sábado, 6 de agosto de 2011

AVIVAMIENTO

Vivimos una época en la cual la palabra avivamiento está de moda. Basta escribir esta palabra en un buscador, e Internet arrojará un sin número de artículos sobre este tema.

Lo curioso es que las opiniones de lo que es un avivamiento son diversas pero, todos reclaman haber recibido “revelación” del Espíritu Santo para sus argumentos.

Este sólo hecho debiera poner a todo cristiano, que estudia la Biblia y que verdaderamente la cree (fe) y vive de acuerdo a ella, en alerta, pues una de las características del Espíritu del Santo (Dios), es decir Su Mente o Su Palabra, es que nunca se contradice. Su sí es si en todo el mundo, lo mismo que su no. Jamás El Espíritu del Santo va a iluminar a unos de una forma y a otros de otra, respecto de un mismo tema o doctrina.

Cabe preguntarse entonces ¿qué espíritu es tará influyendo en la mente de esos Teo-filósofos que, sobre un mismo tema argumentan diferente pero, reclaman, cada uno se ellos, ser poseedor de la verdad? De igual manera es asombrosa la cantidad de gente que les sigue y les cree.

El problema está en que cada vez hay menos “cristianos” que se preocupan por estudiar, meditar y aplicar lo que la Biblia nos enseña. Este tipo de creyentes son motivados a no hacerlo, pues el líder a quien siguen los convence de que la “revelación de Dios” la tiene él y es a él a quien deben escuchar, creer y seguir. Esto en sí ya es una tragedia, pero hay algo que es peor y que podría nombrarse como cataclismo.

Este otro algo es líderes de congregaciones que por años han pastoreado congregaciones, de buen testimonio, humildes, sumisos y obedientes al Espíritu Santo (Palabra de Dios), que por descuido, quizás ambiciones, se han dejado seducir por nuevas doctrinas. Es común escuchar de ellos, en algún tiempo verdaderos sier vos de Dios, argumentos como éste: “después de escuchar a tal o cual (por lo general se refieren a un apóstol moderno o pos-moderno), me he dado cuenta de lo equivocado que estaba en mi interpretación de la Biblia”.

Por qué digo que esto puede transformarse en un cataclismo, porque el cambiar la fe en La Palabra de Dios (Verbo - Jesús - Espíritu Santo), por fe en lo que dice un hombre, puede transformarse en un blasfemar en contra del Espíritu del Santo.

La estrategia del diablo, desde Adán hasta hoy en día, ha sido apartar al ser humano de la Palabra de Dios (Verbo). Esto es muy lógico pues ella es la que nos da vida y vida en abundancia.

Juan10:10 “ El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”

Generalmente se define al avivamiento como una experiencia religiosa, mística o carismática como pos-modernamente se le llama. Se anhela o d esea un avivamiento para recién transformarnos en “buenos y obedientes” hijo de Dios. Otros, más osados, predican que el avivamiento no es para la iglesia, sino que se manifiesta en los no creyentes (sociedad), después de que la iglesia haya experimentado una “renovación espiritual”?!

Sin embargo, la Biblia nos enseña que no hay vida, regeneración, restauración o transformación si no es a través de La Palabra.

El Señor dice a la iglesia de Sardis y a todos nosotros:
"Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído (Mi Palabra); y guárdalo (ponla en práctica), y arrepiéntete." (Apocalipsis 3:1-3)

El apóstol Pablo escribe a los Efesios y a todos nosotros:
“Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bie n reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Pero todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz (Palabra de Dios), son hechas manifiestas; porque la luz (Palabra de Dios) es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo (Verbo)." (Efesios 5:11-14)


Otra vez Jesús les habló, diciendo: “ Yo (Verbo - Palabra de Dios) soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8:12 (cursivas de Juan Paulus)

¿Cuál es entonces la base para ser transformados en buenos y verdaderos siervos/embajadores de Dios, en luz y sal al mundo (avivamiento)?... ¡VOLVERNOS A LA PALABRA DE DIOS!

¿Cómo va a creer el mundo que Jesucristo fue enviado por Dios si no amamos (somos obedientes) a Dios, si nos dejamos guiar por cualquier espírit u (mente) humano y no por el Espíritu del Santo?

Oración intercesora de Jesús por SU IGLESIA; por quien dio Su vida:
…"No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.” Juan 17:20-23.

¿Te puedes imaginar un avivamiento mejor que éste?

Fraternalmente,
Juan Paulus

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
jepf

viernes, 5 de agosto de 2011

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa..

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Mateo 5: 14-16

VIRUS DEL PECADO

Lectura: Romanos 6:14-23.
"Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia" Romanos 6:18
La pandemia de gripe A (H1N1) centró la atención del mundo en los virus. Estos son organismos vivientes que necesitan un huésped para sobrevivir y para causar estragos. En algunos casos, un virus está presente muchos años antes de que el huésped siquiera se entere. Durante ese tiempo, puede provocar daños incalculables en diferentes partes. Si se lo elimina de dicho huésped, el virus puede permanecer latente o morir.
De manera similar, el pecado necesita un huésped para mantenerse vivo. Por sí solos, los pecados como el orgullo, la codicia, el enojo y el egoísmo son sólo palabras. Sin embargo, cuando el pecado domina un huésped humano, trabaja provocando destrucción mientras la persona tiene vida.
Gracias a Dios, por la muerte de Jesús como sacrificio en la cruz, los creyentes en Él han sido posicionalmente «libertados del pecado» (Romanos 6:18). Aunque seguimos pecando, el Espíritu Santo que vive en nosotros nos ayuda a resistir ese «virus del pecado»: los deseos de la carne (Gálatas 5:16). El apóstol Juan nos dice: «Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene en sí mismo el germen de la vida de Dios» (1 Juan 3:9 DHH). Ahora andamos en dependencia del Espíritu y un día nos presentaremos «sin mancha delante de su gloria con gran alegría» (Judas 1:24).
¿Esto no te produce un gran consuelo al enfrentarte hoy con un mundo infectado por el «virus» del pecado?
El pecado es la enfermedad, Cristo es la cura.

jueves, 4 de agosto de 2011

ENCUENTRO CON JESUS

Nunca olvidaré aquel día
cuando a mi vida llegaste
en tinieblas yo me hallaba,
mas Tú mi senda alumbraste.

Entre multitud de gente
vagaba sin esperanza
como un barco a la deriva
naufragando, iba mi alma.

A inquirir comencé un día
¿qué pasaba? no sabía
entre temores y dudas,
existía mas no vivía.

¿Qué pasa conmigo, Dios?
¿Qué es lo que me está pasando?
Quiero reir y no puedo;
siempre termino llorando."

"Ayúdame mi buen Dios; "
ayúdame, te lo pido
sana ya mi corazón
y llena hoy mi vacío."

Al momento algo ocurrió;
Su Palabra El enviaba
"Soy la luz", dijo el Señor;
por una piedra me hablaba

Mi corazón se alumbró;
comprendí lo que pasaba
Al instante me rendí
pues JESUS me visitaba.

Desde entonces soy feliz;
tengo paz y tengo gozo
si me persiguen y ofenden,
como JESUS, yo perdono.

Hoy oro, canto y alabo
a mi Salvador bendito
no me canso de adorar a mi Dios,
pues El lo hizo.

¡Gloria doy a mi Señor!
¡Gloria al Espíritu Santo!
¡Gloria al Padre que me dió
lo que yo estaba anhelando.

¿Quieres tú también lo mismo?
¿Ansías vivir un cambio?
Ven hoy a mi Salvador,
mi JESUS te está esperando.

martes, 2 de agosto de 2011

EL YA SABE

Lectura: Mateo 6:5-8.
"No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis" Mateo 6:8
Un amigo, que es piloto comercial, me contó acerca de un vuelo en el que se enfrentó con un grave problema mecánico, con peligrosas implicaciones. Cuando se produjo esa situación, las luces de alarma de la cabina de mando le informaron lo que ocurría, él monitoreó todo hasta llegar a destino y, finalmente, aterrizaron sin inconvenientes.
Una vez que estuvieron en tierra, el piloto fue de inmediato a hablar con el equipo de mantenimiento para informar lo sucedido. Para su asombro, los mecánicos respondieron: «Ya conocemos del problema y estamos listos para arreglarlo. Cuando sonó la alarma en la cabina del avión, nosotros también recibimos automáticamente la advertencia».
Mientras me comentaba sobre este incidente, no pude evitar compararlo con las palabras de Jesús sobre nuestro Padre celestial: «… vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis» (Mateo 6:8). El Señor dijo esto para diferenciarlo de las personas que creen que debemos usar «vanas repeticiones», ya que «piensan que por su palabrería serán oídos» (v. 7). Jesús ratifica que Dios conoce a Sus hijos y se interesa por ellos.
Aunque el Señor conoce nuestras necesidades, aún desea que le contemos lo que tenemos en el corazón. Él está listo para escuchar nuestra oración y, por Su gracia, reparar los daños que hayamos experimentado.
La oración es la voz de la fe que confía en que Dios sabe todo y se interesa.

lunes, 1 de agosto de 2011

VÉRTIGO A TEMPRANA EDAD

Al bebé, de dieciocho meses de edad, lo llevaron al hospital. Estaba en estado comatoso. Presentaba grandes hematomas en la cabeza y golpes en diferentes partes del cuerpo. No pudieron salvarlo. Murió en las manos del médico.

Acto seguido, se dieron a la tarea de hallar al responsable de las heridas. No había duda de que la criatura había sido golpeada. Se trataba de homicidio.

Tras rondar un poco por el barrio de donde venía el bebé, encontraron al padre y a la madre. Los dos eran los culpables. La policía no dio a conocer sus nombres. Eran menores de edad; tenía dieciséis años él, y quince ella.

Aquí tenemos un caso de vértigo, de vertiginoso aturdimiento juvenil. Una pareja de adolescentes hace vida conyugal cuando él tiene sólo catorce y ella apenas trece años de edad. Pasan dos años y tienen un bebé porque, de todos modos, tienen la capacidad biológica para engendrar.

Pero un matrimonio así no puede funcionar sin caer en el vértigo. Las peleas son constantes. Los insultos vuelan como chispas. Y cada dos por tres se van a las manos. El bebé con sus inocentes llantos contribuye a agravar la situación, y en cierto momento, ciego de rabia, el padre agarra un bate de béisbol y le da en la cabeza. Vértigo. Aturdimiento vertiginoso, producto de la impaciencia juvenil.

Todo se ha vuelto locura. Hay violencia por todos lados. Hay frenesí de fiestas. Hay delirio de danzas. Hay furia de drogas. Hay enloquecimiento de pasiones. Hay torrentes de discordias.

Podríamos seguir multiplicando las metáforas, pero la verdad está ahí, y es pasmosa. El mundo está en vértigo y no hay quien lo rescate. ¿Por qué se pusieron a vivir juntos dos adolescentes que recién estaban emplumando? ¿Dónde estaban los padres de estos jóvenes? ¿Quién bendijo esa unión?

El vértigo arrebata a nuestros hijos cada vez más temprano. La adolescencia comienza a los diez años. La juventud se quema a los veinte. A los treinta, hombres y mujeres están hastiados de todo, y a los cuarenta, si sobreviven a las inclinaciones suicidas, se hunden en el remolino de esta loca vida.

Lo que el ser humano necesita es paz. Paz en el alma. Paz en la mente. Y esa paz sólo Dios la da. Cuando permitimos que Cristo sea nuestro Salvador, la vida adquiere un ritmo normal. El corazón se calma, la conciencia descansa, el espíritu se serena, y entonces encontramos la paz. Sólo Cristo puede librarnos del vértigo de la vida. Entreguémosle nuestro corazón. Él quiere darnos su paz.

Hermano Pablo