miércoles, 1 de abril de 2009

UN SOLO SER

Él se llamaba Guillermo Durant; ella, Maggie da Silva. Como novios que eran, pasaron al altar. El ministro les hizo repetir los votos nupciales y luego pronunció las clásicas palabras bíblicas: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser» (Génesis 2:24). Acto seguido, los declaró esposo y esposa.

Guillermo no tenía trabajo, y pasaba el tiempo jugando póker. Maggie tenía título de maestra, pero tampoco tenía un empleo. No tenían auto, ni casa, ni muebles ni bienes. Durante doce años vivieron juntos, pero no unidos.

A los doce años de casados, el amigo que los había juntado, y que había presidido la boda, murió de un ataque cardíaco. Fue un golpe para los dos. Guillermo y Maggie se dieron cuenta de que si no se convertían de veras «en un solo ser», como dice la Biblia, ninguna fuerza tendrían ante los golpes de la vida.

Se dieron la mano. Se dieron un beso. Y se dieron, ellos mismos, el uno al otro. Comprendieron, al fin, el verdadero sentido del precepto: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.»

Esta es una novela basada en una historia verídica. Una pareja se casa en medio de la pobreza. Unen sus cuerpos, unen sus genes, unen sus actividades, pero no se unen ellos mismos. Cada hora del día se están peleando. No hay unidad. No hay armonía. No hay paz. Están juntos, pero no unidos.

Tras muchas pruebas, y tras la muerte súbita del mejor amigo, descubren el secreto. El esposo y la esposa deben ser un solo ser. Pueden tener distintos gustos, talentos, aficiones y características, pero Dios los diseñó para que fueran, allá en lo más profundo de su existencia, un solo ser: inconfundible, indestructible y eterno. Eso es amor como Dios lo prescribe.

¿Es ésta una descripción de la unión nuestra? ¿Hay paz en nuestro matrimonio? ¿Hay comunicación abierta? ¿Nos compartimos entre nosotros secretos, cuentos, gustos y placeres? ¿Hay armonía en nuestro hogar?

Si no lo hay, es porque no hemos comprendido que el amor no es sólo una emoción. Es una determinación. Tenemos que decidir amar a nuestro cónyuge, optar por ser dulces, determinar ser cariñosos y resolver ser comprensivos.

Comencemos hoy mismo a intercambiar palabras de amor. La más poderosa es: «¡Perdóname!» De hacerlo así, veremos que el amor genuino regresará a nuestro matrimonio. Es un misterio, pero es verdad. Dios desea ayudarnos a restaurar la paz en el hogar. Nos lo debemos el uno al otro, y se lo debemos a nuestros hijos. Determinemos amarnos, y veremos que el amor vendrá, tal vez más pronto de lo que nos imaginemos.

Hermano Pablo.

¿INMUNDO? ¡SE LIMPIO!

Lectura: Marcos 1:40-45
Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. —Marcos 1:41
Cuando leo Marcos 1:40-45 imagino la siguiente escena: Le vieron venir hacia ellos desde el otro lado del camino. Estaba agitando los brazos para advertirles que debían alejarse. Le reconocieron por el pañuelo que le cubría la nariz y la boca. Tenía las vestimentas rotas y la piel se le caía del cuerpo. Era un leproso, ¡un inmundo!
La multitud alrededor de Jesús se dispersó cuando el leproso se les abalanzó, poniéndose en medio de ellos. Todos tenían miedo de que les tocara porque entonces ellos mismos se harían inmundos. A los leprosos se les excluía de la vida religiosa de la comunidad, se les aislaba de la sociedad y se les obligaba a llevar luto por su propia muerte rasgando sus vestiduras.
Pero este leproso se echó a las pies de Jesús, clamando a Él en un acto de desesperación y fe para ser restaurado y volver a ser una persona íntegra: «Si quieres, puedes limpiarme» (v. 40). Teniendo misericordia de él, Jesús le tocó y le dijo: «Quiero, sé limpio» (v. 41). Jesús sanó al hombre de su lepra y le dijo que se mostrara al sacerdote del templo.
Jesús tiene el poder de limpiar, perdonar y restaurar a aquellos que han quedado atrapados sin esperanza e impotentes en su pecado y no pueden encontrar una salida. Confía en que Él te dirá: «Quiero, sé limpio».
Jesús es un especialista en la restauración.

martes, 31 de marzo de 2009

"EN LA TRIBULACIÓN"


Como se aferra el náufrago al madero,
destruida su barca, en gran apuro
Sintiendo de la oleada el golpe duro,
así mi Cristo,asirme a ti yo quiero

Cada promesa tuya es un lucero
para orientarme sobre el mar oscuro,
de este mundo de pruebas, y al seguro
puerto de fe dar luz en el sendero.

Buen faro son tus justos mandamientos;
pasarán cielo y tierra,cual los vientos,
mas tu palabra,¡oh,fiel!,no ha de pasar.

Todo es posible para ti, DIOS mío;
Tú eres bueno y veraz, y yo confío
En que al que te ama no le has de faltar.

Rdo. Victor Urbino

CUANDO LAS CARTAS FALLAN

Se llamaban Elio Trevisioli y Alessandro Lovisetto. Los dos eran de Venecia, Italia. Elio, de cuarenta y cinco años de edad, y Alessandro, de treinta, estuvieron consultando, durante una semana entera, a la misma adivina, una mujer especialista en cartas Tarot.

Y cada día las cartas revelaban cosas positivas. Pero al llegar el viernes, el «Signo de la muerte» apareció en las cartas.

Elio y Alessandro se miraron confundidos, y la adivina les dijo: «La carta de la muerte puede ser mala o puede ser buena. De todos modos, indica algún cambio grande.» Los hombres le pagaron a la mujer y se fueron.

Esa noche los dos hombres asaltaron el Banco de Venecia. Se llevaron veinte millones de liras, pero la cajera activó, en silencio, una alarma, y la policía los arrestó a la salida. De ahí que un juez condenara a los dos posteriormente a veinte años de prisión.

Esta breve noticia procedente de Italia contenía el comentario del periodista. «Nunca se puede estar seguro de las cartas Tarot —decía—, porque lo mismo anuncian blanco que negro, bueno que malo, fortuna que desgracia.»

Son muchos los que gobiernan su vida conforme a lo que les dicen los adivinos. Es increíble, pero millones de personas no salen a la calle sin antes consultar el horóscopo del día. Otros van a las pitonisas y a las quirománticas para que les lean las líneas de la mano.

Los antiguos pueblos de Egipto, Babilonia, Caldea, Grecia y Roma estuvieron llenos de supersticiones. Ellos también se regían conforme a lo que les decían los astutos místicos de su tiempo. Éstos sabían engañar a los incautos para sacarles dinero. Aquellos grandes imperios desaparecieron, pero sus falsas creencias perduran, tan vivas y vigentes hoy como entonces.

La Biblia advierte contra augurios, adivinaciones y sortilegios. He aquí la advertencia: «Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al Señor» (Deuteronomio 18:10?12).

El que está seguro en Cristo no tiene porqué consultar a adivinos. El cristiano auténtico confía plenamente en Dios y pone cada día su vida en las manos de Él. Además, tiene a la Biblia como única regla de fe y conducta, y vive confiado siempre en un Padre amoroso que no desampara a sus hijos. Esa seguridad la puede tener todo el que le confía a Dios su vida y su futuro.

HOY..ME LEVANTARE DE LAS CENIZAS

“Yo sé que mi Redentor vive y aún del polvo me levantará y aunque la piel se me caiga a pedazos, en persona, veré a Dios. Job 19:25, 26.
Hay un proverbio español que dice: Si el incendio quema tu casa, caliéntate con ese fuego”. El laboratorio de Thomas Edison fue virtualmente por un incendio en Diciembre de 1941. Aunque el daño excedió a dos millones de dólares, edificios estaban asegurados por 238.000 porque eran catalogados como edificación a prueba de fuego.
Mucho del trabajo de toda una vida de Edison fue consumido por las espectaculares llamas esa noche de Diciembre. En medio del fragor del incendio, el Hijo de Edison de 24 años buscó frenéticamente a su padre en medio del humo y finalmente lo encontró, mirando serenamente la escena mientras su pelo blanco era soplado por el viento.
Cuando Edison vio a su hijo le grito. Charles donde está tu madre? Encuéntrala y tráela porque quizá en toda su vida no volverá a ver un incendio tan grande como este. Hay día siguiente, Edison miró las ruinas y dijo: “ Hay un gran valor en el desastre. Todas nuestras equivocaciones se queman. Agradezcamos a Dios que podemos volver a comenzar”. Tres semanas después del incendió, Edison sacó a la luz el primer fonógrafo.
Con el Señor siempre hay un nuevo comienzo, como dijo Job, aún del polvo nos levantará. Creo que definitivamente solo con el Señor tenemos nuevas y grandes esperanzas.
Hoy quiero recordar tal hecho. Hoy por fuertes que sean los incendios en mi vida, podré estar seguro que con el Señor a mi lado, siempre hay esperanza para volver a comenzar. Oh, a cuantas personas he encontrado en la vida llorando sus perdidas y dolores y por estar llorando tales cosas no han tenido tiempo ni fuerza para volver a comenzar. Dios ha dicho, nuevas son todas las cosas.
Realmente todas nuestras equivocaciones se queman, pero aún del polvo y de la ceniza podemos volver a comenzar. Este es un buen día para volver a comenzar. Con el Señor todo comienzo es más fuerte y sólido porque le enseñanza obtenida en la perdida, clarifica mi visión y amplia mi camino para volver a comenzar.
Pablo comenzó de nuevo mientras iba camino a Damasco y aunque todo lo anterior se quemó llego a ser el apóstol Pablo con nuevas bases y buenos fundamentos.
Señor. Gracias porque en el hermoso camino de la vida cristiana aún las perdidas se convierten en ganancias. Hoy quiero aprovechar las circunstancias por difíciles que sean para caminar en un nuevo camino.
Señor quiero decir hoy como Job, en medio de sus crisis. Yo se que mi Redentor vive y aún del polvo de la tierra me levantará. Hay seguridad en amarte y en servirte. Cada lección aprendida en el largo trayecto de la vida tiene raíces profundas para que germine un nuevo árbol. Este es un buen día para comenzar de nuevo contigo en fe, esperanza y amor. Amén.

LA PRISION DE LA NECESIDAD

La prisión de la necesidad. Ha visto sus prisioneros. Tienen «necesidad». Siempre necesitan algo. Quieren algo más grande. Más hermoso. Más rápido. Más delgado. Necesitan.
No es mucho lo que necesitan. Sólo quieren una cosa. Un nuevo trabajo. Un nuevo automóvil. Una nueva casa. Una nueva esposa. No quieren mucho. Sólo una cosa.
Con sólo «una cosa» serán felices. Y tienen razón: serán felices.
Cuando tengan «una cosa» saldrán de la prisión. Entonces sucede algo. El olor a carro nuevo se desvanece. El nuevo empleo se envejece. Los vecinos compran un televisor más grande. La nueva esposa tiene malos hábitos. La chispa se esfuma, y antes que usted se dé cuenta, otro exconvicto quebranta su palabra y regresa a la prisión.
¿Está usted en la prisión? Sí, si se siente mejor cuando tiene más y peor cuando tiene menos. Sí, su gozo está a una entrega de distancia, a un traslado de distancia, a un premio de distancia o a una renovación de distancia.
Si su felicidad procede de algo que deposita, conduce, bebe o come, reconózcalo: usted está en una cárcel, la cárcel de la necesidad.
Esa es la mala noticia.
La buena es que tiene una visita. Y su visita tiene un mensaje que puede darle la libertad. Vaya a la sala de visitas.
Tome asiento, y vea al otro lado al salmista David.
Le hace señas para que se incline hacia él. «Tengo un secreto que contarte», susurra, «el secreto de la satisfacción: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”» (Salmo 23.1).
David ha encontrado los pastos donde va a morir el descontento. Es como si dijera: «Lo que tengo en Dios es más grande que lo que no tengo en la vida».Salga de esa Prisión hoy mismo y viva con alegría y satisfacción. Satisfacción real no está en las cosas, sino en Dios que todo lo llena. NO siga mas preso y sea Libre en Él.
Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. Ezequiel 34:27
Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Daniel 6:16

DECIDE

Lectura: Romanos 14:1-13
Decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. —Romanos 14:13
Una vez decoré un cuaderno con definiciones de las palabras idea, pensamiento, opinión, preferencia, fe y convicción para recordarme que no significan lo mismo. La tentación de elevar una opinión al nivel de una convicción puede ser fuerte, pero está mal hacerlo, tal y como lo aprendemos de Romanos 14.
En el primer siglo, las tradiciones religiosas basadas en la ley eran tan importantes para los líderes religiosos que éstos no lograron reconocer a Aquel que personificaba la ley, Jesús. Estaban tan centrados en asuntos de menor cuantía que descuidaron los importantes (Mateo 23:23).
Las Escrituras dicen que necesitamos subyugar incluso nuestras creencias y convicciones a la ley del amor (Romanos 13:8,10); Gálatas 5:14; Santiago 2:8), por cuanto el amor cumple la ley y lleva a la paz y la edificación mutua.
Cuando las opciones y las preferencias se vuelven más importantes para nosotros que lo que Dios dice que es valioso para Él, significa que hemos hecho ídolos de nuestras propias creencias. La idolatría es una ofensa grave porque viola el primer y más importante mandamiento: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3).
Decidamos no elevar nuestras propias opiniones por encima de las de Dios, no vaya a ser que se conviertan en una piedra de tropiezo e impidan que los demás conozcan el amor de Jesús.
La mayor fuerza en la tierra no es la coacción de la ley sino la compasión del amor.