lunes, 31 de agosto de 2009

EL VALOR DE UNA ORACION

Señor…
…Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡ Señor…si yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides de mí !
No es cuanto oras..sino cómo oras y a quién oras lo que determina el valor de la oración. Si te diriges al Padre y tu oración es libre de egoísmos, vanidades o falsas ilusiones, entonces tendrás una oración de calidad.
Si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor. Exodo 22:23
Entonces clamó el pueblo a Moisés, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó. Num 11:2
Entonces clamó Sansón a Dios, y dijo: Señor, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Juec 16:28

MARAVILLOSO MISTERIO


Lectura: Lucas 23:32-43.
“Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” Salmos 103:12
Los titulares en nuestro periódico local no anunciaban buenas noticias en absoluto. Casi 60 millones de litros de aguas residuales parcialmente tratadas desaparecieron de repente de un estanque de almacenamiento en una instalación de tratamiento de agua. Justo en las afueras de la pequeña ciudad de Sand Lake, Michigan, una laguna de 150 metros x 150 metros desapareció en un sumidero. El problema era que nadie sabía hacia dónde iban las aguas residuales. Según el portavoz de un condado, «primero se deberá saber a dónde se fueron [las aguas residuales] para poder decir qué fue lo que pasó».
Cuando leí el artículo, imaginé que todas las malas acciones de mi vida eran como ese sucio estanque que ya no estaba allí. En mis momentos más claros de fe, puedo decir con toda honestidad que realmente no sé a dónde se fueron, pero se han ido. La última vez que vi la verdadera culpa de mi envidia, ira e impaciencia, ésta había sido clavada en la cruz con un Hombre que sufrió por malas acciones que jamás había cometido.
¿A dónde se fue mi culpa? La Biblia me da respuestas que no puedo entender en realidad: ha sido sepultada en lo más profundo del mar (Miqueas 7:19), alejada cuanto está lejos el oriente del occidente (Salmo 103:12), borrada de los libros eternos de la justicia del cielo (Colosenses 2:13-15).
No, todo lo que en realidad puedo entender es que le debo gratitud, alabanza y honra eternas a Aquel que llevó nuestro pecado; una buena noticia que es un misterio inexpresable.
Cuando Dios perdona, quita nuestro pecado y restaura nuestra alma.

NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS

domingo, 30 de agosto de 2009

CAMBIO DE DIRECCION

Lectura: Colosenses 1:9-14.
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Su amado Hijo” Colosenses 1:13
Si te mantienes en contacto con tu familia y amigos por medio del servicio postal o el correo electrónico, probablemente has recibido o enviado una notificación de cambio de dirección. Ésta va más o menos así: «Ya no recibiré correspondencia en _____________. Mi nueva dirección será ___________. Gracias por tomar nota de este cambio».
Pablo les recordó a los creyentes en Colosas que ellos tenían «un cambio de dirección» y que debían compartirlo con los demás. Se habían mudado de una comunidad y se habían «trasladado» o transplantado a una nueva, por medio de la gracia de Dios. Habían sido rescatados del reino de las tinieblas y llevados al reino de Jesús (1:13). Su antigua dirección era pecador@reinodelastinieblas. Pero cuando se convirtieron en seguidores de Jesús, su nueva dirección cambió a salvado@reinodeSuamadoHijo.
En Filipenses 3:20, Pablo declaró que todos los creyentes son ciudadanos del cielo y deben vivir una vida digna de su nueva dirección. Alentó a los cristianos en Colosas a caminar con sabiduría hacia los que estaban fuera de la fe para estos últimos pudieran ver y escuchar acerca de los cambios (Colosenses 4:5-6).
Si has tenido «un cambio de dirección», cuéntale a alguien acerca de lo que Jesús ha hecho en ti.
Cuando Jesús entra en una vida, lo cambia todo.