jueves, 19 de noviembre de 2009

UNA SIMPLE LEY FÍSICA

Era la fiesta de los Enamorados en Londres. Se celebraba un alegre baile juvenil en un edificio de dos pisos. La noticia de la fiesta se difundió. Los jóvenes fueron llegando en parejas, en grupos de cuatro, de seis, de ocho, de diez. Cuando ya había más de doscientos jóvenes bailando rock, el piso cedió.

Se debió a una simple ley física. Un piso hecho para soportar a cincuenta personas no puede soportar a doscientas. El piso se rompió y los jóvenes cayeron en medio de una espantosa confusión. Dos muertos y sesenta heridos fue el saldo del trágico final de la fiesta.

Hay leyes físicas que no se pueden violar sin pagar las consecuencias. Si se ponen los dedos en el metal caliente, se sentirá la quemadura. Si se toca un cable eléctrico, se sentirá la descarga. Si se deslizan los dedos por el filo del cuchillo, correrá la sangre.

El universo tiene infinidad de leyes físicas que son así porque así las formuló el Creador. No se pueden violar sin sufrir algún percance. Y también el universo, y especialmente la humanidad, poseen una gran cantidad de leyes morales, igualmente firmes, igualmente valiosas, que tampoco se pueden violar con impunidad.

Consideremos el caso de Londres. El piso del edificio no cedió debido a que los jóvenes bailaban música rock, ni porque bebían cerveza, ni porque algunos fumaban marihuana ni porque algunas jóvenes parejas se entregaban a excesivas muestras de cariño. Cedió porque se le puso encima demasiado peso, y nada más; es decir, por una simple ley física.

Así mismo, si sobre una esposa sufrida o un esposo demasiado ingenuo, el otro cónyuge empieza a poner demasiado peso de infidelidad, tarde que temprano habrá un quiebre, una ruptura, un desastre. Es una simple ley moral.

Muchas esposas ceden por el peso de demasiadas burlas del marido, y se rompen como estante de vidrio que deja caer estrepitosamente la excesiva carga de copas que se le ha puesto encima. Y quedan igualmente hechas añicos.

No se puede cargar un puente con demasiada carga ni poner demasiado peso en la bodega de un barco o de un avión. Todo tiene un límite. Pasado ese límite, hay peligro de muerte.

Tampoco se puede cargar el corazón de un ser humano con demasiada pena. Y menos cuando ese corazón es el de la esposa o del esposo. Pidámosle hoy a Cristo sabiduría, comprensión y poder. Él nos ayudará.

Hermano Pablo

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA HUMILDAD

EJERCICIOS ESPIRITUALES

UNA BONITA IMAGEN

SISTEMA DE DEFENSA

Hace unos cuantos años, el Servicio Secreto de los Estados Unidos observó que un alto funcionario del gobierno parecía ser el «menos protegido» de los miembros del gabinete. De manera que instalaron en la suite del funcionario en Washington cuatro puertas de seguridad hechas de vidrio a un costo de 58.000 dólares. Además de éstas, había un par de enormes puertas gruesas de madera que eran imposibles de derribar
Posteriormente, cuando la persona que supervisa los gastos miró los resultados, notó que las nuevas puertas de seguridad siempre «estaban abiertas y sin vigilancia». Así que su valor para brindar seguridad era cero.
En este incidente hay un paralelo espiritual. El Señor ha provisto la armadura completa que necesitamos para enfrentar todo tipo de prueba y tentaciones. Por ejemplo, 1 Tesalonicenses 5:8 habla de la «la coraza de fe y amor». Cuando los problemas invaden nuestras vidas, la fe los puede desarmar. Y el amor impide que las dificultades nos lleven a encerrarnos en nosotros mismos y que nos ahoguemos en autocompasión. El amor concentra nuestra atención en las necesidades y el bienestar de los demás.
El yelmo de «la esperanza de salvación» es una espera confiada en el rescate máximo, el cual nos puede guardar de no perder la cabeza en medio del desorden.
Recuerde, nuestro sistema de defensa no es automático. Para que sean útiles, los recursos de Dios deben ponerse en uso.
1 Tesalonicenses 5:8
…seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

CERRANDO LAS BRECHAS

Lectura: Hechos 5:1-11.
“¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios” Hechos 5:4
Después del episodio final del programa de televisión del 2002, Survivor: Africa (Sobreviviente: África), un resumen especial se centró en los finalistas de la competencia. El presentador del programa, Jeff Probst, dijo que el vencedor ganó «en gran medida porque se apegó a sus principios». Más tarde el campeón explicó que quería ganar pero manteniendo su «dignidad y el respeto por sí mismo». Dando mayores detalles, continuó diciendo que no se tiene que mentir, hacer trampa o hacer cosas turbias para ganar. Se puede ser competitivo y, sin embargo, mantenerse veraz y agradable. En pocas palabras, no permitió discrepancia alguna entre la imagen y la realidad.
En el libro de Hechos leemos acerca de Ananías y Safira, quienes sí tenían abierta una brecha entre aquello por lo que querían que se les conociera y quienes eran en realidad (5:1-11). Satanás puso en sus corazones un plan lleno de mentiras.
Vendieron una propiedad pero sólo trajeron una parte del dinero a los apóstoles fingiendo que estaban dando el valor total de lo recaudado. Querían que se les reconociera como una pareja generosa, pero no eran lo que aparentaban ser. Esta brecha hizo que mintieran al Espíritu Santo y a la comunidad de fe. Pagaron un precio terrible -la muerte. Su ejemplo prevalece como una severa advertencia a todos nosotros.
¿Qué discrepancias hemos permitido en nuestras vidas? Debemos confesarlas y cerrar las brechas.
Integridad significa jamás tener que mirar por encima de nuestros hombros.

martes, 17 de noviembre de 2009