lunes, 23 de agosto de 2010

UN EQUIPO ESPECIAL

Hace algunos años, en los para-olímpicos de Seattle, nueve concursantes, todos con alguna discapacidad física o mental, se reunieron en la línea de salida para correr los 100 metros planos. !Qué esfuerzo! Pero ahí estaban frente a la línea de competencia.

Al sonido del disparo todos salieron, no exactamente como bólidos, pero con gran entusiasmo de participar en la carrera, llegar a la meta y ganar.

¿No nos pasa acaso en la medida que enfrentamos un negocio, un conflicto que resolver, un problema a solucionar que nos paramos frente a la línea?

Todos corrieron, menos uno, que tropezó en el asfalto, dio dos maromas y empezó a llorar. Los otros ocho oyeron al niño llorar, disminuyeron la velocidad y voltearon hacia atrás. Todos dieron la vuelta y regresaron…

¡Todos!

Eso sí no nos pasa… Corremos sin importar si caen a diestra y siniestra.

Una niña con síndrome de Down se agachó, le dio un beso en la herida y le dijo “Eso te lo va a curar”. Entonces, los nueve se agarraron de las manos y juntos caminaron hasta la meta.

Todos en el estadio se pusieron de pie, las porras y aplausos duraron varios minutos. La gente que estuvo presente aún cuenta la historia.

¿Por qué?, ¿acaso hemos olvidado que fuimos creados para tener significado y para ayudarnos unos a otros?.

Y algo aún más increíble es que dentro de nosotros sabemos una cosa: que lo importante en esta vida va más allá de ganar nosotros mismos.

Lo importante en esta vida es ayudar a ganar a otros, aún cuando esto signifique tener que disminuir la velocidad o cambiar el rumbo.

¿Qué esperas para darle una mano a tu pariente que ha sido tomado como el menos?

¿Qué esperas para hacer una llamada a casa y decirles a los tuyos que cuenten contigo?

Qué bueno que a tu compañero de trabajo le ofrezcas de tu tiempo para ayudarle en esa tarea que lo mantiene estresado.

Qué bueno que sin ir muy lejos mires en tu casa, en tu esposa y en tus hijos la oportunidad para darles un beso y decirles: Esto te puede curar y luego como los niños de Seatle, agarrarse de las manos y buscar la meta.

Solo no lo lograrás.

Enviado por Bernardo Porras
Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. Jesús
(Mateo 7:12).

AL IGUAL QUE DAVID

Lectura: Salmo 51:1-12.
"Reconozco mis rebeliones" Salmo 51:3
A la anciana no le gustaba cómo oraba su pastor cada domingo por la mañana, así que se lo dijo. Le molestaba que, antes de predicar, Le confesara a Dios que había pecado la semana anterior. «Pastor —le dijo—, no me gusta pensar que mi pastor peca».
Nos gustaría creer que nuestros líderes espirituales no pecan, pero la realidad nos dice que ningún cristiano está exento de las cargas de la naturaleza pecaminosa. Pablo les dijo a los creyentes en Colosas: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros» (Colosenses 3:5). El problema es que algunas veces no lo hacemos. Cedemos a la tentación y quedamos hechos un lío. Pero no quedamos desamparados. Tenemos un patrón a seguir para la restauración.
Ese patrón proviene del corazón y la pluma del rey David, cuyo pecado demostró las tristes consecuencias de sucumbir ante la tentación. Lee cuidadosamente el Salmo 51, cuando David reconoció su pecado. Primero, se lanzó a los pies de Dios, suplicando misericordia, reconociendo su pecado y confiando en el juicio de Dios (vv.1-6). Luego, buscó purificación de parte de Aquel que perdona y hace «borrón y cuenta nueva» (vv.7-9). Finalmente, David pidió restauración con la ayuda del Espíritu Santo (vv.10-12).
¿Está el pecado robándote el gozo e impidiendo tu comunión con el Señor? Al igual que David, entrégaselo a Él.
El arrepentimiento despeja el camino para que andemos con Dios.

domingo, 22 de agosto de 2010

LA FASCINACIÓN CON EL DINERO

—¡Feliz cumpleaños, querida! —dijo el esposo.

—Muchas gracias, amor —respondió la esposa.

El regalo era un auto Ferrari Testarrosa, que vale una fortuna. Y eso no era todo. Dentro de la guantera había un diamante de un valor fabuloso. La fiesta se hacía en un hotel de increíble lujo, en la ciudad de Melbourne, Australia, con ciento diez invitados, todos amigos de la pareja.

El Ferrari Testarrosa se sumó a otros dos Ferrari, cinco Mercedes Benz, tres Rolls-Royce, un Jaguar, un Aston Martin y un Porsche. Danilo Ortiz, de cuarenta y cinco años de edad, y su esposa Sara, de cuarenta y tres, parecían nadar en dinero.

Sin embargo, había un problema. Ese dinero provenía de transferencias ilegales que Danilo había hecho durante diez años en una compañía de metales preciosos donde era empleado. El total del desfalco era siete millones, novecientos mil dólares.

Esa pareja se enriqueció demasiado rápido. Hacían grandes obras de caridad. Poseían muchas casas lujosas. Viajaban por todo el mundo. Sara compró, en un solo año, cuatrocientos mil dólares en joyas y adornos. Pero todo era falso.

Habían hallado la manera de derivar dinero de la empresa a sus propias cuentas, y de ahí el enriquecimiento súbito que tenía asombrados a todos. «Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males» (1 Timoteo 6:10).

La sociedad presente vive fascinada con el dinero. Como que hay una atracción seductora hacia las cosas materiales. Por dinero las mujeres venden su honra. Por dinero los hombres hacen caso omiso de su conciencia. Por dinero se fraguan grandes delitos, e incluso, por dinero gobernantes, servidores públicos y aun clérigos entierran sus convicciones. La utilidad momentánea vale más que el honor, y la conveniencia más que la integridad.

Hubo días en que estrecharse la mano sellaba el negocio más complejo. Hoy hay que firmar contratos complicados hasta para comprar un perro.

«Más vale lo poco de un justo que lo mucho de innumerables malvados», dice la Biblia (Salmo 37:16).

¿Dónde está el antídoto contra ese veneno de las almas? En Jesucristo. Él perdona el pecado de ambición, pone en nuestro corazón los verdaderos valores de la vida, despierta nuestro anhelo por las cosas del espíritu, nos sana de fiebres enfermizas y nos da el verdadero sentido de la vida. Cristo es el antídoto contra ese veneno.

Hermano Pablo

EL AGUILA Y LA ZORRA

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad.
Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños; ¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela?
Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo.
Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad.
Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido.
Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.
Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.
Fábula de Esopo
Muchos viven por la vida olvidando los principios que la rigen. Es real que uno recibe lo que en un tiempo siembra, es la ley de siembra y cosecha.
Siembra hoy semillas de paz y esperanzas y los árboles de la tranquilidad te esperarán en el camino para darte la sombra anhelada.
Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán. Oseas 8:7.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Galatas 6:7.

sábado, 21 de agosto de 2010

SE QUE PUEDO

Lectura: Efesios 3:14-2
"[Dios] es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros" Efesios 3:20
¿Recuerdas la historia de La pequeña locomotora que podía hacerlo? Eso determinaba que el trencito trepara por la empinada colina cantando con optimismo: «Creo que puedo. Creo que puedo». Y luego, mientras adquiría mayor determinación, declaraba: «Sé que puedo. Sé que puedo».
Todos estarían de acuerdo con que los seguidores de Cristo deben pensar y vivir de una manera positiva. Pero, ¿alguna vez te encuentras dependiendo demasiado de tus propias capacidades en vez de depender del poder del Espíritu Santo que mora en ti?
En Juan 15, Jesús explicó nuestra necesidad de depender totalmente de Él cuando dijo: «El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (v.5). Pablo nos recordó que «todo lo p[odemos] en Cristo que [nos] fortalece» (Filipenses 4:13), que «la excelencia del poder [es] de Dios, y no de nosotros» (2 Corintios 4:7) y que somos «fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu» (Efesios 3:16).
Por el poder de Dios podemos hacer lo que sea que Él nos pida —por medio de Él. Podemos basar nuestra confianza no en nuestras propias capacidades, sino en las promesas absolutas de Dios.
Así que hoy, con muchísimo mayor poder del que la pequeña locomotora jamás pudiera lograr tener, podemos decir: «Sé que puedo. Sé que puedo —por el poder de Jesús».
Los requisitos de Dios se cumplen cuando Él nos da la capacidad.

¿EFECTUAR UN CANVIO?

Un catedrático comentó una vez esta historia de una paciente en consejería, que odiaba su trabajo y pensó que estaba arruinando su vida. Pero durante toda la terapia, parecía renuente a mejorar su situación.
Cuando él le sugirió que buscara un nuevo empleo, ella argumentó que no había ninguno decente en aquel pequeño pueblo.
Él indago acerca de la posibilidad de encontrar empleo en el pueblo adyacente, a quince millas. Ella manifestó que necesitaría un automóvil para llegar allí, y que no tenía ninguno.
Cuando el terapeuta ofreció un plan para adquirir un carro no costoso, ella argumentó que eso nunca funcionaría, ya que de todas formas, no había sitio para el estacionamiento en el pueblo vecino.
Se ha dicho que en la vida son seguras tres cosas: la muerte, los impuestos y el cambio.
Si observas a tu alrededor, notarás que la mayoría de las personas pueden lidiar mejor con las dos primeras, que con la última. No obstante, sin los cambios, nunca sabremos qué maravillosos pueden ser los planes que Dios tiene para nosotros.
El temor a un cambio se origina en el miedo a perder, incluso si perdemos algo que nunca ocupará un lugar especial. Si estás batallando con algún tipo de transformación en tu vida actual, toma un momento para depositar tus temores en manos del Señor. Confiando en Su orientación, ¡el cambio puede conducir a la bendición!
Nuestras verdaderas bendiciones con frecuencia llegan a nosotros, con vestimentas de dolor, extravíos y desilusión; mas seamos pacientes, y pronto las veremos tal como son.
Joseph Addison.

2 Timoteo 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

jueves, 19 de agosto de 2010

CUIDADO CON RUPERTO

Lectura: 2 Corintios 11:3-4, 12-15.
"El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz" 2 Corintios 11:
El 6 de junio de 1944, el Día-D de la invasión de Europa, una armada de buques aliados atacó las playas de Normandía, Francia. De manera simultánea, miles de aviones lanzaron paracaidistas a la acción. Junto con los paracaidistas, los aliados también lanzaron cientos de muñecos de goma detrás de las líneas enemigas. Estos muñecos, llamados «Rupertos» servían para simular un ataque y confundir así al enemigo. Cuando los Rupertos aterrizaron, algunos puestos de avanzada alemanes fueron engañados y atacaron a los «paramuñecos», causando una grieta vital en los muros de la Fortaleza Europa.
Aceptamos ese tipo de engaño como parte de una operación militar legítima diseñada para frustrar fuerzas opresoras. Lo que no debemos aceptar es el engaño que Satanás nos pone en el camino. Pablo explicó que el diablo «se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14) y sus siervos parecen ser personas que están promoviendo la justicia (v.15).
¡Debemos estar alertas! A nuestro enemigo espiritual le encantaría tener a seguidores de Cristo distraídos por falsas enseñanzas y doctrinas incorrectas. Pero, al fijar nuestros ojos en Jesús y en las claras enseñanzas de la Escritura, nuestro Señor puede mantenernos con nuestro objetivo en la dirección correcta.
No te dejes engañar con los Rupertos de Satanás.
La verdad de Dios pone al descubierto las mentiras de Satanás.