viernes, 6 de noviembre de 2009

CORAZÓN DE NIÑO NEGRO EN NIÑO BLANCO


John Nathan Ford, niño negro del barrio de Harlem, Nueva York, salió a jugar al balcón. Con sólo cuatro años de edad, este niño que tenía el mismo apellido de una de las familias más ricas de los Estados Unidos y de un ex presidente, no se daba cuenta de las diferencias de color, de la ínfima escala social de su familia ni de su tremenda pobreza. Quizá por un mareo o debilidad o descuido, John Nathan se cayó del balcón, desde un sexto piso.

La madre, Dorothy Ford, hizo donación del pequeño corazón de su hijo para que fuera implantado en el pecho de James Preston Lovette, niño blanco y rico, también de cuatro años de edad.

El niño negro, muerto en medio de la miseria, seguiría viviendo, aunque no fuera más que su solo corazón, dentro de un niño blanco, rico y afortunado.

¡Cuántas reflexiones podemos sacar de esta patética noticia! La primera es que no importa de qué color es la piel del individuo —ya sea negra, blanca, amarilla, cobriza o aceitunada—, los corazones siempre son rojos.

La verdad es que debajo de un par de milímetros de piel, todos los seres humanos nos parecemos. Todos tenemos la misma composición molecular y química. Todos tenemos la misma temperatura vital. Todos tenemos los mismos rasgos psicológicos. Todos tenemos las mismas necesidades físicas y las mismas reacciones morales y sentimentales.

La segunda reflexión es: ¿Qué pensará el niño blanco cuando más adelante sepa que lleva en su pecho el corazón de un negro? ¿Se sentirá humillado, menoscabado, acomplejado, deprimido? ¿O será que ese corazón negro que le ayuda a vivir le dará una visión de amor y comprensión universal?

Sea cual sea su reacción cuando conozca el caso, el hecho innegable es que un niño negro tuvo que morir para que él pudiera seguir viviendo. Y sea racista o no sea racista, el hecho permanecerá inalterable: un corazón de negro seguirá bombeando sangre de blanco.

Jesucristo, con piel de judío, murió en una cruz. Su costado fue traspasado por nosotros, y la sangre que bombeaba su corazón, sangre judía, fue derramada íntegramente para redimir a toda la humanidad, de cualquier color, cualquier raza, cualquier nacionalidad y cualquier religión.

Hermano Pablo

UNA LAGRIMA

Una lágrima: es eso que humedece los ojos del mundo. Y que el mundo se empeña en ocultar. Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza y queda atorada en la garganta, apretada en el corazón, comprimiéndonos todo. Es tan profunda, que no sabemos con certeza de donde nace, ni si podrá morir alguna vez.
A veces una lágrima: cicatriza una herida, lava una pena y ablanda.
Una lágrima: es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una interrogante. Una lágrima: puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.
Una lágrima: es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad, la lágrima une, estrecha, funde.
La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo en la amistad e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse. La lágrima descubre. El que ingnora tus motivos, no te conoce.
La lágrima es un don.
Lucas 6:21
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

SERVIR O MORIR

Lectura: Marcos 10:35-45.
"Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir" Marcos 10:45
El Dr. Paul Brand me contó acerca de un memorable francés llamado Pierre, quien había servido en el Parlamento hasta que se decepcionó con el lento ritmo del cambio político. Durante un duro invierno, muchos mendigos parisinos murieron congelados. En su desesperación, Pierre se hizo fraile para trabajar entre los pordioseros y ayudarles a que se organizaran entre ellos.
Se dividieron en equipos para recorrer las calles en busca de botellas. Luego, les guió para que construyeran un depósito de ladrillos desechados e iniciar un negocio procesando las botellas. Finalmente, le dio a cada mendigo la responsabilidad de ayudar a otro que fuera más pobre que él. El proyecto se impuso. En unos cuantos años fundó la organización caritativa Emaús.
Finalmente quedaban muy pocos pordioseros en París. Así que Pierre se fue a la India. «Si no encuentro personas en peores condiciones económicas que mis mendigos -dijo-, este movimiento podría volcarse hacia adentro. Se convertirá en una organización poderosa y rica y todo el impacto espiritual se perderá. No tendrá a nadie a quien servir».
En una colonia de leprosos en la India, Pierre conoció a pacientes en peores condiciones económicas que sus antiguos mendigos. De regreso a Francia, movilizó a los pordioseros para que construyeran una sala para enfermos de lepra en un hospital en la India.
«Son ustedes quienes nos han salvado -les dijo a los agradecidos pacientes-; debemos servir o, si no, morimos».
Si quieres un campo de servicio mira a tu alrededor.

jueves, 5 de noviembre de 2009

MAS QUE ATOMOS

Dos jóvenes hermanos se involucraron en una competencia continua por la superioridad. Allan de nueve años, explicaba a Roberto, de cuatro, la ciencia de la materia viva, muy complacido de su ventaja por estar en tercer grado.
Pronto, se desató una algarabía, con gritos de ¡Yo no! y ¡Tú también!, que se escuchaban por toda la casa. Roberto corrió llorando al encuentro con su madre.
-Mami… ¿está todo formado por átomos?
_Sí, así es.
-Entonces -dijo-, ¡estoy hecho de átomos!
-Él tienen razón, cariño. Todo en el mundo está compuesto por átomos.
Rob se tiró al piso, sollozando como si se hubiera roto el corazón. Su intrigada mamá lo tomó en brazos y lo estrechó fuertemente.
-A ver, ¿qué está pasando?
- ¡No es justo! -chilló-. No quiero estar hecho de Allans. Quiero estar hecho de Robertos.
Todos queremos reconocimiento a nuestra exclusividad. Sin embargo, nuestro valor propio no debe depender del lugar que ocupemos en la sociedad, de la opinión de otros hacia nosotros o de nuestras propias comparaciones con los demás. Nuestra autoestima debe cimentarse en el hecho de que Dios nos creó con extremo cuidado y nos ha llamado Su buena creación.
En su omnisciencia, todos estamos hechos de las sustancias correctas. Nuestro valor propio viene entonces de cómo las utilizamos, en el servicio a nuestras familias y comunidades, ejercitando los dones creativos y estando en unidad con Dios. Ni la categoría más alta a los ojos de los hombres, puede igualar la recompensa por obedecer la voluntad de Dios. Es así como nos elevamos a mucho más que una simple colección de átomos.
Gálatas 6:4
Pero que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro.

PROCEDIMIENTO EXPLORADOR

Lectura: Hebreos 4:11-16.
"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz,... y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" Hebreos 4:12
Tengo un amigo que recientemente se sometió a una laringoscopia. Se me crispó el rostro de dolor mientras él explicaba cómo su doctor tomó una cámara con una luz en un extremo y la introdujo por su garganta para tratar de encontrar la causa de su mal.
Esto me recordó que la Palabra de Dios es como una laringoscopia. Invade las áreas de nuestras vidas que no se pueden ver, exponiendo el tejido espiritual enfermo y dañado que nos atribula. Si se te crispa el rostro de dolor ante la idea de lo incómodo que podría ser este procedimiento divino, considera las palabras de Jesús: «Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas» (Juan 3:20). Puede que las intrusiones internas sean incómodas pero, ¿realmente quieres estar enfermo?
Darle la bienvenida a la Palabra de Dios para que penetre en los lugares profundos y oscuros de nuestros corazones es la única manera de encontrar verdadera sanidad y la salud espiritual que anhelamos. Créame, el procedimiento será concienzudo. Tal y como lo asegura el autor de Hebreos, la Palabra de Dios es «más cortante que toda espada de dos filos» (4:12), cortando todo a su paso desde los aspectos externos de nuestras vidas, hasta llegar a nuestros pensamientos, intenciones y motivos.
Entonces, ¿qué estás esperando? No necesitas tener una cita con la Palabra de Dios. ¡El cirujano divino estará listo cuando tú lo estés!
Que la Palabra de Dios explore tu ser interior.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

EL RUEGO DE UN ADOLESCENTE

Cuando te pido que me escuches y comienzas a darme consejos, no has entendido lo que te pedí.
Cuando te pido que me escuches y comienzas a decirme por qué no debo sentirme de tal manera, pisoteas mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches y sientes que debes hacer algo para resolver mi problema, me has fallado, aunque te suene raro.
¡Escucha!
Lo único que te pedí fue que me escuches. y no hables o hagas algo, solo escúchame.
Yo sé valerme por mí mismo. No soy un inútil. Cuando haces algo por mí, que yo mismo puedo y debo hacer, contribuyes a mis sentimientos de temor e insuficiencia. Pero, cuando aceptas como un simple hecho lo que yo siento, sin importar cuán irracional parezca, entonces puedo cesar de intentar convencerte y dedicarme a comprender lo que hay detrás de tales sentimientos irracionales.
Y cuando esté claro, las respuestas son obvias.
Quizás esta es la razón por la que es tan eficaz la oración; porque Dios escucha en silencio.
Eclesiastés 3:1,7
Todo tiene su tiempo…
tiempo de callar y tiempo de hablar.
Fuente: El libro devocionario de Dios para los Padres, Editorial Unilit

EL CATALOGO DE DIOS

Lectura: Juan 17:20-26.
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35
Esta es la época de recibir catálogos por correo. Cada ida al buzón termina con un cargamento de catálogos ingeniosos pero insustanciales por las fiestas. Cada uno afirma ofrecerme algo que necesito -de inmediato. «¡No espere!» «¡Oferta limitada!» «¡Pídalo ahora!»
El señuelo funciona. Abro las páginas para descubrir lo que no sabía que necesitaba. Ciertamente, veo cosas que de repente parecen esenciales, aun cuando hacía unos cuantos minutos ni siquiera sabía que existían. Los fabricantes usan las ilustraciones de los catálogos para desarrollar un deseo por sus productos.
En cierta manera, los cristianos son los catálogos de Dios. Somos Su ilustración al mundo de lo que Él tiene para ofrecer. Su obra en nuestras vidas hace de nosotros una fotografía de las cualidades que tal vez las personas no sepan que necesitan o quieren hasta que las ven funcionando en nosotros.
Jesús oró porque Sus seguidores estuvieran unidos para que el mundo supiera que Dios Le había enviado a Él y les amaba a ellos tal y como Dios Le amaba a Él (Juan 17:23). Cuando Cristo está vivo en nosotros, nos convertimos en ejemplos del amor de Dios. No podemos fabricar amor. Dios es el fabricante y nosotros somos Su trabajo.
Al mirar los catálogos por las fiestas, considera que el «catálogo» de tu vida habla acerca de Dios. ¿Ven las personas cualidades en ti que hacen que anhelen a Dios?
Como cristiano, eres la “publicidad de Dios”. ¿Quieren las personas lo que ven en ti?