domingo, 18 de enero de 2009

LA FLECHA

Un rey, que en su carruaje pasaba por un pueblo, observó una flecha disparada exactamente en el centro de un blanco, que era un círculo dibujado en el tronco de un árbol.

Intrigado, se dio cuenta que ademas había otras flechas disparadas en varios sitios, todas con la misma precisión en el centro del blanco.

Sorprendido por la habilidad del arquero, mandó a sus pajes a buscarlo.

Después de algunos minutos encontraron al autor de los certeros disparos.

Se trataba de un niño de no más de 12 años.

- Eres tú el hábil arquero? -preguntó el rey.

- Sí, -respondió el chiquillo.

Cómo haces para ser siempre tan certero en tu puntería? -preguntó de nuevo el rey.

- Es muy simple, -dijo el muchacho-, primero disparo la flecha y después dibujo el blanco alrededor del ella.

Piensa por un momento si hacemos eso en nuestras vidas con las personas que nos rodean.
A veces juzgamos basados en nuestros prejuicios, les decimos a todos nuestra opinión y después buscamos cómo justificar nuestras ligerezas, -primero disparo y después pregunto-.

A veces cometemos errores o maltratamos a los que nos rodean.
En vez de aceptar nuestra responsabilidad, nos ponemos defensivos y tratamos de justificar nuestra actitud.

Cuánta energía de vida desperdiciamos justificando actitudes con las que solo pretendemos cubrir nuestros errores, miedos o inseguridades?
Cuánto daño innecesario nos causamos a nosotros mismos y a quienes amamos?

Santiago 1:19
Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar,
Salmos 34:13
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.

A UN PASO DE LA ESCALERA

Los gritos despavoridos de hombres, mujeres y niños dieron la nota trágica aquel día de diciembre. En Brooklyn, Nueva York, un violento incendio había comenzado por los cortinados de las amplias habitaciones de un hotel.

El cuerpo de bomberos se había hecho presente y las operaciones de salvamento habían comenzado alrededor del edificio envuelto en llamas. Mientras las enormes mangueras lanzaban agua sobre el humeante hotel, se había colocado una escalera de salvamento para rescatar a los sobrevivientes del undécimo piso, donde era más intenso el siniestro.

De pronto la multitud que se había aglomerado comenzó a señalar una de las ventanas. Era la silueta de una mujer cuyo cuerpo estaba envuelto en llamas. El bombero más cercano había hecho acercar aún más la gigantesca escalera, y parecía que la señora se aproximaba a ella; pero antes de que se pudiera evitar, la desventurada mujer había saltado al vacío. La prensa internacional registró el nombre de la víctima. Se llamaba Rowena Matthews.

Sucedió que cuando a Rowena Matthews, envuelta en llamas en el undécimo piso del hotel, le ofrecieron la escalera de salvamento, ella en su desesperación no la vio, y se lanzó al vacío. Esa fue la trágica realidad para la pobre mujer en aquel hotel de Nueva York.

Lamentablemente el mundo está lleno de casos semejantes en que se sufre la pérdida de una vida. Pero hay una pérdida mayor que la que viene como resultado de no ver una escalera de salvamento. Es una pérdida mil veces más trágica, pues se trata de un salvamento mil veces más trascendental. Es la pérdida del pecador que puebla la tierra en que vivimos. El salvamento es la provisión divina, dada en el Calvario.

El pecado ha envuelto en llamas de condenación a cada persona que ha venido a este mundo. Dios, al ver esa deplorable condición, les ha ofrecido a todos una escalera de salvamento. Esa escalera es el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Desgraciadamente, muchos han rechazado esa escalera salvadora porque el humo de la confusión les ha cegado el entendimiento.

No obstante, la invitación de Cristo es segura: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). En esas palabras descansa nuestra salvación. Lo único que tenemos que hacer es acudir a Cristo y aceptar la salvación que Él nos ofrece. La cruz del Calvario, en la que dio su vida a fin de rescatarnos, es nuestra escalera salvadora.

Hermano Pablo.

NIÑO SOLAR - POEMA DE OSCAR PORTELA

Que burla señor, que has puesto en mi boca
preces y bendiciones, y en mi cintura
el fuego de los dioses que dominó la muerte,
ahora que solo clamo por ti, noche,
por tu desasimiento, yo , como exiliado, condenado,
solo en la noche libre, odiando toda luz, odiando
toda belleza, señor que burla, que burla ,
el largo camino
que conduce del sueño del niño solar,
a éste que ahora su cuerpo baña con las cenizas del
recuerdo,
- porque nadie puede saltar sobre su sobre su sombra,
ni coincidir con ella, cuando el mediodía se retrasa-,
- Oh señor- , y en mi solo crece el desierto,
el olvido que no puede olvidar el olvido
que lo revela todo-, las pequeñas muertes,
los pequeños duelos, abiertos en las confesiones
de las encenizadas lagrimas, - las que lloro por mi -,
y por aquella belleza que no engendró mi corazón
aquí, en ésta soledad a la que me condenaste,
al igual que Timón, Calibos, Catilina.
Ahora que solo contemplo la palidez creciente del crepúsculo-,
el egoísmo de los corazones, la fatal llaga
de lo trivial que se expande sobre todo-,
como un viento demente, yo sin el sueño que da reparo
y da la muerte soñada muerte, cuando él me llamaba,
- sígueme, entra al oscuro bosque- , y lo veía
disolverse, del mismo modo en que ahora mi vacía
mirada, solo ve muros y la sal del desierto que
crece, Oh señor, que me niegas el rayo
de la locura, la mirífica muerte, y solo cenizas
dejas en mi boca,
harapos en el cuerpo del niño
que desafiaba al sol en su carrera, hasta perderse
con el en su viaje hacia la noche
yo que ahora soy noche, yo señor, que al viento
y al sol me había prometido, yo, un corazón
con demasiadas preguntas,
abandonado como Abraham en el desierto, como Job,
rascándose sus pústulas, en soledad señor,
tu y yo, acaso solo melodías de una partitura que jamás
será escrita
sobre ninguna lápida.



Poema inédito proporcionado por el autor

sábado, 17 de enero de 2009

HOY..LE AMO A EL...PORQUE EL ME AMO PRIMERO

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” I Juan 4:19
Si yo le preguntara a usted por qué Dios lo creó a usted, que respondería? Por qué nació usted? Creo que tanto usted como yo fuimos creados por Dios solo por amor, primero porque él nos amó y en segundo lugar para que nosotros podamos responder a su amor, porque él es amor y por que amor es su naturaleza, él nos hizo objeto de su amor. Por eso el creó al hombre ay a la mujer. A usted y a mi.
Cómo expresa Dios su amor? De muchas maneras, pero hoy quiero recordar algunas. Dios expresa su amor mediante la creación - - los árboles, las flores lindas, las montañas espléndidas, las estrellas nítidas, la luna en todas sus etapas - estas son las expresiones tangibles de Su amor.
Dios expresa Su amor en darnos la libertad para escoger. Y aunque suene extraño, Dios no nos hizo estrecho en nuestra libertad para escoger, su amor es tan grande que nos ha dado la suficiente libertad para que ninguno diga que se siente como un robot. La grandeza de ese amor es demostrado cuando una persona la escoge a usted para amar.
Dios se entusiasma cuando yo decido en ese libre albedrío que me ha dado, amarlo a él con todo mi corazón. Cuando Dios le dio a Adán y Eva la libertad de escoger entre obedecerlo a él o al pecado, él les mostró la dimensión de su amor.- El ama los pecadores tal como son. Dios expresa Su amor por ponernos en una familia. Usted y Yo somos parte de una familia grande. - Dios es el Padre, Jesús es nuestro Hermano más mayor, el Espíritu Santo es nuestro Consolador. Además nos ha dado el Cuerpo de Cristo compuesto por hermanos y hermanas. Piense de la seguridad, la protección, y la camaradería que encontramos en la familia de Dios.
Dios expresa Su amor por diseñar nuestras circunstancias para su gloria. Romanos 8:28 es uno de grandes versículos que nos hablan del amor de Dios manifestado a través de las circunstancias. Pablo dice: A los que aman de Dios todas las cosas les ayudan a bien. Casi todos los cristianos podemos citar ese verso, pero pocos realmente retienen la gran verdad de que el nos ama lo suficiente para hacer que todas las cosas trabajen para bien. Dios se interesa vitalmente en todos los intereses que a mi me involucran.
Dios expresa Su amor hacia nosotros en involucrarse intensamente en nuestras vidas. Dios expresa Su amor hacia nosotros por proveer para nosotros un lugar en el cielo. Nosotros no hemos tenido absolutamente nada que hacer para ello. Su Hijo Jesús está todavía ocupado preparando un lugar para nosotros, y nosotros conseguimos eso por la gracia de Dios.Señor, Gracias por las múltiples maneras que has tenido de demostrarme tu amor, hoy quiero darte por todas esas maneras especiales de tu amor. Solo tu amor me transforma. Amén.

COMPARTE EL DOLOR

De la forma en que los amigos de Job trataron de consolarlo aprendemos un principio básico sobre lo que es consolar a los demás cuando sufren: la capacidad de ayudar de un consolador no está tanto en su talento para usar las palabras, sino en su capacidad de ser solidario. Esa es la comprensión que Job anhelaba cuando sus amigos trataron de corregirlo.
El Dr. Paul Brand ha expresado esta verdad hermosamente en su libro La obra maestra de Dios. Él escribe: Cuando pregunto a mis pacientes “¿quién le ayudó en su sufrimiento?”, escucho una respuesta extraña e imprecisa. La persona descrita raras veces tiene respuestas suaves y una personalidad alegre y efervescente. Es una persona callada, comprensiva, que escucha más de lo que habla, que no juzga y ni siquiera ofrece mucho consejo. “La sensación de paciencia.” “Alguien que estaba presente cuando lo necesité.” Una mano que tomar. Un abrazo comprensivo y perplejo. Un nudo en la garganta compartido.”
A veces, al esforzarnos tanto para decir lo correcto olvidamos que el lenguaje de los sentimientos habla mucho más alto que nuestras palabras. Hay momentos en que lo mejor que podemos hacer es «llorar con los que lloran» (Romanos 12:15).
El primer paso para ayudar a otros en sus angustias es compartir su dolor (2 Corintios 1:3-4).

Romanos 12:15.. . . llorad con los que lloran.

PROTOCOLO

Lectura: Santiago 1:1-8
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento. —Santiago 1:6
Si te invitaran a una reunión en la Casa Blanca con el Presidente de los Estados Unidos, sin importar la opinión que tuvieras de él, probablemente irías. Al entrar a la Casa Blanca, un funcionario de protocolo se te acercaría y te daría un resumen de los procedimientos apropiados para presentarte ante el presidente. Baste decir que sería inaceptable dar rienda suelta a un arranque de familiaridad o a una crítica negativa indecorosos en el momento de estrecharle la mano.
Así que no debe sorprendernos que la Palabra de Dios ponga en claro que existe un protocolo para entrar en la presencia de Dios. Hebreos 11:6 nos ofrece un aspecto de interacción apropiada: «Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan». Dios quiere que le seamos totalmente devotos —y se lo toma como algo personal cuando nuestros corazones están llenos de crítica, incredulidad y duda.
Santiago nos dice que, cuando Le pedimos sabiduría a Dios, la clave para Su respuesta es si estamos pidiendo «con fe» o no (1:6). A Dios Le agrada cuando nos acercamos a Él con fe inquebrantable.
Así que deja tus dudas en la puerta y sigue el protocolo: Acércate a Dios con un corazón de fe, y a Él Le agradará proveerte de toda la sabiduría que necesitas.
Cambia la insatisfacción de la duda por el cumplimiento de la fe en Dios.

viernes, 16 de enero de 2009

CUANDO EL RIO SE DESBORDA

El cielo se encapotó sobre Tijuana, México. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Era una tormenta que venía desde el sur, originada en el Pacífico. En pocas horas cayeron 120 milímetros de agua.

El río Tijuana, por lo general tranquilo y de poca agua, se convirtió en un torrente arrollador. Doce personas murieron en el torrente. Un vecino dijo, llorando ante las cámaras de televisión: «Lo he perdido todo: mi casa, mis muebles, mi camión. El río se lo llevó todo.»

¡Qué terrible es la fuerza de un río que se desborda! Esto ocurre en ríos de valles estrechos, cuyas aguas nacen entre montañas. La lluvia que se descarga torrencialmente en el embudo de las montañas corre por el estrecho canal con fuerza arrolladora. Sobrepasando la capacidad del río, el agua se desborda e invade campos y terrenos, casas y pueblos, causando grandes desastres.

Los habitantes de Tijuana se valieron de un recurso. Amarraron una cuerda larga a un lugar en tierra firme, se agarraron de la otra punta, y uno a uno se fueron salvando. Tijuana nunca olvidará esa amarga tragedia.

Si bien la cuerda fue la salvación para muchos en Tijuana, ¿qué cuerda hay para las tormentas de la vida? El padre de familia, cuando todo va bien, es como un río manso que corre lentamente, al lado del cual da gusto vivir. Pero si toma un par de tragos de más, ese alcohol se mete en su cerebro y comienza a correr con la violencia de un río desbordado, causando estragos, destrucción y aun muerte. ¿Y de qué cuerda se agarra la esposa que sufre a causa de él?

El hijo, orgullo y esperanza de sus padres, comienza a faltar a la escuela. Llega muy tarde a la casa. Por momentos, sin motivo alguno, se enloquece y golpea a cuantos están a su lado. Cuando por fin todo sale a la luz, se descubre que es drogadicto, y cuando se quiere detener el mal, es ya un río violento que arrasa con todo lo que tiene por delante. ¿Y de qué cuerda se agarran los confundidos padres?

¿Habrá algún remedio contra el dominio del alcohol o de las drogas? ¿Habrá alguna cuerda que salve al que se hunde en el río de la desesperación?

Sí la hay. Es Jesucristo. Él tiene poder para dominar las fuerzas primitivas que bullen en el corazón humano. Y tiene poder para salvar a todo el que en Él cree. Cristo es la cuerda salvadora. Busquémoslo. Entreguémosle nuestra vida. Él quiere y puede ser nuestro Salvador.

Hermano Pablo.