domingo, 22 de enero de 2012

VER LO INVSIBLE

Lectura: Salmo 34:4-7.
"El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende" Salmo 34:7
En un mundo materialista como el nuestro, somos tentados a creer que las únicas cosas reales son las que experimentamos con nuestros cinco sentidos. No obstante, "hay cosas que no podemos ver; cosas a nuestras espaldas o lejos de nosotros, más todas aquellas que están en la oscuridad", dijo C. S. Lewis.
Hay otra esfera de la realidad tan cierta y tan sustancial como cualquier cosa que vemos, oímos, palpamos, gustamos u olfateamos en este mundo. Existe a nuestro alrededor… no en algún lugar "por ahí", sino "aquí". Hay legiones de ángeles ayudándonos, para los cuales el mundo no tiene tácticas defensivas (Hebreos 1:14). El salmista David se refirió a ellos como una fuerza de miles y miles de carros (Salmo 68:17). No podemos ver a Dios ni a Sus ángeles con los ojos naturales, pero están ahí, los veamos o no. Creo que el mundo está lleno de ellos.
La fe es el medio por el cual podemos "ver" ese mundo invisible. Esta es la verdadera función de la creencia. La fe es en la esfera espiritual lo que los cinco sentidos son en la natural. El escritor de Hebreos dice que la fe es "la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1). Por fe, reconocemos la existencia del mundo espiritual y aprendemos a depender del Señor para que nos ayude en nuestra vida diaria. Nuestra meta, entonces -como dijera una vez George MacDonald- es "desarrollar ojos" que vean lo invisible.
La fe ve cosas que no están a la vista.

viernes, 20 de enero de 2012

«¿SERÁ ESTO EL FIN DE TODO?»

El museo atraía un gran número de personas. La atracción eran las figuras de cera que representaban las supuestas etapas evolutivas del hombre desde sus primeras apariciones en el globo terrestre, millones de años atrás. Fue el deleite, al principio, de todos los partidarios de la evolución.

Éstas comenzaban con el famoso australopitecus, el antepasado más primitivo del hombre. Luego, subiendo en la escala de la evolución, estaba el hombre de Neanderthal. Posteriormente, el hombre Cromagnon, y así hasta llegar al Homo Sapiens, una magnífica figura del hombre actual, atlético y buen mozo.

Sin embargo, a partir de ahí las figuras comenzaban a mostrar una declinación alarmante, siendo la etapa final una lápida con la palabra «SIDA», y junto a esa lápida una leyenda que decía: «¿Será esto el fin de todo?» El hombre ha llegado a la cúspide de su desarrollo físico e intelectual, y ahora se comienza a ver una declinación ominosa y fatal.

Lo cierto es que nadie puede negar la existencia del mal. Como prueba tenemos las cárceles, los manicomios y los hospitales. Cada día hay más estafas, más escándalos financieros, más desfalcos industriales. Y hay cada vez más gente en los consultorios psiquiátricos, más matrimonios destruidos, más abortos, más divorcios y más tumbas para jóvenes, todavía en la primavera de su vida.

A todo esto, y siempre en aumento, se ha sumado la plaga máxima, el SIDA, enfermedad mortal estrechamente relacionada con el desenfreno sexual. Con razón el museo de cera hace la pregunta: «¿Será esto el fin de todo?»

No obstante, ni el SIDA ni ninguna otra calamidad universal pueden ser el fin de todo. Es que el hombre no es producto de la evolución; es creación de Dios. Y a pesar de que el hombre ha optado por hacer caso omiso de las leyes morales y espirituales de Dios, trayendo sobre sí todos los males de la familia humana, Dios tiene un plan para cada uno, y el que se someta a su divina voluntad no tiene que sufrir el fin fatal que presagia el museo.

Dios no quiere el aniquilamiento de la humanidad. Él no la creó para que se destruya a sí misma, sino para que triunfe. Él quiere verla en victoria aquí sobre esta tierra y en su traslado a la gloria eterna. Para eso vino Jesucristo al mundo: para traer redención y vida eterna. Creamos en Jesucristo y recibamos esa vida eterna gratuita, perfecta y segura. Entreguémosle nuestra vida a Cristo.

Hermano Pablo

¿ESTÁS DISPUESTO A PONER DE TU PARTE?


La noche que Jesús fue entregado, mientras oraba en el huerto, esperando que vinieran a buscarlo, oró al Padre de la siguiente manera:

«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.»

La parte más humana de Jesús se pone de manifiesto en el momento más crítico de su paso por la tierra. Sabía a qué había venido, sin embargo el hombre que también hay dentro de él, no por ser libre de pecado, deja de sufrir, de sentir y de desear como hombre. Esa parte humana lo lleva a querer algo distinto de lo que Dios había dispuesto para él desde un principio.

Si lo pienso dos veces, me parece hasta ofensivo comparar esta situación que Jesús vivió, con otras tantas situaciones que nosotros vivimos, en las cuales queremos tomar un camino diferente al que Dios ha dispuesto para nosotros. Sin embargo, no hay nada ni nadie que pueda inspirarnos más a seguir su ejemplo que el propio Jesús.

Él fue tentado en todo, incluso a no subirse a la cruz, Dios no iba a obligarlo, lo había enviado para eso, pero a pesar del deseo de dejar pasar la copa, estaba decidido a terminar lo que había comenzado.

La Biblia en Hebreos 12:2 nos dice: "(Jesús) quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz", supo ver más allá de la situación inmediata que tenía por delante, supo llenarse de gozo en medio de la oscura realidad que lo abrumaba, en medio de su vulnerabilidad humana pudo decir: "pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya". Esto le bastó al Padre para quitar de él la carga que lo agobiaba y viendo ya ante sus ojos los alcances del acto que estaba por realizar, pudo levantarse y enfrentar a sus captores.

Dios nos ha hecho libres para elegir, y esa es la única parte que realmente nos toca, pues todas las demás cosas son provisión divina: los medios, la fortaleza, el sostén, la fe, el amor, la paciencia, el consuelo, el propósito, la bendición en lo que hacemos o dejamos de hacer.
La lista es interminable y adquiere infinitas formas y elementos, puedes completarla con todo lo que necesitas tú para poder beber de tu copa.

Lo único que Dios no puede poner es un corazón dispuesto. La disposición a la acción y a seguirlo, a amarlo sin condicionamientos, a obedecerlo sin cuestionarlo, ésa es nuestra parte, lo demás verdaderamente no es nuestro.

"Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga."

Todos atravesamos situaciones de prueba en las que somos llamados a negarnos a nosotros mismos (dejar de hacer nuestra voluntad y deseo) para cargar nuestra cruz y seguir al Maestro. Nadie nos entiende mejor que Jesús en tales situaciones. Porque Su amor por nosotros fue tan grande que no pudo eludir la cruz, es que ese mismo amor nos mueve hoy a decir: "pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya."

A veces la carga parece pesada, pero la promesa es fiel y cumplida sin demora: "mi yugo es suave y mi carga es liviana."

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
EricaE

jueves, 19 de enero de 2012

EL PROPOSITO DE LAS PRUEBAS

En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida aprueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:6,7.

El vehículo en el que viajamos sube las montañas del Estado de Washing­ton, para después bajar al valle de Yakima. Corremos contra el tiempo. Mientras devoramos millas en la carretera solitaria, Max nos cuenta las lu­chas de su vida. El argentino fuerte, de ojos claros, casado con una dominicana que espera el segundo hijo, es un próspero revendedor de autos usados, en la ciudad de Pasco. Llegó a los Estados Unidos hace apenas siete años. Empezó trabajando en los restaurantes McDonald’s, ganando siete dólares por hora.

-No veía futuro. No era para eso que había dejado mi país -me dijo, con los ojos fijos en un punto indefinido, recordando detalles de sus dificultades.
-Mis hermanos y yo nos turnábamos para dormir en la única cama que teníamos. ¡Quién podría imaginar que un día llegaríamos a donde llegamos! -completó emocionado.

“Hubo días en los que no teníamos ni para comer”, prosiguió. “Recuerdo un día en que teníamos que pagar cuatro mil dólares al banco, o perderíamos todo lo que habíamos alcanzado. Salimos a la calle. Fuimos tocando puertas, ofreciendo un automóvil usado, pero confiando en el Señor. Eran más de las tres de la tarde cuando un hombre nos preguntó: ¿Cuánto quieren?

“Le pedimos cuatro mil quinientos. Después de regatear, lo vendimos por cuatro mil doscientos. Corrimos inmediatamente hacia el banco, y llegamos cinco minutos antes de que el banco cerrara. Al salir, teníamos lágrimas en los ojos. Habíamos pagado la cuenta, y nos sobraban doscientos dólares para comer aquel día. Si para algo sirvieron los momentos difíciles, fue para probar nuestra fe y enseñarnos a confiar en Dios“.
Eso es lo que afirma San Pedro. “Si es necesario”, seremos afligidos con el propósito de que nuestra fe se vuelva mucho más preciosa que el oro.

Por eso hoy, si todas las cosas te parecen estar de cabeza, recuerda que “si es necesario, tendréis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea mani­festado Jesucristo”.

CARTAS DE AMOR

Lectura: Efesios 4:25-5:2.
"Y andad en amor, como también Cristo nos amó…" Efesios 5:2
Andar en amor significa que continuamente llevamos a cabo pequeños actos bondadosos que pueden hacer que la vida sea más llevadera y mejor para otra persona.
Una manera práctica de expresar nuestro amor sólo cuesta el valor de una estampilla de correo… más papel, tinta y un poquito de esfuerzo para pensar.
Todos hemos sentido el impulso de escribir una carta; una nota inesperada que podría iluminar el día de otra persona. Tal vez sea una palabra de agradecimiento, una muestra de interés o un elogio por una tarea bien hecha. Muchas veces esa carta no se escribe y el impulso no se expresa. Nos convencemos de que no tenemos tiempo o de que lo que escribamos no importará.
Un joven pastor sentía especial cariño por una nota que recibió de parte de un ocupado arquitecto de su congregación. La carta sencillamente decía: "Su sermón fue justo lo que necesitaba oír el domingo, por la confusión y el dolor que tengo en mi corazón. ¡Gracias por predicarlo!". Esas palabras eran exactamente lo que el pastor necesitaba escuchar por el desaliento y dolor que él mismo sentía, palabras que lo alentaron a seguir en el ministerio. Al arquitecto le tomó menos de cinco minutos escribir esa nota.
¿Te acuerdas de alguien que necesite ánimo, a quien debas agradecerle por algo o decirle que estás orando por él? Anda en amor hoy y dirígete al buzón.
Un pequeño acto de amabilidad puede tener múltiples resultados.

miércoles, 18 de enero de 2012