miércoles, 25 de marzo de 2009

EL ANGEL DE LOS NIÑOS

Refiere una antigua leyenda que un niño que todavía no había nacido, le dijo un día a Dios:
-Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ¿Cómo viviré allá tan pequeño y tan débil como soy?
-Entre los muchos ángeles escogí uno que te esperará- le contestó Dios.
-Pero dime Dios, acá en el cielo no hago más que cantar y sonreír y eso basta para mi felicidad. ¿Podré hacerlo allá?
-Yo enviaré un ángel para que cante y sonría para ti todos los días. Y te sentirás feliz con sus canciones y sonrisas.
-¿Y cómo entenderé cuando me hablen si no conozco el extraño idioma de los hombres?
-Un ángel te hablará las palabras más dulces y más tiernas que escuchan los humanos. Él te enseñará.
-¿Qué haré cuando quiera hablar contigo?
-Un ángel juntará tus manitas y te enseñará una oración.
-Señor, he oído que en la tierra hay hombres malos, ¿quién me defenderá?
-Un ángel te defenderá aunque le cueste la vida.
-Señor-le dijo el niño- pero estaré siempre triste porque no te veré más, me sentiré muy solo.
-Un ángel te hablará siempre de mí y te mostrará el camino para un día volver a mi Presencia.
En ese instante una inmensa paz reinaba en el cielo, no se escuchaban voces terrestres. El niño repetía suavemente: Señor, dime el nombre del ángel. Señor, dime el nombre del ángel..Quiero saber su nombre.
-El Señor contestó: se llama: Mamá.

Proverbios 31:11,12.Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.

DIAS CORRIENTES

Lectura: Lucas 2:8-20
Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor. —Lucas 2:9
En la revista God’s Revivalist (El que hace el avivamiento de Dios) la autora Anita Brechbill hizo la observación de que «la mayoría de las veces la Palabra del Señor llega al alma en medio de los deberes ordinarios de la vida». Ella cita los ejemplos de Zacarías cuando estaba realizando sus deberes como sacerdote y de los pastores cuando vigilaban sus rebaños. Trabajaban según su costumbre, sin la menor idea de que estaban a punto de recibir un mensaje de parte de Dios.
Lucas describe los días comunes y corrientes en que estos hombres recibieron su mensaje de parte de Dios: «Ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,… se le apareció un ángel del Señor» (1:8,11). Mientras los pastores «velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño… se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor» (2:8,9).
En su obra My Utmost for His Highest (En pos de lo supremo), Oswald Chambers dijo: «Rara es la vez en que Jesús llega donde lo esperamos; Él aparece donde menos lo esperamos y siempre en las situaciones más ilógicas. La única manera en que un obrero puede mantenerse fiel a Dios es estando listo para las visitas por sorpresa del Señor».
En este día común y corriente, puede que el Señor tenga una palabra de aliento, guía o instrucción para nosotros, si estamos escuchando y listos para obedecer.
Dios les habla a aquellos que están en silencio delante de Él.

CLASIFICADO

En el periódico local de mi cuidad salió el sig anuncio clasificado:
“¿Existe algún lugar en el que podamos pedir prestado a un niñito de tres o cuatro años de edad para las fiestas de Navidad? Tenemos un lindo hogar y nos ocuparíamos muy bien de él, devolviéndolo sano y salvo.

Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse, y lo extrañamos mucho cuando llega la Navidad.” Al leer este anuncio, algo sucedió dentro de mí. Por primera vez desde la muerte de mi esposo, pensé en el dolor como si le perteneciera a alguien más. Leí y releí esa carta al editor.

Algunos meses antes, había recibido noticias desde Washington de que a mi esposo lo habían matado mientras estaba de servicio en el extranjero. Llena de dolor, había tomado a mi pequeño hijo y me había mudado al pueblito donde nací.

Empecé a trabajar para ayudar a mantener a mi hijo y el tiempo había ayudado a borrar algunas cicatrices de mi corazón. Pero en ciertas ocasiones, el dolor regresaba y la soledad me agobiaba; especialmente para los cumpleaños, nuestro aniversario de bodas y las fiestas.

Esta Navidad en especial, el antiguo dolor había comenzado a revivir cuando mis ojos avistaron el anuncio en el periódico.

“Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse y lo extrañamos mucho…”

Yo también sabía lo que significaba el sentimiento de una pérdida, pero tenía a mi pequeño hijo. Sabía cuán triste podía ser el resplandor de la Navidad a no ser que se refleje en los ojos de un niños.

Respondí al anuncio. El remitente era un viudo que vivía con su madre. Había perdido a su adorada esposa y a su pequeño hijo el mismo año.

Esa Navidad, mi hijo y yo compartimos un día alegre con el viudo y su madre. Juntos, reencontramos una felicidad que, dudábamos, podía regresar.

Pero lo mejor de todo eso fue que desde entonces he podido conservar esa alegría a través de los años y durante todas las Navidades: el hombre que escribió esa carta, meses después se convirtió en mi esposo.

Isaías 43:19
He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.


Isaías 41:19

Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente.

Isaías 51: 3

Ciertamente consolará El señor a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Dios; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

SALÓN DE VIVORAS

Ocurrió en el club nocturno llamado «Salón de víboras» en la calle Sunset, es decir, «Puesta de sol», de Hollywood, California. Era una de esas fiestas donde abundan el alcohol, el tabaco, la música rock y bellas muchachas.

Al ritmo de la música y en medio de bamboleos y contorsiones, las muchachas se iban quitando poco a poco la ropa. Entre los asistentes a la fiesta se hallaba River Phoenix, un promisorio joven actor de cine.

De pronto, como herido por un rayo, River cayó al suelo en convulsiones incontrolables.

Siendo la estrella de la fiesta, muchos lo rodearon tratando de ver qué hacían por él, pero los espasmos eran muy fuertes y, en cuestión de minutos, River quedó como muerto. Al llegar el auxilio médico se comprobó que, en efecto, River había pasado de esta vida. En el «Salón de víboras» de la calle «Puesta de sol», River halló el ocaso de su vida.

El suceso conmovió a toda la comunidad artística de Hollywood. River Phoenix había hecho ya cuatro películas. Iba subiendo rápidamente la escalera del éxito. Pero frecuentaba clubes nocturnos de fama cuestionable, y se sabía que usaba drogas. A eso se atribuyó su muerte.

Los nombres aquí son simbólicos. El nombre del club, «Salón de víboras», es una fiel descripción de las ondulaciones del humo del tabaco y del sumo del alcohol y de las drogas que llenaban el oscuro ambiente del lugar. Y la calle donde está situado, Sunset, resultó ser, cuando menos para River Phoenix, la puesta literal y terminante del sol de él.

Lo triste es que son miles los jóvenes que sucumben diariamente al llamado de esa vida. Estos jóvenes creen que están disfrutando de la plenitud de su juventud y hacen gala de su libertad, pero están bailando la danza de la muerte con víboras. Creyendo estar en el amanecer de su vida, están más bien acercándose a su ocaso. ¡Qué lástima que se tenga que desperdiciar la gloria y el porvenir de la juventud en muchachos que todavía no han aprendido a vivir!

Cristo le ofrece a todo joven una vida mejor. Él no le ofrece un «Salón de víboras». Él le ofrece una vida íntegra, recta, justa y feliz, una vida que el mundo no puede dar porque no la conoce.

Y Cristo no ofrece ningún ocaso. Él ofrece una mañana gloriosa, llena de luz y esperanza. Permitamos que Cristo sea el Señor de nuestra vida. Con Él estaremos libres de víboras y de puestas del sol. Con Él seremos eternamente felices.

Hermano Pablo

martes, 24 de marzo de 2009

HOY..ENTENDERE DE DONDE VIENEN LAS GUERRAS

“De donde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior” Santiago 4:1
La guerra ha roto la fuerza entre los hermanos. Las semillas de sospechas se plantan. El orgullo sobre participaciones razona. Las lenguas comienzan a moverse y esparcir chismes y como una telaraña pronto quedamos enredados en ella.
La rencilla corre desenfrenada. Y cuando la lucha es entre hermanos casi preguntamos al Señor, Señor, de que lado estás tú? Y el Señor dice, yo no he venido para tomar lados, he venido para asumir la dirección.
Hoy se que las peleas y la guerras vienen de nuestras luchas internas y de nuestras pasiones desenfrenas que bullen en mi interior. Hoy quiero buscar al Señor con un corazón lleno de arrepentimiento. Hoy quiero enfrentar y restaurar a mis hermanos en un espíritu de mansedumbre.
La Biblia me enseña que cuando oro, primero debo perdonar a aquel que me hizo algo y por lo cual yo he guardado rencor , para que así mi Padre Celestial también me perdone. Se que yo no existo para vengarme o para guardar rencor contra un hijo de Dios, sino para amarlo.
Estoy y soy llamado para compartir el espíritu de amor, gracia y un corazón de paz. El Señor es bueno y cuando el problema viene en el encuentro el único refugio para ir. El es la única persona que me comprende totalmente y es el único que me puede sanar las heridas internas.
Yo no puedo culpar a ha nadie de mi resentimiento y mi enfado. Esa es mi única responsabilidad. Yo soy el que me enfado no son los demás los que me hacen enfadar.
El Señor me revelará cualquier cosa que este en mi alma y que contribuye para que la controversia entre los hermanos crezca. Hoy puedo decirle al Señor, crea en mi un corazón puro y renueva un espíritu recto. En Dios yo tengo esperanza, perdón, amor, paz y unidad.
No puedo decir que no puedo sembrar paz, porque si Dios está dentro de mi, él es el único Dios de paz. Hoy se de donde vienen las guerras, vienen de las pasiones desenfrenadas de mi turbado corazón, por lo tanto me acerco al Señor para que él calme mi tormenta interna y me haga un pacificador.

Señor. Grande es tu amor, porque cuando yo era tu enemigo, te entregaste por mi para darme la paz que abunda y todo lo llena. En este momento en acerco ante tu presencia con un espíritu quebrantado para pedirte que me ayudes a ser un pacificador.
Ya no quiero que mis turbaciones internas, turben a otros y hoy quiero ser un proclamador de tu paz y un pacificador de la guerra. Amén

TERRIBLE CATASTROFE

El 16 de abril de 1947 en Texas City, Texas, EE. UU. de N. A., ocurrió una violenta explosión, la cual fue considerada como la más grande que se ha producido, aparte de las explosiones atómicas que se han efectuado.
Tres barcos que contenían explosivos volaron por los aires, y la población de Texas City fue inundada con flameantes desechos que destruyeron casi instantáneamente una fábrica de productos químicos valuada en diecinueve millones de dólares y produjo cientos de incendios. Hubo 551 muertos, 3.000 heridos graves, y una pérdida de cincuenta millones de dólares por los daños producidos en los edificios.
Todos estos perjuicios fueron causados por la desobediencia de un marinero o de un estibador que, violando la prohibición expresa de fumar, fumó, y arrojó la colilla del cigarro sobre alguna cosa inflamable; entonces se produjo un pequeño incendio que se comunicó a los depósitos de municiones, y después vino lo peor … la catástrofe. Todo, por la desobediencia de un solo hombre.—A. L.
Para muchos obedecer o no es un asunto de vital importancia pero para la vida cristiana si y para el propósito de Dios también. Una vida obediente camina rumbo a la pista de la victoria plena, pero una vida en desobediencia se desploma por el abismo de la desesperación. Una pequeña desobediencia en nuestra vida puede ser el inicio de una catástrofe en nuestra propia vida y en la de quienes nos rodean. Que hoy podamos vivir en obediencia total, primero a Dios y luego a quienes son nuestros líderes.
Deuterenomio 7:12Por haber oído estos decretos, haberlos guardado y puesto por obra, El Señor, tu Dios, guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres.
Deuterenomio 28:1Y sucederá que si obedeces diligentemente al Señor tu Dios, cuidando de cumplir todos sus mandamientos que yo te mando hoy, el SEÑOR tu Dios te pondrá en alto sobre todas las naciones de la tierra.
I Samuel 15:22Y Samuel dijo:¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio,y el prestar atención, que la grosura de los carneros.

CABALLO LOCO

Lectura: 1 Samuel 7:3-12
Tomó luego Samuel una piedra… y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: hasta aquí nos ayudó Jehová. —1 Samuel 7:12
En 1876, el líder de los Sioux Caballo Loco unió fuerzas con Toro Sentado para derrotar al General Custer y su ejército en el sitio de Little Bighorn. Pero no mucho tiempo después, el hambre hizo que Caballo Loco se rindiera a las tropas de los Estados Unidos. Le mataron cuando estaba tratando de escapar. A pesar de este triste final que tuvo su vida, Caballo Loco se convirtió en un símbolo del liderazgo heroico de un pueblo amenazado.
Hoy en día, en las Colinas Negras de Dakota del Sur, se le conmemora con un monumento tallado en una montaña —el monumento a la memoria de Caballo Loco. Cuando quede terminado, medirá 192 metros de largo por 169 de alto. Mostrará a Caballo Loco sobre un caballo a galope, indicando el camino a su pueblo.
Miles de años atrás, el profeta Samuel usó una piedra conmemorativa mucho más pequeña de una manera significativa. En medio de una batalla crucial con los filisteos, el profeta clamó a Dios pidiendo ayuda para Israel. El Señor contestó su oración (1 Samuel 7:10). Como muestra de gratitud, Samuel levantó una piedra «y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: hasta aquí nos ayudó Jehová» (v. 12).
Samuel ha establecido un ejemplo para nuestro peregrinaje espiritual. Nosotros también podemos hacer uso de recordatorios tangibles de la fidelidad de Dios para ayudarnos a adorarle y servirle. Bueno es recordar que «hasta aquí nos ayudó Jehová».
La gratitud es la memoria de un corazón contento.