jueves, 25 de noviembre de 2010

«SÍ»


Su mundo fue un mundo de silencio. Desde el vientre materno estuvo privada del oído. Nació sorda, y vivió sin poder tampoco aprender a hablar. Los sonidos para ella no existían. Desde muy pequeña su único lenguaje era el de los signos. Así Sandra Smith, de Sudáfrica, vivió sin oír y sin hablar.

Un día el amor llamó a su puerta. Sandra se enamoró de Kenneth Conrad, compañero de estudios en la universidad. Como soñaba con el día en que Kenneth le propondría matrimonio, mentalmente ensayó decir con la voz y con los labios: «Sí.» El día llegó. Kenneth, arrodillado, le preguntó por señas: «¿Quieres casarte conmigo?» Y Sandra, por primera vez en su vida al oído de otro, aunque no podía oírlo ella misma, pronunció un sonoro «sí».

Esta no es sólo una historia de romance. Es también una historia de tesón, de determinación, de esperanza, de fe. Es una historia del mágico poder que tiene el amor. Sandra, joven universitaria de veinte años de edad, sabía que era sordomuda. Pero se preparó mentalmente para el día en que pronunciaría, cuando menos, una sola palabra. Y cuando el hombre de sus sueños le propuso matrimonio, rompió el silencio de veinte años y habló para decir: «Sí».

Decir «sí» o «no» puede cambiar el destino completo de una persona. Si un joven le dice «no» a la primera invitación que se le hace a probar cocaína, y sigue diciendo firmemente «no» a toda otra invitación posterior, se librará del funesto vicio.

Si una adolescente aprende a decir «no» a cualquier requerimiento malsano que le hace el joven, se librará de la pérdida de la pureza y del embarazo fuera del matrimonio. El «sí» y el «no» pueden tener enormes repercusiones. El poder de un «no» puede salvarle la vida.

Hay otro «sí» y otro «no» que tienen consecuencias eternas. Son el «sí» o el «no» con que respondemos a la invitación divina. La invitación es esta: «Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos» (Proverbios 23:26). Responder con un «no» es negarnos eternamente la paz que Dios nos quiere dar. En cambio, responder con un «sí» es encontrar la razón de nuestra existencia, es encontrar la verdadera felicidad, es encontrar a Dios. Respondamos con un «sí» a la invitación divina. Es nuestra única salvación.

Hermano Pablo

LLAMADOS A SERVIR

Lectura: Marcos 10:35-45.
"Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir" Marcos 10:45
Cuando George W. Bush era presidente, hizo una visita sorpresa para servir la cena del Día de acción de gracias a los soldados desplegados en el extranjero. Un periodista que cubría la historia pensó que algunos podrían guardar su comida como un recuerdo, diciendo: «No sucede a menudo que el presidente le sirva a uno la comida».
Todos los funcionarios elegidos son servidores públicos, de una manera global y simbólica, así que siempre están sirviendo. Entonces, cabría esperar que un acto de servicio no fuera el tema de una de las noticias más importantes del día.
Muchas personas tienen un auténtico deseo de servir a los demás, pero para algunos, el servicio en realidad sólo busca sus propios intereses. Esto mismo sucedió cuando Jesús enseñaba a Sus discípulos. Ellos tuvieron la impresión de que seguirlo los haría grandes.
Pero Jesús rápidamente les aclaró el asunto: «Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros» (Marcos 10:42-43). Jesús les explicó que estaban siendo enseñados para convertirse en siervos: «Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos» (v.44).
Podemos inscribirnos en muchos seminarios de capacitación para liderazgo, pero sólo serán buenos líderes los que primero, y antes que nada, sean buenos siervos.
Un buen líder es un buen siervo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿EN EL CIELO EN LA TIERRA?

Lectura: Eclesiastés 2:15-26.
"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" Colosenses 3:2
El promotor inmobiliario en Singapur de un extravagante condominio anunció su nuevo proyecto de la siguiente manera: «Redescubra el cielo en la tierra». Supongo que lo que quería transmitir a los posibles compradores era que su adquisición era tan lujosa que sería como vivir en el cielo mientras se estaba aquí en la tierra.
Salomón, el autor de Eclesiastés, era un hombre extremadamente rico (Eclesiastés 1:12). Él trató de encontrar el cielo en la tierra y tuvo los medios para vivir con todo el lujo que podría haber deseado (2:1-10). Pero no estaba satisfecho. Tan desilusionado estaba de la vida que la describió con tan sólo una palabra: «vanidad». Y tan sólo en el capítulo dos repitió la palabra ocho veces. Mientras veía la vida «debajo del sol» (2:18), se sentía vacío e insatisfecho. Todo su esfuerzo era inútil a la larga. Llegaría un día cuando tendría que renunciar a todas sus posesiones y dejarlas a otra persona (v.18).
Si eres cristiano, puedes esperar la promesa de Cristo de un hogar celestial que Él ha ido a preparar (Juan 14:2). Esa es la razón por la que Pablo aconsejó a los que disfrutan de lo que Dios ha dado: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:2). No trates de encontrar el cielo en la tierra. No lo lograrás; ¡no importa cuánto te esfuerces en buscar!
Los que tienen su corazón fijo en el cielo se desprenden fácilmente de lo terrenal.

NUEVAS CADA MAÑANA

“Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!” Lamentaciones 3: 21-23

La Misericordia de Dios (suspiro) ¿Qué puedo decir?, el texto que acabamos de leer lo dice todo. Y es que sin duda Dios es Misericordioso con nuestra vida, creo que si cada uno de nosotros obtuviera el pago que merecen nuestras acciones, hoy no estarías ni leyendo estas líneas. Y es que somos así, pecadores por naturaleza, seducidos a caer en los deseos engañosos de la carne, propicios a fallar una y otra vez, pero en medio de todo eso, hay algo que nos detiene a no dejarnos dominar por una vida total de pecado y es el hecho de que Dios nos amo y dio su vida por nosotros para que ahora podamos ser libres de las cadenas del pecado. Ahora decía Pablo, ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí, ahora ya no somos esclavos del pecado, sino hijos de Dios, coherederos con Cristo Jesús y testigos de la Gracia Divina y de la Misericordia increíble de Dios. Quizá los últimos días te has sentido muy mal, por algún error que cometiste, quizá te dejaste llevar por tus bajos instintos y fallaste, a lo mejor tenias mucho tiempo de no caer en esa área de tu vida que tanto trabajo te ha llevado superar, y volviste a lo mismo. Puede que te has sentido triste porque consideras que Dios no se merece lo que has estado haciendo, quizá dentro de ti hay hasta vergüenza de llegar delante de Dios y pedirle que te perdone una vez más, no encuentras que cara poner delante de Él, que palabras decir, porque quizá no hay palabras que justifiquen tus acciones, simplemente estas avergonzado de tu andar. Por un momento en tu mente hay toda clase de voces que te dicen que eres un derrotado, que no eres capaz de ser fiel, que no eres digno de ser un hijo de Dios, que solo estas engañándote a ti mismo y tratando de engañar a los demás, que por más que lo intentes siempre caerás en lo mismo y toda clase de voces que lo único que quieren es hacerte retroceder de una vez por todas para que vuelvas a tu vida antigua separado de Dios. Pues hoy Dios quiere que comprendas que él jamás te ha juzgado, que nunca te ha señalado con el dedo para acusarte de algo, al contrario, siempre ha extendido sus brazos para que vengas a Él y recibas su abrazo, siempre ha estado allí levantándote en cada caída, en cada tropiezo, y es que así es El, grande en Gracia y Misericordia. Por nuestras acciones merecemos castigos severos, pero es allí en donde entra en acción la MISERICORDIA DE DIOS, que no te da el pago que mereces, sino el que no mereces. Cuesta entenderlo con nuestra mente humana, pues ¿Cómo es posible que esto sea tan contradictorio?, pues así es, la Biblia nos enseña que CADA MAÑANA sus MISERICORDIAS se RENUEVAN sobre nuestra VIDA. Eso quiere decir que cada mañana Dios tiene MISERICORDIA nueva sobre tu vida, por tal razón no es hora de querer tirar la toalla, de querer colgar los guantes y menos de echar todo por la borda porque no te consideras digno de este CAMINO. El anhelo de Dios es que aceptes su MISERICORDIA, que te perdones a ti mismo porque El ya te ha perdonado, pues cuando le pides perdón El jamás se negara a dártelo. Es hora de darle valor a esa MISERICORDIA la cual Dios ha tenido sobre nuestra vida, ¿Cómo? A través de rendirnos, a través de intentar cada día mejorar nuestras vidas, a través de reconocer que su MISERICORDIA ha sido tan grande sobre nuestras vidas y por lo cual se merece nuestra FIDELIDAD TOTAL. Ya no te quejes mas, ya no pongas más excusas, no te sientas indigno, no tengas vergüenza, pídele perdón al Señor de corazón e intentan no volverlo hacer, Dios te llenara de su MISERICORDIA y la RENOVARA día tras día sobre tu vida.

Sin lugar a dudas como Jeremías lo dijo:

¡Grande es tu Fidelidad!

martes, 23 de noviembre de 2010

LA HISTORIA COBRA VIDA

Lectura: Éxodo 13:14-16.
"Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es […] la pascua" Éxodo 12:26-27
La película Noche en el museo describe las graciosas experiencias de un guardia en un museo de historia natural. La emoción comienza cuando las figuras exhibidas cobran vida por la noche.
Inspirados en esta película, los directores de un museo de verdad crearon una experiencia similar. El personal interpretaba figuras históricas como caballeros con armadura, damas de la época victoriana y miembros de la realeza egipcia. Cuando los niños llegaban, se les decía que los personajes habían cobrado vida y era necesario hacer que volvieran a su lugar. Al hacerlo, la historia cobraba vida para ellos.
Los niños no tienen por qué aburrirse con la historia. Esto es especialmente cierto en cuanto a las historias bíblicas. Tomemos a Moisés, por ejemplo. Escapó de la muerte siendo un bebé, fue educado como un príncipe, obró milagros y recibió los Diez Mandamientos. ¡Cuántos elementos emocionantes en una historia para enseñarles a los niños acerca de Dios!
Hace generaciones que a los niños se les han contado historias bíblicas, como en el período de Éxodo (caps. 12–13) y Deuteronomio (cap. 6). Moisés describió momentos en los que se les volvían a relatar hechos vitales de la historia judía.
¿Por qué no separar un tiempo para leerles historias bíblicas a los niños que son parte de tu vida? Después, ¡observa su emoción a medida que estas cobran vida!
Los tesoros de la Biblia los encuentran los que excavan para buscarlos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LA MALDITA MANZANA DELICIOSA

Era una simple manzana, una manzana roja, dulce, de piel aterciopelada, como todas las deliciosas manzanas que se producen en la provincia de Río Negro. Así que la pequeña Yesica Isabel Vilte, de Salta, Argentina, se la comió. Sus pequeños y filosos dientes se hincaron en la sabrosa pulpa... pero sólo para morir envenenada. Alguien —¡vaya a saber quién!— había inyectado en la fruta un poderoso veneno.

¿Quién iba a pensar que estaba saturada de veneno? Otros niños, incluso sus dos hermanitos, comieron manzanas del mismo canasto. Esas no estaban envenenadas. Alguien envenenó, adrede, esa singular manzana.

¿Qué enfermedad mental podría tener quien actuó de ese modo? ¿Qué resentimiento u odio le tendrá a la vida? ¿De dónde salen ideas tan destructivas? ¿Qué le está pasando a la raza humana?

¿Habrá alguna comparación entre esta fruta envenenada y aquella otra de la cual habla la Biblia? Nuestros primeros padres comieron una fruta que la tradición dice haber sido manzana. Como quiera, era una fruta agradable a la vista. Tenía incitante color y forma. Invitaba a probarla. Además de dulzor, prometía sabiduría y, más aún, aseguraba ser como Dios, que distingue entre el bien y el mal. Pero esa simple fruta —ya fuera manzana, pera o durazno—, la que la Biblia califica de fruta «del conocimiento del bien y del mal», produjo la muerte espiritual de la primera pareja y desencadenó todos los males que hay ahora en la tierra.

Cada vez que se prueba un fruto prohibido, parece dulce. El primer robo, el primer asalto, la primera estafa, parecen dulces. El primer adulterio es sabroso, así como la primera aventura galante de una mujer parece encantadora. Pero el resultado es la muerte, siempre la muerte. El diablo sabe pintar sus frutas tentadoras con los mejores colores, y perfumarlas con los mejores aromas, pero el resultado final es la muerte, siempre la muerte. Así fue en el Edén, y así ha sido siempre en todas las épocas de la historia. Todos los vicios y todas las pasiones al principio parecen deliciosos, pero al final, arrastran a la muerte.

Sólo Jesucristo puede salvarnos de las manzanas envenenadas de la vida. ¿Por qué sufrir la agonía que es fruto del pecado, cuando podemos rendirle nuestra vida a Él?

Hermano Pablo

EXISTENCIA FRAGIL

Lectura: Job 1:13-22.
"Para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios" 2 Corintios 1:9
Me fascinan las formaciones geológicas en el Parque Nacional de Yellowstone. Pero, cuando camino entre los géiseres, soy consciente de lo cerca que estoy del peligro. Estoy caminando sobre uno de los volcanes más grandes y activos en el mundo.
Cuando leo el libro de Job, es como si estuviera caminando por Yellowstone y el volcán entrase en erupción, haciendo que la frágil corteza de la tierra explote y cause un gran desastre.
Al igual que los turistas en Yellowstone, Job estaba disfrutando de la vida. No estaba al tanto de que sólo un muro lo separaba del desastre (Job 1:9-10). Cuando Dios quitó ese muro y permitió que Satanás probara a Job, su vida explotó (vv.13-19).
Muchos creyentes viven en circunstancias en las que parece que Dios, por alguna razón, ha quitado Su muro de protección. Otros, también por razones desconocidas, viven en relativa calma, aparentemente ignorantes de su frágil existencia. Al igual que los amigos de Job, asumen que nada malo les pasará, a menos que hagan algo para merecerlo.
Sin embargo, a partir de lo que aprendemos de Job, Dios permite algunas veces que a las personas buenas les sucedan cosas malas. Aunque el desastre puede ocurrir en cualquier momento, nada tiene el poder de destruir a aquellos que confían en Cristo (2 Corintios 4:9). Ningún desastre puede separarnos del amor de Dios.

El amor de Dios sigue en pie cuando todo lo demás ha caído.