domingo, 7 de marzo de 2010

DEJALO IR

Hay gente que nos puede abandonar. ¡Y escúchenme cuando les digo esto! Cuando la gente nos quiera dejar: dejémosla ir.
No quiero que intentemos convencer a los demás de quedarse con nosotros, amándonos, llamándonos, cuidándonos, viniendo a vernos, permaneciendo atados a nosotros. Quiero decir: colguemos el teléfono.
Cuando la gente nos quiere dejar, dejémosla ir. Nuestro destino nunca está atado a alguien que se fue. La Biblia dice que salieron de nosotros para que pudiese manifestarse que no eran parte de nosotros. Si lo hubiesen sido, sin duda hubiesen continuado con nosotros [1 Juan 2:19].
La gente nos deja porque no están unidas a nosotros. Y si no están unidas a nosotros, no podemos retenerlas. Dejémoslas ir.
Y no significa que son malas personas, simplemente significa que su parte en la historia se acabó. Y tenemos que saber cuando la parte de la gente en nuestra historia se acaba para no continuar intentando resucitar muertos. Necesitamos reconocer cuando está muerta.
Necesitamos reconocer cuando se acabó. Déjenme decirles algo. Tengo el don del “adiós”. Se trata del décimo don espiritual, yo creo en el “adiós”. No se trata de que sea odioso, es que soy fiel y sé que lo que Dios quiere que tenga, Él me lo dará. Y si toma demasiado esfuerzo, no lo necesito. Dejemos de rogarle a la gente que se quede. ¡Dejémosla ir!
Si estamos aferrados a algo que no nos pertenece y que nunca fue para nosotros, necesitamos ¡dejarlo ir!
Si nos estamos aferrando a heridas ó dolores del pasado… ¡dejémoslos ir!
Si alguien no nos trata bien, no responde a nuestro amor y no aprecia nuestro valor… ¡dejémoslo ir!
Si alguien nos disgusta… ¡dejémoslo ir!
Si estamos aferrándonos a algunos pensamientos de mal ó de venganza… ¡dejémoslo ir!
Si estamos enredados en una relación equivocada ó en una adicción… ¡dejémosla ir.
Si nos aferramos a un empleo que no llena nuestras necesidades ó expectativas… ¡dejémoslo ir!
Si tenemos una mala actitud… ¡dejémosla ir!
Si seguimos juzgando a los demás para sentirnos mejor… ¡dejémoslo ir!
Si estamos atrapados en el pasado y Dios intenta llevarnos a un nuevo nivel en Él… dejémoslo ir!
Si estamos luchando con la sanidad de una relación rota… ¡dejémosla ir!
Si seguimos intentando ayudar a alguien que no quiere siquiera ayudarse a sí mismo… ¡dejémoslo ir!
Si nos sentimos deprimidos y estresados… ¡dejémoslo ir!
Si hay una situación particular que estamos acostumbrados a manejar por nosotros mismos y Dios nos está diciendo: “quita las manos de encima”, entonces necesitamos… ¡dejarla ir!
Permitamos que el pasado sea pasado. Olvidemos las cosas primeras. ¡Dios está hacienda algo nuevo en el 2010! ¡Dejémoslas ir!
Pongámonos en la onda o seremos dejados de lado… pensemos sobre ello y, entonces… ¡dejémoslo ir!

“La batalla es del Señor!”

T. D. Jakes

Sin embargo, respira profundo y medita en esto. El Señor nunca te dejará, los demás podrán dejarte, pero Él promete estar a tu lado y eso es bastante en la vida. A Dios no lo dejes ir.

He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.Gen 28:15

Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.
Deut 31:6

Y el Señor va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides. Deut 31:8

EL AMOR DE DIOS Y EL NUESTRO

Lectura: Romanos 5:1-11.
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" Romanos 5:8
Franklin Graham lo lamenta ahora, pero tuvo una juventud alocada y rebelde. Un día llegó rugiendo a la casa de su papá montado en su motocicleta Harley Davidson para pedir dinero. Con su atuendo de cuero, polvoriento y con la barba crecida, irrumpió en la sala de su padre, y entró de lleno en una reunión de la junta ejecutiva de Billy.
Sin dudarlo ni siquiera un segundo, Billy Graham identificó a Franklin como su hijo. Luego lo presentó orgulloso a cada miembro de la junta. Billy no pidió disculpas por su hijo ni mostró vergüenza o culpa alguna. Tiempo después, Franklin escribió en su autobiografía, Rebel With a Cause (Rebelde con causa), que el amor y el respeto que su padre le brindó ese día jamás le abandonaron, incluso durante sus años de rebeldía.
Nuestros hijos no tienen que ganarse nuestro amor. Retener el amor para nuestros propios propósitos egoístas es seguir al enemigo, no a Dios. El amor de Dios para con nosotros es inmerecido. No hicimos nada para ganarlo; no hay bien en nosotros que nos haya hecho merecedores de ello. «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). En todas nuestras relaciones, en especial con nuestros hijos, debemos mostrar ese mismo tipo de amor de manera auténtica.
Estamos llamados a tratar a nuestros hijos —y a todas las personas— con amor y respeto. Nos ayuda a recordar lo que éramos cuando Cristo murió por nosotros.
El amor de Dios cambia a los hijos pródigos en santos preciosos.

sábado, 6 de marzo de 2010

ENCONTRALA ALLI

Cada año, mi cumpleaños seguía el mismo ritual. Mi madre venía a verme, aquel día de otoño y cuando abría la puerta la encontraba parada en el umbral sobre un montón de hojas secas que el viento arrastraba hasta la grada.
Por lo general era un día frío, y ella siempre se presentaba con un regalo de cumpleaños debajo del brazo, algo pequeño precioso que hacía tiempo necesitaba, algo que no sabía que me hacía falta.
Entonces abría el regalo con gran cuidado, y luego lo guardaba junto con mis tesoros más preciados, pues para mí los obsequios frágiles son aquéllos que vienen de la mano de una madre.
Si mamá pudiera visitarme hoy en mi cumpleaños, la traería al calor de la cocina, tomaríamos una taza de té y contemplaríamos las hojas chocar con la fuerza del viento contra nuestra ventana.
No tendría prisa en desenvolver mi regalo, porque hoy sabría que ya lo había abierto al verla en el umbral de la puerta con su dulce y amorosa sonrisa, parada sobre un montón de hojas secas…
Exodo 20:12
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.

NO TE OLVIDAMOS

Lectura: Hebreos 11:24-40.
"Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún" Hebreos 6:10
Cuando el hombre más anciano de Gran Bretaña cumplió 111 años, aviones antiguos volaron por el cielo y la banda de los Infantes de la Marina Real tocó «Feliz Cumpleaños». Según el diario británico Daily Mirror, Henry Allingham quedó asombrado por toda la atención. Hasta hacía seis años, él había mantenido en secreto durante 86 años los horrorosos recuerdos de lo que había sucedido en las trincheras de la I Guerra Mundial. Este anciano, que había sido blanco de proyectiles, bombas y que al final había sido herido, no recibió honor alguno por lo que había soportado a favor de su país sino hasta que la Asociación de Veteranos de la I Guerra Mundial le encontró.
La historia de la Biblia nos ofrece historias parecidas a la de Henry. Las Escrituras muestran que aquellos que libran las batallas de Dios a menudo terminan heridos, encarcelados e incluso asesinados como resultado de su servicio.
Los cínicos podrían observar esas vidas y con un suspiro llegar a la conclusión de que no hay buena acción que no reciba castigo. Pero el autor de Hebreos ve un panorama más amplio. Él nos recuerda que un día Dios honrará absolutamente todo lo que hayamos hecho con fe y amor (6:10).
¿Te sientes desalentado hoy? ¿Te sientes insignificante? ¿Te sientes olvidado después de tratar de servir a Dios? ¿Ten la seguridad y la tranquilidad de que Dios no olvidará nada de lo que has hecho en tu servicio a Él o a los demás.
Dios recuerda el bien que olvidamos.

viernes, 5 de marzo de 2010

DORMIDO EN LA TORRE DE CONTROL

Uno tras otro, los grandes aviones fueron aterrizando en el aeropuerto. Hacía buen tiempo, y las señales de radio y las luces de aterrizaje funcionaban como debían. Las instrucciones emitidas desde la torre de control del aeropuerto de Ankara, Turquía, eran claras. Fue así como aterrizaron dieciséis aviones esa noche entre las 0 horas y las 6 de la mañana.

Sin embargo, el controlador aéreo Guclu Cevik, que sufría de narcolepsia, había estado dormido la mayor parte del tiempo. Semidormido, había dado, mecánicamente, las instrucciones. Por suerte y de milagro, no ocurrió ningún accidente.

Es terrible cuando, por obligación del cargo o del oficio, el que tiene que estar bien despierto y alerta se duerme en su trabajo.

¿Qué le puede pasar a un autobús repleto de pasajeros, que anda por un camino montañoso, si el chofer se duerme? ¿Qué le puede pasar a un barco ballenero que se arriesga en un mar turbulento, plagado de témpanos de hielo, si el timonel se duerme?

Los centinelas que vigilan el cuartel no deben dormirse. Los agentes de policía que cuidan el vecindario no deben dormirse. Las enfermeras que, en la unidad de cuidados intensivos, controlan los aparatos que regulan los signos vitales no deben dormirse.

Por lo mismo, un padre que tiene hijos pequeños y adolescentes tampoco debe dormirse. Los traficantes de drogas saben cómo iniciar a un joven en la nefanda adicción de marihuana y cocaína. Los programas de televisión saben cómo incitar al incauto en la pornografía y el crimen. Detrás de cada amigo ocasional puede esconderse un secuestrador de mentes, de corazones y de vidas.

Descuidarse en la educación moral, especialmente de los hijos pequeños, es dormirse cuando más necesitan ellos un padre alerta. Permitir que los hijos se críen por su cuenta, sin dirección, sin escuela, sin iglesia y sin Dios, es entregarlos en manos de ladrones del alma, que listos están para chuparse la última gota de sangre moral y espiritual.

Si los que somos padres o madres queremos hijos inteligentes, sanos, limpios y con valores morales, debemos vigilar con celo constante sus actividades. Por todos lados hay peligrosas tentaciones que llaman a los jóvenes con una atracción casi irresistible, y únicamente con un fuerte respaldo hogareño podrán ellos vencer esas tentaciones.

Quien nos ayudará a velar por nuestros hijos es Jesucristo, el Señor viviente. Invitémoslo a vivir en nuestro corazón, de modo que forme parte de nuestra vida y de nuestro hogar.

Hermano Pablo

EL CHOFER DEL SABIO

Se cuenta que en los años 20 cuando un sabio era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias. Dado que no le gustaba conducir y sin embargo el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chofer.
Después de varios días de viaje, El Sabio le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.
“Si quiere”, le dijo el chofer, “le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.”
El Sabio le tomó la palabra y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y el Sabio se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebran la conferencia y como ninguno de los académicos presentes conocía a este erudito, no se descubrió el engaño.
El chofer expuso la conferencia que había oído a repetir tantas veces al su amo. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cual podía ser la respuesta, sin embargo tuvo un golpe de inspiración y le contesto:
“La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.
Una cosa es inteligencia y otra es sabiduría. Una cosa es astucia, lo cual sin duda tenía este chofer y otra es la Sabiduría. La verdadera Sabiduría, solo viene de Dios, y comienza cuandole reconocemos como el Señor de todas las áreas de nuestra vida. Ya lo hiciste tu Señor?
Exodo 31:3
Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte.
Exodo 31:6
Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado.
1 Reyes 10:8
Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.

IDOLOS EN EL CORAZON

Lectura: Ezequiel 14:1-8.
"Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón" Ezequiel 14:3
Cuando mi esposo y yo salimos por primera vez como misioneros, recuerdo haber estado preocupada por el crecimiento del materialismo en nuestra sociedad. Nunca se me cruzó por la mente que yo misma pudiera ser materialista. Después de todo, ¿no habíamos acaso salido al extranjero con casi nada? ¿No estábamos eligiendo vivir en un apartamento con muebles muy viejos y en decadencia? Pensaba que el materialismo no podía tocarnos.
Sin embargo, sentimientos de descontento gradualmente comenzaron a echar raíces en mi corazón. Al poco tiempo sentía el hambre y el anhelo de tener cosas bonitas y estaba disconforme por no tenerlas.
Luego, un día, el Espíritu de Dios abrió mis ojos con una verdad profunda y perturbadora: el materialismo no es necesariamente tener cosas, también puede ser anhelarlas. Allí estaba yo —¡culpable de materialismo! Dios había expuesto mi descontento por lo que era ¡un ídolo en mi corazón! Ese día, cuando me arrepentí de este sutil pecado, Dios volvió a capturar mi corazón y establecerse allí como Su trono de justicia. No hace falta decir que a esto le siguió una profunda satisfacción, basada no en cosas materiales sino en Él.
En el tiempo de Ezequiel, Dios lidió concienzudamente con este tipo de idolatría secreta. Su trono en la tierra siempre ha estado en los corazones de Su pueblo. Esa es la razón por la que debemos eliminar de nuestro corazón cualquier cosa que destruya nuestra satisfacción en Él.
Un ídolo es cualquier cosa que ocupa el lugar de Dios.