
sábado, 30 de julio de 2011
viernes, 29 de julio de 2011
MUESTRA TUS COLORES
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" Romanos 1:16
Estaba entusiasmado por ir a ver el encuentro de béisbol entre los Tigers de Detroit y los White Sox de Chicago. Esa mañana, antes de ir al estadio del equipo contrincante, me puse con todo orgullo mi camiseta de los Tigers. No obstante, tuve que ponerme un abrigo encima de la camiseta de mi equipo porque hacía frío. Eso hizo que me sintiera frustrada porque ninguna persona que estuviera presente en el estadio U.S. Celular Field podría ver a qué equipo había ido a alentar. Nadie se enteraría de que era fanática de los Tigers. Después de que el encuentro se pospusiera durante tres horas a causa de la lluvia, finalmente comenzó y pude demostrar a toda voz mi lealtad alentando a mi equipo.
El apóstol Pablo exhibió abiertamente una devoción aun mucho más específica: la lealtad a Jesucristo. A los creyentes de Roma, les escribió: «Porque no me avergüenzo del evangelio» (Romanos 1:16). Él sabía que el evangelio «es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree», porque Jesús había cambiado su vida y su destino de manera radical. Mediante su predicación y su testimonio proclamaba a Jesús, Aquel a quien le había entregado toda su vida (Hechos 9).
Reflexión: Los creyentes de Roma también eran famosos por su lealtad a Cristo. Pablo se refirió a ellos, diciendo: «Vuestra fe se divulga por todo el mundo» (Romanos 1:8).
¿Demuestras abiertamente tu lealtad a Jesús?
Nuestra lealtad a Jesús debe verse y oírse a través de nuestra vida.
miércoles, 27 de julio de 2011
DIARIO DE UNA JOVEN ASESINA
Era su librito de apuntes diarios, apuntes que iba haciendo, cada día, una joven de catorce años de edad. ¿Qué cosas podría escribir en ese diario? Cosas juveniles: impresiones de muchachos, actividades de colegio, paseos, fiestas.
Pero un día, justamente el primero de enero, la joven escribió: «Querido diario: Es principio de año, y ya no aguanto más. Tengo que quitarme de encima una carga que ya no puedo llevar. Yo maté a mi hermanita.»
El diario sigue narrando: «Fui hasta su cuarto y le dije que la quería mucho. Cubrí, entonces, su boca, y la sofoqué. Tú, mi querido diario, eres a quien primero le cuento. Gracias. Ahora me siento mejor.»
Ya hacía cinco meses que esta adolescente había matado a su hermanita de cuatro años de edad. Cuando hallaron el cuerpo de la chiquita, el médico forense determinó que era «muerte por asfixia traumática». La investigación no produjo ningún resultado. Pero sucedió que los padres de la hija mayor descubrieron su diario.
Por más que querramos callar la voz de nuestra conciencia, no podemos. Tarde o temprano su grito se oirá.
¿Qué está pasando en los hogares, en las familias, en los adolescentes? Esta joven no carecía de nada. Tenía buenos padres, buena casa, buen colegio, buenos amigos, buena ropa, buen calzado, buenas cosas. ¿Por qué, de un modo sorpresivo y brutal, mató a su hermanita?
En parte tiene que ver con la violencia que los adolescentes ven en la televisión, la cual se va acumulando en su psiquis. Cuando ésta se llena a más no poder, el adolescente no tarda en poner en práctica más de alguna de esas cosas.
Tampoco se descarta la posibilidad de los contactos con sectas extrañas. Lo que padres incautamente podrán llamar «chifladuras de adolescentes» puede que sean relaciones, incluso satánicas, cosa que está más extendida de lo que parece.
La fuerza moral más potente del mundo está en Jesucristo. Si nosotros, como padres, descuidamos nuestra propia vida espiritual, con eso dirigimos a nuestros hijos por el camino de la perdición.
Hagamos de Cristo el Señor de nuestra vida. Tanto nosotros como nuestros hijos necesitamos ese poder. Sólo Cristo nos pone a salvo de toda fuerza maligna. Él desea ser nuestro Señor. Coronémoslo Rey de nuestra vida hoy mismo.
Hermano Pablo
NO TE JUBILES
"Después […] podrán seguir ayudando a sus hermanos en el ejercicio de sus deberes" Números 8:26 (NVI)
Los primeros que escalaron el monte Everest, la montaña más alta del mundo, fueron Edmund Hillary y Tenzing Norgay, en 1953. Hillary tenía sólo 33 años. Su hazaña le dio fama, riqueza y la certeza de que ya había vivido una vida extraordinaria.
Entonces, ¿qué hizo durante los 55 años restantes? ¿Se jubiló y descansó en los laureles recibidos? Para nada.
Aunque Hillary ya no tenía montañas más altas para escalar, eso no lo detuvo. Logró otras metas notables, incluso un esfuerzo conjunto para mejorar la asistencia social al pueblo nepalés que vivía cerca del Everest; tarea que continuó hasta su muerte en el 2008.
¿Sabías que Dios les dijo a los levitas que se retiraran de sus obligaciones habituales a los 50 años de edad? (Números 8:24-25). Sin embargo, no quería que dejaran de ayudar a otros, sino que les indicó que podían «seguir ayudando a sus hermanos en el ejercicio de sus deberes» (v. 26). No podemos tomar este incidente como una enseñanza específica sobre la jubilación, pero sí considerarlo una indicación implícita de Dios de que es una buena idea seguir sirviendo a los demás después de jubilarnos o retirarnos de la vida laboral.
Muchas personas sienten que, cuando se jubilan, ya no tienen nada significativo para hacer. Sin embargo, como en el caso de los levitas y de Sir Edmund Hillary, podemos reenfocar nuestras metas al retirarnos y dar de nuestro tiempo para ayudar a otras personas.
La vida cobra un nuevo sentido cuando la invertimos en otras personas.
SIEMBRA
Recorre la montaña, el soto, el llano;
Cual Cristo la Palabra en Galilea,
Sembrar es tu misión si eres cristiano.
Siembra do quiera la verdad divina,
Siémbrala con afanes, con dolores;
Que al soplo del Espíritu germina
Planta que al cielo da frutos y flores.
Quizás alguna vez tu planta herida
Sientas por las espinas del sendero;
¿No ves con ellas de Jesús ceñida
la frente augusta en el fatal madero?
Siembra, no temas, en la peña dura,
Deja en la roca estéril caer el grano,
Que suele hallar la gracia una hendidura
En el granito del orgullo humano.
En las arenas siembra del desierto,
Donde el rocío suave no descienda;
Tú animarás el corazón ya muerto
Con esa vida que tu amor encienda.
Siembra, que no te arredre el egoísmo,
Siembra do la impiedad blasfemias lanza,
Y en el camino, el fango, en el abismo,
Verás brotar la flor de la esperanza.
No importa, no, que el labrador sucumba,
Antes que la simiente rompa el suelo,
Que al traspasar las puertas de la tumba
Su mies guardada encontrará en el cielo.
martes, 26 de julio de 2011
¿DE QUE UTILIDAD ERES TU?
Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:
-¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja-; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza?-
Y a ti –respondió la aguja en tono agudo-, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?-¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en
él?
-Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
-Sí; pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.
Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza, procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.
-Conque aquí estamos de nuevo –se dijeron-, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.-
¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que diputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego . . . echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos!
Dios en su sabiduría no nos ha hecho iguales. Somos diferentes y a cada uno le dió dones y ministerios. Ya conoces tus dones? Ya estas ejerciendo tu ministerio? o estás queriendo copiar a otro. Recuerda, eres único. Dios te hizo así.
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. 1 Cor 12:4-8
CON LA MIRADA FIJA
"Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" Hebreos 12:1-2
Una y otra vez, mi instructor para aprender a conducir decía estas tres palabras: «Mira al frente». Esta era su manera de decirme que fijara la vista en el horizonte, no sólo en lo que me rodeaba a poca distancia. Los conductores que se la pasan mirando hacia la derecha o la izquierda es muy probable que terminen en una zanja.
Satanás es experto en provocar «distracciones al costado del camino» que nos tientan a mirarlo a él en vez de poner la vista en Jesús. Si puede captar nuestra atención, es probable que logre desviarnos del camino y retrasar nuestro progreso espiritual. ¡Incluso trató de hacer esto mismo con Jesús!
Después de que Jesús fue bautizado, Satanás trató de desviarlo proponiéndole caminos «mejores» para llevar a cabo la obra de Dios. Le dijo que podía comprobar que era el Hijo de Dios si se arrojaba de un lugar alto del templo (Lucas 4:9-11). Pero Jesús sabía que la manera de demostrarlo sería entregándose voluntariamente en la cruz, no lanzándose desde un edificio alto. Por eso, respondió: «No tentarás al Señor tu Dios» (v. 12). Jesús tenía Su vista puesta en nuestra redención y sabía que no podría concretarla si tomaba un atajo que le hiciera evitar la cruz.
La manera de no caer en zanjas espirituales es mantener los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:2) y no mirar, ni siquiera de reojo, las distracciones de Satanás.
Satanás no debe estar dentro de nuestro campo visual, sino detrás de nosotros. —Leonard Sweet