martes, 22 de noviembre de 2011

PROTEECCION Y FE

Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingreso a una cueva y los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que el se encontraba. Con tal desesperación elevo una plegaria a Dios, de la siguiente manera:

"Dios todopoderoso, haz que dos Ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".

En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que el se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez mas angustiado:

¿Señor te pedí ángeles, no una araña?. Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".

Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y este quedo esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escucho esta conversación:

Vamos, Entremos a esta cueva. No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.

La fe es creer que se tiene lo que no se ve, perseverar en lo imposible. Hay una frase muy bella que dice: "Si le pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla".

Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos pero, Dios nos da aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas, Él puede hacer mucho más.

"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis".
Mateo 21:21


lunes, 21 de noviembre de 2011

«LA VIDA NO TIENE SENTIDO SIN TI»

«Quiero un pasaje de ida solamente, para Londres.» Así dijo en la agencia de viajes de Melbourne, Australia, Neil Browne, hombre de treinta años de edad.

Cuando tomó el avión y comenzó el vuelo, Neil se mostró sereno. Su rostro no reflejaba ni pena ni alegría, ni angustia ni temor, sino sólo la expresión del que ha tomado una decisión definitiva, la de poner fin a sus días.

Cuando llegó a Gales, punto final de su viaje, Neil cerró herméticamente las puertas de su auto, dejó el motor en marcha y se dejó morir asfixiado por el monóxido de carbono. En las manos tenía las fotografías de él y de su novia, y un mechón de los cabellos de ella. Tres días antes, su novia también se había suicidado, por ser imposible el casamiento de los dos.

He aquí otro caso de «pacto suicida», común entre muchos enamorados desde los tiempos de Romeo y Julieta, y otro doble suicidio de jóvenes que se suma a los miles que se producen semanalmente.

Neil Browne y Susan Pritchard se habían conocido en 1980 en Gales, Inglaterra. Se enamoraron y se juraron amor, eterno. La boda iba a realizarse en 1984, pero por desavenencias familiares, la joven no podía viajar a Australia. Por eso se suicidó arrojándose a las aguas de un río. Neil la siguió en el pacto suicida poco después.

«La vida no tiene sentido sin ti», escribieron los dos enamorados. Para ellos la vida consistía en estar unidos; en vivir siempre juntos, ya fuera como pobres o ricos; en mirarse y escucharse cada día; y en compartir todas las cosas, todos los momentos, todos los sentimientos, todas las ilusiones y todos los pensamientos.

Si eso no se podía realizar, era mejor morir, porque sin eso la vida carecería de importancia, de sentido y de estímulo.

Es precisamente esto último que Cristo demanda de aquellos que desean hacerse sus discípulos: un amor eterno, que no se satisface con nada de este mundo sino con la presencia permanente y la comunión con el Ser amado. Cristo recompensa ese amor, esa devoción y consagración a Él, con la más grande de las bendiciones para las cuales fue creado el hombre: conocerlo, amarlo y servirle como su Señor y Salvador.

Hermano Pablo

sábado, 19 de noviembre de 2011

JUAN 15:13

ORGULLO NACIONAL

Lectura: 1 Pedro 2:9-17."

Mas vosotros sois linaje escogido, […] nación santa, […] para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas" 1 Pedro 2:9

A mi esposa Martie y a mí nos encanta Inglaterra: su historia, su cultura y su gente. Cuando visitamos ese país, una de nuestras actividades favoritas es ir a conciertos al aire libre sobre las verdes laderas de antiguas propiedades. La última noche de conciertos es la mejor, con fuegos artificiales y cientos de ciudadanos que agitan pequeñas banderas británicas mientras cantan himnos patrios.Nos encantaba unirnos a esa celebración… hasta el verano en que nuestros hijos nos acompañaron. Cuando comenzamos a blandir nuestras banderas junto con los entusiastas británicos, ellos nos miraron horrorizados. Todavía puedo escucharlos gritar más fuerte que la música: «¿Qué están haciendo? ¡Ustedes son norteamericanos!».A menudo, Dios debe sentirse así cuando nos mezclamos y vivimos como los «locales» que nos rodean. Casi puedo oírlo decir: «¿Qué haces viviendo de ese modo? ¡Tú perteneces a mi nación!».Pedro nos recuerda que somos distintos: una «nación santa» (1 Pedro 2:9). Ser santo significa que somos únicos, apartados para Dios; que estamos asemejándonos a Él y reflejando Su forma de vida caracterizada por una cultura diferente. Significa que perdonamos las crueles ofensas, que somos misericordiosos, bondadosos, veraces y leales a nuestras promesas. Simplemente, es ser como Él.Así que, ¡comencemos a agitar la bandera de la santidad como miembros de la «nación de Jesús»!

La lealtad a Jesús debe verse y oírse en nuestro andar.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

CADA CRISTIANO ES UN MISIONERO

Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.1 Pedro 4:11
El almirante inglés Foote, al hacer escala en Bangkok, capital de Tailandia, invitó al rey y a sus dignatarios a cenar a bordo de su buque. Cuando los invitados estuvieron a la mesa, él juntó las manos y dio gracias a Dios como acostumbraba hacerlo antes de cada comida.
Extrañado, el rey le dijo que creía que sólo los misioneros se dirigían así a Dios.–Exacto, respondió el almirante, pues cada cristiano es un misionero.
Fue una hermosa respuesta. Esta misión, recibida del Señor mismo, consiste en darle un fiel testimonio ante todo el mundo. Jesús dijo: “Me seréis testigos… hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Estas fueron las últimas palabras que dirigió a los discípulos en el momento de dejarlos.
El apóstol Pedro habla de esa misión en términos muy elevados: “Mas vosotros sois… pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
Mediante el testimonio en toda su vida, y no sólo por sus palabras, los cristianos deberían presentar a Jesús a los hombres. Más que enseñanzas, deberían manifestar en todo tiempo al Cristo vivo en ellos. ¡Qué valor posee tal cristianismo en acción!
¡Qué bendición acompaña tal testimonio, siempre humilde pero perseverante!

CRUZA LA CERCA

Lectura: Marcos 2:13-17.

"… estando Jesús a la mesa en casa de él [Leví], muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús" Marcos 2:15

Pensando en causar daño, dos jóvenes se acercaron a un autobús misionero, usado para evangelizar, estacionado en el centro de una ciudad alemana.Los misioneros estaban allí para ofrecer refrescos y usar ese medio para iniciar conversaciones sobre Cristo. Los dos visitantes, que llevaban pañuelos con figuras de calaveras y huesos cruzados, se acercaron para provocar disturbios.Sin embargo, aquellos misioneros cristianos no reaccionaron como esperaban los rufianes, sino que los recibieron con calidez y los hicieron participar en el debate. Sorprendidos, los muchachos se quedaron lo suficiente como para escuchar el evangelio. Uno de ellos puso su fe en Jesús ese mismo día; el otro, al día siguiente.Culturalmente, esos dos jóvenes y los misioneros que los alcanzaron para Cristo estaban a años luz de distancia. Los muchachos eran alemanes; los misioneros, norteamericanos. Unos, involucrados en un ámbito de oscuridad y de muerte; los otros, emanaban luz. La barrera cultural se eliminó con galletas y con un amor sin prejuicios.Observa las personas que te rodean. ¿Cómo puedes demostrarles amor incondicional e incuestionable a aquellos que están del otro lado de la cerca cultural? ¿Qué podrías hacer para eliminar la barrera y ayudarlos a ver que el amor de Jesús no sabe de límites?Cruza la cerca. Preséntale a Cristo a esa cultura… aunque no se parezca en nada a la tuya.

Con nuestro testimonio de Cristo iluminamos este mundo en tinieblas.

.ILUMINA A LOS DEMAS

Habia una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lampara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:
- Que haces Guno, tu ciego, con una lampara en la mano? Si tu no ves...
Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...
- No solo es importante la luz que me sirve a mi, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea facil...
Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho mas el camino de los demas...
Como?
A traves del desaliento, la critica, el egoismo, el desamor, el odio, el resentimiento...
Que hermoso seria si todos iluminaramos los caminos de los demas!