jueves, 9 de septiembre de 2010

CONSOLADO PARA CONSOLAR

Lectura: 2 Corintios 1:3-11.
"[Dios] nos consuela… para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación" 2 Corintios 1:4
Mientras le hablaba a un grupo de atletas cristianos, les pregunté cómo respondían normalmente a las situaciones difíciles. Sus respuestas incluían el temor, la ira, la autocompasión, la agresión, la desesperación, el comportamiento abusivo, la apatía y volverse a Dios. Les alenté a confiar en que Dios les consolaría y luego les usaría para consolar a otros.
Así como alenté a esos atletas, Pablo animó a un grupo de creyentes en una ciudad llamada Corinto. Él les recordó que, para el seguidor de Jesús, las aflicciones eran inevitables. Muchos estaban siendo perseguidos, encarcelados y oprimidos —todo debido a su relación con Jesús. Pablo quería que los corintios supieran que, en medio de su tribulación, Dios era su fuente de ayuda. Él se pondría de su lado y les ayudaría a dar respuestas piadosas. Luego Pablo dio una de las razones por las que Dios permitía el sufrimiento y traía consuelo divino —para que los corintios tuvieran empatía y pudieran identificarse con el sufrimiento de los demás y consolarlos (2 Corintios 1:4).
Cuando suframos, recordemos que Dios nos traerá consuelo por medio de Su Palabra, el Espíritu Santo y nuestros compañeros de la fe. Dios no nos consuela para que estemos cómodos; nos consuela para que podamos ser consoladores de otros.
Cuando Dios permite las pruebas, también provee el consuelo.

martes, 7 de septiembre de 2010

EL REFLEJO DE TUS ACTOS

ORACIONES SIN CONTESTAR

Lectura: Lucas 7:1-10.
"[Jesús dijo], -Ni aun en Israel he hallado tanta fe-" Lucas 7:9
Una explicación que a menudo escuchamos para las oraciones «no contestadas» es que no tenemos suficiente fe. Pero Jesús dijo en Lucas 17:6 que, si tenemos fe del tamaño de una semilla de mostaza, podemos ordenarle a un sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar; y nos obedecerá.
Lucas cuenta de un centurión romano con «gran fe» (7:9). Su fe se expresó primero como un llamado a Jesús para que sanara a su siervo moribundo; luego, como un reconocimiento de que Jesús podía sanar a su siervo en cualquier momento y en cualquier lugar. El centurión no Le pidió a Jesús que hiciera las cosas a su manera.
La fe ha sido descrita como «la confianza en el corazón de Dios y en Su poder». Algunas oraciones que parecen no recibir respuesta simplemente son ejemplos en los que Dios amorosamente ha invalidado nuestros deseos. Él sabe que lo que hemos pedido no es lo mejor. O puede que sea que nuestro tiempo no es el Suyo, o que Él tiene un propósito muchísimo mayor en mente. Recordemos que incluso Jesús oró a Su Padre celestial: «pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).
¿Tenemos la gran fe del centurión —una fe que confía en que Dios hará Su obra a Su manera?
Las respuestas de Dios son más sabias que nuestras oraciones.

EL COLMO DEL CONSENTIDOR

Ocurrió en Siberia un día sábado, 2 de abril. El capitán Yaroslav Kudrinsky, piloto de una línea aérea comercial rusa, volaba sobre esas tierras frías y desoladas que antes formaban parte de la Unión Soviética. Su hijo Vitia, de doce años de edad, era uno de los setenta y cinco pasajeros que estaban a bordo. El avión volaba a diez mil metros de altura.

Desde pequeño, Vitia había sido el consentido de la familia y, sobre todo, el favorito de su padre. Siempre que pudo, Yaroslav dotó a su hijo de todo lo que podría traerle placer. El niño se crió como todo niño mimado: creyendo que era superior a todos los demás y que podía hacer cuanto quisiera.

A medio vuelo su padre le permitió entrar en la cabina de mando y poner manos sobre los controles. El muchacho, ya casi adolescente y pensando que lo sabía todo, movió bruscamente uno de los controles y la aeronave entró en picada. Por más que hiciera, el capitán Kudrinsky no pudo recobrar el control, y el avión se estrelló contra el suelo, matando a todos los que iban a bordo.

Es bueno amar a los hijos y darles toda la atención, el cariño y el cuidado que merecen. Y es bueno enseñarles el oficio del padre, si es que les gusta, y darles toda la enseñanza moral y espiritual que se pueda. Pero darle a un muchacho consentido, de doce años de edad, el manejo de un jet que lleva setenta y cinco pasajeros a bordo no sólo es una infracción de las leyes de la aviación sino también una estupidez alarmante.

La primera impresión que el hijo recién nacido debe recibir es que es amado sobre todas las cosas. A medida que el hijo va creciendo, la segunda impresión que debe recibir es que a los padres se les obedece. El hijo a quien no

Ocurrió en Siberia un día sábado, 2 de abril. El capitán Yaroslav Kudrinsky, piloto de una línea aérea comercial rusa, volaba sobre esas tierras frías y desoladas que antes formaban parte de la Unión Soviética. Su hijo Vitia, de doce años de edad, era uno de los setenta y cinco pasajeros que estaban a bordo. El avión volaba a diez mil metros de altura.

Desde pequeño, Vitia había sido el consentido de la familia y, sobre todo, el favorito de su padre. Siempre que pudo, Yaroslav dotó a su hijo de todo lo que podría traerle placer. El niño se crió como todo niño mimado: creyendo que era superior a todos los demás y que podía hacer cuanto quisiera.

A medio vuelo su padre le permitió entrar en la cabina de mando y poner manos sobre los controles. El muchacho, ya casi adolescente y pensando que lo sabía todo, movió bruscamente uno de los controles y la aeronave entró en picada. Por más que hiciera, el capitán Kudrinsky no pudo recobrar el control, y el avión se estrelló contra el suelo, matando a todos los que iban a bordo.

Es bueno amar a los hijos y darles toda la atención, el cariño y el cuidado que merecen. Y es bueno enseñarles el oficio del padre, si es que les gusta, y darles toda la enseñanza moral y espiritual que se pueda. Pero darle a un muchacho consentido, de doce años de edad, el manejo de un jet que lleva setenta y cinco pasajeros a bordo no sólo es una infracción de las leyes de la aviación sino también una estupidez alarmante.

La primera impresión que el hijo recién nacido debe recibir es que es amado sobre todas las cosas. A medida que el hijo va creciendo, la segunda impresión que debe recibir es que a los padres se les obedece. El hijo a quien no se le enseña obediencia y respeto crece sin dirección. El libro de Proverbios dice: «La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre» (Proverbios 29:15).

Lo más importante es que cada uno de los que somos padres y madres de familia nos mantengamos en el camino de Dios. Sólo así podremos inculcar en nuestros hijos los principios morales eternos que serán la brújula que los dirigirá en el camino áspero de esta vida. Porque nuestro peregrinaje con Cristo, que traza el camino por el que andamos con Él, es el mapa que les dará la sana dirección que necesitan.

Determinemos que la educación de nuestros hijos ha de comenzar con la formación espiritual. Si los criamos así, saldrán al mundo con el entendimiento despejado y el corazón limpio, y no podrán menos que vencer.

se le enseña obediencia y respeto crece sin dirección. El libro de Proverbios dice: «La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre» (Proverbios 29:15).

Lo más importante es que cada uno de los que somos padres y madres de familia nos mantengamos en el camino de Dios. Sólo así podremos inculcar en nuestros hijos los principios morales eternos que serán la brújula que los dirigirá en el camino áspero de esta vida. Porque nuestro peregrinaje con Cristo, que traza el camino por el que andamos con Él, es el mapa que les dará la sana dirección que necesitan.

Determinemos que la educación de nuestros hijos ha de comenzar con la formación espiritual. Si los criamos así, saldrán al mundo con el entendimiento despejado y el corazón limpio, y no podrán menos que vencer.

Hermano Pablo

domingo, 5 de septiembre de 2010

DIOS ESTA PRESTO

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PACIENCIA

Lectura: Génesis 40:1-14,23.
"[Dios] dijo: No te desampararé, ni te dejaré" Hebreos 13:5
¿Has notado cómo la mala memoria de las personas puede poner a prueba nuestra paciencia? Como profesor, mi paciencia es puesta a prueba cada vez que un alumno se olvida de hacer algún deber que ha sido detalladamente explicado.
En la historia de José en la Biblia, vemos un ejemplo muchísimo peor de lo que es una mala memoria; y sólo podemos imaginar la manera en que, por ello, José luchó por mantener la paciencia.
Mientras estuvo en la cárcel, José interpretó un sueño del copero del rey, que llevó a la liberación de aquel hombre. José le dijo: «Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa» (Génesis 40:14). Sería lógico que, después de que José había ayudado al copero a obtener su libertad, éste se acordaría de él y le pondría en el primer lugar de las «cosas por hacer». Pero pasaron dos años antes de que el copero le hablara al faraón acerca de José (41:9). Finalmente, José fue liberado.
Imagina la impaciencia de José mientras esperaba cada día en esa mazmorra (40:15), tal vez pensando que nunca más sería liberado. Pero José tenía un recurso: La presencia de Dios (39:21), al igual que nosotros (Hebreos 13:5). Cuando te sientas impaciente, apóyate en el Dios que siempre está contigo. Él convertirá tu impaciencia en paciente confianza.
Paciencia significa esperar el tiempo de Dios sin dudar de Su amor.

EL HERMANO MELLIZO

Muchas habían sido las amigas y muchas las copas, demasiadas para una sola cabeza, sobre todo una cabeza que tenía que manejar un auto por calles atestadas de tránsito y de gente. Con todo, y a pesar de la hora, la una de la mañana, José Vegas, vecino de Lisboa, Portugal, tomó el timón de su auto y salió a la calle.

De repente divisó un bulto, como gris, cruzando la calle frente a su automóvil. Pero José no tuvo tiempo ni de frenar ni de virar. Un golpe sordo le hizo saber que había atropellado a una persona. Asustado, y todavía bajo la influencia del alcohol, salió huyendo y no se detuvo hasta llegar a su casa.

Al día siguiente su cuñada lo llamó por teléfono. «Tu hermano murió anoche atropellado por un auto —le dijo—. El conductor huyó.» Entonces José supo que él había sido el culpable, dando muerte a su propio hermano mellizo, Jorge Vegas.

Las noticias frecuentemente nos informan acerca de accidentes de automóvil provocados por conductores borrachos. A pesar de todas las advertencias que se hacen por todos los medios de publicidad, y a pesar de las severas penas que se están aplicando a conductores borrachos, el problema, en vez de disminuir, va en aumento.

Los fines de semana y los días de fiesta son los tiempos más críticos. La gente sale a divertirse y no encuentra otra diversión que entrar en una cantina y beber alcohol hasta intoxicarse. Luego, con los humos del alcohol en el cerebro, se creen invencibles, y desatienden advertencias y razones y consejos. ¿Y cuál es el resultado? Horribles consecuencias, a veces mortales.

El alcohol dentro del cuerpo es un enemigo. Fuera del cuerpo será para fricciones y curación de heridas, pero dentro del cuerpo es un agresor que sube rápido del estómago al cerebro. Allí entorpece todas las mejores facultades del hombre. Nubla la inteligencia, adormece la conciencia y mata el alma.

¿Quién puede librar de este vicio a una persona? Nadie desea ser esclavo del alcohol. Hay Uno que puede librar al adicto de esas cadenas. Es Jesucristo. Con su poder y gracia, Cristo puede librar de su terrible condición al alcohólico.

¿Qué tiene que hacer el adicto? Entregarse de corazón a Cristo, y pedir su ayuda y salvación. Si clama a Cristo, Él acudirá en su auxilio y lo librará del vicio despiadado del alcohol. Cristo salva al que con fe lo busca.

Hermano Pablo