miércoles, 21 de julio de 2010
ABRAZANDO LAS DIFICULTADES
En la vida podemos ser golpeados con piedras tan grandes que nos dejen magulladuras y cicatrices tan grandes que con dificultad nos podremos levantar. Con cada golpe uno se cae, pero Dios siempre nos recoge.
Él nos quita esas piedras de encima y nos ayuda caminando junto a nosotros tomándonos de la mano.
La vida estará llena de pruebas y dificultades. Las llamo tormentas –tormentas que pueden consumir tanto de nuestra vida, tormentas que nos dejan aferrándonos con toda nuestra fuerza, esforzándonos por no soltar, luchando por sobrevivir.
Algunos de nosotros somos probados más duramente que los demás pero los fuertes que sobreviven estas tormentas son los que resultan victoriosos. Hay un sentimiento maravilloso que viene con la victoria de la fortaleza, perseverancia, determinación y en especial de toda fidelidad a Dios.
Con cada caida… con cada golpe… se aprende una lección.
Con cada lección viene el crecimiento. Con el crecimiento viene la madurez. Aprendemos a no lamentar la dificultad, sino a estar agradecido por ella. Debido a ella nos volvemos mejores.
No debemos voltearnos a mirar a nuestros errores pasados. Tenemos que tomar esos errores como parte de nuestra travesía hacia un mejor futuro. Necesitamos abrazar esas experiencias y permitirles moldearnos en lo mejor que podemos ser. Nadie sabe lo que la vida traerá.
Cada día vendrá con sus propios desafíos, pero necesitamos ser fuertes creyendo que Dios nos sacará adelante. Recordando su promesa de nuestra eternal paz y felicidad.
Yanira Crespo, copyright 2006
Los deportistas aman las dificultades porque ellas los hacen crecer. Los soldados saben sortear las hondonas. Los creyentes salimos en victoria de cada dificultad poque en él somos más que vencedores.
El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 1 Samuel 17:46.
Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice El Señor, para librarte. Jeremías 1:19.
UN PEQUEÑO PASO;UN GRAN SALTO
"Y renovaos en el espíritu de vuestra mente" Efesios 4:23
En julio de 1969 estaba en Fort Benning, Georgia, entrenando para oficial del ejército de los Estados Unidos. La escuela de oficiales de infantería era intensa y exigente, con sólo escaso tiempo libre. Sorprendentemente, el 20 de julio por la tarde, se nos ordenó ir a la sala de estar de nuestro batallón para sentarnos frente a un aparato de televisión parpadeante donde simplemente nos dijeron: «Esto es historia».
Asombrados, observamos al astronauta del Apolo XI, Neil Armstrong, convertirse en el primer ser humano en pisar la luna, y decir: «Este es un pequeño paso para el hombre; un gran salto para la humanidad». Se suspendió el acostumbrado toque de queda y permanecimos sentados hablando hasta tarde, no sólo de lo que habíamos presenciado, sino de la vida, de Dios y de la eternidad. La exigente rutina había sido interrumpida y nuestra atención se había trasladado hacia lo realmente importante.
Todos necesitamos trasladar nuestro enfoque a diario. Mantener un tiempo a solas con Dios suele permitirnos dejar las exigentes labores, romper la rutina y concentrarnos en Él por medio de la Biblia y la oración. Nuestros pensamientos y acciones cambiarán al seguir las instrucciones de Pablo, que dice: «Renovaos en el espíritu de vuestra mente» (Efesios 4:23).
Lo que parece un pequeño paso puede ser un gran salto en nuestro andar diario con Cristo.
Cada pequeño paso de fe es un gran paso de crecimiento.
martes, 20 de julio de 2010
NO PUEDO VER NADA
Las palabras se oían con claridad, serenas y dramáticas: «No puedo ver nada.» Los hombres las escucharon vez tras vez, callados, serios, cargados de pesadumbre. La cinta seguía corriendo y corriendo. Pero ninguna palabra más podía oírse. Sólo aquellas que encerraban toda una tragedia: «No puedo ver nada.»
Eran las últimas palabras que había grabado el piloto del Boeing 747 de Iberia, que había chocado con el avión de Avianca en el aeropuerto Barajas de Madrid. La densa niebla, y el deficiente sistema de luces de la pista, habían provocado la tremenda desgracia en la que murieron 196 personas.
«No puedo ver nada.» En su sencillez y brevedad, estas palabras siempre denotan un problema en ciernes o una desgracia que se precipita. No poder ver nada, cuando uno más necesita de una clara y buena visión, es preludio de muerte.
Supongamos que uno corre por un camino de montaña, con precipicios a los lados. De pronto lo envuelve una densa niebla. Si no puede ver nada, el peligro de muerte está en cada vuelta del camino.
Supongamos que uno está dentro de su casa y ocurre un temblor. Las luces se apagan, las paredes se quiebran, las vigas del techo comienzan a caer. Uno busca desesperado el cuarto de los niños. Los oye llorar, pero no puede ver nada, y tropieza con sillas, muebles y escombros. No poder ver nada en esos momentos es horrible.
Supongamos que uno está metido dentro de un grave problema moral. Alguien le ha traído un chisme infame sobre su esposa o sobre su esposo. La duda ha cundido en el corazón. Su alma se debate en la incertidumbre. ¿Será cierto? ¿No será cierto? Uno se toma la cabeza y dice: «No puedo ver nada.»
O supongamos que uno ya está en su lecho de muerte. Ve acercarse el fin, y se da cuenta de que nunca arregló su vida con Dios y no sabe a dónde va. «No puedo ver nada», dice amargamente. Se da cuenta de que en la vida adquirió conocimientos y educación, hizo una carrera, tuvo una familia, y acumuló dinero y prestigio. Pero frente al más allá, «no puede ver nada».
Jesucristo es la luz del mundo. Él dijo: «El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12).
Hermano Pablo
lunes, 19 de julio de 2010
FIESTA DE PRIMICIAS
ARTURO TOSCANINI Y LA E PLANA
Esto significa que la mayoría del tiempo que dedicamos a preocuparnos, aun el tipo constructivo que nos empuja a generar soluciones a lo que nos preocupa, se desperdic
Por lo tanto, no solo nos hemos infligido una innecesaria angustia mental, sino que hemos tomado valiosos minutos y horas que pudieron haber sido invertidos de otra manera.
Para evitarlo, frecuentemente es necesario someter las Fuentes potenciales de preocupación a la fría y objetiva luz analítica de la razón.
Una vez, justo antes de un concierto importante ante un lleno total, un miembro de la orquesta de Arturo Toscanini se acercó al gran director italiano con una expresión de puro terror en su rostr
“Maestro”, se preocupó el músico, “mi instrumento no funciona bien. No puedo alcanzar la nota E-plana. ¿Qué puedo hacer? Comenzamos en breves instantes”.
Toscanini miró al hombre con completo asombro. Entonces sonrió bondadosamente y colocó un brazo alrededor de sus hombros. “Amigo mío”, contestó el maestro, “No se preocupe. La nota E-plana no aparece en ningún lugar en la música que estará tocando esta noche”.
La próxima vez que nos hallemos en medio de la preocupación sobre algún asunto, sería sabio detenernos y preguntarnos a nosotros mismos sobre la probabilidad de que el problema llegue a materializarse.
Bien pudiésemos dirigirnos a hacer algo más constructivo.
Brad Stevens
Preocupación solo nos desgasta. Vivamos el día de hoy con la seguridad de que Dios está en control de todo. Nuestra vida es preciosa ante sus ojos.
Por tanto, cuando tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides. Deuteronomio 25:19.
Porque así dijo el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis. Isaiás 30:15.
domingo, 18 de julio de 2010
EL ME VE
"Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos" Mateo 10:31
Un domingo en la mañana en la iglesia cantamos, His Eye is on the Sparrow (Sus ojos están sobre el pajarillo) a manera de himno para la congregación. Era una rara oportunidad de expresar colectivamente una canción que, por lo general, era interpretada por un solista.
Durante el primer coro, noté a un amigo que sollozaba tan fuerte que no podía cantar. Como yo sabía algo de lo que él había estado soportando recientemente, reconocí que sus lágrimas eran de gozo pues me di cuenta que, sin importar cuál sea nuestra situación, Dios ve, sabe y se ocupa de nosotros.
Jesús dijo: «¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos» (Mateo 10:29-31). El Señor les dijo estas palabras a Sus doce discípulos al enviarlos a enseñar, sanar y dar testimonio de Él a «las ovejas perdidas de la casa de Israel» (v.6). Les dijo que, aun cuando enfrentaran persecución por causa de Él, ellos no temerían, ni siquiera la muerte (vv.22-26).
Cuando circunstancias amenazadoras nos presionan para hacer que perdamos la esperanza, podemos encontrar aliento en las palabras de esta canción: «Canto porque soy feliz, canto porque soy libre. Por cuanto Sus ojos están sobre el pajarillo y sé que Él me ve a mí». Estamos bajo su atento cuidado.
Cuando pones tus preocupaciones en las manos de Dios, Él pone Su paz en tu corazón.