martes, 17 de enero de 2012

RECETA PARA LA ANSIEDAD

Lectura: Salmo 55:4-23.
"Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo" Salmo 55:22
Según un informe del periódico Wall Street Journal, la ansiedad ha superado a la depresión como el principal problema mental en los Estados Unidos. Los medicamentos para combatirla son, hoy en día, los productos farmacéuticos que más se venden. Aun en medio de economías florecientes y de estabilidad política, la preocupación y la aprensión siguen formando parte de la condición humana; estado que no puede aliviarse adecuadamente con una píldora.
Cuando David compuso el Salmo 55, su mente estaba agitada por las mismas situaciones con que luchamos hoy: se horrorizaba de la violencia, la ira y el abuso que llenaban las calles de la ciudad (vv. 9-11). Experimentaba la angustia de ser traicionado por un amigo cercano (vv. 12-14). Anhelaba irse y escapar a un lugar tranquilo (vv. 4-8).
Como la dolorosa ansiedad de David refleja la nuestra, su receta para aliviarla igualmente puede hacernos bien a nosotros. Él escribió: "En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. […] Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará…" (vv. 16,22).
La ansiedad es una carga que no se supone que llevemos. En cambio, debemos entregarle nuestras preocupaciones a Cristo, porque Él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7; ver también Filipenses 4:6,7).
Si hoy tu corazón pesa mucho, el Señor está listo para llevar todas las cargas que le entregues.
Dios nos invita a echar sobre Él el peso que tenemos encima.

domingo, 15 de enero de 2012

ENCERRADO CON TIGRES

El muchacho, de veinte años de edad, levantó el auricular del teléfono. No era una llamada inocente que hacía desde su casa. Era una llamada que le hacía a un grupo de periodistas desde una cárcel. «Quiero que me condenen a muerte. No soportaría estar preso toda la vida.»

Se trataba de Mark Scott, que había sido condenado a cadena perpetua por homicidio. El sólo pensar en permanecer toda la vida tras las rejas de una cárcel era más de lo que podía soportar. Por eso llamó a los periodistas, y posteriormente se le concedió su petición. Fue así como Mark Scott llegó a ser el condenado a muerte más joven de la prisión de San Quintín. Sólo tenía veinte años.

He aquí a un joven que quería morir. No quería cadena perpetua. «Para mí —dijo él—, estar preso toda la vida es como si me encerraran en un cuarto con tigres que, bocado a bocado, me fueran comiendo.»

Pero ¿cómo había llegado este estudiante inteligente a cometer dos años antes, teniendo apenas dieciocho años, un homicidio por el que lo condenarían a cadena perpetua? Precisamente al permitir, empleando su propia analogía, que un «tigre» le fuera comiendo pedazo a pedazo la moral y la conciencia.

Primero fue el «tigre» del egoísmo, el deseo insano de las satisfacciones egoístas, de vivir sólo para sí. Luego fue el «tigre» del cine y de la televisión, que fueron comiendo su conciencia pedazo a pedazo.

Después fue el «tigre» feroz de la drogadicción, que minó y desmenuzó su raciocinio. Por último fue el «tigre» de la codicia. Aquel joven, de sólo dieciocho años de edad, secuestró a Kelly Sullivan, enfermera de treinta y tres años, y la mató de tres balazos para robarle lo poco que llevaba en la cartera.

Hay muchos como Mark Scott, que permiten que los «tigres» les vayan comiendo el alma, pedazo a pedazo. Cada día se someten a los mordiscos del «tigre» hasta que son consumidos por completo. Son los que se abandonan a las pasiones, a los vicios, a la codicia y a la lujuria.

¿Hay alguien que pueda dominar estas fieras destructivas que parecen ensañarse con los seres humanos? Sí, lo hay. Jesucristo, el Señor que vive con plenitud de vida, tiene poder para venir en ayuda de cualquier víctima del pecado que clama desesperada.

Sólo Jesucristo nos libra de los «tigres» que nos consumen. Sólo Cristo tiene compasión y buena voluntad para librarnos. Sólo Él puede salvarnos.

Hermano Pablo

jueves, 12 de enero de 2012

LO QUE NO HIZO JESUS

Lectura: Hebreos 4:14-16.
"[Jesús], cuando la maldecían, no respondía con maldición..." 1 Pedro 2:23
Una vez oí a un escéptico decir que si Jesús realmente era el Hijo de Dios, tal vez le haya resultado más fácil soportar Sus sufrimientos. Este comentario me hizo volver a examinar los Evangelios. Mientras repasaba las cosas increíbles que Jesús hizo y dijo para llevar a cabo nuestra gran salvación, también observé una serie de elementos que no utilizó y que son igualmente vitales para nuestra salvación:
Jesús no exigió hacer Su propia voluntad (Mateo 26:39). No llamó legiones de ángeles para que lo rescataran (v. 53). No se defendió ni amenazó a Sus acusadores (27:12-14). No se salvó a sí mismo (Marcos 15:31). No bajó de la cruz (v. 32). No dejó de amar ni de salvar a los pecadores (Lucas 23:43).
Como Jesús podría haber hecho estas cosas, eso intensificó Su agonía y lo tentó aún más para que usara Su poder para beneficio propio. Pero no lo hizo. Por el contrario, utilizó Su poder para beneficiarnos a nosotros. Esto se describe en Hebreos 4:15 y 16, al decir que Jesús fue tentado así como nos sucede a nosotros... excepto que Él no pecó. Por esta razón, puede "compadecerse de nuestras debilidades" (v. 15). En consecuencia, podemos acercarnos con confianza a Su trono para "hallar gracia para el oportuno socorro" (v. 16).
Cualquiera que sea hoy tu necesidad, Jesús quiere que vayas y utilices plenamente ese privilegio.
Toda tentación es una ocasión para confiar en Dios.

miércoles, 11 de enero de 2012

CUARENTA Y UN AÑOS CON UN MUERTO

Fue muy severo el diagnóstico del médico: «Usted, señora, ha perdido su bebé, y lo más probable es que nunca más tendrá hijos.» La joven mujer, de apenas veintiún años de edad, se resignó a su suerte. Había perdido su primer bebé, como también las esperanzas de ser madre algún día.

Durante cuarenta y un años Irene McCarthy pensó en el hijo que había perdido. Lo llevó en sus sueños, lo llevó en sus lágrimas, lo llevó en su corazón. Pero sin darse cuenta, lo llevó también en el vientre.

Cuando cumplía sesenta y dos años de edad, a esta mujer canadiense, normalmente muy saludable, la operaron del vientre por otro motivo. Fue entonces que le hallaron el feto petrificado. Había llevado su hijo muerto durante más de cuatro décadas.

Aunque no es común en los anales médicos, ha habido casos de mujeres a quienes se les ha muerto el feto en el vientre y han pasado meses, o hasta años, antes de descubrirse el problema. El caso de Irene McCarthy es único por la enorme cantidad de años que llevó a su hijo muerto en sus entrañas: ¡cuarenta y uno!

Lo que sí es común son las personas, hombres y mujeres, que si bien no llevan un hijo muerto en las entrañas, llevan virtudes, valores morales, honor e integridad muertos. Llevan dentro de sí una conciencia muerta, en algunos casos no durante pocos años sino toda la vida.

Bien lo cantó el poeta español: «No son muertos los que yacen en la tumba fría; muertos son los que llevan muerta el alma, y viven todavía.»

Vivir sin conciencia es vivir muertos. Vivir sin temor de Dios es vivir muertos. Vivir sin respeto y reverencia a las normas divinas es vivir muertos. Vivir sin Cristo, fuente de verdadera vida, es vivir muertos. Vivir sin Dios —dice el apóstol Pablo—es vivir «muertos en sus transgresiones y pecados» (Efesios 2:1).

Jesucristo vino al mundo para ofrecer vida auténtica, vida verdadera, porque vivir sin Él es llevar dentro un cadáver. Uno de los milagros más sobresalientes en el ministerio de Jesús fue la resurrección de Lázaro en Betania. Es sobresaliente porque Jesús tomo un cuerpo de cuatro días de muerto y le dio vida. Vida auténtica. Vida verdadera.

Cristo tiene poder para dar vida. Él puede hacer vivir a los muertos, pues renueva a la conciencia muerta y al espíritu muerto. «Yo soy la resurrección y la vida» (Juan 11:25) son sus palabras magistrales. Él es resurrección. Él es renovación. Él es restauración. Él es vida. Permitámosle renovar nuestra vida.

Hermano Pablo

martes, 10 de enero de 2012

PUESTOS LOS OJOS EN JESUS


“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” Hebreos 12:1-3


¡Qué hermosos versículos para empezar un nuevo año! Recordando que estamos en medio de una carrera en la cual debemos despojarnos del peso y del pecado que arrastramos, y a la vez, de correr con paciencia y con la mirada puesta en Él.

Todo fin de año nos lleva a reflexiones, a pensar en lo que fue nuestro año, lo que hicimos, lo que no hicimos, lo que queremos dejar atrás, las pruebas y victorias que pasamos. El nuevo año nos trae la esperanza de una nueva oportunidad, de volver a intentarlo, de nuevas metas y expectativas.

Luego del análisis de lo que fue nuestro año para el Señor, Él nos anima a poner nuevas metas en nuestra vida como un regalo precioso a Sus pies.

Metas Personales: ¿Hay áreas de mi vida que deben ser cambiadas o mejoradas? Puede ser mi carácter, mis actitudes hacia alguna persona en especial, un perdón que no he otorgado, un acercamiento que he evitado, una conversación conciliatoria. Quizás en relación a mí misma: áreas de debilidad que no he dejado que Dios moldee, algún pecado que me cuesta dejar. ¡Tantas cosas! Pero en este año…¡Qué hermoso sería poner a Sus pies metas personales que agraden a nuestro Padre!

Metas Espir ituales ¿Cuánto tiempo dedico a la oración y estudio de Su Palabra? Sabiendo cuáles son las áreas que mas me cuestan…¿He memorizado versículos en relación a esto?. W.Candell dijo: “Acércate tanto a Dios que el diablo no pueda ponerse al medio” Metas espirituales que nos ayudarán a correr este año más livianos, con la mirada puesta en Él y el corazón en Sus manos.

Metas ministeriales Siempre, siempre hay alguien que necesita una palabra de ánimo, una visita, una mano extendida. Mostrar la luz de Cristo a otros a través de un amor que se entrega, que dedica tiempo. Mirar a otros nos ayuda también a no mirarnos tanto a nosotros mismos.

¡¡Qué en este nuevo año que comenzamos nuestra principal meta y propósito sea glorificar Su nombre a través de nuestras vidas teniendo un corazón que le honre!!

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
AlejandraL

¿COMO DIOS ACTUA?

Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Marcos 8:22-26

Se cuenta que unos ex-ciegos, se reunieron para discutir cómo es que le hacia Dios para devolver la vista a las personas invidentes.

Uno de ellos dijo: Es de manera automática, no tienes que hacer nada es sólo cuestión de fe. Mateo 9:27-31

Otro dijo: No sólo es cuestión de fe, Dios necesita tocarte Mateo 20:29-34

Uno más dijo: No sólo es cuestión de fe y sólo de tocar se necesita que te escupa y que de nuevo te imponga las manos. Marcos 8:22-26

Un cuarto dijo: Nada de lo que dicen es verdad lo que se necesita es que Dios escupa en la tierra, haga una especie de barro (lodo) y debe de untarlo y después de eso debes de ir a un estanque. Juan 9:1-12

¿Cómo actúa Dios? Y la respuesta es: Sólo Él sabe. Dios puede hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Sin embargo, es Dios y, nunca cambia siempre es el mismo, los teólogos llaman a esto inmutabilidad. “…en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17c), debido a que no cambia podemos confiar en que siempre será lo que el mismo afirma ser.

Como humanos es normal que nos preguntemos el como, nos gusta saber como se harán las cosas para tener el control, para saber que todo este en orden. Quizá por eso Dios no quiere que sepamos el como sino el porque, porque Dios es amor, Dios es sabio, Dios es omnipotente, Dios es santo, Dios es bueno, Dios es misericordioso, Dios es justo, Dios es perfecto, Dios es eterno, Dios es omnisciente , Dios es omnipresente, Dios es soberano, Dios es juez, etc.

Lo que quiero decir con esto, es que sí en verdad lo conocemos, sí en verdad estamos cerca de él, en lugar de saber el como actuará Dios, sabremos el porque del actuar de Dios. Es decir podemos confiar plenamente en Él, Jesús nos enseña esto cuando dice: Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura (Mateo 6:33)

Así que si estamos en algún problema, o estamos luchando con una enfermedad, o simplemente estamos en alguna situación difícil, o hemos vivido algo horroroso y nos preguntamos ¿Cómo nos ayudará? ¿Cuál será la forma del actuar de Dios? Es mejor recordar todo lo que Dios es y que si vamos a El, nos tomará de la mano y, como sea, como el quiera, y donde el quiera, será lo mejor para nosotros. Confía hermano mío en la Gloria del Señor.

¿Cómo actúa Dios? De muchas formas diferentes, otra forma de decirlo es no sé, pero lo que sí sé, es que NUNCA nos fallará. Y el ex-ciego queda como testimonio fiel de eso.