jueves, 4 de noviembre de 2010

SEMILLAS Y FE

Lectura: Gálatas 6:7-10.
"Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" Gálatas 6:7
Leí una fábula acerca de un hombre que estaba mirando en una tienda cuando hizo el pavoroso descubrimiento de que Dios estaba detrás del mostrador. Así que el hombre se acercó, y preguntó: «¿Qué vendes?» Dios respondió: «¿Qué desea tu corazón?» El hombre dijo: «Quiero felicidad, paz mental y libertad del temor […] para mí y para todo el mundo». Dios sonrió y dijo: «Aquí no vendo frutos. Sólo semillas».
En Gálatas 6, Pablo enfatizó la importancia de sembrar semillas de comportamiento que honren a Dios, porque «todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (v.7). No podemos esperar experimentar el fruto de las bendiciones de Dios si no reconocemos la importancia de hacer nuestra parte.
Seguir el ejemplo de otros que han sembrado buena semilla puede ayudarnos. Samuel Shoemaker dijo que un buen ejemplo puede inspirarnos o hacernos decir: «Ah, sí, él (o ella) es así. Los cambios de humor, los nervios, la impaciencia o la preocupación no le suponen un problema como en mi caso; simplemente tiene mejor temperamento». Shoemaker continuó: «Puede que no se nos ocurra que tal vez esta persona haya tenido que luchar por su serenidad y que también podríamos triunfar si hiciéramos lo mismo».
¿Estás cansado de tu manera de ser? Pídele ayuda a Dios y comienza hoy a sembrar las semillas de nuevas acciones y respuestas. A su debido tiempo, el Espíritu dará el crecimiento.
Las semillas que sembramos hoy determinan el tipo de fruto que cosecharemos mañana.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

«TODO EN LA FAMILIA»

El joven buen mozo e inteligente, y actor de cine, observó la fecha en el calendario: era el martes 28 de marzo, el tercer aniversario de su boda. Miró también la foto de su querido hijito y la de su esposa Ángela. Tenía además delante de él la foto de su padre, famoso actor de cine.

Después, sencillamente y con toda tranquilidad, se puso en la sien la pistola que tenía en las manos, y apretó el gatillo. El humo de la pistola y el hilo de sangre que brotó de su sien dibujaban una sola palabra: cocaína.

Hugh O’Connor, de treinta y tres años de edad, hijo adoptivo de Carroll O’Connor, el protagonista de la famosa serie All in the Family, traducida al español como «Todo en la familia», se había suicidado. No pudo soportar más su drogadicción.

Este suicidio, un suicidio más en la larga serie de personas que ponen fin a su vida, conmovió a la colonia cinematográfica de Hollywood. Hugh O’Connor, nacido en Italia e hijo adoptivo de Carroll O’Connor, el famoso actor de cine y televisión, era también actor, y estaba triunfando en su carrera. Pero había perdido toda esperanza de poder controlar su vicio, y eso para él ya no era vida.

La droga no respeta nombres, ni fama, ni talentos, ni destreza, ni edades ni bienes. Una vez que atrapa a su víctima, es tenaz como el pulpo, y sus tentáculos de acero no perdonan ni título ni herencia.

Un grupo de los Estados Unidos llamado «Familias anónimas» trata de ayudar a las familias que tienen a un miembro esclavizado por las drogas. Ante el suicidio de Hugh O’Connor dijeron: «Llamamos a la narcomanía una enfermedad familiar porque toda la familia queda terriblemente afectada con el vicio de uno solo de sus miembros.»

Al actor Carroll O’Connor, que tantas veces describió jocosamente problemas familiares de toda índole, le tocó vivir trágicamente uno de los más terribles: la narcomanía y el suicidio de su propio hijo.

¿Cómo podemos salvar a nuestra familia de esta implacable esclavitud? Habrá muchas sugerencias, pero hay una sola solución. Es una entrega total, de alma y corazón, a Jesucristo. Es que sólo Cristo puede salvar al drogadicto, detener la mano del suicida y reconstruir la familia deshecha.

Esto ocurre cuando la persona herida, esclava del vicio, acepta a Jesucristo como Salvador, como Señor, como Maestro y como Amigo. Abramos nuestro corazón e invitemos al divino Maestro a que sea el Señor de nuestra vida.

Hermano Pablo

martes, 2 de noviembre de 2010

JESUS ES EL UNICO CAMINO

PREFERIR EL ANONIMATO

Lectura: Mateo 6:1-4.
"Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto" Mateo 6:3-4
El impulso a portarme mal y el deseo de permanecer anónima siempre me vienen juntos. Como si fueran socios que ofrecen vender su producto, se esfuerzan al máximo para convencerme de que puedo darme el lujo de hacer algo malo, porque no tendré que pagar.
La naturaleza humana nos dice que usemos la cubierta del anonimato para evitar que se nos eche la culpa de las cosas malas que hacemos. Sin embargo, Dios nos dice otra cosa. Él quiere que usemos el anonimato para evitar recibir el crédito por el bien que hacemos (Mateo 6:4). ¿Por qué será que el impulso a permanecer anónimo rara vez acompaña a mi deseo de hacer bien?
La Biblia dice que no hemos de dejar que una mano sepa el bien que la otra está haciendo (vv.3-4). En otras palabras, dentro del cuerpo de Cristo, nuestros actos de caridad deben hacerse sin llamar la atención sobre nosotros mismos. Sin embargo, esto no significa que Dios quiera que las buenas acciones permanezcan ocultas; simplemente, significa que deben hacerse de una manera que le den gloria a Dios y no a nosotros (5:16).
Cuando nos ofrecemos como voluntarios para prestar nuestros servicios o realizamos donaciones a iglesias y organizaciones para hacer bien en el nombre de Jesús, obtenemos algo mucho mejor que la honra de nuestros contemporáneos. ¡Recibimos recompensas de parte de Dios, y Él recibe la gloria de los demás! (1 Pedro 2:12).
Cuando servimos en el nombre de Jesús, Él recibe la gloria.

lunes, 1 de noviembre de 2010

DIOS TE AMA CON AMOR ETERNO

QUEDATE

Lectura: 2 Timoteo 4:9-18.
"En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia" Proverbios 17:17
El autor de novelas del oeste, Stephen Bly, dice que en aquellos días había dos tipos de amigos: los que huían corriendo y los que se quedaban. A la primera señal de problemas, los primeros partían como un rayo, abandonando a su amigo en medio del peligro. Pero los que se quedaban, permanecían con su compañero, sin importar las circunstancias. Desafortunadamente, no se podía saber qué clase de amigo se tenía hasta que llegaba el problema. Y entonces, ya era muy tarde, a menos que dicho amigo fuera de los que se quedaban.
Sin embargo, más que estar preocupados con el tipo de amigos que tenemos, debiéramos considerar qué tipo de amigos somos. En sus últimos días, mientras Pablo aguardaba su muerte, algunos de los que habían ministrado con él, huyeron y lo abandonaron para que enfrentara su ejecución solo. En su última carta, él menciona a algunos (como Demas) que habían huido, y luego simplemente declaró: «Sólo Lucas está conmigo» (2 Timoteo 4:11). Lucas era de los que se quedaban. Si bien se sentía decepcionado por aquellos que lo habían abandonado, Pablo sintió un profundo consuelo al saber que no estaba solo.
Los Proverbios nos dicen que «en todo tiempo ama el amigo» (17:17). Durante tiempos de adversidad, necesitamos amigos en quien confiar. Cuando las personas que conocemos enfrentan problemas, ¿qué clase de amigos seremos: los que huyen o los que se quedan?__
Un verdadero amigo se queda con nosotros en los tiempos de prueba.