sábado, 13 de noviembre de 2010

NUEVO ALTAR







Este es el nuevo altar que se ha hecho en la iglesia la paz con motivo de el concierto de Ariel Kelly, también se ha estrenado con motivo del noveno aniversario de la iglesia evangélica la paz

viernes, 12 de noviembre de 2010

VALOR HUMILDE

Lectura: Filipenses 2:19-30.
"Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened en estima a los que son como él" Filipenses 2:29
Un reportaje del diario Chicago Tribune decía: «Montones de estadounidenses, desde clérigos hasta abogados y presidentes de compañías, están reclamando medallas al valor que jamás ganaron». La fabricación de registros de guerra y las falsas afirmaciones de valentía están más generalizadas de lo imaginable. Un hombre, que reclamó falsamente una Cruz de la Marina, posteriormente sintió vergüenza y dijo que los verdaderos héroes rara vez hablan de lo que han hecho.
El heroísmo está marcado por un generoso acto de arriesgar la vida en beneficio de otro. En Filipenses, Pablo elogió a dos de sus colegas como verdaderos héroes de la fe. La generosidad de Timoteo y su carácter probado se ganaron el reconocimiento del apóstol como un verdadero hijo que había servido con él en el evangelio (2:22). Y Pablo describió a Epafrodito como «hermano y colaborador y compañero de milicia» (v.25), que arriesgó su vida por la obra de Cristo (v.30).
Pablo les dijo a los creyentes en Filipos: «Tened en estima a los que son como él» (v.29). Honrar a nuestros compañeros de la fe por su desinteresado servicio a Dios es un mandato bíblico. No se trata de la adoración a un héroe, sino de una actitud de respeto por una vida bien vivida.
¿A quién puedes honrar hoy con una palabra de aliento o una expresión tangible de aprecio por su humilde valor al servir al Señor y ayudar a los demás en Su nombre?
La fe en Cristo puede convertir a personas ordinarias en héroes extraordinarios.

jueves, 11 de noviembre de 2010

«SANO Y NORMAL»


Le encontraron 1.800 corbatas de seda; 88 pares de shorts, también de seda; 172 juegos electrónicos, 45 saleros y pimenteros; 32 peines; 28 portaplumas; y una enorme cantidad de billeteras y carteras de cuero fino.

Aquella colección tenía un valor de 45.000 dólares y era el orgullo de su dueño, Ka Kin Chang, de Hong Kong. Ya satisfecho, disfrutaba de su colección cuando la policía se lo llevó preso. Todos esos objetos los había robado a lo largo de ocho años.

«Este hombre es sano y normal —opinó el psiquiatra que lo evaluó—. No me explico por qué robaba.»

He aquí un juicio psiquiátrico interesante. Según los parámetros de la psiquiatría, Ka Kin Chang era un hombre «sano y normal». No había nada en él que se pudiera catalogar como complejo, aberración, paranoia o esquizofrenia. Por el contrario, era un hombre de negocios, culto, educado e inteligente, completamente «sano y normal». Pero robaba. Y además de robar, mentía y llevaba una vida doble, y estaba totalmente inconsciente del daño que hacía. Sin embargo, para la psicología, o por lo menos para el psicólogo que lo examinó, era un hombre «sano y normal». Con razón nos preguntamos: ¿Cómo puede la psiquiatría declarar sano y normal a un sujeto que lleva esa clase de vida?

Si ponemos a ese hombre bajo el escrutinio de las eternas e inmutables leyes divinas, éstas nos muestran que él era un pecador con un carácter corrupto y que por consiguiente no reunía las condiciones del eterno Dios para ser considerado sano y normal.

Los psicólogos podrán dar cualquier dictamen respecto a los delitos que cometen las personas, pero la eterna e infalible Palabra de Dios afirma que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Es decir, la Biblia considera que el pecado es el causante de la muerte, y si el pecado causa la muerte, entonces es una enfermedad, y más aún, es una enfermedad mortal. De modo que al pecador no se le puede calificar como «sano y normal».

Dios determina con justicia lo que es bueno y lo que es malo, lo que es aceptable y lo que es reprochable, y nos dice que todos necesitamos ser transformados. Esa transformación es imprescindible porque estamos enfermos. Sólo Cristo puede limpiar al injusto. Él ya pagó en la cruz el precio de nuestra limpieza. Él quiere vernos sanos.

Hermano Pablo

CUANDO PARECIERA QUE DIOS ESTA LEJOS

"En ese momento, todos los discipulos abandonaron a Jesús y huyeron" Marcos 14:50

Eran días muy difíciles, todo había cambiado, lo que pensé por un momento que sería mi vida, había cambiado, por un momento todos los planes que tenia para mi vida giraron 180 grados.

De pronto mi ánimo cambio completamente, la mayoría del tiempo lo pasaba en mi habitación, triste, desconsolado, queriendo entender ¿Qué es lo que había pasado?, ¿Qué había hecho mal?, ¿Dónde estaba Dios?

Y es que pareciera que en los momentos más duros de nuestra vida lo primero que decimos es: ¿Dónde está Dios?, como que si El tuviera la obligación de solucionar todas las malas decisiones que tomamos.

Me sentía muy triste, por primera vez en mi caminar cristiano me sentía solo, parecía que hasta Dios me había abandonado, pensé que ya no merecía seguir en este camino, ¿Pues como podía seguir si ni a Dios sentía?

Aquellos bellos e inolvidables encuentros personales con Dios brillaban por su ausencia, solo eran lindos recuerdos, porque mi realidad en ese momento era otra. No tenía ganas de leer la Biblia, mucho menos de orar, realmente lo que me había pasado y como mi vida había girado tan bruscamente me llevo a caer en un estado de desanimo profundo y de tristeza inigualable.

No sé en realidad que era lo que sentía en ese momento, pero era algo que no quería sentir, dentro de mi había lucha muy fuerte, preguntas en mi mente que me querían hacer dudar de lo que Dios podía hacer, preguntas como: ¿Dónde está Dios en este momento?, ¿Por qué El permite esto?, ¿Acaso no soy servidor suyo?, ¿Por qué Dios no hace nada?, ¿Por qué Dios no quita este sentimiento horrible de mi corazón?

Y es que cuestionar a Dios en los momentos más difíciles es lo más común y aunque mis labios no pronunciaban las palabras o preguntas que mi mente se hacían, estaban dentro de mí queriendo salir.

Por un momento sentí algo diferente, Dios me estaba visitando en mi habitación, mientras me sentía destrozado y sin fuerzas de seguir, Dios me hizo comprender que estaba así porque me había descuidado de mi comunión personal con El, pues El siempre había estado allí, pero yo ya no lo visitaba, ya no hablas con El, ya no tenía la misma comunicación.

Lo que me estaba pasando había hecho que perdiera esa sintonía con el Señor, había permitido que mis problemas se convirtieran en lo que gobernaba mi vida y me había olvidado de hablar con mi Mejor Amigo.

En el mismo momento que comprendí eso, comencé a llorar como un niño, lloraba porque Dios tenía razón, mi vida no era la misma, había permitido que los problemas me controlaran y me apartaran de la relación personal que tenia con mi Señor, en realidad Dios no estaba lejos de mí, pero yo si lo estaba de Él.

Mientras lloraba delante de su presencia, pude sentir su abrazo, pude sentir como El siempre estuvo allí, pude percibir que nunca me había dejado, pero que yo si me había apartado de Él, ese día le dije que no quería jamás despegarme de Él, que nunca más volvería a permitir que los problemas me alejaran de su comunión, que yo estaba seguro que El tenia cuidado de mi y que habría de cumplir sus propósitos perfectos en mi vida.

Y es que es así, Dios nunca está lejos, Dios nunca nos abandona ni se oculta, pero nosotros sí, dejados llevar por las circunstancias de la vida tendemos a abandonarlo, a dejar de hablar con Él y de mantener esa comunión continua que nos da fuerza siempre para seguir adelante.

Posiblemente tu estés pasando un momento de esos en los cuales sientes que Dios está muy lejos, pero realmente no lo está, examina tu vida, detecta que es lo que te está alejando de Él, ¿Qué es lo que está gobernando tu mente y tu corazón? Y si no es Dios, entonces ponte manos a la obra para comenzar a hacer de Jesús el centro de tu vida.

Dios está disponible para nosotros las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, somos nosotros quienes decidimos llegar a Él y mantener una sintonía perpetua o simplemente alejarnos dejados llevar por las situaciones difíciles de la vida.

Hoy te invito a rendirte delante de Él, a rendir todas tus debilidades y problemas delante de su trono y a confiar en que El tiene el control de tu vida y que nada pasara si no es Él quien tiene el control de todo, a partir de este día comienza a cultivar una vida continua de devocional diario en tu vida.

Dios nunca está lejos, EL está a tu lado sosteniéndote

miércoles, 10 de noviembre de 2010

OPALO

Hay una piedra preciosa que algunas veces llaman el ópalo de la simpatía.Si viéramos uno de estos ópalos en el aparador de un joyero, preguntaríamos por qué estaba allí. Es opaco, sin lustre, y sin hermosura. Pero si lo colocamos por un instante en la mano, brillará exhibiendo todos los colores del arco iris. Necesita el calor de la mano humana para poder lucir su hermosura.

En el mundo hay muchas vidas que son sombrías, sin hermosura y sin cariño que están esperando el toque de una mano amiga y la simpatía de un corazón humano; esperan que las comuniquemos con Aquel que puede transformarlas hasta que brillen cual joyas en su corona eterna.

Oseas 11:4
Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor.

Juan 15:13
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.


ABRAZO DE DIOS

Lectura: Romanos 12:3-11.
"Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" Romanos 12:10
Después de que su familia partiera porque ya era tarde, Carolina comenzó a pensar que su habitación en el hospital debía ser el lugar más solitario del mundo. La noche había caído, los temores por causa de su enfermedad regresaban y ella sentía una abrumadora desesperación mientras yacía allí, sola.
Cerrando los ojos, comenzó a hablarle a Dios: «Oh Señor, sé que no estoy realmente sola. Estás aquí conmigo. Por favor, dale calma a mi corazón y dame paz. Haz que sienta Tus brazos a mi alrededor, sosteniéndome».
Mientras oraba, Carolina sintió que sus temores comenzaban a amainar. Y, cuando abrió los ojos, miró hacia arriba para encontrarse con los cálidos y chispeantes ojos de su amiga Margarita, que había extendido sus brazos para rodearla con un gran abrazo. Carolina sintió como si Dios mismo estuviese sosteniéndola fuertemente.
A menudo, Dios usa a otros creyentes para mostrarnos Su amor. «Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, […] teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, […] úsese» (Romanos 12:5-6). Servimos a los demás «conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo» (1 Pedro 4:11).
Cuando mostramos amor y compasión de maneras sencillas y prácticas, somos parte del ministerio de Dios a Su pueblo.
Mostramos nuestro amor a Dios cuando amamos a Su familia.

EL CORAZÓN DEL CIRUJANO

El quirófano estaba iluminado. Los médicos se veían muy diligentes y profesionales. Todo se hallaba pulcro y limpio, tal como debe estar cuando se hacen operaciones al corazón. Y el doctor Juan José Prieto, de Santiago de Chile, le estaba realizando una intervención quirúrgica a un paciente.

De repente, mientras explicaba todo el proceso operatorio, el cirujano sintió un vahido, seguido de un agudo dolor en el pecho, y se desmayó. El doctor Prieto había sido víctima de un infarto. Por suerte para él, lo atendieron de inmediato.

El caso del doctor Prieto comprueba que los médicos se enferman tanto como sus pacientes, y que padecen y soportan los mismos males físicos, morales y espirituales que cualquier ser humano.

El refrán «Médico, cúrate a ti mismo» es muy antiguo. Lo mencionó el Señor Jesucristo un día cuando estaba en la sinagoga de Nazaret. A los que se burlaban de él, les dijo: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”» (Lucas 4:23).

Jesús había sido criado en Nazaret. Desde niño lo habían visto en esa ciudad, y la gente pensaba que él pretendía ser un maestro entre ellos. Se burlaban de Jesús porque eran incrédulos y obstinados. De ahí las palabras de sarcasmo: «¡Médico, cúrate a ti mismo!»

Pero a las palabras de este refrán se les puede dar otra aplicación, no en sentido de burla sino en la forma más literal posible. Como ejemplos tenemos al profesor que les aconseja a sus estudiantes a proceder de cierta manera, mientras que él hace lo opuesto; al policía que le aplica a algunos la ley al pie de la letra, mientras que a otros —los que tienen con qué «comprarlo»—, les concede toda la libertad que desean; y al padre que demanda de su hijo absoluta rectitud y moralidad, mientras que él mismo le es infiel a su esposa, que es la madre de ese hijo. En esos casos no hay duda de que cabe la sentencia: «¡Médico, cúrate a ti mismo!»

Las exigencias que les imponemos a otros ¿las cumplimos nosotros? Si sabemos lo que es bueno, sano y recto, debemos poder hacerlo. No es posible seguir ejemplos que no existen. Con Cristo en el corazón somos como el médico que obedece lo que él mismo aconseja. El Señor da la motivación y la fuerza. Entreguémosle nuestro corazón a Cristo, y Él nos dará una vida nueva.

Hermano Pablo