sábado, 17 de julio de 2010

viernes, 16 de julio de 2010

OBRAS MAESTRAS DE DIOS


Lectura: Efesios 2:1-10.
"...somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" Efesios 2:100
El Museo de Arte de Grand Rapids tiene más de 5000 obras, que incluyen 3500 impresiones, dibujos y fotografías; 1000 obras de diseño; y 700 pinturas y esculturas. Al leer acerca del nuevo museo y proyectar visitarlo, no pude evitar pensar en el "museo" de Dios.
Dios es un artista y Su creación es magnífica más allá de todo calificativo. ¡Pero esta no es Su obra más grandiosa!. La obra maestra de Dios es habernos redimido. Cuando aún estábamos muertos en nuestros pecados, Él nos dio vida por medio de Su hijo Jesucristo (Efesios 2:1,5). Pablo les recordó a los efesios que ellos eran "hechura" o poiema de Dios (v. 10), término griego que significa "poema" y "obra de arte". El museo de arte de Dios es la Iglesia, llena de millones de obras maravillosas: Su pueblo.
Pablo dijo que ser la obra de arte de Dios debe generar algo en nosotros. La idea es que no nos quedemos inmóviles y en silencio en el museo de la comunión, sino más bien, que mostremos el amor de Dios en forma práctica por medio de las buenas obras. Jesús dijo que estas buenas obras glorifican a nuestro Padre celestial (Mateo 5:16).
Dios no nos creó de nuevo en Su Hijo para que fuéramos piezas de museo. Nos redimió para que nuestras buenas obras exhibieran el fulgor de Su redención y gracia, y llevaran a un mundo en tinieblas hacia la luz de Su amor.
El mejor testimonio lo dan los que testifican con sus vidas.

NECESITO ALGUIEN

Necesito de Alguien….
• Que me mire a los ojos cuando hablo.
• Que escuche mis tristezas y angustias con paciencia y aún cuando no comprenda, respete mis sentimientos.
• Necesito de alguien que venga a luchar a mi lado sin ser llamado.
• Alguien lo suficientemente amigo para decirme las verdades que no quiero oír, aún sabiendo que puedo irritarme.
• Por eso, en este mundo de indiferentes, necesito de alguien que crea en cosas misteriosas, desacreditadas, casi imposibles como laamistad, la democracia, la justicia, la sinceridad, la familia, el amor y Dios.
• Que se obstine en ser leal, simple y justo.
• Que no se vaya si algún día pierdo mi oro y no pueda ser más la sensación de la fiesta.
• Necesito de un amigo que reciba con gratitud mi auxilio, me mano extendida, aún cuando eso sea muy poco para sus necesidades.
• No pude elegir a quienes me trajeron al mundo, pero puedo elegir mi amigo.
• En esta búsqueda empeño mi propia alma, pues son una amistad verdadera, la vida se torna más feliz, más rica y más bella.
Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Job 22:21
Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, Y andábamos en amistad en la casa de Dios. Salmo 55:14
El que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo. Proverbios 17:9

DETRAS DEL EDIFICIO

Lectura: 1 Pedro 4:8-11.
"Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" 1 Corintios 15:58
El lugar donde trabajábamos era caluroso, sucio y olía mal. Habíamos viajado miles de kilómetros para hacer algunos proyectos de trabajo, y aquel día estábamos pintando la parte trasera de un edificio de aulas en una escuela para sordos. Las únicas personas que alguna vez verían esta parte del edificio serían el encargado de cortar el césped y cualquier otro infeliz que tuviera que trabajar en la fosa séptica.
Sin embargo, mientras los jóvenes adultos pintaban diligentemente, una de las muchachas puso este hecho en perspectiva al decir: «Nadie vendrá jamás hasta aquí atrás para ver esto, pero Dios lo verá. Así que,vamos a dejarlo bonito». Y lo hicimos.
Algunas veces nos sentamos en nuestro escritorio y pensamos que nadie ve nuestro trabajo. O estamos ante una línea de ensamblaje montando pieza tras pieza de manera interminable. Tal vez cuidamos a bebés que lloran en la guardería de la iglesia. O vivimos la mejor vida cristiana que podemos, sin que nadie lo note.
A menudo, nuestro trabajo se encuentra «detrás del edificio». Pero, si hemos sido llamados por Dios para hacer eso, tenemos que realizar nuestro trabajo con todo nuestro corazón. Como parte de nuestro llamado a amar a los demás profundamente (1 Pedro 4:8), ofrecer hospitalidad (v.9) y usar nuestros dones para servir a los demás (v.10), nuestra tarea es realizar el trabajo con la fortaleza de Dios para traer alabanza y gloria a Él, no a nosotros mismos. Lo importante es que a Dios le guste lo que vea.
Ningún servicio para Cristo le pasa desapercibido a Él.

miércoles, 14 de julio de 2010

SÓLIDO COMO LA PIEDRA

Katsusaburo Miyamoto, japonés residente en Argentina, contempló largo rato a su esposa Carmelina. La contempló como sólo puede contemplar a su esposa un hombre muy enamorado de ella. Pero Carmelina no podía contemplarlo ya más a él. Estaba muerta.

Katsusaburo no quería perder a su esposa, así que la embalsamó él mismo, aplicando sus conocimientos científicos como investigador del frigorífico Swift, y la dejó en una sala de su casa. Ni siquiera denunció su muerte. Para él, ella no había muerto. Carmelina aún vivía.

Cuarenta y cinco años después, ya anciano y vuelto a su país natal para morir allí, Katsusaburo dio órdenes de que llevaran el cuerpo de Carmelina, ya petrificado, al Museo de la Facultad de Medicina de Rosario. Allí permanecerá, hasta el fin de todas las cosas.

La Biblia contiene una poderosa descripción del amor conyugal. Dice así: «Fuerte es el amor, como la muerte... Como llama divina es el fuego ardiente del amor» (Cantares 8:6). Para aquel científico japonés, de nombre extraño y ciencia larga, su matrimonio no podía, no tenía que terminar con la muerte. Él debía de alguna manera conservar a su esposa.

Así que la embalsamó. Lo hizo con un procedimiento propio, y conservó el cuerpo en su casa. Renunció a toda otra mujer y se mantuvo fiel a su amada. No le importó que ella fuera de otra raza, otra cultura y otra religión, pues para él, el amor no contempla barreras.

Pocos matrimonios hay como ese, sólidos como la piedra misma en que se convirtió el cuerpo de Carmelina. Otros matrimonios parecen hechos de barro, de arcilla, de loza o de vidrio. Se trizan al primer golpe y se hacen añicos.

¿Qué hay que hacer para tener un matrimonio sólido y estable, que perdure como el granito? ¿Qué hay que hacer para resistir los golpes y las pruebas, las malas rachas de la vida y los vendavales que a veces atacan el matrimonio?

El amor es fundamental. Pero también vale, y vale mucho, la fe religiosa y el sentido del matrimonio que nos inculca. Cuando consideramos al matrimonio algo sagrado, instituido por Dios, que tiene carácter de permanente, entonces hay cimientos para construirlo de modo que sea perdurable.

Hagamos de Cristo nuestro Salvador y nuestro Señor. Entreguémonos a Él de todo corazón y sometamos nuestra vida conyugal a su dirección divina. Esa es la fórmula para el éxito de nuestro matrimonio.

Hermano Pablo

¿EL AMOR ES PARA LOS PERDEDORES?

Lectura: 1 Corintios 13.
"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" 1 Corintios 13:13
Se puede aprender mucho acerca de una persona por lo que dice su camiseta. Recientemente uno de estos mensajes captó mi atención mientras caminaba por un centro comercial local. Una joven llevaba una camiseta de color rojo brillante que decía, «El amor es para los perdedores». Tal vez ella pensó que era un mensaje inteligente o provocativo, incluso gracioso. O tal vez ella había quedado herida por alguna relación y se había alejado de los demás en vez de arriesgarse a que la vuelvan a herir. Sea como sea, la camiseta me dejó pensando.
¿Acaso el amor es para los perdedores? El hecho es que, cuando amamos, corremos riesgos. Las personas fácilmente podrían herirnos, decepcionarnos o incluso abandonarnos. El amor puede provocar una derrota.
La Biblia, no obstante, nos desafía a que amemos a los demás de una manera más elevada. En 1 Corintios 13, Pablo describe lo que significa vivir el tipo de amor de Dios. La persona que ejercita el amor piadoso no lo hace para beneficio o ganancia personal sino más bien, «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (13:7). ¿Por qué? Porque el amor piadoso resiste más allá de las heridas de la vida llevándonos sin cesar hacia el cuidado del Padre, el cual jamás disminuye.
Así que, tal vez el amor sea para los perdedores, por cuanto es en los momentos de pérdida y decepción cuando más necesitamos de Dios. Incluso en nuestras luchas, sabemos que «el amor nunca deja de ser».
El amor de Dios nunca deja de ser.

lunes, 12 de julio de 2010

PRESO VOLUNTARIO

—Puede salir en libertad —dictaminó el juez de La Paz, Baja California, México—. A causa de su buena conducta en la cárcel, he decidido abreviar su condena. Está usted libre para volver a su familia y comenzar una nueva vida.

Para sorpresa del juez, el preso rechazó el indulto.

—Señor juez —explicó—, me metieron aquí por narcotraficante, y la sentencia era justa; pero aquí en esta cárcel he tenido una experiencia espiritual que ha cambiado mi vida. He conocido a Cristo, y quiero finalizar mi condena aquí, para darlo a conocer a mis compañeros de prisión.

Esas fueron las palabras del preso, Ignacio Mancida.

Esta notable historia la cuenta Alejandro Tapia, arquitecto de la ciudad de La Paz, Baja California, que llegó a ser un denodado seguidor de Cristo. El señor Tapia comenzó a contar acerca de su experiencia con Cristo en la cárcel de su ciudad, y al poco tiempo hubo más de cuarenta presos que hicieron profesión de fe en Cristo como su Salvador. Entre ellos se encontraba Ignacio Mancida, que optó por quedarse en la cárcel para, a su vez, contarles a otros acerca de su conversión.

Hay en este mundo, como prueba irrefutable del deterioro de la humanidad, muchísimas cárceles, penitenciarías, reformatorios y prisiones. Hay también muchas clases de presos. Presos injustamente encarcelados. Presos que muerden de rabia los barrotes de su celda. Presos por asaltos y homicidios. Presos políticos. Y presos para toda la vida. Pero presos voluntarios, que se quedan en la cárcel sólo para contarles a otros acerca de Cristo, hay pocos, muy pocos.

Hubo un tiempo célebre en la historia humana cuando los cristianos de Moravia que abrazaron la reforma religiosa del siglo dieciséis llegaron hasta a venderse como esclavos para proclamar la buena noticia de Jesucristo a otros esclavos. Tal era el amor que sentían por sus compañeros.

El apóstol Pablo padeció varios años de cárcel. Estuvo preso en Jerusalén, en Cesarea y en Roma por predicar el evangelio, y siempre aprovechó su estancia en la cárcel para predicar la libertad espiritual a los cautivos. Porque todos los seres humanos somos cautivos de lo mismo: del pecado.

Cristo todavía está redimiendo, tanto a hombres como a mujeres, de la cárcel opresora del pecado. Todos somos prisioneros, o del pecado, o de Cristo. Los que no han hecho de Jesucristo el Señor de su vida están en la cárcel del pecado. Fue por la urgencia del mensaje de libertad que Cristo les dijo a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura» (Marcos 16:15).

Hermano Pablo