Cuando Powell regresó, el capitán Miller le dijo: “Tengo algo para usted”, y le entregó a Powell su pistola. Le dijo: “Algunos niños del barrio la encontraron donde se le cayó de su cartuchera”. Powell sintió un escalofrío. ¿La habían encontrado niños? “Sí”; continuó Miller, por suerte solamente dieron una vuelta antes de oír nosotros el tiro y quitarles la pistola. Miller concluyó: “Por el amor de Dios, hijo, no permitas que esto ocurra otra vez”.
Powell revisó más tarde su pistola y comprobó que no había sido disparada. La había perdido dentro de su tienda de campaña. Miller había urdido esa historia para darle un susto.
Powell concluyó su relato: “Su ejemplo de liderazgo inteligente no se perdió en mí. Nadie llegó jamás a la cima sin resbalar. Cuando alguien tropieza, no creo que hay que pisarlo fuerte. Mi filosofía es: Levántalo, sacúdele el polvo y ponlo nuevamente en carrera”.
El hombre que no se equivoca,generalmente no hace nada.
Salmo 37:24Cuando caiga, no quedará derribado, porque el Señor sostiene su mano.