
viernes, 28 de enero de 2011
LA CARPINTERIA
"Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos."
1 Corintios 12:14
Cuentan que en una carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El MARTILLO ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? hacía demasiado ruido Y, además se pasaba todo al tiempo golpeando.
EI martillo aceptó su culpa, pero a su vez pidió la expulsión de LA LIJA. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado EL METRO, que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. El metro, ante el ataque pidió a su vez la expulsión de EL TORNILLO, dijo que había que darles muchas vueltas para que sirviera para algo.
En eso entró EL CARPINTERO - se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó al martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra EL SERRUCHO y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos"
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad.
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
La Biblia, refiriéndose a la Iglesia como un cuerpo, expresa lo siguiente: "Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular." (1 Corintios 12:14-27)
¡Es tan fácil encontrar defectos! Cualquier tonto puede hacerlo, pero, con la ayuda de Dios, podemos encontrar cualidades en otros, de tal manera que nos capacite a inspirar todos los éxitos humanos.
¿Te esforzarás en ser como el "carpintero"? Yo trat
¡Dios les bendiga!
jueves, 27 de enero de 2011
DEBE DE HABER SIDO EL LICOR
Caía una nevada espesa sobre Nuuk, caserío de esquimales en una región de Groenlandia de por sí cubierta de nieve casi todo el año. El viento helado arremolinaba los copos, y sobre los techos de las casas había treinta centímetros de nieve.
Era día de fiesta, por lo que Aavard Maalik y cinco compañeros consumían una enorme cantidad de licor. Afuera la temperatura estaba por debajo de cero grados, pero en el cuerpo de los seis hombres había fuego, fuego del licor que venden los blancos. Había también, en el fusil de Aavard, plomo, plomo del que también venden los blancos. Y nieve y fuego y plomo se unieron para producir la tragedia.
El joven esquimal, de apenas dieciocho años de edad, disparó contra sus compañeros, sin razón aparente, matando a los cinco en un solo instante. «No era más que una fiesta —declaró Lara Heilman, inspector de policía—, y todavía no sabemos las verdaderas causas de la tragedia. Debe de haber sido el licor.»
Se sabe que el alcohol en las venas es siempre fuego. No importa si se bebe en una selva tropical o en las estepas heladas de Siberia. No importa si se toma en una fiesta elegante del gran mundo o en una reunión pueblerina de compadres. El alcohol es siempre fuego cuando se mete en las venas.
¡Qué interesante la forma en que se explica una tragedia causada bajo la influencia del licor! «Fue el licor», dicen; o: «Fue por las muchas botellas de cerveza»; o: «Es que había ingerido mucho alcohol»; o: «Fue el guaro, o la tequila, o la caña.»
No importa el nombre de la bebida ni la clase de fiesta. Donde quiera que se ingiera alcohol, se ingiere fuego. De allí nacen los crímenes pasionales, los accidentes de carretera, las violaciones de niñas (a veces por el propio padre), y todas las locuras y depravaciones del hombre. Lamentan los hombres sus tragedias, pero siempre los acompaña la excusa: «Fue a causa del alcohol.» ¿Hasta cuándo ha de durar esta ignominia?
Difícil es detener el tráfico de alcohol a escala mundial, pero podemos detenerlo en nosotros mismos. No tenemos que tomarlo, ni en las fiestas de oficina, ni en nuestro hogar ni a solas. ¡No tenemos que beberlo! Hagamos de Jesucristo el Señor de nuestro trabajo, de nuestro hogar, de nuestra vida, de nuestro corazón. Él puede y quiere darnos la fuerza para vencer el vicio del alcohol.
Hermano Pablo
CONSECUENCIAS TARDIAS
"Convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira…" Joel 2:13
Cuando era niño, aprendí a portarme bien cuando los adultos me premiaban por la buena conducta y me castigaban por las malas maneras. Este sistema funcionaba bastante bien porque el premio o el castigo se aplicaban inmediatamente después del comportamiento, lo cual vinculaba perfectamente la causa con el efecto. Sin embargo, cuando me convertí en adulto, la vida se fue complicando y las consecuencias de mis acciones no siempre fueron inmediatas. Al proceder mal y no meterme en problemas, comencé a pensar que a Dios no le importaba lo que yo hacía.
A los hijos de Israel les sucedió algo parecido. Cuando desobedecieron al Señor y no sufrieron resultados adversos de inmediato, dijeron: «Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve» (Ezequiel 9:9). Esto indicaba que creían que Dios había perdido el interés en ellos y que no le importaba que se portaran mal. Pero estaban equivocados. Cansado de sus caprichos, al final Dios dijo: «No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hablé se cumplirá» (12:28).
Cuando Dios pospone la disciplina, no se debe a la indiferencia, sino que es el resultado de Su propia naturaleza: misericordiosa y lenta para la ira. Algunos consideran esto como una actitud permisiva ante el pecado; sin embargo, la intención del Señor es que sea una invitación al arrepentimiento (Romanos 2:4).
La única manera de arreglar las cosas es admitir que has estado equivocado.
UNA CARTA OLVIDADA
“Querido Juan,me alegro que hayas asistido al seminario. Fue un tiempo muy enriquecedor no sólo por el tema, sino también por haber conocido a otras personas.
El seminario fue “súper”. Allí aprendiste mucho y sin lugar a dudas, te va a servir en tu labor como líder de curso. Quizás vas a enfrentar situaciones complicadas pero, no te preocupes, tú, las vas a superar. Recuerda que para ello cuentas con la ayuda de Dios. Sin embargo, es necesario que trabajes en lo siguiente: acepta a los demás tal cual son y si deseas que cambien, muéstralo con tu propio ejemplo.”
Mientras la leía, me pregun taba quién pudo haberme escrito esto. Mi sorpresa fue grande cuando al final vi quien la firmaba. ¡Era yo mismo!
Me había olvidado que tiempo atrás en un seminario, “Como enfrentar situaciones complicadas con alumnos en sala de clases”, para maestros en una academia para adultos, se nos pidió que nos escribiésemos una carta a nosotros mismos. En ella debíamos expresar nuestro sentir respecto del seminario, como por ejemplo: nuestras expectativas, lo que aprendimos y finalmente la forma como aplicaríamos ese nuevo conocimiento.
La carta, en un sobre cerrado, se la entregamos al tutor del seminario pues él, nos las iba a enviar para Navidades.
Con esta curiosa anécdota que me sucedió, escribirme una carta y luego olvidarla, deseo que reflexiones y medites en lo que probablemente en algún momento de tu vida dijiste, contando a alguien de tu experiencia con Dios, o escribiéndolo en tu Diario de Vida:
Quizás, al igual que yo, ya hayas olvidado lo que dijiste o escribiste en algún momento del pasado y que, sin dudas, formaba parte de tus grandes anhelos: estudio, matrimonio, familia, ministerio.
Ha sido una linda experiencia (anécdota) que me recuerda otra carta que también fue escrita personalmente para mí. En ella, se me muestra quien soy yo realmente y lo que de mi se espera que sea. Es como un seminario lleno de enseñanzas y recomendaciones para enfrentar la vida y vivirla; sobre todo, en tiempos de crisis. Recibí esa carta aproximadamente en el año 1960, cuando tenía tan solo 10 años de edad. Por algunos años la leí constantemente. Luego, por un tiempo, no volví a leerla pues sus consejos me parecían anticuados. No valoré más sus sabios consejos y decidí vivir de acuerdo a mis propios razonamientos y principios. Hasta que un día, las circunstancias en las cuale s me encontraba, me recordaron de aquella carta. Mis cargos de consciencia con respecto del remitente y al amor con el que me la había escrito, me privaba de volver a leerla. Por fin lo hice, y ahora doy gracias a Dios por ello.
Amigo, amiga; esa carta se llama BIBLIA, que también fue escrita personalmente para ti.
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.
Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” Lucas 2:8-11
Luego, al iniciar su Ministerio, Jesús dice de sí mismo:
“El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para anunciar libertad a los prisioneros, para devolverles la vista a los ciegos, para rescatar a los que son maltratados y para anunciar a todos que: “¡Este es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!” Lucas 4:18-19
Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
jepf
martes, 25 de enero de 2011
UNA PALABRA EFICAZ
"La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos" Hebreos 4:12
Cuando una adolescente llamada Poh Fang supo del amor de Jesús hacia ella y lo recibió como Salvador, sus padres no estaban muy convencidos de las cualidades positivas del cristianismo. Entonces, mandaron con ella a la iglesia a la hermana mayor, para que la vigilara. Pero sucedió algo que no esperaban: la eficaz Palabra de Dios penetró en el corazón de esta joven y ella también aceptó a Cristo como Salvador.
Hablando de la Palabra de Dios, el salmista dijo: «… con [tus mandamientos] me has vivificado» (Salmo 119:93). Este es el testimonio de Poh Fang, de su hermana y de todos los que conocen a Cristo como Salvador: Su Palabra es «eficaz, […] y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).
La Palabra de Dios nos muestra nuestro pecado y sus consecuencias: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23); y «la paga del pecado es muerte» (6:23). Nos habla del amor de Dios y de la salvación que Él proveyó: «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, […] nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)» (Efesios 2:4-5). Además, da sabiduría para la vida diaria: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105).
Señor, gracias por tu Palabra eficaz que nos da vida y nos guía en nuestro andar diario.__
Muchos libros informan, pero sólo uno transforma: la Biblia.