lunes, 9 de febrero de 2009

MIENTRAS NEVEGAMOS A LAS COSTAS DEL CIELO

Kirk Lynn, joven tenor de excelente calidad de voz, paseó la mirada por el auditorio. Habría, calculó, unas 470 personas. El cantante ejecutaba su música en una iglesia en Pittsburgh, Pennsylvania. Ese día cantó el himno cristiano: «Mientras navegamos hacia las costas del cielo».

Once días más tarde, Lynn canturreaba su canción mientras volaba, con otras 130 personas, de Chicago a Pittsburgh en el fatídico vuelo 427 de la compañía Air West. El avión se precipitó a tierra, y todos los que iban a bordo, 131 personas, perecieron.

No podemos saber el destino eterno de cada una de esas personas. Sólo Dios y la persona misma podían saber si su destino era la gloria eterna. ¿Qué podemos imaginar acerca de Kirk Lynn, el joven tenor que cantaba su himno?

Ya que sabemos que Jesucristo ofrece vida eterna al que tiene fe en Él y vive entregado a su señorío, podemos imaginar que Kirk llegó ese día a las costas del cielo y que su Señor y Dios lo recibió con los brazos abiertos.

Kirk había dedicado su vida a cantar para el Señor. El himno que había escogido dice: «Las tormentas surgen de repente en el embravecido mar; pero comprenderemos lo que es su gracia cuando lleguemos al celeste hogar.»

Viajar por el mar de la vida es vivir sometidos a tormentas. Así es esta vida. Cosas imprevistas suceden a cada paso. Tanto es así que la muerte puede estar aguardándonos a la vuelta de la esquina. Nadie tiene asegurada su existencia en este mundo.

Sin embargo, para el que cree en Jesucristo como Señor y Salvador, aun la contingencia más grave de esta vida, la muerte súbita, es un «llegar sanos y salvos a las puertas del cielo».

Si hay algo que confirma el valor de la fe en Cristo, es la absoluta seguridad de que al morir pasaremos instantáneamente a la presencia de Dios. Porque lo que distingue al creyente en Cristo del que todavía no le ha rendido su vida es la absoluta seguridad que el creyente tiene de que su muerte es el paso seguro a la gloria eterna.

Jesús dijo: «… el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Juan 5:24). Esa es la seguridad del creyente en Cristo. Ninguna ideología, ninguna religión, ninguna filosofía, ninguna ciencia, da esta seguridad, sino sólo el Señor Jesucristo.

Hermano Pablo.

JORGE LUIS BORGES - LA MONEDA DE HIERRO


Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?

Miremos. En el orbe superior se entretejan
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias.
Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.

La tarde y la mañana. Dios en cada criatura.
En ese laberinto puro está tu reflejo.
Arrojemos de nuevo la moneda de hierro
que es también un espejo magnífico. Su reverso
es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres.
De hierro las dos caras labran un solo eco.
Tus manos y tu lengua son testigos infieles.
Dios es el inasible centro de la sortija.
No exalta ni condena. Obra mejor: olvida.
Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte?
En la sombra del otro buscamos nuestra sombra;
en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.

CIMIENTOS

La torre más alta del mundo está en Toronto, Canadá. El primer observatorio se encuentra a 340 metros de altura y el segundo a 545 metros.

Las fotografías y los centros de información dentro de la misma torre ayudan a los visitantes a comprender la magnitud del proyecto. Se removieron sesenta y dos toneladas de tierra a una profundidad de quince metros para poder echar los cimientos de este rascacielos.

Desde 1972 hasta 1974, trabajaron en la torre tres mil obreros. Protegidos con sogas de seguridad, algunos operarios colgaban del exterior de la gigantesca construcción para poner los toques finales. Es digno de destacar que ni un solo trabajador sufrió accidentes o murió en la realización de esta construcción.

Actualmente, un veloz ascensor transporta a los visitantes hasta arriba desde donde pueden disfrutar de una asombrosa vista panorámica de la ciudad y los alrededores. Muchos comentan: “Valió la pena el costo, el tiempo y el esfuerzo empleados en la construcción de la Torre CN”.

Nosotros también necesitamos un sólido fundamento para encarar a diario la vida. Al orar y dedicar tiempo para estar con nuestro Padre celestial, fortalecemos nuestros “cimientos espirituales”, nuestra base de sustentación en la vida.

Vemos mucho mejor si nos elevamos al punto de vista de Dios, y no nos sentimos abrumados por las cosas que se presentan en nuestro camino. Cuando sentimos que estamos en el aire, apenas agarrados de la cornisa, podemos alentarnos al saber que Él nos sostiene. Su cimiento es fuerte y seguro, y jamás va a agrietarse o derrumbarse.

Mateo 7:25
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y, soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

SEÑALES DE LOS TIEMPOS II PARTE

La segunda parte de la serie de 3 diapositivas en Power Point, donde se muestar de forma detallada los acontecimientos actuales que apuntan a un eminente regreso de Cristo y el fin del mundo.

domingo, 8 de febrero de 2009

HOY..EN NADA SERE AVERGONZADO

“Mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” Filipenses 1:20.
Hoy por la mañana estuve meditando en este pasaje y dije dentro de mi, el anhelo de Pablo es también el mío, porque hoy no quiero ser avergonzado en nada. Se que la vida trae para mi oportunidades que parecen buenas, agradables, prosperas y hasta fáciles pero que a la postre pueden avergonzarme y hoy no quiero tomar ese camino.
Se que me sentiré hoy avergonzado si no cedo al Señor toda mi vida, si reservo para mi una partecita de mi vida o una parte de mi corazón entonces llegará el momento cuando me sentiré avergonzado. Hoy mi propósito final es que todo mi ser sea para su mayor exaltación y lo mejor de mi para su gloria.
Cómo puedo yo alcanzar en este día el nivel de entrega total al Señor? Tengo que esperar que algo sobrenatural suceda?. Necesito hacer largas oraciones o promesas cotidianas? Acaso es un asunto de ser hoy más religioso que el resto del año o quizá de mi vida? No, esto sólo lo alcanzaré cuando yo entienda que esto es una asunto de voluntad, no es un asunto de religiosidad, pensamiento nuevo y penitencias.
Necesito entregar mi voluntad al Señor y emprender el camino firme de entrega a él, recordando que él primero se entregó por mi y ahora él espera que yo me entregue a él. Es una entrega total, absoluta e irrevocable de mi voluntad. Cuando yo entrego mi voluntad a él ya no queda nada para mi y todo le pertenece a él.
Se que mis peores enemigos en esto de entregar mi voluntad es mi egoísmo, mi autocomplacencia y mi terquedad. Se que muchas veces he discutido con el Señor cuando él me pide una entrega completa y en mis discusiones con él me visto de religiosidad, de buena voluntad y de comprensión por otros en mi necedad de entregarle mi voluntad. Este día ya no voy a luchar más, en este día voy a tomar la determinación de entregarle mi voluntad y así toda mi vida le pertenecerá y vivirá para él y entonces podré decir como el apóstol Pablo, en Nada seré avergonzado.

Señor, Gracias por darme esta hermosa oportunidad de caminar en tu voluntad y en tu presencia. Gracias por que solo tu eres bueno. Gracias por darme la oportunidad en este día de entregarte mi voluntad y ser tuyo en el 100 % de vida y así en nada seré avergonzado. Amén.

ADQUIERE PRUDENCIA

¡A veces nos parece que la vida se vive al revés! Siendo jóvenes y con una perspectiva limitada, tenemos que tomar aquellas inmensas decisiones que moldearán el resto de nuestros años. Pero podemos y seremos sabios, si aprendemos de quienes han adquirido entendimiento de las experiencias de la vida.
En un estudio psicológico, a cincuenta personas mayores de noventa y cinco años de edad se les preguntó lo siguiente: ¿De poder vivir la vida otra vez, qué haría diferente? De tal interrogación salieron a relucir tres respuestas generales:
Si tuviese que hacerlo otra vez…
Reflexionaría más.
Arriesgaría más.
Haría más cosas que perduren después de mi muerte.
Una mujer muy anciana escribió sobre cómo viviría su vida de poder hacerlo otra vez:
Cometería más errores la próxima vez, me relajaría, sería más flexible, más tonta de lo que he sido durante este viaje, tomaría menos cosas con seriedad. Sería más arriesgada, escalaría más montañas y nadaría más cantidad de ríos, comería más helados y menos frijoles y quizá tendría más problemas en la actualidad, pero menos de ellos serían imaginarios.
Como puedes ver, soy una de esas personas que ha vivido con sensatez y prudencia hora tras hora y día tras día. Sí, he disfrutado mis buenos momentos y si tuviese que hacerlo de nuevo, tendría muchos más. De hecho, no intentaría vivir más que momentos, uno tras otro, en vez de tantos años adelantado.
¡Escucha y aprende! La vida no puede ser solo trabajo y nada de juego. A pesar de todo, deseas que la misma tenga sentido, para Dios, para los seres queridos que te sigan y para ti mismo.
Durante esta noche, reflexiona sobre tu vida. Pídele a Dios que te muestra cuál es el verdadero significado de tu existencia, lo que debes lograr, ¡y cómo disfrutar el proceso!.
Proverbios 2:2Da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento.

LAS RESPUESTAS

Lectura: 1 Juan 3:1-9
Amados, ahora somos hijos de Dios. —1 Juan 3:2
Se cuenta la historia de que un día, el filósofo Arthur Schopenhauer (1788–1860) estaba paseando por el famoso parque Tiergarten de Berlín, sondeando mentalmente las preguntas de origen y destino que constantemente le habían estado dejando preocupado: ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy?
Un vigilante del parque, que se puso a observar muy de cerca al filósofo mal vestido mientras éste caminaba lentamente con la cabeza gacha, sospechó que Schopenhauer fuera un vagabundo. Así que le salió al paso y le preguntó: «¿Quién es usted? ¿Hacia dónde va?» Con expresión afligida, el filósofo respondió: «No lo sé. Desearía que alguien pudiera decírmelo».
¿Alguna vez te has quedado pensando en esas mismas preguntas? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? Qué consuelo es tener las respuestas llenas de autoridad de Dios en la Biblia. ¿Quiénes somos? En 1 Juan 3, el apóstol llama a sus lectores «hijos de Dios» (v. 2). Nos convertimos en Sus hijos al recibir a Jesús como nuestro Salvador del pecado (Juan 1:12). ¿Y hacia dónde vamos? Juan 14:1-6 nos dice que un día Él nos recibirá en un hogar que está preparando en el cielo.
Nuestro Hacedor no sólo es el Autor de la ciencia y la historia, sino que escribe la historia de cada miembro de la familia de Adán —la tuya y la mía. Podemos confiar en Sus respuestas.
Cuando conoces a Jesús, sabes quién eres y hacia dónde vas.