jueves, 30 de diciembre de 2010

PODER PARA PERSEVERAR

Lectura: Santiago 5:1-11.
"Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo" Santiago 5:11
La golfista profesional Paula Creamer había trabajado todo el año para ganarse un puesto como jugadora titular en el Campeonato ADT del 2008, el último torneo del año de la temporada de la LPGA (Asociación de Golf Profesional para Damas). Sin embargo, cuando comenzó el evento, Paula padecía peritonitis, una dolorosa inflamación de la pared abdominal. Durante los cuatro días del torneo, tuvo dolores constantes y no podía comer. Incluso pasó una noche en el hospital debido a su condición. Aun así, perseveró hasta el final y, asombrosamente, terminó en tercer lugar. Su determinación hizo que ganara muchos nuevos admiradores.
Los desafíos y las crisis de la vida pueden poner a prueba hasta lo último de nuestras fuerzas y, en esos momentos, es fácil querer rendirse. Pero Santiago ofrece otra perspectiva para los seguidores de Cristo. Dice que, si bien la vida es una batalla, también es una bendición: «He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo» (Santiago 5:11).
En el ejemplo de Job, encontramos aliento y poder para perseverar en los momentos más oscuros de la vida; un poder arraigado en Dios, que es compasivo y misericordioso. Aunque la vida sea dolorosa y dura, podemos perseverar porque Dios está presente. Para siempre es Su misericordia (Salmo 136).
Dios provee el poder que necesitamos para perseverar.

JESUCRISTO

CINCO VECES RESUCITADA

Es un impresionante informe médico. A la una de la tarde: paro cardíaco. Los médicos aplican electrochoques. A las dos de la tarde: nuevo síncope. Reviven a la persona mediante tremendos golpes eléctricos. Quince minutos después, el monitor no da ninguna señal. Los médicos trabajan frenéticamente y vuelven a salvar a la persona.

Tras un respiro de cinco horas: nuevo síncope, nuevo paro y nuevo milagroso retorno a la vida. Y a las ocho de la noche, cuarenta y cinco minutos después: otro paro, otros electrochoques y otra resucitación.

Al día siguiente, a las seis de la mañana, Geraldine Fletcher, de cincuenta y dos años de edad, toma tranquilamente su desayuno. Llega a ser la primera persona que muere cinco veces en un solo día, y es resucitada las cinco veces científicamente.

Para todo hay récords en este mundo. Geraldine Fletcher, mujer morena, fuerte y animosa, batió el récord de muertes y resucitaciones. Cinco veces, en el lapso de pocas horas, su corazón dejó de latir, y las cinco veces, tras frenéticos esfuerzos médicos, volvió a latir. Pero, ¿en realidad murió Geraldine? Los científicos dicen que no, que fue una «cuasimuerte» de la que se recuperó a tiempo, pues nadie regresa de una muerte verdadera.

Hay dos logros que jamás se han podido alcanzar: uno es detener el envejecimiento; el otro es deshacerse del día de la muerte. Aunque se han logrado fantásticos logros científicos en la curación de enfermedades y en la resucitación de ciertas personas, no hemos podido deshacernos ni del envejecimiento ni de la muerte.

«No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo —dice el Libro Sagrado—, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte» (Eclesiastés 8:8).

Por más buena salud que tengamos, por más benéfico que sea nuestro ejercicio físico, por más acertada y eficaz que sea nuestra dieta, a la larga todos nos inclinaremos hacia el sepulcro y caeremos como roble gastado.

Para ese día inevitable, y para la paz del alma mientras llega ese día, necesitamos un Salvador que nos dé salvación y vida eterna, un Salvador que sea nuestro amigo durante el resto de los años que nos queden por vivir. Ese Salvador y amigo es Jesucristo. Él desea ser nuestro Señor eterno el día en que abandonemos este cuerpo.

Entreguémosl nuestra vida a Cristo hoy mismo. Él será nuestro amigo fiel, hoy y para siempre.

Hermano Pablo

miércoles, 29 de diciembre de 2010

RESOLUCIONES PARAEL AÑO NUEVO

Para el año 2011 me propongo:
Como ENOC, caminar en compañerismo diario con el Padre celestial.
Como ABRAHAM, confiar incondicionalmente en Dios.
Como MOISÉS, obedecer a Dios aunque esto signifique sufrir.
Como JOSÉ, dar la espalda a la tentación.
Como JOSUÉ y CALEB, no permitir que me desanimen los obstáculos.
Como EZEQUÍAS, preparar mi corazón para buscar a Dios.
Como DAVID, alzar mis ojos a los montes y recordar que mi socorro viene de Jehová.
Como JOB, ser paciente bajo cualquier circunstancia.
Como DANIEL, vivir en comunión constante con Dios.
Como ANDRÉS, guiar a mis hermanos a Cristo.
Como ESTEBAN, manifestar un espíritu de perdón hacia los que me hieren.
Como PABLO, olvidar lo que está atrás y proseguir a la meta.

Reconociendo mi incapacidad de alcanzar estos objetivos por mis propias
fuerzas, proclamo las palabras de la Biblia:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

martes, 28 de diciembre de 2010

UNA VIDA MALGASTADA

La oportunidad se presentó en bandeja. Un millón ochocientos cincuenta mil dólares no son un bocado despreciable, sobre todo si es fácil apoderarse de ellos y los riesgos son mínimos. La tentación era demasiado grande.

Así que Jorge Manuel Bosque, joven empleado del Banco de Reserva de San Francisco, California, tomó el dinero y se apoderó de él. Debía llevarlo del aeropuerto al banco. Pero Jorge Manuel desapareció por completo, y con él, el dinero. Lo arrestaron quince meses más tarde cuando le quedaban sólo cien dólares. Había derrochado todo el dinero robado: un millón ochocientos cincuenta mil dólares. Estuvo preso seis años.

A los once años de haber perpetrado aquel robo, Jorge Manuel murió en un hotel de San Francisco, víctima de una sobredosis de droga.

Al margen de la manera delictiva en que obtuvo el dinero, este hombre es un ejemplo de lo fácil que es derrochar todo lo que se tiene. Se apoderó de casi dos millones de dólares. Durante quince meses hizo las compras más absurdas. Tiró el dinero por todos lados. Realizó paseos y fiestas extravagantes.

Cuando salió de la cárcel, derrochó todo lo que le quedaba: su salud, su mente y el resto del dinero con el que comenzó su nueva vida. Cayó en el pozo de la decadencia y se entregó a las drogas. Y las drogas acabaron con su vida. Lo hallaron muerto en su habitación en un hotel, y nadie se presentó para pedir su cuerpo.

Muchas personas como Jorge Manuel Bosque derrochan todo lo que tienen, incluso pertenencias que han obtenido honradamente y que en sí son sanas. Como que no perciben el valor de las cosas. Lo peor de todo es que malgastan los años de vida que Dios les ha concedido.

Tales personas nunca se acuerdan de Dios, y cuando llegan al día final, tratan desesperadamente de encontrarlo. No es sino hasta entonces que caen en la cuenta de que el peor de los derroches es malgastar los años de vida sin tener a Jesucristo, el Hijo de Dios, como su Señor y Salvador.

La vida humana no es muy larga. Sigue su curso, y luego se acaba. Contamos, a lo sumo, con setenta, ochenta o noventa años para realizar todo lo que podamos. Después de eso, toda puerta queda cerrada.

¿Por qué no coronamos hoy mismo a Jesucristo como Rey de nuestra vida? No derrochemos ni un solo día más de nuestra efímera existencia. El tiempo se va, las oportunidades se esfuman, y tan sólo aprovechamos lo que logramos en el presente. Hoy es el día de salvación. Ahora es cuando tenemos que decidir. No dejemos pasar esta ocasión sin entregarnos a Cristo. Este es el momento más importante de nuestra vida.

Hermano Pablo

CADA UNO SE LLENA CON LO QUE DICE Y SE SACIA CON LO QUE HABLA

Me levanté esta mañana y comencé el día como cada mañana, antes de hacer mi caminata diaria tomé un poco de desayuno, tenía mucho que hacer aunque era mi día libre, muchas cosas pendientes y a causa de esto comencé a predecir muchas complicaciones, nada específico pero dije cosas como:

Esto va a ser un problema, luego dije, no sé cómo arreglar este asunto, luego pensé que algunas personas serían difíciles de encontrar que pudieran ayudarme con alguna cosa y así seguí.

Antes de salir a caminar, recogí mi Biblia y le dije al Señor: "ojalá tú me digas algo esperanzador hoy por tu palabra", leí el texto en proverbios que dice:
“Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla” Proverbios. 18:20

Yo lo estaba haciendo en ese moment o, llenándome con lo que decía, no había pronunciado una sola palabra buena, todo estaba lleno de desesperanza. Yo mismo llenaba mi interior con lo que decía y lo peor, como dice el proverbio, me estaba llenado de lo que hablaba.

Pese a tremenda Palabra de Dios en ese momento necesité casi todo el día para deshacerme de todo esto, fue hasta que hablando con mi esposa y tratando de poner orden salí de esa cantidad de porquería mental.

Usted se preguntará ¿cómo salí de ello? Bueno eso es lo interesante y maravilloso, lo que hice sencillamente fue analizar nuevamente el propósito de Dios en mi vida.

A ver si me explico, no me puse a pensar en las cosas que antes había llenado mi mente, sino que me puse a pensar con mi esposa lo que Dios había hecho, lo que Dios estaba haciendo y lo que Dios quería hacer.

Si esas tres cosas me llevaron nuevamente al lugar de donde debiera haber empezado mi día, sabiendo que Dios ha he chos muchas cosas ya incluso muchas de las que hoy yo necesitaba que se hicieran, segundo, Dios estaba haciendo cosas por medio de estas situaciones que se presentaban, me recordé las palabras siguientes: “es necesario que estas cosas sucedan para que reaccionemos y Dios comience a hacer algo en nosotros y demos un cambio”

Hoy estoy terminando el día y tratando de decir que ha sido el día mas pleno que tuve en los últimos meses, no porque pasaran cosas maravillosas sino que aprendí a comenzar el día de otra manera, llenando y saciándome con lo que Dios hizo, hace y hará.
Bendiciones a tu vida.
Pastor José Luis Malnis

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org

Lic. José Luis Malnis
ElPastor

¡ADIOS Y BUEN VIAJE!

Lectura: 2 Corintios 12:7-10.
"Bástate mi gracia" 2 Corintios 12:9
El 28 de diciembre de 2008, una trituradora devoró cientos de hojas de papel y otros artículos en la ciudad de Nueva York. Los organizadores del segundo año del «Día del adiós y buen viaje» animaron a las personas para que trajeran a la Plaza Times Square los malos recuerdos y los sufrimientos de ese año para alimentar la trituradora industrial o para echarlos en un gigantesco contenedor de basura.
Algunos participantes trituraron hojas de papel con las palabras «la bolsa de valores» o «cáncer». Otros destruyeron informes bancarios, y una joven trituró un mensaje de correo electrónico impreso de un novio que había roto con ella.
Anhelamos «triturar» recuerdos de las cosas malas que los demás nos han hecho o de circunstancias difíciles que estamos atravesando. El apóstol Pablo quería ser aliviado de su sufrimiento, un padecimiento que lo hacía sentir débil (2 Corintios 12:7-10). Pero Dios le dijo: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Dios no quitó el problema. En su lugar, le dio la gracia para vivir con ello.
Las dificultades se nos hacen pesadas cuando pensamos demasiado en ellas, y afectan nuestras relaciones interpersonales y la actitud ante la vida. Como creyentes en Cristo, tenemos un lugar donde llevar estas cargas. Primera Pedro 5:7 nos dice: «Echa[d] toda vuestra ansiedad sobre [el Señor], porque él tiene cuidado de vosotros».
Dios da suficiente gracia para cualquier cosa que enfrentemos.