jueves, 19 de febrero de 2009

HOY..ME ACORDARE DE QUIENES FUERON MIS PASTORES

“Acuérdense de quienes los han dirigido y les han anunciado el mensaje de Dios; mediten en como han terminado sus vidas, y sigan el ejemplo de su fe. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Hebreos 13,7,8
Hoy estoy convencido de que soy el producto de la vida de otros. Mayormente en lo que se refiere a mi vida cristiana, no soy un producto hecho en sí mismo, sino que otros han dedicado tiempo, esfuerzo y vida en mi persona. La Palabra de Dios me exhorta a no olvidarme de aquellos que en el pasado han sido mis líderes espirituales.
Tres imperativos se encuentran este pasaje, el primero es acuérdense, el segundo es mediten y el tercero sigan. Necesito hoy hacer un alto en mi vida para acordarme de aquellos que me marcaron el camino. Y para que me acuerdo? Necesito acordarme de ellos, primero que nada para orar por ellos y en segundo lugar para enviarles demostración de mi amor y amistad, ya sea enviándoles una carta o una tarjeta con las palabras de agradecimiento por lo que ellos hicieron conmigo.
En segundo lugar, luego de acordarme de ellos necesito meditar en como ellos han terminado sus vidas. Se que lo más importante no es como ellos empezaron, sino como han terminado. Son muchos los que empiezan pero pocos los que terminan bien. Si alguno de los que sembró en mi vida semillas de fe y confianza, ha terminado bien a lo largo de su carrera, necesito entonces meditar porque sin duda hay mucho para prender de su caminar y por último, necesito seguir el ejemplo de su fe. Cuando medito en el caminar de ellos entonces encontraré muchos valores para incorporar a mi vida.
El versículo 8 parece que no tuviera conexión con el 7. Pero si lo tiene, el verso 7 me dice que me acuerde de mis pastores, que medite en como han terminado y que siga el ejemplo de su fe y el 8 me dice que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre y en esto encuentre que si mis líderes han sido instrumentos de Dios y han terminado bien y su fe es digna de imitar ha sido por Jesucristo quién no cambia, pero que el mismo Jesús de ellos es el mismo a quien amo y sirvo y por ello eso me da seguridad que Dios hará lo mismo conmigo y podré un día ser recordado, e imitado por aquellos a quienes hoy me estoy dando.
En este tiempo de crisis de liderazgo, Dios me llama primero a acordarme de los que me guiaron cuando yo comenzaba y en segundo lugar en ser un guía para los que hoy están dando sus primeros pasos en la fe.

Señor, gracias por tus bondades. Gracias por aquellas personas que un día dieron de tiempo, de su amor, de sus vidas y de sus recursos para ayudarme en la fe. Hoy oro por ellos y te pido que los ayudes en momentos difíciles. Hoy quiero meditar en como ellos terminaron sus vidas y quiero imitar la fe de ellos.
Porque tu eres el mismo ayer, hoy y por siempre es que puedo descansar en ti. Si a ellos los ayudaste, eso me asegura que a mi me ayudaras, porque tu no has cambiado.
Amén.

CONFIA EN MI

Una vez se estaba incendiando un edificio de 9 pisos en el centro de una ciudad muy importante. Las personas del edificio al enterarse de que el edificio estaba en llamas rápidamente salieron de sus apartamentos, a excepción de un niño de 8 años de edad que dormía en el octavo piso, pues su papá había salido a comprar y su mamá estaba de viaje.
El fuego crecía cada vez más e iba subiendo piso por piso. Los bomberos intentaban apagarlo, sus esfuerzos eran cada vez imposibles El edificio estaba totalmente en llamas y los bomberos pidieron refuerzos a otras unidades de la ciudad.
El drama aumentó cuando los bomberos se dieron cuenta que había un niño en el octavo piso y el fuego crecía, iba ya por el quinto piso. De repente aparece el padre del niño preocupado por el niño, viendo este cuadro, los bomberos hacen un último intento, pero las escaleras no podían llegar hasta las paredes del edificio por haber fuego en todas ellas, entonces se escucha los llantos del niño, gritando - ¡Papi! ¡Tengo miedo!
El padre lo escucha y llorando le dice: - ¡Hijo! No tengas miedo yo estoy aquí abajo, No tengas miedo. Pero el niño no lograba verlo:- Papi no te veo, solo veo humo y fuego.
Pero el padre sabe que está ahí en la ventana porque el fuego lo ilumina.- Pero yo sí te veo, hijo.
- Hijo, ¿sabes qué debes de hacer?. Tírate, que aquí te agarramos todos los que estamos abajo, ¡TÍRATE!El hijo le dice: - Pero yo no te veo.El Padre contesta. - Sabes cómo lo debes de hacer, cierra los ojos y lánzate! El niño dice: - Papi no te veo, pero allá voy!Y cuando el niño se lanzó abajo, lo rescataron.
Entonces el Padre lo abraza, llora con el hijo, juntos pero muy contentos.
El hijo comprende que hay veces que al Padre no se le ve pero sus palabras son suficientes para confiar en él.
Así es nuestra vida, muchas veces hay muchos incendios, sentimos problemas parecidos a este niño y nuestro padre DIOS nos dice: ¡¡TÍRATE!! CONFÍA EN MÍ, y nosotros tenemos que lanzarnos aunque no veamos nada, ni sintamos nada, con FE tienes que salir adelante. ¡Porque sólo su palabra nos basta!

Mateo 28:20… He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Hebreos. 13:5… Yo nunca te abandonaré ni te desampararé.
Salmos 94:22… Mas el Señor me ha sido por refugio, Y mi Dios por roca de mi confianza.
Proverbios 14:26… En el temor de Dios está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.

ESPERANDO LA COSECHA

Lectura: Marcos 4:26-29
Primero hierba, luego espiga, después grano lleno... la siega ha llegado. —Marcos 4:28-29
En el libro What’s Gone Wrong With the Harvest? (¿Qué salió mal en la cosecha?), James Engel y Wilbert Norton ilustran en un gráfico cómo a menudo las personas pasan por una serie de etapas de pre-conversión antes de cruzar la línea de fe y recibir a Jesús como su Salvador.
Cuando escuchamos a las personas compartir su experiencia de conversión, puede que nos parezca que la fe se dio de inmediato. Pero su salvación frecuentemente conlleva una historia de trasfondo ampliado de peregrinaje espiritual antes de que tomaran esa decisión. Necesitaron tiempo para reflexionar en el Evangelio. Para ellos, llegar al Salvador fue un proceso.
Esto es similar al proceso de la agricultura: los meses de espera llegan a su fin y los obreros entran a raudales a los campos para ayudar con la cosecha. Una de las parábolas de nuestro Señor ilustra cómo la fe —al igual que un cultivo— necesita tiempo para desarrollarse. Responder al Evangelio es como una semilla que crece «primero hierba, luego espiga, después grano lleno», hasta que, finalmente «la siega ha llegado» (Marcos 4:28-29).
Debido a que puede que las personas necesiten tiempo y que se les exponga el Evangelio muchísimas veces antes de que estén listas para tomar una decisión, tenemos que ser sensibles en cuanto a dónde se encuentran ellas en su peregrinaje de fe. Mientras tanto, podemos cultivar el interés espiritual, orar por ellas ¡y esperar la cosecha!
Sembramos la semilla; Dios produce la cosecha.

miércoles, 18 de febrero de 2009

PRESENTACIÓN


También se presentado a Dios este niño llamado Eduart.

PESENTACIÓN


Este pasado domingo fue presentada ante Dios, esta niña tan guapa llamada Tatiana.

CAMINOS

Señor, ¿no me das la mano?
¿No ves? Me estoy hundiendo
en el cieno del pecado.

Llegué tarde, lo sé, me entretuve
por ese camino andando.
Camino, mejor caminos,
¡hay Señor, anduve tantos!

Anduve por aquel que parecia lucir,
lienzo de nubes de color blanco
y eran nubes de polvo, polvos sucios.
Los ojos de la carne me han engañado.

Caminé con pie firme en el otro,
altiva la cabeza, y encumbrado.
Pero cedio a mis pies todo el camino.
Era Señor, mi orgullo tan pesado,
y el otro iluminado por las velas, los lirios,
las liturgias y los cantos.

Cuando pasé por él, no hubo mas voces.
Las velas y los lirios se apagaron.
¡Como engañan los hombres, Señor mio!
¡Cuantos falsos caminos me indicaron!

Caminé lejos y conté mis pasos.
Miro a mis pies y estoy desalentado.
No moví un paso en este lodo inmundo.
¡Señor, Señor, estoy hundido en el pecado.

Y que será de mí cuando ya sienta
que el fango va subiendo despiadado,
me cubra el pecho y entre en mi garganta,
y se apague mi voz y el fin haya llegado.

¡Hay que será de mí, Señor, Señor!
¿Me escuchas?, perdido estoy
si no me das la mano. Quizas tampoco tú
sacarme puedas. Quizas soy yo que tarde
te he buscado.

¡Pero mira Señor, mira!, ¿no ves?
¿No ves mis ojos? Estan humedos.
¿Ves?, se han mojado. ¿Ves como golpean
aqui dentro? Mi corazón tambien está llorando.

¡Soy yo, Señor!, yo soy que me arrepiento,
del lodo en que yo mismo me he ensuciado,
de andar por los caminos que me han dicho,
de volverte la espalda Dios amado!

Te dije.... Te dije, Amado. ¿Ves Señor?
Te quiero, te dije Amado. ¿Ves Señor?
Te amo, y lo dije con voz que era un sollozo.
Lo dije de rodillas y temblando.

Quiero estar junto a ti, no quiero lodo.
Quiero tu firme amor, no quiero fango.
No tengo nada, ni me quedan fuerzas.
Mas viviré si tu me das la mano.

¡Señor, Señor! ¿no me respondes?
Mas presiento que ocurrira tal vez
algún milagro. Las lagrimas dejaron ya
mis ojos, mi corazón cesó con su quebranto.

¡Señor, Señor! ¿no me respondes?
Y parece como si un viento suave
y perfumado, acariciara con amor mi rostro.

¡¡Señor!! ¡Mira, Señor!, ya no hay mas barro!
Ya puedo caminar con paso firme.
Ya no se mueve el suelo con mis pasos.
Ya no hay lodo que ensucie mas mi vida.

Tú solo me sacaste de este fango.
¡Señor, me diste la mano! ¿no ves?
Jamás he de hundirme en el cieno del pecado.
Porque, limpiaste con sangre,
ese camino de barro.

EL REY Y EL MENDIGO

En unas tierras lejanas, existía un Rey muy sabio y bondadoso; cierto día el rey había salido a pasear por los jardines de su castillo, pero para su sorpresa, junto al camino estaba un mendigo que clamaba a fuerte voz misericordia, ya que tenía días sin comer y no poseía dinero para comprar.

El rey movido a misericordia se acercó a auxiliar a aquel mendigo, pero sabiamente le preguntó, qué tenía él para ofrecerle a su rey; el mendigo sorprendido notó que cargaba un saco de mazorcas que había recogido en el campo, y solamente sacó dos mazorcas de todas las que tenía, para dárselas al rey, pues pensaba que este no tendría necesidad de sus dádivas, pues era un rey y vivía cómodamente en el palacio, saciándose de los mejores manjares.

El Rey ante la actitud miserable del mendigo y para darle una lección por ser tan duro de corazón, mandó a sus sirvientes que le trajesen un saco de monedas de oro e igualmente sacó sólo dos monedas de oro y se las diò al mendigo.

La moraleja de esta historia nos hace reflexionar. “Si el mendigo le hubiese dado, mas mazorcas ò todo el saco de mazorcas al rey, hubiese recibido de la misma manera, mas monedas de oro ò todo el saco de monedas”

Así, nos pasa muchas veces en nuestra relación con Dios, pues el rey de esta historia se puede comparar al Rey de la plata y del oro, que es Dios Nuestro Padre, el cual exige a sus hijos dar de la misma manera que reciben; ya que muchas veces asistimos a la iglesia y nos duele sacar dádivas para Dios, y sólo damos “pequeñeces”, pues pensamos que Dios no necesita de nuestro dinero, y luego nos quejamos porque lo que nosotros recibimos no nos alcanza para nada, y terminamos insatisfechos por lo que Dios nos da; pero no debemos olvidar nunca una ley que Dios mismo dijo en su palabra, y que es la regla de oro de la bendición: “Dad y se os dará”.

Por eso, la próxima vez que vayas a darle algo a Dios, con tu diezmo, ofrenda, ò primicia, hazlo de todo corazón, dándole lo mejor a Dios, como hizo Abel, y Dios mismo mirará tu ofrenda con agrado, y te bendecirá de la misma forma.

“Por esto os digo: el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”

I Corintios 9: 6 -7

Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir. Luc 6:38

Reflexión enviada por Julie Pauline.