martes, 22 de marzo de 2011

PADRES SIN NIÑOS Y NIÑOS SIN PADRES

Eran cinco parejas suecas. Cinco parejas de matrimonios jóvenes. Cinco parejas que, a pesar de provenir de distintos lugares y distintas capas sociales, llevaban un mismo rumbo y los guiaba una misma intención.

Estas cinco parejas de matrimonios sin hijos iban para Colombia, en un vuelo de Avianca, a fin de adoptar como hijos a cinco niños colombianos. Era pura casualidad que las cinco parejas tomaran el mismo vuelo. Cada pareja había esperado tres años para que llegara el ansiado momento.

Pero el destino dispuso otra cosa. El avión de Avianca se estrelló en las afueras del aeropuerto de Madrid el domingo 27 de noviembre de 1983. Las cinco parejas murieron en el accidente. Ellas quedaron para siempre sin hijos. Y cinco niños colombianos quedaron sin padres.

La vida está llena de planteos sin solución y de preguntas sin respuesta. Uno podría pensar: si estas cinco parejas de matrimonios jóvenes, ansiando tener un hijo adoptivo, hacían el sacrificio de volar de Suecia a Colombia, de invertir grandes sumas de dinero y de abrir su corazón generosamente a un niño extraño, ¿no debieron haber tenido un final mejor?

¿Por qué tuvieron que tomar precisamente ese avión fatal? ¿Por qué tuvieron que escoger precisamente ese día para volar, pudiendo volar en cualquier otro? ¿Por qué no adoptaron niños de Suecia, que hay muchos, y les habría salido más económico y más fácil, y no ir a buscar niños a Colombia, haciendo un viaje tan largo y con el resultado que tuvieron?

Podemos multiplicar los interrogantes hasta el infinito. Podemos dibujar un gesto amargo en la boca y protestar contra Dios, que es contra quien casi siempre protestamos. Aun podemos musitar una blasfemia.

Sin embargo, ninguna de esas reacciones demostraría sabiduría. No vale la pena enojarse contra hechos cuya razón profunda escapa a nuestros sentidos. Hay hechos incomprensibles, es cierto; hay sucesos que nos parecen terriblemente injustos, es verdad. Pero por encima de todas estas complejidades ingobernables de la vida, hay siempre un Dios de orden y justicia, y Él sabe por qué permite lo que permite.

La fe en un Dios que es Padre bondadoso nos ayuda, si no a entender el porqué de todas las desgracias que nos ocurren, a hallar la resignación, la fortaleza y el estímulo necesarios para seguir adelante. Más vale que invoquemos a Cristo en el momento de dolor incomprensible.

Hermano Pablo

CONFIANZA

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3.

Los dos últimos años fueron muy difíciles para Jaime. Desempleado, con la autoestima por el suelo y el hogar al borde del colapso, no resistió a la tentación de encaminarse por las tenebrosas avenidas de la deshonestidad. Al principio, todo iba bien. En pocos meses, había logrado ganar lo que no pudo percibir honestamente en varios años. Con dinero en el bolsillo, aparentemente su vida volvió a la normalidad. Tuvo paz exterior. Pero, pasaba noches enteras sin dormir, castigado por el peso de la culpa. A pesar de ello, Creyó que valía la pena.


Repentinamente, cuando pensaba que nadie lo descubriría, su delito se hizo de conocimiento público y, además de la vergüenza y el escándalo, acabó en prisión.
La paz que el profeta menciona, en el texto de hoy, no es la paz del cuerpo sino del alma. La paz que realmente vale. Aquella que organiza tu mundo interior y te prepara para los embates de la vida.


Es lamentable que, a veces, el ser humano confunda las cosas. Busca la paz exterior a cualquier costo, aunque para eso tenga que violar la propia consciencia. Después, en el silencio de su insomnio, no se explica lo que sucede; solo sabe que algo lo perturba por dentro, lo hace infeliz. Es como el martillo que golpea sin parar, incomodando, hiriendo, asfixiando.


El profeta Isaías habla hoy acerca de la paz que nace de la confianza en alguien que nuca falla. Menciona la perseverancia como condición para recibir esa paz. Dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”. Perseverar, en el original hebreo, es camak, que literalmente significa “descansar la mente en algo”.


Yo sé que es difícil descansar cuando el mar a tu alrededor está agitado. Cuando no hay dinero para atender las necesidades de la familia; cuando la enfermedad toca a la puerta o la muerte te merodea. Sin embargo, el consejo del profeta no falla: en los momentos más difíciles, coloca la mente en Dios y descansa en él, aunque aparentemente nada ocurra, aunque te parezca infantil.


No desistas. Lo primero que Dios hará en tu vida es colocar paz en tu corazón, y después, curado de tus ansiedades, él te usará a ti mismo como el instrumento poderoso para hacer maravillas.


Por eso hoy, aunque solo veas sombras en tu entorno, parte hacia la lucha recordando que Dios “guardará en perfecta paz a los que en Él perseveran”.

lunes, 21 de marzo de 2011

LECHE PURA

Lectura: Hechos 15:1-11,19-21.
"Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación" 1 Pedro 2:2
Hace poco, descubrí que algunos productores lecheros chinos diluían la leche vacuna agregándole un producto químico industrial llamado melamina. Le agregaban este componente porque incrementaba artificialmente el contenido proteico. Varios niños murieron y otros se enfermaron gravemente. Esta clase de adulteración no es nada nuevo. En otros países, la melamina se ha estado agregando con igual propósito al alimento para animales durante más de 40 años, lo cual produjo la muerte de muchos de ellos.
Otro tipo de adulteración se observa cuando la gente agrega cosas a la Palabra de Dios, «la leche espiritual no adulterada», como la describió Pedro (1 Pedro 2:2). La expresión no adulterada significa «pura» o «sin contaminación». La iglesia primitiva tuvo que ocuparse de aquellos que consideraban que la circuncisión era necesaria para la salvación (Hechos 15:1). Esa idea fue rechazada porque no estaba de acuerdo con la Palabra de Dios, que dice que la salvación es únicamente por gracia. Pedro alentó a sus hermanos en el Señor, diciéndoles: «¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo […]? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos» (Hechos 15:10-11).
Examina minuciosamente cualquier enseñanza que te exija hacer más de lo que dice la Palabra de Dios. De lo contrario, puede ser mortal para tu bienestar espiritual.
La Palabra de Dios no necesita adiciones ni sustracciones.

domingo, 20 de marzo de 2011

¿QUIEN ERES?

Lectura: Mateo 4:18-25.
"Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" Mateo 4:19
Si alguien te preguntara, "¿quién eres?", supongo que le contarías un poco de ti y de lo que haces. Por ejemplo: "Soy electricista" o "soy enfermera". Sin embargo, eso no es lo que realmente eres, sino lo que haces. Lo cual lleva a preguntar: "Si lo que haces es lo que eres, ¿quién serás cuando dejes de hacer lo que haces?".
Quién eres surge de tu relación con Jesús, y este sentimiento de identidad determinará tu conducta. Toma, por ejemplo, a Mateo. Como recaudador de impuestos durante el gobierno del Imperio Romano, su vida estaba motivada por la codicia. Sin embargo, el día que Jesús apareció y lo invitó a seguirle, todo cambió (Mateo 9:9). De pronto, ¡Mateo tuvo una identidad completamente nueva, como seguidor de Cristo!. Y no fue el único. En Mateo 4:18-25, también leemos acerca de cuatro pescadores: Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, que dejaron sus redes para seguirlo.
Jesús es una persona convincente y todavía sigue buscando seguidores. Él desea hacer algo en tu vida al darte la identidad personal de seguidor de Cristo. Esto no significa abandonar tu profesión, sino que harás tu trabajo, y todas las demás cosas que la vida, según Su voluntad y Sus métodos. Así que, la próxima vez que alguien te pregunte, "¿quién eres?", espero que respondas: "¡Soy seguidor de Jesús!".
Si eres seguidor de Cristo, no necesitas otra identidad.

sábado, 19 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

UNA MORBOSIDAD INTOLERABLE

Eran dieciséis páginas de fotos. Dieciséis páginas de fotografías en blanco y negro y en color, que horrorizaban a algunos, deleitaban a otros y repugnaban a los más. Fotografías de un crimen que sacudió a Francia y el mundo en 1981.

Un joven estudiante japonés, residente en París, había matado y descuartizado a su novia Renee Hartevelt, también estudiante. ¡Y hasta había comido partes del cuerpo de aquella joven holandesa! La revista Photo, que se editaba en París, había reproducido esas fotos secretas en una tirada de 243.000 ejemplares.

Un juez de la ciudad ordenó la confiscación de todos los ejemplares de la revista, y condenó «la atroz morbosidad de la gente que se deleita en tales fotografías».

Fue buena y moralizante la medida del juez. En nombre de la libertad de prensa se está poniendo ante los ojos del público, especialmente ante niños y adolescentes, escenas y relatos que nada tienen de científico, ni edificante ni moralizante.

Y ciertos comerciantes aprovechados y desaprensivos, conscientes de que siempre hay público para tal clase de publicaciones, las imprimen por millares. Así lo sucio y lo denigrante entra en los hogares y contamina la mente de niños y niñas.

No estamos abogando por la supresión de la libertad de prensa, ni estamos pidiendo que se publique una lista de libros y revistas reprobables. Es mejor la libertad de prensa, con todos sus riesgos, que la eliminación total de ella.

A quienes apelamos es a los padres y a las madres. Porque somos nosotros quienes debemos velar por la salud moral y espiritual de nuestros hijos. Así como somos celosos en la calidad de los alimentos que les damos a nuestros hijos, y por nada del mundo les daríamos comida rancia, o tóxica o contaminada, también deberíamos velar por el alimento espiritual que ellos toman.

Que la morbosidad, la obscenidad, la pornografía y la indecencia se la traguen los editores y publicadores de semejante basura, ¡pero no nuestros hijos! Lo que más necesitamos es un movimiento hogareño y familiar que le ponga un dique y un filtro a toda esa literatura.

Si necesitamos inspiración, exhortación, y base moral para tal movimiento, busquémoslas en Cristo. Sólo Él da la fuerza moral suficiente para luchar contra toda forma de corrupción y degradación. Sólo Cristo salva, purifica y mantiene puros al hombre, a la familia y al hogar.

Hermano Pablo