes.

Hay una historia en la Biblia en el evangelio de Mateo 8:5-10,13, donde un centurión romano se acerca a Jesús a pedir por sanidad para su sirviente que sufría muchos dolores y no podía moverse. Jesús le dice que él ira a sanarle pero el centurión le dice que no es digno de que El entre a su casa, que solamente ordene la palabra y el enfermo sanará. Wow, Jesús se asombra y dice que ni en Israel había conocido a alguien que confiara tanto como este extranjero y mas adelante Jesús le dice que como creíste así sucederá.

Aquí podemos ver la actitud del centurión, el pudo haber hecho varias cosas: pedir que Jesús fuera a su casa, mandar a un soldado con el mensaje, buscar otro sirviente sin que le importara los dolores del otro, sin embargo el busco soluciones y siendo extranjero se acercó a Jesús, se esforzó en acercarse al maestro y eligió poner toda su confianza en Dios al pedirle que ordenara, que dijera la palabra de sanidad y el enfermo sanaría. Jesús puede elogiar esta actitud con asombro, se maravilla de la fe del extranjero y le afirma que como creíste así va a suceder.

Algunas preguntas que me gustaría hacerte: ¿Qué es lo que estás creyendo para tu vida? ¿Qué es lo que esperas que suceda en tu matrimonio, en tus relaciones, tus negocios, tus finanzas? ¿Eres capaz de asombrar al Maestro? ¿Cómo es tu actitud ante la vida? ¿Estas confiando en Dios para tus problemas, necesidades, tentaciones?

Mi actitud determinará mis acciones. Puedo ser victima o protagonista, puedo ser bendición o maldición, puedo ser esclavo o libre, puedo confiar en Dios o no confiar es mi decisión. Hay una anécdota que lo ilustra muy bien.

Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento, suspendido en el aire, gritó: ¡¡¡ayúdame Dios mío!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿Que quieres que haga? - Sálvame Dios mío
-¿Realmente crees que yo te pueda salvar? –Por supuesto Señor
-Entonces corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda….
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… A tan solo un metro del suelo…

¿Cuál es la cuerda a la cual nos aferramos para no recibir las bendiciones que Dios tiene preparado para nosotros en el día de hoy?

Hoy es el mejor día para confiar en Dios y disfrutar de todo lo que nos da, busca tu resultado extraordinario. Yo elegí confiar en Dios ¿y tu?

jueves, 4 de octubre de 2012

LA MUERTE DE UNO SOLO BASTA

Parecía una escena bíblica, de los tiempos de hierro de la edad patriarcal, pero no lo era. El padre levantó el cuchillo de carnicero, de afilada hoja, y tomó a su hijo. La madre había corrido al patio despavorida, pidiendo auxilio.
El padre, creyendo cumplir la voluntad de Dios, pasó la hoja del cuchillo por la garganta del hijo, y le seccionó las carótidas. «Tienes que morir, hijo mío, por los pecados del mundo», había dicho con espantosa determinación.
La escena no era de los tiempos de Abraham sino en Randallstown, Maryland, Estados Unidos. Stephen Johnson, un hombre de veintiocho años, semitrastornado, sin duda, había sacrificado a su hijo Steve de sólo catorce meses de edad.
Gente fanática y trastornada hay mucha en este mundo. Stephen Johnson, que estaba bajo tratamiento psiquiátrico, era uno de ellos. Llevado por sus propias imaginaciones, y quizá por el uso de drogas, llegó a creer que él era Dios, y su pequeño hijo, Jesucristo. Y por eso cometió el crimen.
Así ha pasado durante todos los siglos en que ha existido el cristianismo en este mundo. Gente fanática, gente que se deja llevar de sus ideas, sus impresiones y sus sueños y visiones más que de la Biblia, ha caído en excesos, desatinos y locuras.
No es necesario que nadie más muera por los pecados del mundo. Sólo Jesucristo, Dios hecho hombre, podía morir en rescate por todos los pecadores. Cristo murió una sola vez, y su sacrificio es irrepetible. Con una sola vez que muriera, ha bastado para expiar los pecados de toda la humanidad de todos los tiempos.
El apóstol Pedro lo dice con toda claridad en su primera carta universal: «Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios» (1 Pedro 3:18). También en la epístola a los Hebreos está escrito: «Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos» (Hebreos 9:28).
Nadie debe morir por los pecados de nadie. Cristo ya lo ha hecho por todos, de una vez y para siempre. ¿Qué debemos hacer nosotros? Simplemente aceptar la validez eterna de ese sacrificio único y perfecto, y reconciliarnos con Dios, dándole gracias por Jesucristo. Él murió una sola vez, y una sola vez resucitó, por nosotros. Por eso ahora no tenemos que hacer más que aceptarlo.

Hermano Pablo

martes, 2 de octubre de 2012

lunes, 1 de octubre de 2012

LA COMODIDAD DE SER INVSIBLE


Puede que seamos de los que prefieren ocupar las bancas del fondo en nuestra iglesia, o esas que están cerca de la puerta para huir apenas termina la reunión…

Puede que, a la hora de escuchar el mensaje, estemos pensando a quién le vendría bien esa palabra. O seamos de los que tenemos una vida mucho más ocupada que la de los demás a la hora de las convocatorias para los ministerios…

Quizás somos de los que hace tanto tiempo que concurrimos a una congregación, que la verdad es que ya no hay nada nuevo bajo el sol y hay poco más que podamos aprender. Es que tenemos muchos años de creyentes y de experiencia…

¿Somos los del fondo del salón? ¿Somos los invisibles de siempre que preferimos el bajo perfil? ¿Somos, en definitiva, LOS TIBIOS…?

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor ol vidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” Santiago 1:22-25

Ser de los invisibles es simplemente un engaño, porque la vida cristiana es radical: es de los hacedores. Los oidores viven la mentira de verse en el reflejo sin ser ni vivir la plenitud de la obra que Dios nos tiene preparada. ¿Para qué oímos si no vamos a escuchar la voz de Dios en su palabra? Nos engañamos de que el ir a la iglesia, levantar las manos o hacer actos de presencia es ser cristianos. Pero vamos a desenmascararnos: nos estamos engañando… y luego del oír, nada ha quedado en nuestro corazón.

La actitud del hacedor es la de “mirar atentamente en la perfecta ley”; examinando el interior y muriendo al yo en cada momento, rumiando con su inteligencia y dejando actuar el Espíritu para comprender aquello que resulta inaccesible para la pequeñez humana.

Es la actitud comprometida y sacrificada de “perseverar” en aquello que ha esc uchado y reconoce que Dios debe obrar, abandonándose a sí mismo para entregarse en las manos del Creador para que lo haga de la forma en que debe ser.

Y “no se permite olvidar”, sino que retiene y reflexiona diariamente en su obrar, buscando agradar al Señor y glorificarlo con su vida.

Sin dudas la invisibilidad del oidor resultará más cómoda. Pero no fuimos hechos para esto. Dios nos ha dado dones, capacidades, inteligencia, recursos, para ponerlos a su disposición y ser grandes hacedores y bienaventurados. Seamos creyentes radicales y visibles. ¡Vivamos el Reino!
Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
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meryrueda