Aquí tenemos parte del grupo de danza Nissi dela iglesia la Paz
lunes, 10 de agosto de 2009
HOY..ME GOZARE Y ALEGRARE EN TI
“Nos gozaremos y alegraremos en ti” Cantar de los Cantares 1:4
Hoy pueden existir muchas razones para llorar, quejarme o lamentarme , pero si llego a ese estado estaré despreciando la más grande oportunidad de experimentar en mi vida el gozo y la alegría de tener al Señor como la fuente de ese gozo y esa alegría. Hoy no abriré las puertas de mi corazón a las notas dolorosas de este mundo pero sí a las notas dulces del arpa de regocijo, y a los címbalos de la alegría. En ese raudal de alegría hoy quiero cantar al Señor, roca de mi salvación.
Hoy como llamado y elegido, echaré lejos mis congojas, y estableceré mi estandarte de confianza en el nombre de Dios. Quiero dejar lamentarme sobre los problemas, porque Dios me da el árbol de dulzura para lanzarlo en Marah el estanque amargo, con el regocijo que magnifica el Señor.
El Espíritu Eterno, el Consolador, de quien soy templo donde él habita, nunca cesará de adorar y bendiciendo el nombre de Jesús. Jesús debe tener la corona de la delicia de mi corazón; hoy estaré CONTENTO Y REGOCIJADO en él, porque el dulce Jesús, es la porción de su pueblo y yo soy parte de esa porción. Mi anhelo es que desde la primera hora de este día y hasta la última yo pueda estar contento y regocijado en el Señor.
Las noticias del día no me traerán ese regocijo. Las pláticas en el trabajo tampoco. Ni siquiera las notas solemnes de la religión lo podrán traer. Pero la persona de Jesús si. Hoy se que la persona de Jesús llena mi alma. Su promesa de estar a mi lado a cada instante se demostrará por la maravillosa experiencia de el gozo y el contentamiento. Hoy, el stress se sujetará al gozo y al contentamiento del Señor.
Hoy como llamado y elegido, echaré lejos mis congojas, y estableceré mi estandarte de confianza en el nombre de Dios. Quiero dejar lamentarme sobre los problemas, porque Dios me da el árbol de dulzura para lanzarlo en Marah el estanque amargo, con el regocijo que magnifica el Señor.
El Espíritu Eterno, el Consolador, de quien soy templo donde él habita, nunca cesará de adorar y bendiciendo el nombre de Jesús. Jesús debe tener la corona de la delicia de mi corazón; hoy estaré CONTENTO Y REGOCIJADO en él, porque el dulce Jesús, es la porción de su pueblo y yo soy parte de esa porción. Mi anhelo es que desde la primera hora de este día y hasta la última yo pueda estar contento y regocijado en el Señor.
Las noticias del día no me traerán ese regocijo. Las pláticas en el trabajo tampoco. Ni siquiera las notas solemnes de la religión lo podrán traer. Pero la persona de Jesús si. Hoy se que la persona de Jesús llena mi alma. Su promesa de estar a mi lado a cada instante se demostrará por la maravillosa experiencia de el gozo y el contentamiento. Hoy, el stress se sujetará al gozo y al contentamiento del Señor.
Señor: Gracias por que tu presencia produce automáticamente en mi vida gozo y contentamiento. Mi gozo y mi contentamiento está firmemente establecidos en ti. Gracias por darme hoy la oportunidad de experimentar ese gozo. Yo se que esta experiencia va por encima de lo que el mundo, familiares o amigos me puedan decir. Les transmitiré ese gozo y ese contentamiento para que ellos también terminen gozándose en ti. Amén.
CRUCERO O BARCO DE GUERRA
Hace algún tiempo, nuestra iglesia “adoptó” al USS Reuben James, una fragata asignada al Golfo Pérsico. Estuvimos de acuerdo en orar diariamente por la tripulación y enviarles a los marineros cintas grabadas y libros. También les
enviábamos copias de nuestros cultos de fin de semana para que pudieran televisarlos por su sistema interno los domingos en la mañana mientras estaban en alta mar.
Al terminar su asignación en el Golfo, el “Reuben James” atracó en Pearl Harbor. Recibí una invitación para ser huésped de la tripulación durante una breve excursión al Pacífico. Tras una prolija visita a los dormitorios y las cubiertas, tomé mi lugar junto al capitán mientras izábamos ancla y navegábamos hacia las profundas aguas azules con una tripulación de 800. A una distancia de tierra firme segura, el destacamento de cañones disparó unas cuantas rondas desde los masivos cañones del barco.
Mientras que cada marino iba de un lado para otro, observé algo. Todos sabían exactamente cuál era su rol. Cada persona en ese buque tenía un trabajo, una función, una responsabilidad y un propósito para estar allí, esto es, todos menos yo. Yo era el único que estaba de paseo.
En contraste, unos meses más tarde, mi esposa, Anna, y yo tomamos un crucero de tres días alrededor de las islas para refrigerio y descanso. En cubierta, observe a 400 seres humanos, perezosos y dorados por el sol, circulando alrededor de la piscina mientras 40 obreros uniformados se desplazaban a su alrededor tratando de mantenerlos felices.
En un momento de reflexión escuché al Señor decirme: “Mi iglesia necesita ser un barco de guerra y no un crucero de vacaciones. Si hemos de penetrar la oscuridad y rescatar almas con las que nos encontremos, no podemos ser un barco de espectadores. Todos necesitan saber por qué estamos abordo”.
Tomado de “Haciendo Iglesia como Equipo” por Wayne Cordeiro
(Regal)
enviábamos copias de nuestros cultos de fin de semana para que pudieran televisarlos por su sistema interno los domingos en la mañana mientras estaban en alta mar.
Al terminar su asignación en el Golfo, el “Reuben James” atracó en Pearl Harbor. Recibí una invitación para ser huésped de la tripulación durante una breve excursión al Pacífico. Tras una prolija visita a los dormitorios y las cubiertas, tomé mi lugar junto al capitán mientras izábamos ancla y navegábamos hacia las profundas aguas azules con una tripulación de 800. A una distancia de tierra firme segura, el destacamento de cañones disparó unas cuantas rondas desde los masivos cañones del barco.
Mientras que cada marino iba de un lado para otro, observé algo. Todos sabían exactamente cuál era su rol. Cada persona en ese buque tenía un trabajo, una función, una responsabilidad y un propósito para estar allí, esto es, todos menos yo. Yo era el único que estaba de paseo.
En contraste, unos meses más tarde, mi esposa, Anna, y yo tomamos un crucero de tres días alrededor de las islas para refrigerio y descanso. En cubierta, observe a 400 seres humanos, perezosos y dorados por el sol, circulando alrededor de la piscina mientras 40 obreros uniformados se desplazaban a su alrededor tratando de mantenerlos felices.
En un momento de reflexión escuché al Señor decirme: “Mi iglesia necesita ser un barco de guerra y no un crucero de vacaciones. Si hemos de penetrar la oscuridad y rescatar almas con las que nos encontremos, no podemos ser un barco de espectadores. Todos necesitan saber por qué estamos abordo”.
Tomado de “Haciendo Iglesia como Equipo” por Wayne Cordeiro
(Regal)
¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que Su Majestad ha sufrido desde su juventud hasta ahora!» II Sam 19:7
Timoteo, hijo mío, las cosas que te pido hacer están de acuerdo con las profecías que se dijeron acerca de ti. Si cumples con ellas serás como un buen soldado que sabe pelear. I Tim 1:18
Timoteo, hijo mío, las cosas que te pido hacer están de acuerdo con las profecías que se dijeron acerca de ti. Si cumples con ellas serás como un buen soldado que sabe pelear. I Tim 1:18
EL OJO DE DIOS
Lectura: 2 Crónicas 16:7-14.
"Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él" 2 Crónicas 16:9
El telescopio espacial Hubble ha tomado fotografías de la Nebulosa Hélice. Algunos astrónomos la describen como «un túnel de gases resplandecientes de trillones de kilómetros de largo». En su centro hay una estrella moribunda que ha lanzado polvo y gases que se extienden hacia su borde exterior. Fotografías extraordinarias muestran a la nebulosa como el iris azul de un ojo humano completo con todo y párpados. Debido a esto, algunos la han llamado el «ojo de Dios».
Aunque esta nebulosa no es literalmente el ojo de Dios, las Escrituras sí dicen Dios fija Su mirada en nuestras vidas. El profeta Hanani dijo: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él» (2 Crónicas 16:9).
Esta proclamación del ojo de Dios que todo lo ve se dio en respuesta a la confianza que el rey Asa había puesto en otro gobernante en busca de seguridad militar. Asa parecía haber olvidado que era el Señor Dios, no simples soldados, quien le había dado las victorias pasadas sobre sus enemigos (14:11-12). Esta deslealtad espiritual no pasó inadvertida para Dios, quien busca derramar Su bendición sobre todo acto de obediencia a Él.
Aunque no podemos ver los ojos de Dios, podemos tener la seguridad y la tranquilidad de que Él nos ve. Su deseo es mostrar Su fortaleza ante aquellos que Le son leales con todo su corazón.
Saber que Dios nos ve trae consigo tanto convicción como consuelo.
"Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él" 2 Crónicas 16:9
El telescopio espacial Hubble ha tomado fotografías de la Nebulosa Hélice. Algunos astrónomos la describen como «un túnel de gases resplandecientes de trillones de kilómetros de largo». En su centro hay una estrella moribunda que ha lanzado polvo y gases que se extienden hacia su borde exterior. Fotografías extraordinarias muestran a la nebulosa como el iris azul de un ojo humano completo con todo y párpados. Debido a esto, algunos la han llamado el «ojo de Dios».
Aunque esta nebulosa no es literalmente el ojo de Dios, las Escrituras sí dicen Dios fija Su mirada en nuestras vidas. El profeta Hanani dijo: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él» (2 Crónicas 16:9).
Esta proclamación del ojo de Dios que todo lo ve se dio en respuesta a la confianza que el rey Asa había puesto en otro gobernante en busca de seguridad militar. Asa parecía haber olvidado que era el Señor Dios, no simples soldados, quien le había dado las victorias pasadas sobre sus enemigos (14:11-12). Esta deslealtad espiritual no pasó inadvertida para Dios, quien busca derramar Su bendición sobre todo acto de obediencia a Él.
Aunque no podemos ver los ojos de Dios, podemos tener la seguridad y la tranquilidad de que Él nos ve. Su deseo es mostrar Su fortaleza ante aquellos que Le son leales con todo su corazón.
Saber que Dios nos ve trae consigo tanto convicción como consuelo.
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