miércoles, 10 de marzo de 2010

UN OCEANO DE TINTA

Lectura: Efesios 3:18-19.
"Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento" Efesios 3:19
Las palabras del himno «El amor de Dios» captan en cuadros verbales la imponente magnitud del amor divino:
Podríamos con tinta el océano llenar
y fueran los cielos de pergamino hechos,
fuera una pluma cada tallo en la tierra
y fuera todo hombre de oficio escriba,
para escribir el amor de Dios en lo alto.
El océano seco quedaría,
ni el rollo podría
contenerlo todo
aunque de cielo a cielo
extenderse pudiera.
Esta maravillosa letra hace eco a la respuesta de Pablo al amor de Dios. El apóstol oraba para que los creyentes pudieran «comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento» (Efesios 3:18-19). Al reflexionar en estos versículos acerca del amor de Dios, algunos eruditos bíblicos creen que «anchura» se refiere a su alcance mundial (Juan 3:16), «longitud», a su existencia por todos los siglos (Efesios 3:21); «profundidad», a su profunda sabiduría (Romanos 11:33); y «altura», a su victoria sobre el pecado abriendo el camino al cielo (Efesios 4:8).
Se nos amonesta a apreciar este asombroso amor. Pero al ampliar nuestra conciencia del amor de Dios, pronto nos damos cuenta de que su medida plena se encuentra más allá de nuestro entendimiento. Aun si el océano fuera llenado de tinta, usarla para escribir acerca del amor de Dios lo secaría.
El amor de Dios no puede explicarse; sólo puede experimentarse.

martes, 9 de marzo de 2010

EL ARCO IRIS

En uno de nuestros viajes a Texarkana, Arkansas, para ver a mi hija y su familia, conducíamos en medio de algunas tormentas. La dirección en la que viajábamos y el ángulo del sol nos daban el juego más hermoso de doble arco iris que jamás haya visto.
Cruzábamos el puente sobre el río Mississippi en Baton Rouge, Louisiana, así que al llegar a su cúspide, podíamos ver el final de ambos arcos iris. Al alejarnos del puente, parecía como que pudiésemos entrar justo en el centro de uno de ellos, pero ambos arcos iris seguían alejándose de nosotros entre más nos acercábamos.
El camino curveó y comenzamos a dirigirnos hacia el final del más cercano. Esperé que el arco iris se moviese de nuevo –¡pero no lo hizo! Al dirigirnos hacia él, las bandas de color comenzaron a cambiar. Las bandas de rojo, verde y azul comenzaron a desvanecerse y adelgazarse hasta que desaparecieron por completo. Al acercarnos al final del arco iris el resto de la banda amarilla se anchó hasta que tuvo varios metros de ancho y el color cambió a un hermoso dorado. Entonces, maravilla de maravillas, ¡atravesamos la banda de color dorado!
No puedo explicar el sentimiento que mamá y yo tuvimos en ese momento excepto para decir que fue un tiempo sagrado. Fuimos humilladas por la gracia de nuestro Dios al darnos tan única experiencia. Nos sentimos transportadas a las mismas puertas del Cielo.
Al pensar nuevamente lo que pasó, pienso que puedo comprender los orígenes de la leyenda de la vasija de oro al final del arco iris. Creo que pudo comenzar cuando otra persona tuvo una experiencia similar a la nuestra y su descripción de la “banda de oro” fue cambiando en el tiempo a una de “una vasija de oro”.
El octavo capítulo de Romanos dice que Dios nos “dará con liberalidad todas las cosas”. Es de Sus depósitos de sorpresas sin límite que se nos dan los regalos menos esperados. Y el 2006 será siempre el Año del Arco Iris para tí.
Lynnda Ell, abuela e ingeniera eléctrica
El arco en el cielo es un recordatorio de la inmensa bondad y misericordia de Dios. Nunca olvides que sus pormesas son vivas y permanentes. La próxima vez que veas un arco iris en el cielo, recuerda, es la señal de que él cumple cada una de sus promesas.
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. Josué 21:45
Bendito sea el Señor, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
I Rey 8:56
Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. 2 Cor 1:20

¿A QUE NOS ESTAMOS AFERRANDO?

Lectura: 1 Timoteo 6:11-16.
"Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna" 1 Timoteo 6:12
Recientemente, la trilogía clásica de Tolkien, El Señor de los Anillos, cobró vida por medio del cine. En la segunda historia épica, el héroe, Frodo, alcanzó un punto de desesperación y cansado le confió a su amigo: «No puedo hacer esto, Sam». Como buen amigo, Sam le dio un vehemente discurso: «Es como en las grandes historias… estaban llenas de tinieblas y peligros… la gente de esas historias tuvo muchas oportunidades de volverse atrás, pero no; siguieron adelante. Porque se aferraron a algo». Esto instó a Frodo a preguntar: «¿A qué nos estamos aferrando, Sam?»
Es una pregunta significativa, una pregunta que todos debemos hacernos. Al vivir en un mundo caído y quebrantado, no es de extrañar que algunas veces nos sintamos abrumados por los poderes de las tinieblas. Cuando lleguemos al borde de la desesperación, listos para tirar la toalla, haremos bien en seguir el consejo de Pablo a Timoteo: «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:12).
En las batallas de la vida, aferrémonos al hecho de que, al final, la buena voluntad triunfará sobre el mal, de que un día veremos a nuestro Maestro y Líder cara a cara y reinaremos con Él para siempre. ¡Tú puedes ser parte de esta gran historia, sabiendo que, si has confiado en Jesús para salvación, se te garantiza un final victorioso!
Las pruebas de la tierra son pequeñas comparadas con los triunfos del cielo.

lunes, 8 de marzo de 2010

AMOR DE MADRE

Hace años una madre viuda, joven, viajaba a pie por las montañas de Escocia cuando le sorprendió una tempestad de nieve que le impidió llegar a su destino. A la mañana siguiente al hallarle helada, descubrieron que se había quitado toda su ropa exterior para abrigar con ella a su hijito a quien encontraron vivo gracias a tal protección.

El pastor que hizo el entierro de esta madre abnegada, solía contar con frecuencia esta historia como ilustración del amor de Dios, y asimismo su hijo, también pastor años más tarde.

Una noche el predicador contó una vez más esta emocionante historia y pocos días después recibió recado para visitar a un hombre muy enfermo quien le dijo:

-Usted no me conoce, porque aunque he vivido muchos años en esta ciudad nunca asistía a las iglesias; pero el otro día pasé por delante de su Iglesia y oyendo cantar me dio la vida para salvar a su hijo y explicó usted tan claramente que tal amor es una ilustración del amor de Cristo que dio su vida por nosotros, que por primera vez comprendí la grandeza de este amor. Yo soy aquel hijo por el cual su madre murió helada y he querido hacerle saber que mi madre no murió en vano. He aceptado a Cristo y muero salvo. El sacrificio de mi madre ha servido para salvar mi cuerpo y mi alma.

JUVENTUD, DIVINO TESORO

El muchacho casi no podía hablar. Tenía la mandíbula dislocada, un brazo quebrado y la lengua casi partida en dos. En esa condición llamó a una casa, y como pudo dijo: «Allí abajo está mi amigo, Evan Rivera. Sálvenlo.»

Tanto Rodel Panis, de dieciséis años de edad, como Evan Rivera, de dieciocho, habían caído por un risco de 65 metros. ¿Qué había pasado? Otro joven, David Salanoa, los había obligado a saltar, poniéndoles un cuchillo a la garganta.

Todo fue una locura juvenil. Para vengar el suicidio de un hermano suyo, David Salanoa obligó a saltar del risco a sus dos compañeros. David, endrogado, los acusaba de ser responsables de la muerte de su hermano.

Cuando la policía realizó las investigaciones de rigor, halló la trama del caso. Todos esos jóvenes eran miembros de pandillas juveniles y practicantes de ritos satánicos. El trágico incidente fue producto de esos ritos en conjunto con la música rock, el alcohol y las drogas.

Dave Hart, un investigador social que era especialista en la música rock, explicó que hay tres tipos de esta música. «Primero —dijo Hart— está la música rock “recreativa”, que pone a los jóvenes a bailar y a menearse. Segundo, está la música metálica rock “violenta”, que hace que los jóvenes se arrojen del escenario, salten por encima de las gradas o se amontonen unos sobre otros. La tercera, y más terrible, es la música metálica rock que los muchachos llaman “negra”, es decir, “satánica”. Esa es la que los lleva a la violencia y al suicidio.»

Esta música rock, combinada con ritos extraños en los que se adora al diablo, es una de las amenazas más serias a la juventud moderna. Pocas cosas trastornan con tanta fuerza y con tanta rapidez a nuestros incautos adolescentes.

¿Por qué será que a nuestros jóvenes los atrae tanto lo que provoca violencia? Lo que produce la paz no les interesa. Lo que calma el espíritu no tiene atracción. Se necesita gritar y brincar y destruir y matar. Si no es así, no se ha gozado.

Algo anda mal. Un comportamiento así no es, no puede ser, el resultado de lo juicioso, de lo equilibrado, de lo pacífico. El mero hecho de desear la violencia debe hacernos dudar de nuestro juicio. ¿Qué nos está pasando?

Lo que nos pasa es que hemos abandonado los principios morales de nuestro Creador, y el resultado siempre será el caos y la destrucción. Regresemos a Dios. Busquemos su divina gracia. Llenémosnos de Él. Él nos dará su paz.

Hermano Pablo

EL JUEGO DE UN NIÑO

El golfista Tiger Woods estaba considerado como uno de los mejores jugadores de la década de los 90, con posibilidades de ubicarse entre los mejores de todos los tiempos. Al verlo alinearse y estudiar un tiro difícil, habrá quien recuerde haberlo visto en un programa de televisión cuando tenía tres años de edad.
Para ese entonces ya demos0traba talento para el juego, por lo que le prepararon una pequeña superficie para que practicase. Le pusieron delante una pelota a dos metros y medio del hoyo. Estudió el tiro, tiró y erró.
Le colocaron otra pelota en la misma posición. Nuevamente se preparó con el palo en la mano, pero esta vez primero levantó la pelota y la colocó a quince centímetros del hoyo. Entonces se puso en posición, le pegó a la pelota y anotó el tanto. El animador del programa y el resto de la audiencia se rieron y aplaudieron al ver que el niño hizo lo que muchos adultos hubieran querido hacer. Por supuesto, que si hiciera eso hoy en día, sería expulsado del torneo de golf.
En una ocasión un turista le preguntó a un residente de un pueblito:”¿Alguna persona famosa nació en este pueblo?” La respuesta fue: “No, solamente bebés”.
Todos empezamos siendo “solamente bebés”, pero nuestro Creador ha puesto en nosotros el mayor poder del universo: la capacidad de crecer diariamente al responder a los desafíos de la vida.
¿Cómo enfrentarás los desafíos del día de hoy? Puedes volverte más egoísta, recluso, pesimista o inclusive llenarte de odio. O, con la ayuda de Dios, puedes crecer y ser más comprensivo, optimista, generoso y amoroso. Dios te ha dado este día para que crezcas. ¿Lo vas a hacer a tu manera o a la manera de Dios?
Efesios 4:13
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

ENCONTRANDO NUESTRO LLAMADO

Lectura: Efesios 4:1-16.
"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" Efesios 4:1
Una continua lucha que tenemos cuando intentamos seguir a Cristo es tratar de encontrar nuestro llamado en la vida. Si bien a menudo pensamos en términos de ocupación y ubicación, tal vez un asunto más importante sea el del carácter —el ser que provee la sólida base para el hacer: «Señor, quién quieres que yo sea?»
En Efesios 4, Pablo escribió: «Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (v. 1). Añadió a esto tres condiciones de «ser»: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia «los unos a los otros en amor» (v. 2). Pablo escribió esto desde la cárcel, un lugar difícil donde siguió viviendo su llamado de parte de Dios.
Oswald Chambers dijo: «La consagración no es dedicarse al llamado en una vida para Dios, sino la separación de todos los demás llamados y dedicarnos nosotros mismos a Dios, dejando que Su providencia nos coloque donde Él quiera —en el trabajo, la ley, o la ciencia; en el taller, la política o las labores monótonas. Hemos de estar allí trabajando según las leyes y los principios del Reino de Dios».
Cuando somos personas correctas delante de Dios, podemos hacer cualquier tarea que Él nos mande, dondequiera que nos ponga. Al hacerlo, descubrimos y manifestamos públicamente el llamado que hemos recibido de Él.
Lo más importante no es lo que haces, sino lo que eres.