lunes, 12 de octubre de 2009
ELIMINACION DE BASURA
Se pueden hacer tres cosas con la basura: la puedes recoger, la puedes esparcir o la puedes eliminar. Algunas personas recogen basura; siempre están escuchando algún chisme selecto. Si tan sólo fueran colectores, el problema no sería tan grave. Pero estos colectores muchas veces son como las personas que arrojan basura en las vías públicas e insisten en esparcirla por la autopista de la vida. Gracias a Dios que también están los que la eliminan. Colocan los desperdicios a donde tienen que ir: en «el basurero» del olvido.
Santiago 4:11 nos dice: «No habléis mal los unos de los otros.» Si no puedes decir nada útil, no digas nada. Si escuchas un rumor dañino, colócalo de inmediato en la «bolsa de la basura». Luego ora por la persona sobre la que están hablando, así como por el que te lo dijo. No divulgues el chisme, sino elimínalo en silencio. El chisme muere pronto si no se repite.
Hoy vas a encontrar mucha basura. La puedes recoger, la puedes esparcir, o la puedes eliminar. Pídele a Dios que te ayude a hacer lo que le agrada y lo que sea útil a los demás. –Doctor M. R. De Haan
EL ARTE DE LA GENTE COMUN
Caravaggio, el pintor italiano del siglo XVI, recibió críticas mordaces en su tiempo por representar a los personajes de la Biblia como personas comunes y corrientes. Sus críticos reflejaban una época en la que sólo se consideraba a los miembros de la realeza y la aristocracia como sujetos apropiados para la «inmortalidad» del arte. El lienzo «San Mateo y el ángel» que le encomendaron a Caravaggio ofendió tanto a los líderes de la iglesia que tuvo que volverse a pintar. No podían aceptar ver a Mateo con las facciones físicas de un obrero cotidiano.
Según un biógrafo, lo que los padres de la iglesia no entendieron fue que «Caravaggio, al elevar a esta figura humilde, estaba imitando a Cristo, ya que Él mismo había sacado a Mateo de la calle».
Jesús vivió, amó y murió por los ricos también. Pero al hacerse amigo de los que habían sido poseídos por demonios, los leprosos, los pescadores e incluso los despreciados publicanos, el Maestro de Nazaret mostró que nadie es demasiado pobre, demasiado pecaminoso o demasiado insignificante para ser Su amigo.
Jesús te quiere a ti como amigo.
sábado, 10 de octubre de 2009
EL MURIO POR MI
Cuando el tren se acercó más, y el silbido sonó a todo volumen, y los frenos chirriaron, Will la tomó en sus brazos. Mientras la gente se estremecía horrorizada, el tren les pasó por encima. Un testigo dijo que justo antes de que la máquina los golpeara escuchó al valiente hombre gritar: «¡Me voy a quedar contigo Mary!» ¡Ese sí que es un gran amor!
Esta historia me recuerda a nuestro Salvador, el cual nos amó con un amor que puede salvarnos (Juan 3:16). La muerte se precipitó sobre Él mientras pendía en la cruz y asumió la pena completa que nosotros merecíamos. Escuchó a personas gritarle que se salvara a Sí mismo y que bajara de la cruz (Mateo 27:40). Pero para salvar a los demás, Cristo optó por no salvarse a Sí mismo (v.42).
Con amor divino y sacrificatorio, Jesús rehusó salvar su propia vida. Murió para poder perdonar nuestros pecados. Nuestro Salvador se quedó en la cruz: por ti y por mí. –Doctor M. R. De Haan
UN PUÑADO DE ESPINAS
"Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres" Salmos 107:21
Jeremy Taylor fue un clérigo inglés del siglo XVII que sufrió una severa persecución por causa de su fe. Pero, aunque su casa fue saqueada, su familia fue dejada en la miseria y sus propiedades fueron confiscadas, él siguió contando las bendiciones que no podía perder.
Escribió: «No me han quitado mi alegre semblante, mi espíritu gozoso ni mi buena conciencia; todavía me han dejado con la providencia de Dios y todas Sus promesas... mis esperanzas del cielo y mi caridad para con ellos también y todavía duermo y digiero, como y bebo, leo y medito. Y todo aquel que tiene tantas causas para el gozo, y gozo tan grande, jamás debe optar por sentarse sobre su puñadito de espinas».
Aunque puede que seamos afligidos con las dolorosas dificultades que Jeremy Taylor tuvo que sobrellevar, todos enfrentamos pruebas y tribulaciones. ¿Estamos refunfuñando? ¿O nos negamos a dejar que nuestro «puñadito de espinas», nuestros problemas, oscurezcan la abrumadora abundancia de nuestras bendiciones?
Cuando sintamos ganas de quejarnos, recordemos la fidelidad de Dios y «alab[emos] a Jehová, invo[quemos] Su nombre; d[emos] a conocer Sus obras en los pueblos... Acor[démonos] de las maravillas que Él ha hecho» (Salmos 105:1,5).
Pasa tu vida contando tus bendiciones, no ventilando tus quejas.
viernes, 9 de octubre de 2009
LE BAJARON LOS HUMOS
Sin saberlo, aquella niña dijo algo que su padre necesitaba escuchar. El orgullo puede infiltrarse en nuestra vida muy fácilmente, y de vez en cuando, es bueno que a uno «le bajen los humos». Necesitamos recordar que no hemos de tener un concepto de nosotros más alto que el debido (Romanos 12:3). Es fácil llegar a ser orgulloso cuando nos quedamos en nuestros propios círculos de la vida. Pero cuando nos arrojan en situaciones más grandes, con mayores demandas, presiones y competencia, nos impactamos al darnos cuenta de que los peces grandes de lagunas pequeñas se encogen rápidamente en un océano grande.
Santiago dijo: «Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes» (4:6). Así que pidamos al Señor que nos ayude a vernos como realmente somos. Con su ayuda, aprenderemos a deshacernos del necio orgullo. –Richard De Haan
PRESENTANDOME
"Porque ha inclinado a mí Su oído; por tanto, Le invocaré en todos mis días" Salmos 116:2
Leonardo da Vinci pasó diez años dibujando orejas, codos, manos y otras partes del cuerpo en muchos aspectos diferentes. Luego, un día puso a un lado los ejercicios y pintó lo que veía. De manera similar, los atletas y los músicos jamás llegan a ser grandes sin la práctica periódica.
Durante años me resistí a una rutina periódica de oración, pues creía que la comunicación con Dios debía ser espontánea y libre. Pero descubrí que necesitaba la disciplina de lo periódico para hacer posibles esos momentos excepcionales de comunicación libre con Dios. Finalmente aprendí que la espontaneidad a menudo fluye de la disciplina.
La autora Nancy Mairs dice que ella asiste a la iglesia con el mismo espíritu con que va a su escritorio cada mañana para escribir, para que, si llega una idea ella esté allí para recibirla. Yo me acerco a la oración del mismo modo. Continúo orando si siento que estoy obteniendo algún provecho o si no lo siento; me presento con la esperanza de llegar a conocer mejor a Dios, tal vez al saber de Él de maneras que sólo son accesibles por medio de la soledad.
La palabra en castellano «meditar» se deriva de una palabra en latín que significa «ensayar». A menudo, mis oraciones parecen una especie de ensayo. Repaso notas básicas (el Padrenuestro), practico piezas familiares (los Salmos) y trato unas cuantas nuevas tonadas. Principalmente, me presento.
La oración es la conversación íntima con nuestro Dios.