martes, 13 de marzo de 2012
lunes, 12 de marzo de 2012
«¡FÍJATE EN LA HORMIGA!»
El desierto ardía como horno encendido. El sol llameante calcinaba la tierra, y fuertes vientos levantaban olas de arena que ennegrecían el cielo.
En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido.
No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta.
Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo.
El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.»
La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría» (Proverbios 6:6). La hormiga sabe, por instinto, interpretar las señales de los cielos. Sabe dirigirse a través de vastos desiertos sin perder la dirección. Labora todos los días de su vida y siempre está a la expectativa de algo nuevo. Nunca deja de actuar, nunca deja de trabajar, nunca deja de producir, pase lo que pase.
¿Qué le da ese ánimo? ¿Cómo es que nunca se da por vencida? La respuesta es una lección para todos nosotros. La hormiga se sujeta a leyes. En el caso de la hormiga, esas leyes forman parte de su instinto natural, y sin embargo son leyes. Ahí, precisamente, está la lección.
Muchos en este mundo, incluso algunos llamados sabios, no saben que el verdadero triunfo en la vida, incluyendo el dominio propio, consiste en vivir dentro de los parámetros de las leyes morales de Dios.
Todos los problemas personales y colectivos del ser humano vienen por no reconocer y someterse a los mandamientos morales y espirituales de Dios. Cuando ignora las leyes divinas, se encuentra sin brújula en medio de un desierto de confusiones. Es entonces que se da a las drogas, al alcohol y a la vida desenfrenada, y termina al fin deseando suicidarse.
Regresemos al consejo del proverbista: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría.»
Hermano Pablo
domingo, 11 de marzo de 2012
viernes, 9 de marzo de 2012
AMAR ES CUIDAR
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).
LOS HISTORIADORES nos hablan de un personaje llamado Dirk Willumsoon que se convirtió al protestantismo. Como resultado de ello, fue condenado a ser torturado hasta la muerte. De alguna manera, pudo librarse y empezó a correr para salvar su vida. Un soldado fue tras él.
Corrió hasta que finalmente llegó a un gran lago. El lago estaba helado, pero el hielo era débil porque el invierno estaba llegando a su fin. A Willumsoon no le quedaba otra salida. Decidió correr por el hielo. Mientras corría, el hielo del lago comenzó a resquebrajarse. Pero no se detuvo. Quería evitar la terrible muerte que le esperaba si era capturado.
A grandes zancadas avanzó hasta que, con gran esfuerzo, pudo saltar a la orilla. Mientras recuperaba sus fuerzas para seguir corriendo, oyó un grito de terror a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio que el soldado que lo perseguía había caído en el agua y se debatía intentando aferrarse al hielo.
No había nadie cerca para ayudar al desdichado, solo Dirk. Aquel soldado era su enemigo. Arrastrándose con cuidado por el quebradizo hielo, alcanzó al soldado. Lo sacó del agua helada y, tirando de él por el hielo, lo acercó a la orilla. Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Por los amigos, podemos entenderlo…
Pero, ¿por nuestros enemigos? Leamos las palabras de Jesús: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mat. 5:44). Para el que sigue a Jesús, amigo o enemigo, da lo mismo.
Amar a nuestros enemigos no es fácil. Amar a nuestros enemigos no significa necesariamente que tengamos que ser los mejores amigos, sino que queremos su bien y oramos por ellos. Aquí se esconde un secreto: Si hacemos esto, hay muchas posR ibilidades de que esa persona en poco tiempo ya no se sienta enemiga nuestra.
jueves, 8 de marzo de 2012
¡SOMOS VENCEDORES!
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" Romanos 8:37
A todo el mundo le gusta ganar. Por eso, cuando leemos en Romanos 8:37 que, como seguidores de Cristo, somos "más que vencedores", nos entusiasmamos. Pero ¿qué significa esa frase?
El apóstol Pablo empezó Romanos 8 hablando de la gracia de Dios manifestada al enviar a Su Hijo Jesús a morir para pagar la pena por nuestros pecados (vv.1-3). Continuó diciendo que los creyentes también tienen la ayuda del Espíritu Santo para vencer el poder del pecado en la vida diaria (vv. 4-17).
Pablo habló después del inalterable amor de Cristo (v. 35). Algunas circunstancias pueden hacernos sentir solos y derrotados, pero, en todas las situaciones, somos vencedores porque nada nos puede "separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (v. 39).
Cuando era niño, sufrí un castigo particularmente duro que me aplicaron en Singapur. Me obligaron a arrodillarme sobre la cáscara espinosa de una durian (una fruta asiática grande). Me enojé, y la amargura estaba consumiéndome la vida. Sin embargo, cuando supe acerca del amor que Dios me tiene y puse mi fe en Cristo, Él no solo perdonó mis pecados, sino que me enseñó a perdonar a los demás. Ya no estuve más preso de mi pecado ni de mi ira. Empecé a descubrir que "somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v. 37).
Gracias a Cristo y a Su inalterable amor por nosotros, somos vencedores.
Piensa más en el poder de Cristo y menos en el que ejercen las cosas sobre ti.