lunes, 26 de abril de 2010

EL AMOR ES ALGO MAS

Una maestra de Kinder trataba de explicar a los niñitos de su clase lo que es el amor; pero no podía, y por saber lo que decían sus pequeños alumnos, les preguntó qué es el amor.
Entonces una niñita de seis años de edad se levantó de la silla y fue hasta la maestra, la abrazó, la beso y le declaró: ” Esto es amor.”
En seguida la maestra dijo: “Esta bien; pero el amor es algo más. ¿Que es ese algo?”
La misma niña después de un rato de estar pensando, se levantó y comenzó a poner en orden las sillitas que estaban fuera de lugar que les correspondía, limpió bien el pizarrón levantó unos papeles que estaban en el suelo, arreglo los libros que estaban en desorden sobre una mesa; y en seguida, con aire de satisfacción, dijo a su maestra: “Amor es ayudar a otros”: La niñita tenía razón. –
Expositor Bíblico.
Amor es solo palabras. El genuino y verdadero amor se demuestra con hechos, acciones y gestos. Jesús demostró su amor por nosotros dando su vida en el Calvario.
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.
El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
1 Juan 2:9-10

SERVICIO DE LABIOS

Lectura: Marcos 7:5-15.
"Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí" Marcos 7:6
«Sonríe», me dijo Jay mientras conducíamos hacia la iglesia. «Pareces tan infeliz». No lo estaba; simplemente estaba pensando y no puedo hacer dos cosas a la vez. Pero, para hacerle feliz, sonreí. «No así —me dijo. Quiero una sonrisa de verdad».
Su comentario me hizo pensar con aún mayor atención. ¿Es razonable esperar una sonrisa de verdad de alguien a quien se le está dando una orden? Una sonrisa de verdad viene de adentro; es una expresión del corazón, no del rostro.
Nos conformamos con las sonrisas falsas en las fotografías. Estamos felices cuando todos cooperan en el estudio del fotógrafo y obtenemos al menos una foto con todos sonriendo. Después de todo, estamos creando un icono de felicidad, así que no tiene que ser auténtico.
Pero la falsedad delante de Dios es inaceptable. Ya sea que estemos felices o tristes o furiosos, la honestidad es esencial. Dios no quiere expresiones falsas de adoración de la misma forma que tampoco quiere declaraciones falsas acerca de personas o circunstancias (Marcos 7:6).
Cambiar nuestra expresión facial es más fácil que cambiar nuestra actitud, pero la verdadera adoración requiere que todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas estén de acuerdo en que Dios es digno de alabanza. Aun cuando las circunstancias que nos rodean sean tristes, podemos estar agradecidos por la misericordia y la compasión de Dios, las cuales son dignas de algo más que el «servicio de labios» de una sonrisa falsa.
Una canción en el corazón le pone una sonrisa al rostro.

domingo, 25 de abril de 2010

LA PESTE ROSA

Era un billete de cien dólares. Un billete nuevo, legítimo, que pasó de la mano de Eduardo Hasse Artog, ciudadano suizo, a la de una atractiva joven de Cajamarca, Perú. Un trato común callejero. Un negocio que suele hacerse en ciertas zonas de la ciudad. Relaciones sexuales por dinero, dinero por relaciones sexuales.

Pero algo más le pasó ese día el ciudadano suizo de treinta y dos años a la bella joven de Cajamarca. Le transmitió el temible, implacable y mortal virus del SIDA. El hombre, aquejado de violentos dolores estomacales, ingresó en una clínica poco después y, al hacerse los análisis, descubrieron el mal. Los diarios de Lima comentaban: «La Peste Rosa llegó a Cajamarca.»

Parece que las enfermedades tienen colores. Famosa es en los anales de Europa «la peste negra», que en el siglo catorce mató a la tercera parte de los habitantes de ese continente. Hizo estragos también «la peste roja», caracterizada por manchas rojizas en la piel. Conocemos además «la peste blanca», nombre que le dieron los polinesios a la sífilis, que fue llevada a sus islas paradisíacas por los blancos. Y también sabemos de la escarlatina, llamada así por el escarlata de la piel del enfermo. Ahora ha hecho su aparición, en este arco iris pavoroso, el SIDA, «la peste rosa».

El mundo está preñado de dolor, de agonía, de enfermedad, de peste, de destrucción y de muerte. ¿Habrá algo que pueda librarnos de esta pavorosa condición en la que vivimos? No parece haber solución humana que se vislumbre. Parece más bien que todo va de mal en peor. Y sin embargo hay esperanza en dos sentidos.

En el sentido individual, podemos estar en este mundo sin que nos contamine. Podemos estar en medio de la maleza moral sin contagiarnos ella. El que tiene a Jesucristo en su corazón tiene una salud espiritual maravillosa, que lo acompaña en las luchas de esta vida.

En el sentido colectivo, Cristo viene otra vez a esta tierra para establecer su reino de paz y bienestar. Si le entregamos nuestra vida, tendremos paz en este mundo y esperanza de salud eterna en su reino venidero.

Hermano Pablo

CONTRA LA PARED

Lectura: Romanos 8:31-39.
"¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Romanos 8:35
El 25 de abril de 1915, soldados del Cuerpo del Ejército de Australia y Nueva Zelanda desembarcaron en la península de Gallipoli esperando una rápida victoria. Pero la feroz resistencia de parte de la defensa turca dio como resultado un punto muerto de ocho meses durante el cual miles de soldados en ambos bandos terminaron heridos o muertos.
Muchos de los soldados de las tropas australianas y neozelandesas que fueron evacuados a Egipto visitaron el campamento de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) en las afueras de El Cairo, donde el capellán Oswald Chambers ofreció hospitalidad y esperanza a estos hombres tan quebrantados y desilusionados por la Guerra. Con gran perspicacia y compasión, Chambers les dijo: «Ningún hombre es el mismo después de una agonía; o se vuelve mejor o se vuelve peor y la agonía de la experiencia de un hombre casi siempre es lo primero que abre su mente para entender la necesidad de la redención obrada por Jesucristo. Al final de la pared del mundo está Dios de pie con los brazos extendidos y todo hombre que es conducido hacia allí es llevado a los brazos de Dios. La cruz de Jesús es la evidencia suprema del amor de Dios».
Pablo preguntó: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Romanos 8:35). Su confiada respuesta fue que nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo (vv. 38-39).
Cuando estamos contra la pared, Dios está allí con los brazos abiertos.
El amor de Dios sigue de pie cuando todo lo demás ha caído.

sábado, 24 de abril de 2010

VISION MENTAL

¿Usa usted lentes?
¿Qué también ve sin ellos?
¿Sabía que más importante que la visión física….es la visión mental?
¿Cómo es su visión mental? Hágase el siguiente análisis para averiguar cómo usted ve las cosas.
1. ¿Cuándo escucho una nueva idea por primera vez, ¿veo el potencial en ese nuevo pensamiento?
(a) La mayoría de las veces.
(b) Algunas veces.
(c) Pocas veces.
2. ¿Comparto nuevos pensamientos con otros la mayor parte del tiempo, o por lo general los demás son los que lo hacen?
(a) Comparto ideas nuevas la mayoría de las veces.
(b) Comparto y recibo por igual.
(c) Los demás habitualmente comparten ideas conmigo.3. ¿Cómo pienso cuando estoy en un grupo y se produce un nuevo problema que requiere decisión?
(a) Me uno a los demás.
(b) Me alegro de que no tengo que tomar decisiones.
(c) Soy responsable al alentar a los otros a tomar decisiones responsables.
4. En general, ¿cómo veo la vida?
(a) Difícil.
(b) Desafiante.
(c) Buena y mala, depende de la situación.
5. ¿Cómo reacciono ante las responsabilidades?
(a) Las acepto.
(b) Las dejo pasar.
(c) Las rechazo.
Si usted es líder y tiene visión mental a la distancia, sus respuestas fueron probablemente (1) a; (2) b; (3) a; (4) c; (5) b. Si usted es de visión mental corta, sus respuestas probablemente fueron (1) c; (2) c; (3) b; (4) a; (5) c.
Necesitamos enfocar nuestra vista mental para que no perdamos el camino en el transcurso de nuestra existencia. Recordemos, Jesús es la Luz de la vida.
Vale la pena tenerlo a él para que pueda guiarnos el resto del camino.
Salmos 119:18
Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley.
Salmos 146:8
El Señor abre los ojos a los ciegos; levanta a los caídos; ama a los justos.

DE ACUERDO CON DIOS

Lectura: Mateo 15:1-9.
"Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí" Mateo 15:8
El oyente que había llamado al programa de radio mencionó la palabra religión, así que el presentador del programa de entrevistas comenzó a despotricar contra los hipócritas. «No puedo soportar a los hipócritas religiosos —dijo—.Hablan acerca de religión, pero no son mejores que yo. Esa es la razón por la que no me gusta todo este asunto de la religión».
Este hombre no se había dado cuenta, pero estaba de acuerdo con Dios. Dios ha manifestado claramente que tampoco puede soportar la hipocresía. Pero es una ironía que algunas personas usen algo a lo que Dios se opone como una excusa para no buscarle a Él.
Jesús dijo esto acerca de la hipocresía: «Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mateo 15:8-9).
Notemos lo que Jesús les dijo a los que tal vez eran los más grandes hipócritas de Su tiempo, los fariseos. En Mateo 23, les llamó hipócritas —¡no una, ni dos, sino siete veces! Eran religiosos que hacían un gran espectáculo, pero Dios conocía sus corazones. El Señor sabía que estaban lejos de Él.
Los no cristianos que señalan la hipocresía en nosotros cuando la ven tienen toda la razón al hacerlo. Están de acuerdo con Dios, quien también la desprecia. Nuestra tarea es asegurarnos de que nuestras vidas honran a Aquel que merece nuestra total dedicación.
El diablo está satisfecho con dejarnos profesar el cristianismo siempre que no lo practiquemos.

miércoles, 21 de abril de 2010

ARRASTRADOS POR TORRENTES IRRESISTIBLES

Fueron treinta kilómetros de carrera, treinta kilómetros en los que el convoy de carga corrió normalmente. Los maquinistas se limitaban a mirar de cuando en cuando los controles y atisbar las vías por rutina. De pronto les llegó el mensaje: «Detengan el tren. Hay un auto debajo de un vagón.»

Bajo las ruedas había un pequeño Volkswagen, enrollado como un pliego de papel; dentro del auto había dos jóvenes completamente destrozados. El tren los había arrastrado a lo largo de treinta kilómetros. Fue impresionante y conmovedor el hallazgo de los jóvenes.

Antes de llegar a ese triste final, ambos habían sido arrastrados en la vida por otros factores. Su muerte fue casi inevitable. Primero habían sido arrastrados del hogar a temprana edad por la corriente que arrastra a una buena parte de la juventud: la desobediencia a los padres y el ansia de una vida de libertinaje. Después los habían arrastrado el alcohol y las drogas, que también llevaban en el auto.

Al final los había arrastrado la locura de ganarle una carrera al tren. El tren llegó primero al cruce de las vías, y el pequeño auto se metió debajo de las ruedas de hierro. No fue necesario nada más. El auto y sus ocupantes fueron arrollados por el tren.

Al principio el licor y las drogas son un hilo de agua que corre mansamente, produciendo cierto placer y euforia. Pero poco después se convierten en un arroyo tumultuoso, hasta que se vuelven un torrente irresistible y terminan siendo un mar donde todo naufraga: la conciencia, la inteligencia, la moral y la vida misma.

¿Qué puede detener ese irresistible torrente? ¿Qué puede frenar esa loca carrera? Ha cobrado ya muchas víctimas jóvenes. ¿Quién sabe cuántas veces estos adolescentes no habrían hecho angustiosamente esas preguntas, y cuántas veces habrían rogado: «¡Detengan este mundo loco, que quiero bajarme!»? Por eso hay que volver a preguntar: ¿Qué puede librar a una persona de esa esclavitud del vicio, del alcohol, de las drogas?

En medio de esa furiosa corriente hay un remanso de paz y de calma. Ese remanso es Jesucristo. Él dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27). Quien encuentra a Cristo encuentra la paz. Él está a nuestro lado ahora mismo.

Hermano Pablo