martes, 9 de noviembre de 2010

DESPRENDETE DE LAS COSAS QUE TE AGOBIAN

En la novela de Julio Verne La isla misteriosa, se habla sobre cinco hombres que se escapan de un campo de prisioneros de una Guerra Civil mediante el robo de un globo. Al elevarse en el aire se dan cuenta que el viento los lleva hacia el océano. Mientras observan cómo la tierra firme desaparece en el horizonte, se preguntan cuánto tiempo logrará permanecer el globo en el aire.

A medida que pasan las horas y el globo se aproxima a la superficie del océano, los hombres deciden que deben arrojar algo pesado de a bordo porque no tienen forma de calentar el aire del globo. A regañadientes, arrojan zapatos, abrigos y armas, y los preocupados viajeros sienten que su globo se eleva.

Sin embargo, al poco tiempo descubren que el globo se acerca una vez más de forma peligrosa a la superficie de las olas, así que lanzan al mar los alimentos. Para desdicha, esto también fue solo una solución temporal y la nave amenaza de nuevo bajar los hombres al mar. Uno de ellos tiene una idea: pueden atar las cuerdas que sostienen la barquilla y sentarse en ellas. Luego sueltan la barquilla que queda debajo de ellos. Al hacerlo, notan cómo el globo se eleva otra vez.

A los pocos minutos, divisan tierra. Los cinco saltan al agua y nadan hasta la isla. Estaban vivos debido a que fueron capaces de discernir la diferencia entre lo que era necesario de verdad y lo que no lo era. Las necesidades que antes pensaban que no podrían vivir sin ellas eran las mismas cargas que casi les cuestan la vida.

¿Por qué no hacer una evaluación sincera de las cosas que quizá te frenen hoy?

¿Son necesidades físicas o espirituales tuyas o de alguien que amas?

¿Cómo sería tu vida sin ellas?

Si las eliminas, ¿dispondrías de más tiempo para las cosas en tu vida que importan de verdad?

Pídele a Dios que te muestre cómo podrías mejorar tu vida si haces algunos cambios y si eliminas algunas cosas que te agobian.

No es suficiente estar ocupado…

La preguntas es ¿en qué estamos ocupados?

Henry David Thoreau

Hebreos12:1 Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia.

CUANDO LA PAREJA SE DIVORCIA

Fue un momento sumamente emotivo. Los médicos, las enfermeras y el personal de la clínica se hallaban conmovidos. Richard Livingstone, de veintisiete años, estaba donando uno de sus riñones a Jane, su joven esposa, de veintiuno. La operación fue un éxito, y a Jane la salvaron. Algún tiempo después, hubo otro momento conmovedor. Tras siete años de matrimonio, Richard y Jane se estaban divorciando. ¿La causa? Infidelidad de la esposa. El juez, los abogados y los miembros del tribunal estaban asombrados. Richard le estaba reclamando a Jane la devolución de todas las cosas que él tenía desde antes del matrimonio, incluso el riñón que le donó. «Es un caso difícil, que no tiene precedentes», dijo el juez.

Siempre es muy triste la disolución de un matrimonio. Siempre se parece a un naufragio, a un incendio, a un huracán, a un accidente. Un accidente en que se pierden vidas. Siempre es penoso ver cómo esposo y esposa, que una vez se juraron amor eterno, pelean ahora por los bienes materiales: la casa, el automóvil, los muebles, el dinero. Y ahora resulta el caso del hombre que le exige a su ex esposa la devolución de su riñón. Esto nunca se había visto. Bien dice el proverbio cervantino: «Cosas verás, Sancho, que no las creerás.»

¿Por qué tantos matrimonios terminan en divorcio? La historia siempre se parece. No hay comprensión entre ellos. Hay egoísmo; hay mal humor, ira y violencia. Lo raro es que hasta cierto punto todo matrimonio tiene esos elementos. ¿Por qué es entonces que algunos sobreviven y otros no? Por una parte, las expectativas que los recién casados tienen de su cónyuge son ilusorias. Siguiendo esa misma línea, los cónyuges que se acepten mutuamente tal cual son habrán aprendido uno de los secretos fundamentales del matrimonio feliz.

Si se añade a eso la realidad de la presencia de Dios en los dos corazones y en el matrimonio, se habrá encontrado la fórmula eficaz que hace del matrimonio un organismo fuerte, duradero, digno y feliz.

Nuestro matrimonio, nuestro hogar y nuestra familia son los tesoros más grandes que tenemos. No los destruyamos. Cambiando el egoísmo por humildad y la rebelión por comprensión, nuestro matrimonio será feliz. Y eso puede hacerlo solamente Jesucristo reinando en el corazón de los cónyuges, que es el centro mismo del hogar.

Hermano Pablo

lunes, 8 de noviembre de 2010

AMOR DE DIOS

¿COMO IBA A SABERLO?

Lectura: 1 Tesalonicenses 4:1-12.
"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención" Efesios 4:30
Era la temporada de los conciertos de la escuela secundaria y los estudiantes de música se estaban preparando para la gran fiesta navideña. La profesora había comunicado claramente cada detalle a los estudiantes y a los padres en dos ocasiones distintas, y la hora, fecha y lugar del ensayo obligatorio estaban claramente establecidos.
Pero el día del ensayo una madre nerviosa llamó durante la práctica para averiguar a qué hora se suponía que su hija adolescente debía presentarse. Otra llamó para decir, «Oh, estamos llevando a Tomás a lo de la abuela. No hay problema si se pierde el ensayo, ¿cierto?» Cuando la profesora les recordó a los padres que era una práctica obligatoria y que ya había comenzado, escuchó a alguien decir: «¿Por qué nadie me avisó? ¿Cómo iba a saberlo?»
Así como esta profesora se sentía molesta porque sus claras instrucciones fueron ignoradas, ¿será posible que Dios se sienta atribulado por nuestra tendencia a ignorar Sus claras instrucciones? En 1 Tesalonicenses, Pablo nos recuerda que el mensaje de inspiración divina nos dice «cómo [n]os conviene conducir[n]os y agradar a Dios» y que esas instrucciones fueron dadas «por el Señor Jesús» (4:1-2). Pablo explica que al Señor le entristece que ignoremos Sus enseñanzas y vivamos como nosotros queramos (Efesios 4:30-5:2).
Hagamos que leer las instrucciones de Dios y luego vivir conforme a ellas, sin excusas, sea nuestro objetivo.
No hay una buena excusa para ignorar a Dios.

sábado, 6 de noviembre de 2010

CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA

Takeo Juruna hacía su recorrido habitual por la enorme planta. Era el guarda nocturno de una fábrica electrónica de Tokio, Japón. Estaba rodeado de maravillas electrónicas como los robots, que siguen haciendo perfectamente su trabajo aunque ningún operario los maneje. Juruna se sentía orgulloso de trabajar allí.

De pronto un enorme brazo de hierro realizó un movimiento totalmente fuera de orden. Tomado por sorpresa, el hombre no pudo esquivar el golpe. Quedó muerto en medio de los robots. ¿Qué había pasado? Una interferencia electromagnética había afectado al robot y lo había llevado a realizar un movimiento totalmente desordenado.

«Fue una niebla electrónica —explicaron los técnicos—, una contaminación electromagnética que afectó al robot.»

He aquí una nueva contaminación, de las muchas que ya hay en la tierra. La «niebla electrónica» o «contaminación electromagnética» se produce por el funcionamiento de juegos de video, amplificadores caseros, teléfonos portátiles y muchos aparatos electrónicos más. Esta contaminación puede afectar los robots de las fábricas, y prácticamente «volverlos locos».

Está comprobado que el hombre contamina todo lo que toca: aire, ríos, lagos, mares, atmósfera y estratosfera. Contamina el comercio, la política, la religión y la moral. Contamina también el amor, el hogar y el matrimonio, así como a los niños y a la juventud. Contamina la mente, el corazón y el alma.

Con razón hay quienes dicen que esta vida es un martirio. Todos contaminamos lo que nos rodea y luego nos extraña que todo nos vaya mal. Le pedimos a Dios el milagro del socorro y luego nos extraña que Él no corresponda a nuestro clamor, cuando somos nosotros mismos los que producimos los males que nos acosan. Sembramos odio, rencor, ira y contienda, y cosechamos agonía, dolores, sufrimientos y muerte.

¿Podrá haber algo que quiebre esa secuencia fatídica de acontecimientos? Sí, pero sólo en el sentido individual, no colectivo. La persona que desea quitarse de encima las consecuencias que la están acabando debe tener un cambio de corazón. Eso lo produce sólo un profundo arrepentimiento. Si nos arrepentimos de corazón, Dios cambiará nuestra vida.

Hermano Pablo

viernes, 5 de noviembre de 2010

ES POSIBLE CONVERTIR TUS CICATRICES EN ESTRELLAS

En el palacio real de Teherán, en Irán, puede verse uno de los más hermoso trabajos en mosaico del mundo. Los techos y paredes resplandecen como diamantes en reflejos multifacéticos.

Originalmente, cuando fue diseñado, el arquitecto hizo colocar grandes paneles de espejos en las paredes. Cuando llegó el primer embarque desde París, encontraron horrorizados que los espejos estaban rotos.

El contratista los tiró a la basura y le llevó las tristes nuevas al arquitecto. De forma sorprendente, el arquitecto ordenó que se recogiesen todos los trozos rotos, los rompió en pequeños pedazos y los pegó en las paredes para convertirlas en un mosaico de plateados, brillantes, espejados trozos de vidrio.

¡Quebrarse para embellecerse! Es posible convertir sus cicatrices en estrellas. Es posible mejorar a causa del quebranto. Es extremadamente raro encontrar en los grandes museos del mundo objetos antiguos que no estén rotos. En realidad, algunas de las piezas más preciadas del mundo son sólo fragmentos que permanecen como un sagrado recuerdo de un glorioso pasado.

Nunca debemos subestimar el poder de Dios para reparar y restaurar.

Salmos 147: 3 Él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas.

UNA BUENA ACICALADA

Lectura: Salmo 139:1-10, 23-24.
"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón" Salmo 26:2-3
Nuestra perra, Dolly, es una terrier escocesa de siete años de edad. Le encanta escarbar en la tierra, lo cual significa que se ensucia mucho. La bañamos en casa una vez a la semana más o menos, pero de vez en cuando termina tan mugrienta y enredada que tenemos que llevarla a una peluquería canina para un tratamiento profesional.
Dolly detestaba ir allí porque la mujer que la atendía siempre estaba con prisa, y solía tener mal humor y ser muy dura. Hacer que atravesara la puerta era una lucha. Tan sólo ver el local hacía que quisiera huir.
El año pasado decidimos probar en otro salón y descubrimos que nuestra perra estaba menos renuente a ir, aunque la idea jamás la llenó de gozo. Eso se debe a que la persona que la atiende es amable con ella aún cuando deba bañarla a fondo, lo que le causa incomodidad.
Cuando el pecado y la maldad se acumulan en nuestro interior, necesitamos que se nos limpie. Al igual que el salmista David, debemos pedirle a Dios que examine y pruebe nuestras mentes y corazones, y nos señale los pensamientos, las actitudes y las acciones viles (Salmo 139:23-24). Puede que el Señor nos cause incomodidad, ya que la exposición es a menudo difícil, pero podemos acercarnos a Él sin temor.
Aunque algunas veces es doloroso, cuando el Señor nos examina, lo hace con amabilidad y gentileza.
El arrepentimiento es el dolor que lleva a la sanidad.