miércoles, 25 de febrero de 2009

HOY..EL SEÑOR ES MI AMIGO FIEL Y MI ALTO REFUGIO

“El Señor es mi amigo fiel, mi lugar de protección, mi alto escondite, mi libertador, él es mi escudo y con él me protejo”. Salmo 144:2.
Cuando no conocía a Dios mi vida era vacía y sin sentido. Desde que él lleno mi alma puedo decir que Dios es el Santo Espíritu de inspiración dentro de mi mismo, es el refugio fuera de mi. Dios es, por lo menos para nosotros los cristianos, la expresión natural de la suprema realidad y por eso llamo a esa parte sublime del Universo con el nombre de Dios, porque él es el creador mismo del universo, pero además es mi amigo fiel y mi protector. Nosotros y Dios tenemos una tarea en común y, cuando nos abrimos a su influencia, se realiza nuestro destino más profundo. El universo, en aquella parte que es nuestro propio ser, se orienta realmente hacia lo peor o hacia lo mejor según que cada uno de nosotros cumpla o eluda las exigencia de Dios. Y hoy quiero cumplir sus exigencias.
Con el amor podemos alcanzar a Dios y retenerlo, nunca con el pensamiento. Si un hijo del Padre experimenta terror ante él y halla que el pensamiento de Dios le incomoda, apresúrese, no se detenga a ponerse un vestido, sino corra rápidamente en su desnudez, como un verdadero niño, buscando un refugio para sus males y para sus terrores en los brazos salvadores de su Padre, porque además de amigo fiel y lugar de refugio es el genuino Padre amoroso.
En Dios encuentro el verdadero amor. El amor es infalible; no comete errores pues todos los errores son indigencia de amor. Todas las cosas externas deben supeditarse al amor; pues ellas están ordenadas a la búsqueda del amor y no el amor a la búsqueda de ellas. Cuando Dios ama, sólo desea ser amado, pues sabe que el amor hará feliz a todos los que lo amen a él. Si eres cristiano es insensato buscar a Dios fuera de si mismo. Esto desembocaría o en idolatría o en escepticismo, porque la Biblia habla de que Dios mora en ti. Nunca esperes tener el tiempo y el lugar más adaptado para hablar con él. Esperar hasta que llegues a la iglesia o a la casa es hacerlo esperar a él. Recuerda que él te escucha mientras tu caminas, porque él es tu amigo fiel.
Señor, Gracias por mostrarme tu amor y por ser mi refugio. En ti estoy siempre seguro y confiado . Hoy quiero marchar con mi corazón lleno de tu amor y lleno de agradecimiento por darme tu paz. Eres mi alto refugio de quien temeré?. Amén.

LAS ORDENES DEL MEDICO

Además del paciente que no abandona su cuenta, el más difícil de tratar es aquel que se niega a obedecer las órdenes del médico. Un estudio reciente ha revelado que cerca del noventa por ciento de todos los pacientes dejan de tomar una serie completa de antibióticos, un hecho que solamente conduce a que la bacteria produzca una mutación hacia una forma más resistente a esos medicamentos. Se ha encontrado que un porcentaje similar de pacientes han hecho trampas con su dieta, continuando fumando, y dejaron de ir a visitas de control de sus médicos.. aun cuando sus vidas se consideraban en peligro.
Un investigador notó que los maestros parecían estar en los grupos de los pacientes menos obedientes, pensando que podían cambiar todo lo que los médicos les dijesen.
Los jóvenes ejecutivos también representan un problema con su actitud de dame solamente lo necesario como para pasar. De acuerdo con un estudio, los ingenieros son mejores pacientes, dado que se sienten obligados a seguir órdenes explícitas. A la larga, el resultado concreto de no seguir las directivas médicas conduce casi siempre a estar menos saludable, aun cuando la salud hubiera mejorado temporalmente o se hubiese vencido a la enfermedad.
Esto es un verdadero aviso para muchos profesionales… y especialmente en lo que respeta a la sabiduría de la Palabra de Dios.
Muchos escuchan consejos, solamente el sabio los aprovecha.
Proverbios 13:10Por la soberbia sólo viene la contienda, mas con los que reciben consejos está la sabiduría.

¿A QUE NOS ESTAMOS AFERRANDO?

Lectura: 1 Timoteo 6:11-16
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna. —1 Timoteo 6:12
Recientemente, la trilogía clásica de Tolkien, El Señor de los Anillos, cobró vida por medio del cine. En la segunda historia épica, el héroe, Frodo, alcanzó un punto de desesperación y cansado le confió a su amigo: «No puedo hacer esto, Sam». Como buen amigo, Sam le dio un vehemente discurso: «Es como en las grandes historias… estaban llenas de tinieblas y peligros… la gente de esas historias tuvo muchas oportunidades de volverse atrás, pero no; siguieron adelante. Porque se aferraron a algo». Esto instó a Frodo a preguntar: «¿A qué nos estamos aferrando, Sam?»
Es una pregunta significativa, una pregunta que todos debemos hacernos. Al vivir en un mundo caído y quebrantado, no es de extrañar que algunas veces nos sintamos abrumados por los poderes de las tinieblas. Cuando lleguemos al borde de la desesperación, listos para tirar la toalla, haremos bien en seguir el consejo de Pablo a Timoteo: «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:12).
En las batallas de la vida, aferrémonos al hecho de que, al final, la buena voluntad triunfará sobre el mal, de que un día veremos a nuestro Maestro y Líder cara a cara y reinaremos con Él para siempre. ¡Tú puedes ser parte de esta gran historia, sabiendo que, si has confiado en Jesús para salvación, se te garantiza un final victorioso!
Las pruebas de la tierra son pequeñas comparadas con los triunfos del cielo.

martes, 24 de febrero de 2009

MIENTRAS NAVEGAMOS A LAS COSTAS DEL CIELO

Kirk Lynn, joven tenor de excelente calidad de voz, paseó la mirada por el auditorio. Habría, calculó, unas 470 personas. El cantante ejecutaba su música en una iglesia en Pittsburgh, Pennsylvania. Ese día cantó el himno cristiano: «Mientras navegamos hacia las costas del cielo».
Once días más tarde, Lynn canturreaba su canción mientras volaba, con otras 130 personas, de Chicago a Pittsburgh en el fatídico vuelo 427 de la compañía Air West. El avión se precipitó a tierra, y todos los que iban a bordo, 131 personas, perecieron.
No podemos saber el destino eterno de cada una de esas personas. Sólo Dios y la persona misma podían saber si su destino era la gloria eterna. ¿Qué podemos imaginar acerca de Kirk Lynn, el joven tenor que cantaba su himno?
Ya que sabemos que Jesucristo ofrece vida eterna al que tiene fe en Él y vive entregado a su señorío, podemos imaginar que Kirk llegó ese día a las costas del cielo y que su Señor y Dios lo recibió con los brazos abiertos.
Kirk había dedicado su vida a cantar para el Señor. El himno que había escogido dice: «Las tormentas surgen de repente en el embravecido mar; pero comprenderemos lo que es su gracia cuando lleguemos al celeste hogar.»
Viajar por el mar de la vida es vivir sometidos a tormentas. Así es esta vida. Cosas imprevistas suceden a cada paso. Tanto es así que la muerte puede estar aguardándonos a la vuelta de la esquina. Nadie tiene asegurada su existencia en este mundo.
Sin embargo, para el que cree en Jesucristo como Señor y Salvador, aun la contingencia más grave de esta vida, la muerte súbita, es un «llegar sanos y salvos a las puertas del cielo».
Si hay algo que confirma el valor de la fe en Cristo, es la absoluta seguridad de que al morir pasaremos instantáneamente a la presencia de Dios. Porque lo que distingue al creyente en Cristo del que todavía no le ha rendido su vida es la absoluta seguridad que el creyente tiene de que su muerte es el paso seguro a la gloria eterna.
Jesús dijo: «… el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Juan 5:24). Esa es la seguridad del creyente en Cristo. Ninguna ideología, ninguna religión, ninguna filosofía, ninguna ciencia, da esta seguridad, sino sólo el Señor Jesucristo.
Hermano Pablo.

HOY..QUIERO PONER MI VIDA POR OTROS

"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestra vida por los hermanos”. I Juan 3:16.
Hace varios años, en una aldea pequeña de Holanda, un joven mostró al mundo las recompensas del servicio no egoísta. Debido a que toda la aldea giraba alrededor de la industria pesquera, en casos de emergencia era necesario un equipo de rescate de voluntarios. Una noche, el viento soplaba fuerte, las nubes estaban cargadas y una fuerte tormenta hizo zozobrar un bote pesquero en el mar. La tripulación envió una señal de auxilio. El capitán de rescate hizo sonar la señal de alarma y los aldeanos se reunieron en la plaza del pueblo. Una hora después, el bote de rescate reapareció entre la niebla y los regocijados aldeanos corrieron a recibirlo. Los voluntarios cayeron exhausto en la arena y reportaron que por capacidad del barco, había tenido que dejar a un hombre en el mar.
Con desesperación, el capitán pidió a otro equipo de voluntarios que fuera en busca del sobreviviente solitario. Hans, de 16 años dio un paso hacía adelante. Su madre lo asió del brazo y suplicó: “Por favor, no vayas. Tu padre murió en un naufragio hace 10 años y tu hermano mayor, ha estado perdido durante tres semanas en el mar. Hans, eres todo lo que me queda”. Hans, respondió: Mamá, tengo que ir. Qué sucedería si todos dijeran no puedo ir. Mamá en esta ocasión, tengo que cumplir con mi deber. Cuando el deber nos llama, todos necesitamos actuar y hacer nuestra parte”. Hans besó a su madre, se reunió con el equipo y desapareció en la noche.
Transcurrió otra hora, la cual le pareció una eternidad a la madre de Hans. Finalmente, el bote de rescate apareció entre la niebla y Hans se encontraba de pie en la proa. EL capitán preguntó: Encontraron al hombre perdido?. Casi sin poder contenerse, Hans respondió con entusiasmo: “Sí, lo encontramos. Dígale a mi madre que es mi hermano mayor”. Hoy, al reflexionar sobre esta historia encuentro que si no niego en poner mi vida por los demás tarde que temprano seré recompensado y esa recompensa en muchas ocasiones no tiene precio. Por lo tanto este es un día para atreverme a darme por los demás, así como el Señor se dio por mi.

COCODRILOS EN EL LAGO

Hace varios años, los periódicos contaron la historia de una anciana que vivía en el sur del Estado de la Florida. Su hogar era una casucha ubicada junto a un pequeño lago. Todos los días iba a sacar agua del lago.
Allí, vivía un cocodrilo. Aunque era un animal peligroso, la señora permitió que él viviera en el lago. Parecía domesticado. Ninguno de los dos odiaba al otro. Vivían en perfecta paz.
Sin embargo, un día, mientras la señora sacaba agua del lago, el cocodrilo nadó sumergido y atacó. Le apretó la mano con su enorme y fuerte mandíbula. Ella intentó librarse del cocodrilo, pero le arrancó la mano. Sangrando mucho, la viejecita logró arrastrarse hasta su casa y pidió ayuda. Finalmente, llegó la ambulancia y fue atendidad.
Al día siguiente, el guardia forestal encontró el cocodrilo en el lago y lo mató.
El guardia forestal informó a los periodistas:
-Los cocodrilos son más peligrosos cuando pierden el miedo a los humanos. Al permitir que permanezca en su lago, aunque usted no lo sepa, le da coraje al cocodrilo para atacar.
La Biblia nos enseña que la paga del pecado es la muerte. Muchas veces pensamos que pequeños e inocentes pecados no nos harán mucho mal, y que podemos dejarlos dentro de nuestra vida, sin que suframos las consecuencias. Sabemos que debemos expulsarlos. Pero terminamos comportándonos como la ancianita de a historia. Como el cocodrilo no nos molesta, vamos acariciando el pecado y él va quedándose. Al final, podrá mordernos y arrancarnos un pedazo de nuestro ser.
El escritor del libro de Hebreos aconsejó que debemos liberarnos de todo lo que impida nuestra progreso, especialmente el pecado que nos distrae. Si no nos libramos de él, quedamos en situación desventajosa; y eso será perjudicial a la causa de Dios.
Hoy, piensa en cuáles son los cocodrilos que viven contigo y ora a fin de que Dios te ayude a eliminarlos, antes de que sea demasiado tarde.
Romanos 6:23Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor.

ENCONTRANDO NUESTRO LLAMADO

Lectura: Efesios 4:1-16
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados. —Efesios 4:1
Una continua lucha que tenemos cuando intentamos seguir a Cristo es tratar de encontrar nuestro llamado en la vida. Si bien a menudo pensamos en términos de ocupación y ubicación, tal vez un asunto más importante sea el del carácter —el ser que provee la sólida base para el hacer: «Señor, quién quieres que yo sea?»
En Efesios 4, Pablo escribió: «Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (v. 1). Añadió a esto tres condiciones de «ser»: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia «los unos a los otros en amor» (v. 2). Pablo escribió esto desde la cárcel, un lugar difícil donde siguió viviendo su llamado de parte de Dios.
Oswald Chambers dijo: «La consagración no es dedicarse al llamado en una vida para Dios, sino la separación de todos los demás llamados y dedicarnos nosotros mismos a Dios, dejando que Su providencia nos coloque donde Él quiera —en el trabajo, la ley, o la ciencia; en el taller, la política o las labores monótonas. Hemos de estar allí trabajando según las leyes y los principios del Reino de Dios».
Cuando somos personas correctas delante de Dios, podemos hacer cualquier tarea que Él nos mande, dondequiera que nos ponga. Al hacerlo, descubrimos y manifestamos públicamente el llamado que hemos recibido de Él.

Lo más importante no es lo que haces, sino lo que eres.