lunes, 2 de julio de 2012

LO QUE TU ALIMENTES

Un viejo indio estaba hablando con su nieto.

Le decía:
- "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón.
Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador.

El otro está lleno de amor y compasión".

El nieto preguntó:
"Abuelo, dime, Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?"
El abuelo contestó:
- "Aquel que yo alimente"

domingo, 1 de julio de 2012

¿CUAL ES?

¿El día más bello? Hoy.

¿La cosa más fácil? Equivocarse.

¿El obstáculo más grande? El miedo.

¿El mayor error? Abandonarse.

¿La raíz de todos los males? El egoísmo.

¿La distracción más bella? El trabajo.

¿La peor derrota? El desaliento.

¿La primera necesidad? Comunicarse.

¿Lo que más hace feliz? Ser útil a los demás.

¿El misterio más grande? La muerte.

¿El peor defecto? El mal humor.

¿La persona más peligrosa? La envidiosa.

¿El sentimiento más ruin? El rencor.

¿El regalo más bello? El perdón.

¿Lo más imprescindible? El hogar.

¿La ruta más rápida? El camino correcto.

¿La sensación más grata? La paz interior.

¿El resguardo más eficaz? La sonrisa.

¿El mejor remedio? El optimismo.

¿La mayor satisfacción? El deber cumplido.

¿La fuerza más potente del mundo? La fe.

¿La cosa más bella de todas? El amor.

¿Los mejores profesores? Los niños.

¿Las personas más necesarias? Los padres.

¿Una de las mayores alegrías? Tener amigos de verdad, saber que cuentas con alguien, aunque sepas que ellos no van a resolver tus problemas…

Pero toda esta belleza que encontramos en la vida… La tenemos gracias a los dones que Dios nos dio y a su infinito amor…

María Teresa De Calcuta

1 Timoteo 6:11
Mas tú, oh hombre de Dios, sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

sábado, 30 de junio de 2012

EVENTO



Barcelona vivirá una semana inolvidable que cambiará el ambiente espiritual de la ciudad trayendo a miles de personas al conocimiento de Cristo como su Única Esperanza...

¡No te pierdas este extraordinario Concierto Góspel! con Jaci Velásquez, Emmanuel Djob, Ingrid Rosario, el Coro Góspel the River, el Coro Africano de Góspel y el Coro del Institut de Góspel de Barcelona.

Del 25 al 30 de junio, Seis Noches Inolvidables de Adoración y testimonio del Poder de Dios en el Palau Sant Jordi...

No te lo pierdas!!! Corre la Voz y únete a quienes queremos ver la Gloria de Dios moviéndose en Barcelona.

Más Información en ww.barcelona2012.com.es

Apoyo desde Perú.

Les saluda su hermana en Cristo Patricia Olivera, desde Lima - Perú. Es una gran bendición poder contactarme con ustedes a través de este medio, por el cual Dios nos ha bendecido para compartir y llevar de su Gloria a todas las naciones. Quien les escribe es escritora de algunas de las poesías que ustedes han publicado en el blog de la Iglesia, y ha sido una sorpresa y de bendición para mi haberlas hallado. La siguiente es para ofrecerles mi apoyo enviádoles material poético y de reflexión. Si ustedes así lo estiman háganlo saber, que estaré en espera de su respuesta.
Dios los bendiga y esté con ustedes siempre.

Patricia J. Olivera Costilla. 

PROVERBIOS 12:14


miércoles, 27 de junio de 2012

HOGAR, AMARGO HOGAR

El apartamento era pequeño. Constaba de dos cuartos, un baño, un comedor y una cocina. La cuota mensual del arriendo era baja, pues estaba ubicado en una zona popular de Nueva York. Aunque pequeño y humilde, eso no impidió que en él se colocara el tradicional cartelito que se pone en tantas casas y que dice: «Hogar, dulce hogar».
Lamentablemente, el cartel que debía habérsele colocado a ese apartamento era todo lo contrario: «Hogar, amargo hogar». Porque la familia que habitaba allí, compuesta por Herman McMillan, de cuarenta y dos años, su esposa Frances, de treinta y cuatro, y sus nueve hijos, de uno a dieciséis años de edad, vivía de una manera deplorable. En ese hogar los padres maltrataban física y sexualmente a sus hijos. La policía que investigó el caso describió a la familia como «una llaga de la gran ciudad».
A menudo se oye decir que el hogar es el cielo en la tierra, que no hay mayor felicidad que la que se puede hallar entre las cuatro paredes del nido familiar, que todas las penas de la calle se dejan cuando uno traspasa el umbral de ese lugar querido. Y todo eso es cierto, hermosamente cierto. Hay muchísimos casos de familias unidas, cariñosas y amables que, aunque pobres, saben ser felices con lo poco que tienen. En esos hogares sí que se puede aplicar el dicho: «Hogar, dulce hogar».
Pero hay otros hogares en que no cabe ese dicho, como el de los McMillan. En lugar de un cielo, es un infierno. En vez de reinar la paz, reina la violencia. En vez de vivir en armonía, se vive en discordia. En lugar de recibir amor y cariño, los hijos reciben brutales palizas. Y lo que es peor, los padres, en lugar de respetar de un modo sano y maduro a sus hijos, los maltratan sexualmente: el padre, a sus hijas; y la madre, a sus hijos.
¿A qué le podemos atribuir la culpa de semejante atrocidad? A dos vicios mortales que entraron a aquella casa: el alcohol y la cocaína. Cuando esos dos males terribles se posesionan de un hogar, lo degradan, lo envilecen y lo descomponen.
Los hijos del matrimonio McMillan recordarán siempre, con angustia, con horror y con rabia, el hogar frío que les dieron sus padres, y llevarán el resto de la vida el estigma del abuso deshonesto y la marca de la degradación. No dejemos nunca que entren a nuestra casa ni el alcohol ni la droga, ni los introduzcamos jamás en nuestro organismo. Considerémoslos nuestros mayores enemigos. Aborrezcámoslos y combatámoslos. Jesucristo desea ayudarnos, entrando Él, más bien, a nuestro corazón. Él no sólo tiene el poder para vencer esos enemigos, sino también un profundo interés en nuestro bienestar personal. Démosle entrada a nuestra vida antes que sea demasiado tarde.

 Hermano Pablo

EL EESTA CONTIGO

Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra. Josué 6:27.
¿Cómo definir, con palabras, el dolor de Jaime? ¿Cómo explicar la causa de sus lágrimas? No es fácil.Los sueños son sagrados. Nacen en el alma, se van formando como un niño en el vientre materno: esperas, ansioso, el día de verle el rostro. Pero, ¿qué sucede si pasa el tiempo y la realidad no aparece? Miras hacia adentro, y allí, en lo recóndito de tu ser, solo encuentras restos de algo que se negó a ver la luz. Y te asustas, y sientes que tu sueño se transformó en una horrible pesadilla.
Jaime soñaba con ser rico y famoso. Pensaba que, para eso, el primer paso sería liberarse de los “tabúes que el cristianismo le imponía”.
“Al final de cuentas”, pensaba, “vivimos en un mundo en que no hay lugar para los melindres de la conciencia”. Y partió, como el águila, rumbo al infinito de sus aspiraciones. Voló, voló y voló, en busca del sol. Y de repente, sintió las alas chamuscadas en el fuego de la fama; y volvió, solo y triste, de regreso a su realidad de dolor y de lágrimas.
Diferente realidad la de Josué. “Su nombre se divulgó por toda la tierra”, afirma el texto. El joven líder de Israel no buscó fama: busco servir, y el resultado fue la fama. Diferente de Jaime, que buscó la fama y encontró el dolor.
“Estaba, pues, Jehová con Josué”. Esta frase expresa el secreto de Josué: Dios controlaba su vida y sus decisiones. Él era el principio, el medio y el fin de su experiencia. En el poder de Dios, enfrentó a los ejércitos enemigos de Canaán y los derrotó. Cada victoria alcanzada lo preparaba para la siguiente. Su confianza en Dios aumentaba. Aumentaban, también, su dependencia y su sumisión.


Pero, esta sumisión, lejos de convertirlo en un debilucho lleno de “tabúes”, lo convertía en un guerrero intrépido, capaz de ver la victoria antes de que los enemigos surgiesen. La preocupación que dominaba sus actos no era alcanzar la fama, sino servir a Dios y a su pueblo. La fama fue la consecuen¬cia natural de ser guiado por el Señor.
Haz de este un día de confianza y de entrega a Dios; ten la seguridad de que tus decisiones no son solamente tuyas. Pide la aprobación divina y, después, parte rumbo a las grandes victorias que el Señor tiene preparadas para ti. Porque “estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra”.