sábado, 5 de noviembre de 2011

NO TE PREOCUPES

A veces, cuando nada marcha de acuerdo con lo esperado, y la preocupación es quien reina.

Cuando el quebranto de lágrimas inunda nuestros ojos, y todo parece ser inútil.

Solo una cosa puede ahuyentar las lágrimas que queman y ciegan; alguien que suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes.

Nadie ha logrado descifrar por qué esas palabras traen tanto consuelo, o por qué tal susurro hace que nuestras preocupaciones se despejen al instante.

Sin embargo, cuando los problemas nos dan la bienvenida, podemos olvidarnos de ellos y dejarlos atrás.

Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes.

El amor que procede de tan suave caricia; debe ser amor verdadero.

Podría ser que un abrazo así, a tu corazón no traiga consuelo.

Pero si el amor es el móvil, dulce consuelo encontrarás,

Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: ¡No te preocupes!

¡Este poema refleja el consuelo que solo se experimenta a través de un toque amoroso! Demuestra el amor que sientes por tus hijos en lo que dices y haces. Ese amor será devuelto a ti multiplicado.

Muchos de los que han estado enamorados toda una vida nos dicen menos sobre el tema, que el niño que ayer perdió a su perrito.

1 Juan 3:11
Que nos amemos unos a otros.

Fuente: El libro devocionario de Dios para los Padres, Editorial Unilit

NUNCA ME VA A PASAR A MI

Lectura: Salmo 30:6-12.
"En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido" Salmo 30:6
En 1995, el actor Christopher Reeve quedó paralítico tras un accidente mientras cabalgaba. Antes de esa tragedia, había representado en una película el papel de un parapléjico. Mientras se preparaba, Reeve visitó varias veces un centro de rehabilitación. Luego recordaba: «Cada vez que me iba de aquel lugar, decía: “Gracias a Dios que esto no es para mí”». Después del accidente, el actor se lamentaba de lo dicho, y agregaba: «Me abstraía tanto de esas personas que estaban sufriendo, y no me daba cuenta de que un segundo más tarde podía tocarme a mí». Y lamentablemente, para él, así fue.
Nosotros también podemos observar los problemas de los demás y pensar que a nosotros nunca podría sucedernos algo igual. En especial, si nuestro andar en la vida nos ha dado cierto éxito, seguridad financiera y armonía familiar. El rey David admitió que, en un momento de vanidad y de autosuficiencia, cayó en la trampa de sentirse invulnerable: «En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido» (Salmo 30:6). No obstante, reaccionó de inmediato y redirigió su corazón para alejarlo de tal jactancia. Recordó que anteriormente había enfrentado la adversidad y que Dios lo había liberado: «Has cambiado mi lamento en baile» (v. 11).
Ya sea que el Señor nos haya enviado bendiciones o pruebas, igualmente merece nuestra gratitud y nuestra confianza.
En las buenas o en las malas, Dios es lo que más necesitamos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA FURIA


El día se presentaba caluroso y húmedo en Miami, Florida. Era uno de esos días en que la temperatura y la humedad ejercen sobre el ánimo de las personas una influencia nociva. Bob Moore, propietario de una ferretería, estaba atendiendo a sus clientes, tratando de no sudar demasiado.

De pronto se abrió la puerta y entró un hombre. Tenía la mirada extraviada, el rostro congestionado, la camisa abierta y, lo más terrible, un arma automática en la mano. Abrió fuego contra el público, y mató a seis personas.

Después huyó. Montó en una bicicleta y siguió disparando su arma, hiriendo a otras tres personas. Al pasar un semáforo en rojo, lo atropelló un automóvil, y el hombre murió allí mismo, todavía empuñando el arma. «Furia» fue la única palabra que emplearon los diarios para dar la noticia del caso.

He aquí un verdadero caso de furia insana, de furia violenta, destructiva. Furia homicida, furia infernal, furia volcánica, furia que no se aplaca sino hasta después de haber provocado todo el daño posible.

¿Qué es la furia? «La ira es una locura breve», afirmaban los antiguos griegos. «La furia es un estallido nervioso que ocurre cuando se ha soportado mucho tiempo una situación ofensiva, humillante o atemorizante», definen los psicólogos.

La Biblia atribuye la ira y la furia a la acción del diablo, pero también al corazón que no se somete a Dios. Y la furia sólo de vez en cuando toma esas dimensiones trágicas del suceso de Miami. A veces la furia es silenciosa, pero mata el compañerismo y nubla el goce de las relaciones humanas.

Tenemos, por ejemplo, el enojo severo y profundo que suele producirse entre marido y mujer. Quizá nunca llegue a estallar en furia, pero destruye igualmente la armonía y la felicidad. Porque cuando hay enojo, no hay palabras, no hay sonrisas, no hay felicidad.

La Biblia dice: «Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra» (Salmos 37:8-9).

Nada mejor, para verse libre de esta breve locura destructiva, que entregar el corazón y la voluntad a Cristo. Porque sólo Él tiene paz, calma y justicia abundantes para darnos.

Hermano Pablo

miércoles, 2 de noviembre de 2011

BONDAD SIN FRONTERAS

Lectura: Lucas 10:25-37.
"Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia" Lucas 10:33
Uno de los mayores obstáculos para mostrar compasión es prejuzgar sobre quién creemos que la merece. Jesús relató una parábola para responder la pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?» (Lucas 10:29). Es decir, ¿quién merece nuestras acciones bondadosas?
Jesús contó sobre un hombre que viajaba por el notoriamente peligroso camino que unía Jerusalén con Jericó. Durante el recorrido, se encontró con unos ladrones que lo asaltaron, lo golpearon y lo abandonaron pensando que estaba muerto. Unos judíos religiosos (un sacerdote y un levita) pasaron junto a él, pero por el otro lado del camino, quizá ante el temor de contaminarse para ejercer sus rituales religiosos. Pero pasó un samaritano que demostró una compasión incondicional hacia el hombre extraño y herido.
Es probable que los oyentes de Jesús hayan contenido el aliento ante estas palabras, porque los judíos despreciaban a los samaritanos. Aquel samaritano podría haber limitado su compasión o discriminado al moribundo judío. Sin embargo, no circunscribió su bondad a aquellos a quienes consideraba dignos de recibirla, sino que vio un ser humano necesitado y decidió ayudarlo.
¿Estás limitando tu bondad a las personas que consideras merecedoras de ella? Como seguidores de Jesús, busquemos formas de demostrar bondad a todos; en especial, a aquellos que juzgamos indignos de recibirla.
Nuestro amor a Cristo sólo es tan real como nuestro amor al prójimo.

martes, 1 de noviembre de 2011

PIXIOTE

Eran tres menores, tres muchachos que tenían menos de dieciséis años. Se pusieron máscaras en el rostro, se calaron un gorro hasta los ojos y, empuñando pistolas, asaltaron un almacén. Robaron dinero y otros objetos de valor.

Perseguidos por la policía, los tres jovencitos fueron apresados. Uno de ellos era Fernando Ramos Da Silva, de Brasilia, Brasil. Tiempo atrás, Fernando había protagonizado una película brasileña llamada «Pixiote». Pixiote es el nombre que se le da en Brasil al joven delincuente, el mismo que se llama golfo en España, gamín en Bogotá y sabandija en el Río de la Plata.

El joven Fernando, al ver paralizada su carrera en el cine, decidió vivir en la vida real su personaje de la película. Lástima que erró el camino, lo cual lo llevó a ser sentenciado y condenado.

Muchas veces la realidad de nuestra vida supera a la fantasía que podemos atribuirle. Mucha gente que vive soñando sueños imposibles, de pronto se ve envuelta en aventuras que recuerdan, y aun superan, sus más locas fantasías.

Un joven artista norteamericano se suicidó después de haber encarnado, en un papel breve como extra, a un muchacho que se suicidó atándose cartuchos de dinamita en el pecho. Otro, que en una obra teatral tenía que imitar un ataque de locura furiosa, desempeñó con tanta maestría su papel que terminó en la vida real completamente loco.

Cuando se rompe en nuestro cerebro el delgado tabique divisorio entre la verdad y la fantasía, entre la conciencia y la imaginación, entre la razón y la sinrazón, el resultado es una acción desequilibrada y destructiva.

¿Cómo podemos hacer para mantener siempre, constantemente, el equilibrio mental, para no hacer de la realidad, fantasía, y de la fantasía, realidad? Poniendo nuestra mente y nuestro corazón, los dos elementos vitales de nuestro ser, en las manos de Cristo. Haciendo de Cristo no sólo el Salvador de nuestra alma, sino el Maestro de nuestra vida y el Señor de nuestra voluntad.

Sólo con Cristo y por medio de Cristo mantenemos el perfecto equilibrio moral y mental para poder ser personas cabales, íntegras, sanas y felices. Porque sólo Jesucristo, el Señor perfecto, puede hacer perfecta nuestra alma.

Hermano Pablo

SECUELAS PERJUDICIALES

Lectura: 2 Samuel 12:1-14.
"… no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo…" 2 Samuel 12:10
Un joven, que constantemente se metía en problemas, siempre pedía perdón a los padres cuando lo reprendían. A pesar del daño que les había hecho con su mal proceder, al poco tiempo volvía atrás y se portaba mal otra vez, porque sabía que lo perdonarían.
Al final, el padre lo llevó al garaje para hablar. Tomó un martillo y clavó un clavo en la pared. Luego le dijo a su hijo que tomara el martillo y sacara el clavo.
El muchacho se encogió de hombros, tomó el martillo y arrancó el clavo.
—El perdón es así, hijo. Cuando haces algo malo, es como clavar un clavo. Perdonar es como sacar ese clavo.
—Claro— dijo el muchacho.
—Ahora toma el martillo y saca el agujero que hizo el clavo— agregó su padre.
—¡Es imposible!— dijo el joven. —No se puede sacar.
Como lo ilustra esta historia y lo comprueba la vida del rey David, el pecado acarrea consecuencias. Aunque David fue perdonado, el adulterio y el asesinato que cometió dejaron marcas, y desencadenaron problemas familiares (2 Samuel 12:10). Esta solemne verdad puede servir de advertencia para nuestra vida. La mejor manera de evitar las secuelas perjudiciales del pecado es vivir obedientes a Dios.
Nuestros pecados pueden ser perdonados y limpiados, pero debemos afrontar las consecuencias.