lunes, 25 de mayo de 2009

ME ENGAÑARON

Anochecía. Mi esposa y yo acabábamos de caminar por el famoso puente Charles en Praga cuando un hombre se nos acercó con un fajo de dinero en la mano. «Cuarenta y dos coronas checas por un dólar» –dijo. La tasa oficial era de unas 35 coronas por un dólar estadounidense. Así que cambié $50 por 2.100 coronas checas.
Esa noche le hablé a mi hijo de mi buena fortuna. «Papá, debí habértelo dicho –dijo disculpándose–. Nunca cambies dinero en la calle.» Miramos los billetes. El de 100 coronas era auténtico, pero los dos de 1.000 coronas no valían nada. Parecían dinero checo, pero eran billetes búlgaros que ya no estaban en circulación. Me habían engañado y me habían robado.
Satanás emplea tácticas similares (Juan 8:44). Se aprovecha del engaño del pecado usando sus «placeres temporales » (Hebreos 11:25) para ocultar el dolor que siempre viene después. El pecado puede ser atractivo, e incluso ofrecer algo que es bueno en sí mismo. Pero detrás de ello hay engaño.
Nuestra mejor defensa contra el engaño es tener un conocimiento cada vez mayor de la Palabra de Dios. Si imitamos el ejemplo del salmista nos guardaremos de ser engañados por el pecado: «En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.» (Salmo 119:11). –Dennis De Haan

CONSTRUYENDO PUETES

Lectura: Hechos 9:17-27.
"Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles" Hechos 9:27
Un nuevo creyente recientemente vino a nuestro servicio de adoración. Tenía el cabello largo, multicolor y en puntas. Estaba vestido con ropas oscuras y tenía muchos pendientes y tatuajes. Algunos se quedaron boquiabiertos y otros simplemente le dieron esa sonrisa de "qué bueno verte en la iglesia pero, por favor, no te sientes a mi lado". Sin embargo, hubo algunos durante los saludos que se acercaron para darle la bienvenida y aceptarle. Eran constructores de puentes.
Bernabé fue ese constructor de puentes para Saulo (también llamado Pablo). Cuando Saulo llegó a Jerusalén tres años después de su conversión, muchos discípulos estaban temerosos de él y dudaban de su transformación (Hechos 9:26). No tuvo un cálido recibimiento del comité de bienvenida de la iglesia de Jerusalén por buenas razones. ¡Saulo tenía una terrible reputación de perseguir a los cristianos! Pero Bernabé, un judío convertido, creyó en la obra de gracia de Dios en la vida de Saulo y se convirtió en un puente entre él y los apóstoles (v. 27).
Saulo necesitaba a alguien que estuviera a su lado para alentarle y enseñarle, y presentarle a los demás creyentes. Bernabé fue ese puente. Como resultado de ello, Saulo entró en una comunión más profunda con los discípulos en Jerusalén y pudo predicar el Evangelio allí con libertad y osadía.
Los nuevos creyentes necesitan a un Bernabé en sus vidas. Encuentra maneras en las que puedas ser un puente en las vidas de los demás.
Sé un puente de aliento para alguien hoy.

domingo, 24 de mayo de 2009

HOY..RECORDARE QUIEN ME FORMO

“ Así dice el Señor: Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío a quien yo escogí” Isaias 44: 2.
Hoy, al abrir mis ojos luego de una agradable noche, me quedé pensando que no estoy aquí por accidente, más por la voluntad agradable del Señor. Fue él quién me formó y porque me formó en el vientre de mi madre es que puedo estar seguro que hay propósito para mi vida, porque el Señor no hace nada sin propósito, aun cuando las circunstancias parezcan muy difíciles.
Mientras meditaba en esto recordé lo que un día leí en el libro Dónde esta Dios cuando sufrimos? El autor Philip Yancey describe nuestros primeros sufrimientos con propósito de la manera siguiente: “Su mundo es oscuro, protegido, seguro.
Usted está bañado por un líquido de temperatura agradable; amortiguado contra el sobresalto. No hace nada por si mismo: lo alimentan automáticamente, y el suave latir de un corazón le asegura que alguien más grande que usted suple todas sus necesidades.
Su vida consisten simplemente en esperar; no sabe exactamente qué es lo que le espera, pero cualquier cambio le parece distante y no lo atemoriza. No choca con objetos puntiagudos, ni con el dolor, ni con aventuras inquietantes.
Usted lleva una existencia magnífica.
Cierto día siente un tirón, las paredes que lo rodean se desploman sobre usted. Esos suaves cojines que antes lo amortiguaban están ahora palpitando y lo golpean, aplastándolo hacía abajo.
Su cuerpo está doblado, sus miembros retorcidos y forzados; usted cae de cabeza. Por primera vez en su vida siente dolor, usted está en un mar de incomodidades.
Siente más presión, casi demasiado intensa para poder soportarla. Su cabeza es aplastada; usted se ve empujado cada vez con mayor fuerza hacía un negro túnel. Qué dolor. Luego oye ruido. Más presión. Le duele todo. Escucha un quejido y un miedo terrible se apodera de usted. Está sucediendo: su mundo se derrumba. Tiene la certeza de que ha llegado el fin.
Ve una luz penetrante y cegadora. Unas frías y ásperas manos tiran de usted; luego recibe un azote.
FELICIDADES, USTED ACABA DE NACER.

Gracias Señor, porque he nacido con propósito , el propósito de alabarte y servirte. Exaltar tu nombre para siempre.
Gracias Señor por tu misericordia. Tu palabra me dice que eres mi hacedor y quién me formo en el vientre de mi madre.
Tú me ayudarás a enfrentar la vida con gozo y plenitud.

LA MONTAÑA NEGRA

“¡Voy a irme a la Montaña Negra!”, gritó el pequeño Ricardo de cinco años.
“Muy bien, si eso es lo que quieres adelante”, le respondió su madre abriendo la puerta y acompañándolo hasta el pórtico.
Un manto de silencio cayó sobre él. Hacía rato que ya no había sol y la oscuridad de la noche cubría el paisaje. Por el resplandor de las estrellas, apenas veía la forma de la Montaña Negra en la distancia. En plena oscuridad, el niño escuchó el movimiento de un animal entre las plantas, y el aleteo de un ave en el cielo oscuro.
De pronto, el corazoncito del niño latía con más rapidez, y se le había acelerado la respiración. Ir a la Montaña Negra había sido una mala idea.
¿Por qué habría dicho eso?, pensó.
Se sentó en el pórtico abrazándose las rodillas contra el pecho, mientras una lágrima le rodaba por la mejilla al tratar de controlar el miedo.
Desde la cocina, escuchó que su padre le decía: “Ricardo ¿quieres venir a cenar con nosotros?”
A veces, cuando estamos enojados con nosotros mismos, con los demás, con las circunstancias, o hasta con Dios, queremos irnos. Nos enojamos y amenazamos. Nos sentamos en el pórtico y lloriqueamos. Aun así, Papá espera pacientemente y nos llama para reunirnos con el resto de la familia. El amor ahuyenta los temores y la restauración sana las heridas.
Tomado de En el Jardín con Dios.

Proverbios 19:21Muchos son los planes del hombre, más el consejo del Señor permanecerá.

OBTENIENDO LO QUE QUEREMOS

Lectura: Lucas 12:15,22-34.
"La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" Lucas 12:15
Existe una idea popular que anda flotando acerca de cómo obtener lo que sea que queramos. Se la llama "la ley de la atracción". Tan sólo piensa en lo que quieres atraer y siéntelo, y "la ley usará a las personas, las circunstancias y los eventos para imantar lo que quieres para ti, y te imantara a ello". Esta filosofía de pensamiento positivo enseña que la "energía" de tus pensamientos dominantes "atrae" las circunstancias en las que te encuentras.
¡En ninguna parte de la Biblia encontrarás esa idea! Como creyentes, tenemos buenas razones para ser positivos en nuestro pensamiento, pero eso se debe a que nuestro Padre celestial entiende nuestras necesidades y las satisface.
Debido a que Él se preocupa por nosotros, no tenemos que estar angustiados (Lucas 12:29-30). La vida no consiste "en la abundancia de los bienes que [poseemos]" (v. 15), así que, en vez de ello, hacemos que nuestra meta sea ser "rico[s] para Dios" (v. 21). Lo hacemos buscando Su reino y propósito (v. 31) y acumulando tesoros en el cielo, no tesoros para nosotros en esta vida.
Jesús dijo: "Mirad, y guardaos de toda avaricia" (v. 15) porque un día, al igual que el rico insensato en la parábola en Lucas 12, lo dejaremos todo atrás. Allí es cuando tendremos más de lo que jamás hubiésemos soñado. Mientras tanto, Dios promete ocuparse de nuestras necesidades, sin importar cuáles sean las circunstancias. Y eso no es ningún secreto.
Dios ha prometido suplir todo lo que necesitamos, no todo lo que queremos.

sábado, 23 de mayo de 2009

SER FELIZ

Se cuenta una fábula acerca de un joven huérfano que no tenía familia ni nadie que lo amase. Sintiéndose triste y solitario, caminaba un día por un prado cuando vio una pequeña mariposa atrapada en un arbusto espinoso.
Cuanto más pugnaba la mariposa por liberarse, más profundamente se le clavaban la espinas en su frágil cuerpo. El muchacho liberó con cuidado a la mariposa, pero ella, en lugar de irse volando, se transformó ante sus ojos en un ángel.
El muchacho se frotó los ojos sin poder creerlo mientras el ángel decía:
- Por tu maravillosa bondad, haré lo que me pidas.
El muchachito pensó por un momento y luego dijo:
- Quiero ser feliz.- Muy bien –le respondió el ángel y luego se inclinó hacia él, le susurró al oído ydesapareció.
Al crecer el pequeño, no hubo nadie en el país más feliz que él. Cuando la gente le pedía que les dijese el secreto de su felicidad, solamente sonreía y decía: “Escuché a un ángel cuando era niño”.
En su lecho de muerte, sus vecinos se reunieron a su alrededor y le pidieron que divulgase el secreto de su felicidad antes de morir. Finalmente, el anciano les dijo: “El ángel me dijo que cualquiera, sin importar lo seguro que pareciese, fuese joven o viejo, rico o pobre, me necesitaría”.

Con frecuencia amamos las cosas y usamos a las personas
,cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.
Romanos 12:10Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal;con honra, daos preferencia unos a otros.

ENFERMEDAD DEL CORAZON

Lectura: Zacarías 7:8-14.
"No endurezcáis vuestro corazón" Salmo 95:8
Las compañían farmaceúticas facturan miles de millones de dólares vendiendo medicamentos que evitan el endurecimiento de las arterias, una enfermedad que puede llevar a ataques cardíacos, los cuales matan a miles de personas cada día.Sin embargo, una enfermedad más grave que el endurecimiento de las arterias, es el endurecimiento del corazón, y ningún medicamento milagroso puede evitarlo. El profeta Zacarías les advirtió a los israelitas acerca de ello. Ellos habían endurecido sus corazones y se negaron a escuchar las palabras del Señor. Los síntomas de esta condición mortal fueron su negativa a ejecutar verdadera justicia y su fracaso en mostrar misericordia y compasión (Zacarías 7:9). Como resultado de ello, el Señor se enfureció y dejó de escucharles (v. 13).Si bien es importante impedir que se forme una obstrucción en nuestras arterias, aún más importante es impedir que nuestros corazones se vuelvan insensibles a las personas que son importantes para Dios: las viudas, los huérfanos, los extranjeros y los pobres (v. 10).Es de importancia crucial seguir las órdenes de nuestro doctor para evitar que nuestras arterias se endurezcan. Pero aún más crucial es obedecer a Dios para evitar que nuestros corazones se endurezcan a las necesidades de los demás.Pídele a Dios que recuerde a alguna persona que necesite la ayuda de alguien con un corazón tierno.
Amar a Cristo es tener compasión por los demás.