
lunes, 20 de febrero de 2012
«SÓLO ERA CUESTIÓN DE TIEMPO»
Voy a matar a mi padre —advirtió el joven de diecisiete años de edad.
Su amigo, también de diecisiete, le respondió, riéndose:
—No digas tonterías.
Y compartieron ambos un cigarrillo de marihuana.
—Voy a matar a mi padre —volvió a decirle el mismo joven al mismo amigo diez días después.
Así fue por varias semanas: siempre esa terrible declaración. Hasta que un martes 22 de febrero, Cristóbal Galván cumplió su intención. Mató de varios balazos a su padre Esteban Galván. Acto seguido, se mató él mismo. Fue así como se desarrolló este drama familiar, relatado escuetamente.
En más detalle, el muchacho, estudiante secundario, alto, rubio, bien parecido, vivía atormentado por problemas de personalidad. Además, era víctima del uso insensato de drogas como la marihuana, el crack y la heroína. Su madre había muerto de pena varios años atrás por el divorcio que había sufrido a manos de su padre, que era autoritario y exigente.
Ahí estaban el escenario y los elementos del drama, trágicamente dispuestos. Los personajes jugarían cada uno su papel impecablemente. ¿Qué era lo que hacía falta? El momento inevitable. El testimonio a la policía del amigo de Cristóbal, Jaime Carieri, lo explicaba todo: «Sólo era cuestión de tiempo.»
Aquí cabe hacernos la pregunta, franca y directa: ¿Será posible que se esté incubando en nuestro hogar un drama parecido? ¿Se estarán juntando los elementos letales que pueden desencadenar una tragedia? ¿Hay drogas en nuestra casa? ¿Hay licor? ¿Hay armas? ¿Hay irritación? ¿Hay encono? ¿Hay violencia?
Esos elementos, como hojas secas, se encienden con una sola chispa. La violencia suele estallar súbitamente sin que haya, al parecer, ninguna razón ni motivo. Y casi no hay hogar que esté inmune a ella.
¿Qué podemos hacer? ¿Cómo prevenimos una tragedia en nuestro hogar, en nuestra familia, en nuestra vida?
Lo cierto es que si no tenemos una relación íntima con el Señor Jesucristo, difícilmente tendremos la motivación para controlar esos momentos de crisis. Todos somos lo que es nuestro corazón. La Biblia dice: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Todo lo que somos y todo lo que hacemos viene de las intenciones, buenas o malas, de nuestro corazón.
Cristo quiere darnos un nuevo corazón. Él quiere perdonarnos y bendecirnos. Démosle, hoy mismo, nuestra vida. A cada uno nos hará una nueva persona.
Hermano Pablo
ESPERA EN JEHOVÁ
“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.”
Salmos 27:13-14
¡Qué hermosos versículos de ánimo y aliento para seguir adelante!
1.- La importancia de “creer”:Tener esa confianza firme de la Bondad de nuestro Dios. “
Gustad y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en Él” . (Sl.34:8). La dicha en un corazón que reposa en la bondad de nuestro Dios, que entiende que estamos en sus manos bondadosas y que en las pruebas podemos descansar en Sus propósitos para nuestras vidas. ( Ro. 8:35-39).
2.-La importancia de “aguardar” :Esperar…¡Qué difícil! Pero a la vez, que paz hay cuando dejamos de luchar por obtener respuestas y espe ramos confiadamente en un Dios amoroso. “¿ Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarte, Salvación mía y Dios mío” Salmos.42:11
3.- La importancia de “esforzarse” : Para seguir sirviendo, para seguir adelante. El esfuerzo requiere una actitud de compromiso, de entender que debo poner manos a la obra. “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”
Salmos. 31:24
4.- La importancia de “alentarse” : ¿Dónde buscar el aliento? ¡En la Palabra de Dios! Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra” Salmos 119:25. ¡Qué Su Palabra sea el aliento diario para nuestras vidas!
Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
AlejandraL
domingo, 19 de febrero de 2012
COMO ASOMBRAR A LA GENTE
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" Juan 13:35
David Doubilet es un fotógrafo y periodista cuyas fotos del silencioso mundo submarino pueden convertir una horrible criatura marina de ojos saltones en una adorable y destellan obra de arte. Aunque ha recibido muchos reconocimientos por su trabajo, también lo han criticado los ambientalistas por no hacer más periodismo realista y definido. Quieren que tome fotos de peces muertos, playas sucias y océanos contaminados.
Pero Doubilet cree que hay una mejor manera de lograr que la gente cuide el medio ambiente. En vez de mostrar la destrucción que los seres humanos están causando, muestra la belleza que Dios ha creado.
Algunos creyentes en Cristo parecen creer que la manera de mejorar nuestro medio ambiente espiritual es señalando todo el mal que hay en el mundo. Pero Jesús nos mostró un camino mejor. Aunque nunca subestimó el pecado (Mateo 15:18-20), antes de ir a la cruz, dijo a Sus seguidores: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35). Somos testigos más eficaces cuando nos convertimos en retratos de la belleza que Dios está creando en nosotros que cuando nos limitamos a pintar un cuadro desolado de la degradación humana.
"En definitiva -dice Doubilet-, lo mejor que uno puede hacer es asombrar a la gente". ¿Y qué puede ser más asombroso para el mundo que creyentes que verdaderamente se aman unos a otros?.
El amor es un imán que atrae a los creyentes entre sí y a los incrédulos a Cristo.
viernes, 17 de febrero de 2012
EL VALOR DE LAS COSAS PEQUEÑAS
Pero, así son las cosas en el Reino de Dios: parecen pequeñas, pero encierran el potencial que Dios coloca en todo lo que hace.
Pero, el texto de hoy dice más. Aquí, Jesús afirma que, si recibes a un niño en su nombre, en realidad lo recibes a él mismo. ¿Qué significa esto? Que es necesario dar oportunidades a los más débiles; que no hay que apresurarse a descartar a quienes cometen errores; que no hay que sentenciar a las personas, sin darles la oportunidad de empezar de nuevo.
Cuando yo era niño, constantemente cometía errores; algunos por incapacidad, otros de propósito. Pero, tuve padres y maestros que creyeron en mí y me dieron una nueva oportunidad; me enseñaron, invirtieron tiempo en mostrarme el camino, y me extendieron la mano cuando lo necesitaba.
En cierta ocasión, me encontré con uno de esos maestros, en California. El tiempo lo había golpeado, inclemente: había envejecido, ya no me parecía tan grande ni tan alto, como cuando yo era un simple adolescente. Pero, todavía me impresionaba la nobleza de su espíritu, y en mi memoria renacía, vívidamente, el recuerdo del día en que tomó de mis manos el trabajo de redacción, mal realizado, que yo había preparado, me miró a los ojos y, con voz cariñosa, me dijo: “Voy a hacer de cuenta que tú nunca escribiste esto. Pero, quisiera que tú creas que eres capaz de escribir algo mejor”.
Aquel día, él no tenía la más mínima idea de que yo, un día, llegaría a escribir bastante… ¿O la tendría? No lo sé. Pero, recuerdo que la confianza que depositó en mí me hizo creer que yo podía, si me colocaba en las manos de Dios.
¿Podrías hoy dar la oportunidad a alguien más frágil que tú y que necesita de tu ayuda? ¿Serías capaz de recibir al que falló, como se recibe a un niño? Sal para enfrentar tus deberes diarios, hoy, recordando las palabras del Maestro: “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe”.