martes, 28 de julio de 2009

HOY..APRENDERE A PERDER

“Aún mas, a nada le concedo valor si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero por basura a cambio de ganarlo a él, y encontrarme unido a él, no con una justicia propia, adquirida por medio de la ley, sino con la justicia que se adquiere por medio de la fe en Cristo, la que da Dios con base en la fe” Filipenses 3:8
Vivo en mundo donde se exalta solo la ganancia y muchos están en una carrera desesperada por ganar y ganar mas.- Nadie quiere perder. Muchas veces yo he estado corriendo la misma carrera y hasta en el camino cristiano puedo escuchar que solo se habla de ganancia y se le ofrece a quien entra en la carrera cristiana que solo lo que tendrá de recompensa en un gran ganancia.
Hoy debo aprender que no todo en la vida es ganancia, también es perdida y aún en la vida cristiana hay que aprender a perder. Aún el Señor Jesús perdió…perdió algunos de sus discípulos cuando fue claro en su mensaje y a os pocos que le quedaron él les dijo…Queréis vosotros iros también? Perdió su respeto, porque fue ultrajado y herido. Perdió sus ropas y perdió hasta su vida.
El Apóstol Pablo también dijo en su carta a los Filipenses, “Lo he perdido todo por amor a Cristo”. En la vida cristiana entiendo que nunca podré entrar en la dimensión total de las ganancias en Cristo hasta que no asisto a mi propio funeral. No podré extender mi mano para apropiarme de las bendiciones hasta que no aprenda a entregarle todo a él. Y cuando quiero aferrarme a algo entonces lo pierdo. Jesús dijo claramente, el que quiera salvar su vida la perderá. Si, hay que perder bastante. Desde que me acerque a Cristo perdí mucho, más todo lo que perdí se torno en ganancia en la dimensión espiritual que es la más genuina y verdadera ganancia.
Hoy aprenderé a perder. No quiero ser solo un triunfalista que no quiere entregar nada y no quiere perder algo. Lo que quiero es ser un vencedor y todo vencedor pierde algo en la batalla. Todo caminante pierde algo en el camino . Todo comerciante pierde algo en sus negocios.
Lo que pierdo no se pierde….se convierte en semilla que aunque muere termina dando vida. De que sirve uno de los que siempre gana si al final del camino termino perdiéndolo todo. Quiero ser de los pierden en el camino para al final del sendero encontrarlo todo reunido en una persona…Jesús.
Señor. Gracias por tu bondad y amor. Gracias por tu protección y tu amor. Gracias porque me has colocado en el camino de la ganancia, pero también en el camino de la perdida. Si hay que perder lo pierdo, pero que sean las perdidas que a la larga producen el fruto en tu amor y en tu bondad. Quita el egoísmo de mi vida hoy, cuando siento la tentación de seguir solo ganando. Amen.

UN DOLAR

Un joven predicador fue invitado a último momento para que predicase un sermón en la iglesia de su ciudad. Siguiendo un impulso, usó como tema uno de los Diez Mandamientos: “No hurtarás”. A la mañana siguiente, subió a un autobús y le dio al conductor un billete de un dólar. El conductor le dio el cambio y él se dirigió a la parte trasera del vehículo. Echando un vistazo al cambio antes de guardarlo en su bolsillo, el hombre observó que el conductor le había dado diez centavos de más. Su primer pensamiento fue: La compañía de autobuses no se dará cuenta jamás de la pérdida de diez centavos.
Sin embargo, cambió de opinión rápidamente, sintiendo en su conciencia que los diez centavos no le pertenecían y que los debía devolver al conductor. Regresó al frente y le dijo al conductor: ” Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos.
Para su sorpresa, el conductor le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Escuché su sermón ayer y lo estaba observando por el espejo mientras contaba su vuelto”.
El joven predicador había pasado la prueba a la cual fue sometido por el conductor… y dio un firme testimonio de su fe.
¡Que todos nuestros actos concuerden así con nuestras palabras!
Proverbios 22:1
Mas vale el buen nombre que las muchas riquezas.

EL PODER DE LA MANSEDUMBRE

Lectura: Éxodo 2:11-15; 3:7-12.
“En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” Isaías 30:15
Las cataratas del Niágara son una de las vistas más espectaculares que yo jamás haya contemplado. El rugido de 170 mil metros cúbicos de agua cada minuto las convierte en el salto de agua más poderoso en Norteamérica. Sin embargo, muy poca gente sabe que más del 50% del agua del río se desvía por cuatro túneles gigantes antes de llegar a las cataratas. Este agua pasa por turbinas hidroeléctricas que suministran energía a las áreas cercanas en los Estados Unidos y Canadá antes de regresar al río, habiendo dejado bastante atrás las cataratas.
A algunos les encantaría que los demás pensaran que sus vidas son como las Cataratas del Niágara -salvajes, espectaculares y ruidosas. Pero el poder sin control se disipa en energía inútil. Moisés pensó que podía usar su poder como miembro de la realeza para causar la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud. Utilizó mal su poder matando a un egipcio, lo cuál sólo disipó su poder porque perdió el respeto de su propio pueblo (Éxodo 2:11-15). Dios tuvo que enseñarle mansedumbre (Números 12:3).
Los mansos prosperan porque son quienes tienen el poder bajo control. Nuestro Señor dijo: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5). Puede que hayas estado tratando de vivir en este mundo por medio de tu propio poder. Deja que Dios te enseñe mansedumbre para que puedas vivir y depender de Su fuerza.
Nada es más fuerte que la fuerza bajo el control de Dios.

lunes, 27 de julio de 2009

DANDOLE A LA PELOTA

Lectura: 1 Pedro 4:12-19.
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido,... sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo” 1 Pedro 4:12-13
George Bernard Shaw dijo una vez: «Inglaterra y los Estados Unidos son dos países separados por un idioma común». Un ejemplo del mundo de los deportes demuestra esta afirmación.
Como seguidor del béisbol de toda la vida, estoy familiarizado con el término curva. Es una pelota que el pitcher (lanzador) lanza de una manera tal que cambia de dirección, engañando a su oponente. En el críquet, la estrategia es similar pero la palabra es muy diferente. El lanzador trata de vencer al bateador «dándole a la pelota» (lanzando una curva).
Aunque los juegos y las culturas difieren, el concepto de la curva ilustra una realidad que nos es familiar en cualquier idioma. La vida está llena de momentos en los que insospechadamente alguien le «da a nuestra pelota», y nos encontramos abrumados. En esos momentos de temor y confusión, es consolador saber que tenemos a un Dios que es suficiente para cualquier desafío.
Las pruebas son algo que hemos de esperar (1 Pedro 4:12). Sin embargo, es probable que las circunstancias que enfrentemos nos causen conmoción. ¡Pero Dios jamás se sorprende! Él permite nuestras pruebas y puede capacitarnos para responder a ellas de una manera que Le honre a Él.
Cuando sufrimos, debemos «encomendar nuestras almas al fiel Creador, y hacer el bien», escribió Pedro (v. 19). Con la fortaleza de Dios, podemos enfrentar las curvas más problemáticas de la vida.
Nada sorprende a Dios.

domingo, 26 de julio de 2009

ME GUSTA CORRER RIESGOS

Helena y su esposo Manuel comenzaron felices su luna de miel. Se fueron a la costa de su país, Portugal. Para Helena, todo era el cumplimiento de una ilusión, la feliz conclusión de todo lo que deseaba. En medio de tal felicidad, Helena y Manuel entraron al mar a bucear.

Helena vio pasar un buque, y nadó debajo del agua hasta casi rozar el casco. Manuel le indicó por señas que se apartara del buque, pero la frase de ella siempre había sido: «Me gusta correr riesgos.» Acto seguido, Helena se hundió bajo la quilla del barco y nunca la hallaron. Tenía veinticinco años de edad.

Su noviazgo con Manuel había sido a la carrera. Y su explicación simplemente era: «Me gusta correr riesgos.» Se casó a los dos meses de haber conocido a Manuel. Al defender su impetuosidad, sólo decía: «Me gusta correr riesgos.» Así llevaba Helena su vida. Todo para ella era riesgos. Tarde o temprano tenía que ocurrirle alguna tragedia.

Es inevitable correr riesgos en esta vida. Algunos hasta sirven para el desarrollo del carácter y de la fe. Nunca arriesgar nada es nunca lograr nada. Pero hay una gran diferencia entre un riesgo y otro. Hay riesgos sanos, así como los hay inútiles. La vida sabia y saludable no está compuesta de azares, de accidentes, de pálpitos y de riesgos. A la vida sabia la rigen la inteligencia, la cordura y la sensatez.

Al mundo mismo lo gobiernan leyes lógicas, sabias y prudentes. Dios, Creador supremo, lo hizo todo con inteligencia, y lo supeditó a ciertas leyes. Desde las partículas atómicas más diminutas hasta el gran cosmos universal que no tiene límite, todo está gobernado por leyes definidas.

De igual forma, Dios no diseñó la vida nuestra para que cada día corramos riesgos. Virtudes morales, como la justicia y la integridad, mezcladas con cualidades mentales, como el entendimiento y la razón, deben ser las que nos guíen a través de esta vida. Y si a la sabiduría y a la moralidad añadimos virtudes espirituales, eso garantiza nuestra supervivencia.

Tal vez la mayor de éstas sea la fe. Cuando ejercitamos la fe —fe en el Señor Jesucristo, fe que nos une a nuestro Creador y nos hace actuar de acuerdo con sus leyes divinas—, nos produce protección, satisfacción y sosiego. No vivamos como esclavos a los riesgos. Sometámonos más bien a la voluntad de Dios. Con Él no hay riesgos sino seguridad. Entreguémonos al señorío de Cristo.

Hermano Pablo

sábado, 25 de julio de 2009

HOY..NADA ME PUEDE SEPARAR DEL AMOR DE DIOS

Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Salvador nuestro. — Romanos 8:38-39
Observa cómo la Biblia dice que el amor de Dios está en Jesucristo (Romanos 8:38-39). Jesús es la expresión tangible del amor de Dios en la misma manera que Él es la representación exacta de todo lo que es verdadero de Dios mismo .
El amor define la naturaleza de Dios y Sus motivos. El amor es una parte inseparable de todo lo que Él es. Dios envió a Su Hijo (amor) al mundo. Quienquiera que le dé la bienvenida a Su Hijo recibe Su amor. Así que si alguna vez esta pregunta surge en tu corazón: “¿Puede Dios amarme y quiere relacionarse conmigo (todavía) después de lo que hice?”, formúlate otra pregunta: “¿Le doy yo la bienvenida a Jesús en mi corazón (todavía)?” Ambas preguntas tienen la misma respuesta.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. — Colosenses 1:15
Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. — Hebreos 1:3
Cuando Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, al mundo, Su invitación fue clara: “Los amo a cada uno de ustedes, y quiero relacionarme con ustedes para siempre. Reciban Mi amor.” La sencilla y triste verdad es que la mayoría de las personas no aceptó, y no acepta, la invitación de Dios. Encarnando el amor de Dios, Jesús vino precisamente a las personas que habían sido creadas por el amor de Dios; sin embargo, la mayoría de esas personas lo rechazó (Juan 1:11).
Decidieron no identificarse con Él porque Su presencia proyecta luz sobre las cosas malas que estaban haciendo y diciendo. Optaron por quedarse en la oscuridad, lejos de Dios y de Su amor por ellos (Juan 3:19-20).
Como estamos viendo, el amor de Dios no es una emoción pasiva e incorporada. Aunque Él piensa en nosotros todo el tiempo, no sólo piensa en nosotros. Nuestra cultura nos enseña que el amor es, más que nada, un sentimiento interno; uno que ocasionalmente se manifiesta haciendo algo por quien amamos.
El amor verdadero, el amor ágape, es más que un sentimiento; es una forma de ser hacia los demás, una disposición, un conjunto de comportamientos, una manera de relacionarse con las personas. Éste actúa y toma la iniciativa.
El amor de Dios da, se extiende y activamente se nos ofrece a ti y a mí. A cambio, nuestro amor debe recibir, abrazar y aceptar activamente Su amor. Él inicia; nosotros respondemos. Él ama; nosotros recibimos ese amor. Esto puede parecer un asunto de poca importancia pero es una de las verdades más significativas que aprenderás. Esto explica por qué debemos recibir intencionalmente a Jesucristo en nuestro corazón y darle la bienvenida a nuestra vida.
Hoy..Se por lo tanto que nada ni nadie me puede separar de ese amor.
Señor, Gracias por amarme en este día de esa manera. Quiero responderte con ese mismo amor. Amén.

PASEO EN SILLA DE RUEDAS

Lectura: Salmos 59.
“Porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia” Salmos 59:16
Ben Carpenter sufre de distrofia muscular y se mueve en una silla de ruedas eléctrica. Un día estaba cruzando una intersección, la luz del semáforo cambió y una camioneta atrapó el manillar de la silla de ruedas de Ben con la rejilla del radiador. El conductor, ignorante de lo que había pasado, se puso en marcha por la calle y, al poco tiempo, Ben estaba siendo empujado a 80 kilómetros por hora. Pronto, los neumáticos de la silla de ruedas comenzaron a quemarse.
Algunos transeúntes vieron la extraña escena y llamaron al 911 (el número de servicio público para reportar emergencias) para informarle a la policía. Cuando el conductor de la camioneta se hizo a un lado, quedó atónito al ver lo que tenía «pegado» al radiador de su vehículo. Ben se había dado un tremendo susto, pero salió ileso.
Puede que algunas veces sintamos que circunstancias inesperadas se han apropiado de nuestras vidas. Cuando David fue invitado a la corte del rey Saúl, él tranquilizaba los nervios del rey tocando su lira. Luego, de manera impredecible, el celoso rey le arrojó una lanza. David se encontró atrapado en un peligroso drama de persecución en el que el rey Saúl trataba de quitarle la vida. Pero David recurrió a Dios en busca de protección inmediata y al final recibió liberación. Debido a esta experiencia, él escribió acerca de la fidelidad de Dios: «Porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia» (Salmo 59:16).
No importa cuál sea nuestro problema, Dios está allí.
Cuando los problemas vengan a ti, ve a Dios.