domingo, 6 de febrero de 2011

LA CAJA DE REGALO

Un joven muchacho estaba a punto de graduarse de preparatoria.

Hacía muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia de autos, sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería.

Así como se acercaba el día de Graduación, el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto.

Finalmente, en la mañana del día de Graduación, su padre le llamó a que fuera a su privado. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubierta de piel y con su nombre escrito con letras de oro.
Enojado le gritó a su padre diciendo: “con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia?” y salió de la casa.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios.
Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo.

No lo había vuelto a ver desde el día de su Graduación.
Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11 “Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan?

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: TOTALMENTE PAGADO.

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos?

De tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en El crea, no se pierda,mas tenga vida eterna.
Juan 3:16.

HORA DE CAMBIAR

Lectura: Lucas 7:37-49.
“Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora” Lucas 7:39
Una vez, un amigo mío me dijo: «En todos estos años, he visto cambiar muchas cosas, ¡y siempre estuve en contra de los cambios!». Quizás exageró un poco, pero muchos coincidiriamos en que los cambios no nos gustan; en especial, si se trata de modificar nuestros hábitos y actitudes.
Esta era una de las razones por las que los fariseos criticaban tanto a Jesús. Él cuestionaba el tradicional sistema de las buenas obras y las pretenciones de la superioridad moral. Observa el incidente de Lucas 7, donde la «pecadora» del pueblo entró en la casa del «santo». Al fariseo Simón no le impresionó la generosa demostración de afecto de la mujer hacia Jesús. Al leer los pensamientos de superioridad de Simón, el Señor de inmediato cuestionó el concepto erroneo del fariseo sobre su propia bondad; entonces, relató la historia de dos deudores: uno que le debía mucho al amo y otro que le debía menos. «¿Cuál de ellos le amara más?», preguntó Jesús (v. 42). Evidentemente, aquel a quien se le había perdonado más. Refiriéndose a la actitud estoy-muy-contento-conmigo-mismo de Simón, el Señor le dijo: «Aquel a quien se le perdona poco, poco ama» (v. 47).
La cuestión es clara: Adormecidos por la idea de cuan buenos somos, nuestro amor a Jesús disminuye porque olvidamos que también estamos entre aquellos cuyos «muchos pecados le son perdonados». Y cuando esto suceda, estemos listos o no, ¡es hora de cambiar!
Cuando Dios comienza a cambiar cosas, por lo general, empieza con nosotros.

sábado, 5 de febrero de 2011

«NUNCA HABÍA ORADO CON TANTA INTENSIDAD»

Lo que más deseaba Margot Strecher era un buen baño caliente en el confort de su hogar, y después una cama tibia y acogedora como premio a un intenso día de trabajo. Ese era el sueño de cada día de Margot, camarera de Hartberg, Austria. Mientras regresaba del trabajo, soñando con el baño caliente y la cama tibia, se salió del camino al cruzar un puente y cayó con el auto a un río congelado.

Golpeada y con fracturas, y sumergida hasta los hombros en el agua fría, Margot clamó con todas sus fuerzas: «¡Dios mío, ayúdame!» Y en medio de la noche, empapada de agua helada y con copos de nieve cayendo lentamente, una anciana oyó su clamor. Cuando Margot se halló en el hospital, les dijo a los médicos: «Nunca había orado con tanta intensidad como esta noche.»

Los sueños más lindos y los proyectos más atractivos suelen derrumbarse en un momento. El baño caliente y la cama tibia de Margot, camarera nocturna, se cambió de pronto en baño helado y en la perspectiva de morir ahogada dentro de su propio auto que se hundía inexorablemente.

Pero clamó a Dios. Clamó a Dios como nunca lo había hecho, y su situación cambió. Porque el fracaso de un proyecto, la destrucción de un ideal, el derrumbe de una ilusión, si bien producen profundo desconcierto, no son una desgracia irreparable. La desgracia no la produce la pérdida del ideal. La desgracia la produce la pérdida de fe, esa fe que necesitamos para continuar en la vida con todo y sus dolores.

A los cuarenta y cinco años de edad un hombre descubrió que su esposa lo había estado engañando. Sufrió enormemente hasta querer morirse. A fin de olvidarlo todo, se fue a vivir errante en los bosques, comiendo sólo frutas silvestres. Resultó que la vida al aire libre lo transformó, física, emocional y espiritualmente. Volvió a la ciudad, y ya a los cincuenta años había reconstruido su vida con un nuevo amor. Hombres que han visto arruinarse su negocio se han recuperado aun a los cincuenta y sesenta años de edad.

Cuando aun contra toda razón mantenemos la fuerza, no perdemos de vista a Dios y ponemos la esperanza en Él, miramos con ojos expectantes esta vida, que es tan fluctuante y problemática, y en cualquier momento ocurre el cambio positivo que renueva nuestra esperanza y restaura nuestra fe.

Siempre podemos clamar a Aquel que es misericordioso, poderoso e inmutable. En Él hallamos la paz que necesitamos, y Él nunca nos falla. En un mundo siempre cambiante, necesitamos la ayuda de Uno que nunca cambia.

Hermano Pablo

jueves, 3 de febrero de 2011

SEMILLAS UNICAS

Antonio Stradivarius fue un fabricante de violines del siglo diecisiete, cuyo nombre en su forma latina, Stradivarius, se ha convertido en sinónimo de excelencia.

Él dijo una vez que hacer un violín que no alcanzara su más alto nivel sería perjudicar a Dios, quien no podría hacer los violines de Antonio Stradivari sin Antonio.

Tenía razón. Dios no podría hacer violines Stradivarius sin Antonio Stradivarius. Este artesano recibió ciertos dones que ningún otro fabricante de violines poseía.

Del mismo modo, hay ciertas cosas que puedes hacer que ningún otro puede.

Quizás sea la crianza de tus hijos, o la construcción de casas, o dar aliento al desanimado.

Hay cosas que sólo tu puedes hacer, y que para hacerlas es que vives.

En la gran orquesta que denominamos vida, tú tienes un instrumento y una canción, y tienes el deber ante Dios de ejecutar ambos de manera sublime.
Lucado, M., & Gibbs, T. A. (2001). Promesas inspiradoras de Dios (Page 139). Nashville, TN: Caribe-Betania Editores.

Dios ha colocado en el corazón de cada persona semillas únicas. Puedes mirar tus huellas digitales y son la evidencia de la exclusividad de Dios contigo. Hay cosas que sólo tu podrás hacer y nadie más. Vive hoy honrando al Creador usando tus dones y ministerios.

Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones para los hombres. Salmo 68:18

Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. Daniel 2:48.

¿QUE HARE?

Lectura: Santiago 1:21-25.
"Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañandoos a vosotros mismos" Santiago 1:22
Un hombre que ha sido mi maestro durante años suele decir que su meta al estudiar la Biblia es siempre la aplicación personal. Valoro su énfasis en poner el aprendizaje en práctica porque, para quienes estudiamos, discutimos, enseñamos y escribimos acerca de las Escrituras, es sumamente fácil abordar la Palabra desde una perspectiva meramente intelectual.
Oswald Chambers dijo: «Los hijos de Dios corren el riesgo de familiarizarse demasiado con las cosas sublimes. Hablamos demasiado sobre estas realidades maravillosas, pero olvidamos que debemos exhibirlas en nuestras vidas. Es peligrosamente posible confundir la exposición de la verdad con la verdad en sí; dejarnos llevar por la idea de que, como somos capaces de exponer estas cosas, también son una realidad en nuestras vidas».
Santiago nos recuerda que la persona «que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y presevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace» (1:25). El tema clave no es lo que se predica o se escribe, sino lo que se hace.
Cuando estudio la Palabra de Dios, mi primera pregunta no debe ser «¿qué voy a decir sobre esto?», sino «¿qué voy a hacer en cuanto a esto?».
“Avanzar un paso en la obediencia equivale a años de estudio del tema.” —Chambers

martes, 1 de febrero de 2011

UN EXPERTO EN GUSANOS

«¡Venga pronto, lo necesitamos! ¡Hay miles, y están saltando hasta treinta centímetros!» A raíz de la urgente petición, Carl Olson, de cuarenta y cuatro años de edad, entomólogo de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, se dirigió a la morgue. Tenía que examinar un cadáver humano.

El cadáver estaba lleno de larvas de mosca casera que saltaban del cuerpo a gran altura. Era algo rara vez visto. Así nació la vocación de Carl Olson.

He aquí un oficio que, aunque muy bien pagado, no muchos desean realizar. Sin embargo, cuando hay que determinar en qué día u hora murió un ser humano, alguien tiene que hacerlo. Examinando las larvas del cuerpo —de qué clase son, de qué tamaño y forma—, es posible decir, casi con exactitud, cuánto tiempo tiene de muerta la persona.

«No me da nada trabajar con cadáveres —asegura Carl—. El alma ya se ha ido. El espíritu ha vuelto a Dios. Si con mi trabajo puedo ayudar a esclarecer un crimen o un accidente, me doy por satisfecho.»

No es de muy buen gusto tocar temas que tienen que ver con la putrefacción y la muerte. Hay en casi todo ser humano una especie de repulsión hacia lo que no es vida. En cambio, sí nos gusta pensar en la salud, la fuerza y la vida, es decir, en lo agradable, lo provechoso, lo vivificante y lo encantador.

Desgraciadamente, no todo en la vida es encantador. Si hemos de ver con ojos sinceros la realidad de las cosas tenemos que reconocer que no sólo en un cuerpo físico puede haber putrefacción. También en el alma humana hay peste, podredumbre y muerte. Fue precisamente a causa de lo podrido del ser humano que Dios tuvo que mandar a Cristo su Hijo a la cruz. O moría el pecador, o moría Cristo por el pecador.

Dios había creado perfecto al ser humano. No había en Adán ni en Eva, en su primer estado, nada de maldad. Los gusanos de la corrupción moral que hoy destruyen nuestra sociedad no eran parte de aquella primera pareja. Cuando menos, no lo eran sino hasta después que ellos optaron por rebelarse contra Dios. La muerte espiritual del hombre comenzó cuando él quiso independizarse de Dios.

Hoy la raza humana está tan lejos de la pureza moral que nadie se confía de nadie. Todo convenio tiene que ser protegido por un complicado juego de leyes, y aun así, el que quiere engañar, elude la ley.

¿Qué necesitamos entonces? Un arrepentimiento profundo, una limpieza del alma, una transformación del corazón. Sólo Cristo produce esa transformación. Sólo Él salva. Volvamos a Dios. Sólo así viviremos en paz.

Hermano Pablo

LA PALABRA ESCRITA

Lectura: Romanos 15:4-13.
"...se escribieron antes, [...] a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" Romanos 15:4
En enero, ESPN emitió un documental interesante sobre Peyton Manning, el quarterback de los Colts de Indianápolis, que acababa de ser nombrado el jugador más valioso de la NFL (Liga deFútbol Americano). Pero el programa no era sobre fútbol, sino que explicaba que, durante años, cuando ciertos jugadores que Manning admiraba se retiraban de la NFL, les enviaba una nota manuscrita para felicitarlos por sus carreras y talentos.
Todos los entrevistados, receptores de esas notas, agradecían profundamente que uno de los deportistas más grandiosos de todos los tiempos hiciera eso. Fue un notable recordatorio del poder de la palabra escrita.
Mientras que una nota escrita de un atleta respetado como Peyton Manning es muy valiosa, no hay palabras humanas que puedan compararse con la Palabra escrita que Dios nos dejó en las Escrituras. Pablo escribió: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4). La sabiduría bíblica, que transforma vidas, tiene un mensaje personal que nos dice lo que Dios desea que seamos y lo que Él anhela se para nosotros. Nos ha dado su Palabra escrita para que «tengamos esperanza» al enfrentar las circunstancias de la vida. Con gratitud, leamos el mensaje escrito de Dios... y veamos cómo nos cambia la vida.
Dios habla con Su Palabra a aquellos que escuchan con el corazón.