martes, 16 de febrero de 2010

CARTA DE UNA PERSONA IMPORTANTE

Una carta para usted de una persona importante:

Querido socio de negocios o empleado:

Por hoy, he decidido ser su cliente. No importa en qué parte de la organización usted esté, no importa qué parte del trabajo desempeña, usted es parte de mi experiencia de servicio al cliente. Usted determina si regresaré o no.

Cuando visito o llamo a su lugar de negocios, espero ser tratado bien por la gente que me espera. Pero juzgo su trabajo mucho más que por su “servicio al cliente”. Observo todo. Hago preguntas: ¿Está todo limpio y en buenas condiciones? ¿Es el servicio o producto de buena calidad? ¿Llegó el servicio al tiempo y en buenas condiciones? ¿La forma de efectuar los pagos y el personal fueron eficientes y correctos? ¿Estaban los estantes bien provistos y ordenados? ¿Los mensajes telefónicos eran claros y fáciles de entender? ¿Cuánto tiempo tuve que esperar al teléfono o me pasaron de departamento en departamento?

Quizás, nunca me conocerá personalmente. Quizá ni me vea. Pero debe apreciarme mucho. Soy, después de todo, la razón de que sus negocios existan, la razón de que tenga trabajo. Haga su parte para que yo mejore mi experiencia, y volveré para darle mis mejores ganancias.

Atentamente,
Su cliente.

Dale al mundo lo mejor de ti y lo mejor volverá a ti.

Efesios 6:7
Sirviendo de buena voluntad como al Señor y no a los hombres

DESVIO

Lectura: Hebreos 2:1-9.
"Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos" Hebreos 2:1
En la película muda de 1923 Our Hospitality (Nuestra Hospitalidad), el comediante y acróbata Buster Keaton realizó una osada proeza cerca de unas cataratas. Una cuerda de aguante, llamada cable de «retención», escondida en el agua y atada a él, le impedía ser llevado hacia las cataratas.
Durante la filmación, el cable se rompió, y Keaton fue arrastrado hacia las cataratas. Él se las arregló para asirse de una rama que colgaba, a la que se aferró hasta que el equipo pudo rescatarle. La dramática escena aparece en la película terminada.
Ser desviado hacia peligros no buscados puede dar resultado para las emocionantes secuencias de una película. Sin embargo, en la vida real los peligros de este tipo generalmente se marcan con señales de advertencia para evitar que las personas se aventuren por caminos que les causen daño.
De manera similar, la Biblia nos ha brindado señales de advertencia en cuanto a desviarnos de la seguridad de la Palabra de Dios. «Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos» (Hebreos 2:1).
Es fácil desviarnos cuando no nos aferramos a la Palabra de Dios por medio del estudio y la reflexión. Al igual que una corriente rápida, las atracciones de este mundo caído nos llevan hacia el pecado. Pero, al meditar en las Escrituras y buscar la guía del Espíritu Santo, aprendemos la realidad de nuestra ancla espiritual y nos mantenemos seguros, incluso en los peligros de la corriente del mundo.
La brújula de la Palabra de Dios te mantendrá lejos del naufragio espiritual.

lunes, 15 de febrero de 2010

PASTORES FALIN Y JORDI



Aquí esta nuestro Pastor Falin junto al Pastor Jordi,Pastor invitado este domingo para dar la palabra.

MAESTRAS DE LA ESCUELA DOMINICAL


Estas son las maestras de las escuelas dominicales, este pasado domingo el Pastor Falin oró por su ministerio como maestras y por su gran labor de enseñar la palabra de Dios a los mas pequeños.


TU DECIDES QUE DIEMBRAS

«SÓLO ERA CUESTIÓN DE TIEMPO»

Voy a matar a mi padre —advirtió el joven de diecisiete años de edad.

Su amigo, también de diecisiete, le respondió, riéndose:

—No digas tonterías.

Y compartieron ambos un cigarrillo de marihuana.

—Voy a matar a mi padre —volvió a decirle el mismo joven al mismo amigo diez días después.

Así fue por varias semanas: siempre esa terrible declaración. Hasta que un martes 22 de febrero, Cristóbal Galván cumplió su intención. Mató de varios balazos a su padre Esteban Galván. Acto seguido, se mató él mismo. Fue así como se desarrolló este drama familiar, relatado escuetamente.

En más detalle, el muchacho, estudiante secundario, alto, rubio, bien parecido, vivía atormentado por problemas de personalidad. Además, era víctima del uso insensato de drogas como la marihuana, el crack y la heroína. Su madre había muerto de pena varios años atrás por el divorcio que había sufrido a manos de su padre, que era autoritario y exigente.

Ahí estaban el escenario y los elementos del drama, trágicamente dispuestos. Los personajes jugarían cada uno su papel impecablemente. ¿Qué era lo que hacía falta? El momento inevitable. El testimonio a la policía del amigo de Cristóbal, Jaime Carieri, lo explicaba todo: «Sólo era cuestión de tiempo.»

Aquí cabe hacernos la pregunta, franca y directa: ¿Será posible que se esté incubando en nuestro hogar un drama parecido? ¿Se estarán juntando los elementos letales que pueden desencadenar una tragedia? ¿Hay drogas en nuestra casa? ¿Hay licor? ¿Hay armas? ¿Hay irritación? ¿Hay encono? ¿Hay violencia?

Esos elementos, como hojas secas, se encienden con una sola chispa. La violencia suele estallar súbitamente sin que haya, al parecer, ninguna razón ni motivo. Y casi no hay hogar que esté inmune a ella.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo prevenimos una tragedia en nuestro hogar, en nuestra familia, en nuestra vida?

Lo cierto es que si no tenemos una relación íntima con el Señor Jesucristo, difícilmente tendremos la motivación para controlar esos momentos de crisis. Todos somos lo que es nuestro corazón. La Biblia dice: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Todo lo que somos y todo lo que hacemos viene de las intenciones, buenas o malas, de nuestro corazón.

Cristo quiere darnos un nuevo corazón. Él quiere perdonarnos y bendecirnos. Démosle, hoy mismo, nuestra vida. A cada uno nos hará una nueva persona.

Hermano Pablo