jueves, 12 de noviembre de 2009

ACUERDATE QUE CRISTO SIEMPRE TE AMA

«AHORA YO VOY A DESAFIAR A LA VIDA»

«La vida me ha traído un desafío. Ahora yo voy a desafiar a la vida.» Así habló Ed Kanan, hombre de cuarenta y seis años de edad. Dicho esto, comenzó a esquiar: primero en el agua, lo cual es bastante difícil, después en la nieve, que es más difícil aún. Le puso tanto empeño al deporte que ganó campeonatos nacionales e internacionales.

Lo notable de estas hazañas es que Ed Kanan quedó ciego a los cuarenta y cinco años de edad, justo un año antes de aprender a esquiar. Armado de persistencia y optimismo, Kanan, a pesar del desafío de su ceguera, no permitió que su condición le robara la confianza. Al contrario, afrontó cada desafío con la seguridad de vencer.

La enfermedad que lo había dejado ciego, la diabetes, a su tiempo cobró su víctima, y a los cincuenta y nueve años de edad Ed Kanan murió. Pero dejó un legado: un legado del cual todos nosotros podemos aprovecharnos. Es este: «La vida me ha traído un desafío. Ahora yo voy a desafiar a la vida.»

Lo cierto es que la vida es un desafío continuo para todo ser humano. A veces nos acobardamos ante el desafío, y huimos. Otras veces, llenos de fe y armados de confianza, con una oración en los labios, retamos a la vida y vencemos.

Es rara la vez en que la vida presenta bendiciones, dichas o satisfacciones en una bandeja de plata. Con la vida hay que pelear. Uno puede obtener la victoria y llegar a disfrutar del triunfo y tener al fin la satisfacción de decir: «He peleado y he vencido», pero es, como quiera, una batalla.

Hay dos enemigos que son los que más nos acosan. Uno es el miedo; el otro es el desánimo. El miedo es siempre a lo desconocido. No tememos lo que conocemos; tememos lo que desconocemos. Eso debe decirnos mucho. Si lo que tememos nos es desconocido, ¿cómo sabemos que nos puede perjudicar?

El desánimo, por su parte, es una reacción. Tiene como base nuestras emociones. Depende de la manera en que reaccionamos a las circunstancias de la vida. Si no reaccionamos negativamente, no sufrimos desánimo.

Es innegable que la vida no es justa. No siempre podremos controlar nuestras emociones. ¿Qué hacer entonces? Cobijarnos en la gracia de Dios. Si Cristo es nuestro amigo, si estamos acostumbrados a hablar con Él, podemos estar seguros de que Él nos tiene en sus planes. Y si estamos en sus planes, nada puede ocurrirnos que Él no apruebe. Todos podemos tener esa certeza.

Rindámonos, pues, al Señor Jesucristo y así podremos, con fe y con plena seguridad, desafiar a la vida. Él será nuestra victoria. Él nos acompañará hasta la recta final.

Hermano Pablo

LA OSTRA

Había una vez una ostra cuya historia cuento, que halló que algo de arena se había metido en su concha. Era tan solo un grano, pero le produjo gran dolor ya que las ostras tienen sentimientos aunque sean tan simples.
Ahora, ¿minimizó ella las ásperas labores del destino que la llevó a tan deplorable estado? ¿Maldijo al gobierno, reclamó elecciones, y demandó que el mar debió haberle brindado protección?
No, se dijo a sí misma mientras yacía en una concha, ya que no puedo removerla, intentaré mejorarla. Ahora los años han pasado, como los años siempre lo hacen. Y llegó a este su destino final: un guisado.
Y el diminuto grano de arena que tanto la había molestado era un hermosa perla preciosamente radiante. Ahora el cuento tiene una moraleja, ya que ¿no es maravilloso lo que una ostra puede hacer con un bocado de arena?
¿Qué no podríamos hacer si tan solo comenzásemos con algunas de las cosas que nos molestan?
Autor Desconocido
Las pruebas que Dios permite en nuestras vidas siempre llevan el propósito de ayudarnos a enfocarnos más en Él y aferrarnos a Su provisión.
Cuando esto hacemos, lo que una vez parecía trágico, se convierte en una experiencia de crecimiento personal que no sólo aclara cada vez más el propósito para el cual fuimos creados y puestos en esta vida sino que también nos permite ayudar a otros en el camino.
¿Por qué no dejar de quejarnos, entonces, y más bien darle gracias a Dios por Su providencia y provisión?
Adelante, hagamos buen uso de las pruebas que vienen en nuestra dirección y que Dios les continúe bendiciendo.
Raúl Irigoyen
Y el Señor le respondió: Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. Exodo 33:19.
Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. 1 Crònicas 29:17.

NO HAY MAYOR AMOR

Lectura: Juan 15:9-17.
"Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos" Juan 15:13
Melbourne, Australia, es el hogar del Santuario del Recuerdo, un monumento a la memoria de aquellos que murieron por su país. Desde que fue construido después de la Primera Guerra Mundial, ha sido ampliado para honrar a aquellos que sirvieron en los conflictos subsiguientes.
Es un lugar bello, con recordatorios de la valentía y la devoción, pero el aspecto destacado del santuario es una sala que contiene una piedra tallada en la que se encuentran las simples palabras: «Nadie tiene mayor amor que éste». Cada año, el décimo primer día del décimo primer mes a las once de la mañana, un espejo refleja la luz del sol sobre la piedra para iluminar la palabra amor. Es un tributo conmovedor a aquellos que dieron sus vidas.
Honramos la memoria de los que pagaron el precio final por la libertad. Pero las palabras en esa piedra conllevan un significado aún mayor. Jesús las pronunció la noche antes de morir en la cruz por los pecados de un mundo necesitado (Juan 15:13). Su muerte no fue por la libertad de la tiranía política, sino por la libertad del castigo del pecado. Su muerte no fue tan sólo para darnos una vida mejor, sino para darnos la vida eterna.
Es importante recordar a los que han dado sus vidas por su país, pero jamás olvidemos alabar y honrar al Cristo que se sacrificó por un mundo moribundo. En verdad, no hay mayor amor que éste.
La cruz de Jesús es la suprema evidencia del amor de Dios.

martes, 10 de noviembre de 2009

LA FURIA

El día se presentaba caluroso y húmedo en Miami, Florida. Era uno de esos días en que la temperatura y la humedad ejercen sobre el ánimo de las personas una influencia nociva. Bob Moore, propietario de una ferretería, estaba atendiendo a sus clientes, tratando de no sudar demasiado.

De pronto se abrió la puerta y entró un hombre. Tenía la mirada extraviada, el rostro congestionado, la camisa abierta y, lo más terrible, un arma automática en la mano. Abrió fuego contra el público, y mató a seis personas.

Después huyó. Montó en una bicicleta y siguió disparando su arma, hiriendo a otras tres personas. Al pasar un semáforo en rojo, lo atropelló un automóvil, y el hombre murió allí mismo, todavía empuñando el arma. «Furia» fue la única palabra que emplearon los diarios para dar la noticia del caso.

He aquí un verdadero caso de furia insana, de furia violenta, destructiva. Furia homicida, furia infernal, furia volcánica, furia que no se aplaca sino hasta después de haber provocado todo el daño posible.

¿Qué es la furia? «La ira es una locura breve», afirmaban los antiguos griegos. «La furia es un estallido nervioso que ocurre cuando se ha soportado mucho tiempo una situación ofensiva, humillante o atemorizante», definen los psicólogos.

La Biblia atribuye la ira y la furia a la acción del diablo, pero también al corazón que no se somete a Dios. Y la furia sólo de vez en cuando toma esas dimensiones trágicas del suceso de Miami. A veces la furia es silenciosa, pero mata el compañerismo y nubla el goce de las relaciones humanas.

Tenemos, por ejemplo, el enojo severo y profundo que suele producirse entre marido y mujer. Quizá nunca llegue a estallar en furia, pero destruye igualmente la armonía y la felicidad. Porque cuando hay enojo, no hay palabras, no hay sonrisas, no hay felicidad.

La Biblia dice: «Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra» (Salmos 37:8-9).

Nada mejor, para verse libre de esta breve locura destructiva, que entregar el corazón y la voluntad a Cristo. Porque sólo Él tiene paz, calma y justicia abundantes para darnos.

Hermano Pablo

EL SAPO DE LA SANTA CRUZ

Los sapos se encuentran en todas partes del mundo y, debido a que consumen enormes cantidades de insectos dañinos, son amigos del hombre.
Tal vez el sapo más útil que se conozca es el que vive en las regiones semiáridas del centro de Australia. Se lo conoce con el nombre de Sapo de la Santa Cruz, debido a las manchas de su lomo, que asumen esa forma.
Este sapo es una cantimplora viviente. En las pocas ocasiones en que llueve, bebe el precioso fluido vital hasta hincharse. Durante las sequías que siguen a las lluvias, el batracio se esconde por meses en el barro, y sobrevive gracias al agua que ha bebido.
Cuando los aborígenes de Australia se encuentran perdidos en medio del desierto durante la época de sequía, todo lo que necesitan hacer es buscar al sapo de la santa cruz para sobrevivir. Al extraer el agua de estas insólitas cantimploras, han logrado evitar las consecuencias fatales de la sequía, que hubieran sido catastróficas para todos los que desconocieran los hábitos de este sapo.
Tal como los aborígenes de Australia emplean el sapo de la santa cruz cuando necesitan del agua que da vida, las personas perdidas en el desierto de este mundo pueden ser liberadas milagrosamente de la muerte al beber del agua de la vida que brota del manantial de la cruz.
Moisés dio un golpe en la roca que representaba a Cristo, y consiguió agua en el desierto. Jesús mismo amplió esta lección cuando le dijo a la mujer que estaba en el pozo: ““Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed” Pero “el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás.”.
Así pues, por medio de este humilde sapo, de Moisés y su roca milagrosa, y de Cristo y la Cruz se nos enseña la lección de que el agua es un elemento que da vida. Responderemos como la Samaritana: “ Señor dame de esa agua”.
“Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—,pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
—Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla. Juan 4:13-15.

NUNCA SE ENCUENTRAN

Lectura: Salmos 103:6-14.
"Echaste tras tus espaldas todos mis pecados" Isaías 38:17
¿Sabías que tanto el punto más alejado al este como el punto más alejado al oeste de los Estados Unidos se encuentran en Alaska? En realidad es un truco geográfico. El Punto Pochnoi en las Islas Aleutianas es la ubicación más alejada al oeste estando todavía en los Estados Unidos. Pero si viajamos unos cuantos kilómetros más hacia el oeste, terminaremos en la Isla Amatignak en Alaska. Debido a que dicho punto se encuentra al oeste del meridiano de 180 grados, el cual separa el hemisferio este del hemisferio oeste, técnicamente se encuentra al este del resto de los Estados Unidos.
Pero jamás encontraremos un punto donde el este y el oeste realmente se encuentren el uno junto al otro. Jamás «encontraremos» el este yendo hacia el oeste. El este continúa para siempre. El oeste continúa para siempre. Jamás se encuentran. No se puede ir más lejos de allí.
¿Por qué es esto importante? Simplemente por esto: Cuando leemos en las Escrituras que nuestros pecados perdonados son alejados de nosotros «cuanto está lejos el oriente del occidente» (Salmos 103:12), se nos asegura que están a una distancia inmensurablemente lejos -que se han ido para siempre. Y, si eso no es suficiente, lea esto: Dios dice: «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de Mí mismo, y no Me acordaré de tus pecados» (Isaías 43:25).
¿Te preocupan tus pecados? Por medio de la muerte de Jesús en la cruz, Dios puede decir: «¿Cuáles pecados?» Pero Él hará eso sólo si pones tu fe en Su Hijo.
Invitamos a la derrota cuando recordamos lo que debemos olvidar.