miércoles, 17 de diciembre de 2008

MEDITACION DE LA NAVIDAD

Se cuenta la historia de una familia de alta sociedad, que hace muchos años iba a celebrar una festividad en honor al recién nacido de la casa. Esta se llevaría a cabo en la gran sala de la enorme mansión.

Muchos huéspedes habían sido invitados para la ocasión y todos llegaron vestidos con sus ropas más elegantes. A medida que se iban quitando los abrigos, éstos eran llevados al piso superior para ser colocados sobre una cama en uno de los dormitorios.

Pasada la conmoción de la llegada de los huéspedes y luego de un largo rato de animada conversación, todo el mundo se aprestó para la ceremonia en honor a la criatura. De pronto alguien preguntó para sorpresa de todos: “¿Dónde está el bebe?” La institutriz corrió escaleras arriba, buscando por todos lados y regresó con el rostro pintado de desesperación. No podían encontrar al bebé por ningún sitio. La búsqueda continuó durante unos minutos que parecieron eternos, hasta que alguien recordó haber visto a la criatura acostada sobre una de las camas. Y allí estaba todavía, bajo las ropas de abrigo de los invitados. Era irónico. El mismo objeto de la celebración había sido olvidado, descuidado y por poco destruido.

La pregunta que nos hacemos muchos cristianos en estos días navideños es: “¿Y ésto es la Navidad? ¿Dónde está el Niño cuyo cumpleaños supuestamente celebramos el 25 de diciembre?” Compra de regalos y juguetes, parrandas, exceso de comida y bebida, arbolillos de Navidad, ropa nueva… ¿Es éste el propósito de la Navidad? Las decoraciones son bonitas y la música navideña nos atrae, pero, ¿es eso la Navidad? ¿Dónde está el Niño Jesús? ¿Dónde le hemos puesto?

Como en nuestra historia inicial, a veces también somos culpables de olvidar la memoria del Santo Niño cuyo nacimiento decimos celebrar. Hoy en día hay muchos que no invitan a Cristo a su fiesta de Navidad. La Navidad para ellos es sólo una fiesta cualquiera, una oportunidad para derrochar, bailar y alborotar.

La Navidad debe ser una celebración alegre y llena de gozo. La Navidad verdadera es una fiesta santa porque, según el profeta Isaías, es un recuerdo sublime: “Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

La Navidad para los cristianos es la del amor, la alegría, la esperanza y la paz. Es la Navidad de la adoración a Aquel cuyo cumpleaños celebramos: el Señor Jesucristo.

- Autor Desconocido -

ALGO FLUYE CUANDO YA NADA SE AGITA

Algo fluye cuando ya nada se agita.
Y su paso inadvertido por las tinieblas que duermen con nosotros
trocará en una luz exasperada cuanto de ciega tiene la miseria.
Desde el fondo, pozo o pantano de números,
donde hostigados por el mundo y sus miles de cabezas
caímos quince lenguas dentro de la carne,
algo que sólo puede tocarse munido de los guantes de la desesperación,
algo fluye, cuando creemos que ya nada se agita.
Obliga al dolorido músculo del corazón
y al cerrado hueso de la mente
a comer y beber, aún dentro de sus celdas.
Es una fuerza que nos lleva rudamente de la mano
e inventa un camino de color insólito,
por donde huimos desnudos de los ciegos.
Obediente, ella agitará los párpados de los muertos
y hará huir a la mosca-heraldo, que espera paciente,
colgada de la gula.
Colgará de nuevo el sol, cuando la luna caiga.
Podremos verla latir en medio de nuestras negras sombras,
aún cuando boquiabiertos, observemos día a día
pasar nuestros propios funerales.
Algo fluye cuando ya nada se agita.
Por su gracia habrá fruto en las flores marchitas
(su magia gruñirá en la vértebra)
lanzará por el aire ancianos y guadañas con pasos de diluvio;
nuestras jóvenes canas se ennegrecen,
ante el silbato de plata besado a último momento
con manos temblorosas que arrojan al viento de los lechos.
Y cuando nuestros pálidos huesos
den fuerza y vigor a las margaritas, aún palpitarán
desde la tumba.
Porque algo fluye, cuando creemos que ya nada se agita.

HOY..VERA DIOS LUZ EN MI

.“Y vio Dios la luz que era buena” Gen 1:4.
Hoy en la mañana vi la bondad de Dios en los primeros rayos de sol y recordé este versículo de Génesis donde expresa que Dios vio la luz que era buena. Con complacencia, placer y satisfacción vio la luz y vio que era buena. Si Dios hizo la luz , él ve la luz con peculiar interés porque él mismo es LUZ. Y si él mismo es luz y él mora dentro de mi…entonces dentro de mi hay luz hoy y Dios ve esa luz y la ve buena.
Dios nunca pierde de vista el hermoso tesoro que ha puesto dentro de nosotros, ese tesoro es su luz. Dios nunca la pierde de vista. Algunas veces yo mismo no veo luz dentro de mi, es como si algo me impulsara a solo ver las tinieblas, las sombras y las oscuridades, pero Dios siempre ve la luz y la ve mucho mejor de lo que yo la veo.
Dios ve lo que yo no veo o lo que no quiero ver que ya está dentro de mi. Es muy confortable para mi pensar que Dios me ha hecho un miembro de su familia y la Biblia dice que el Señor conoce a los que son suyos y los que son suyos tienen la luz de Dios dentro de sus vidas.
Hoy he reflexionado seriamente sobre estas verdades. A veces yo no veo luz en mi, pero Dios si ve la luz en mi y él ve que es buena. Dios es la luz de mi vida y si lo tengo a él tengo la luz y las tinieblas ya no podrán inundar mi vida. El ojo tierno del Señor todavía mira dentro de mi ve la luz de su gracia derramada en mi corazón.
El Señor nunca perderá de vista el tesoro que él en su amor ya ha colocado dentro de mi. Se que algunas veces no puedo ver la luz en mi, pero el Señor siempre la ve. Hoy quiero pedirle a Dios que me abra los ojos espirituales para poder ver su luz en mi.

“Señor, Gracias por darme luz cuando en mi no la había, quiero vivir en esa luz. Tú eres la luz de mi vida. Cuando en tinieblas andaba llegaste como la luz de mi vida. Esa luz está en mi, está dentro de mi. A veces yo no la veo porque estoy siempre listo para ver las sombras… pero tu vez esa luz. Hoy quiero vivir en esa luz y compartir esa luz con quienes no la tienen. Amén.

VIVIENDO CON EL CORAZON

María fue una bondadosa auxiliar de maestra, que simplemente quería Amar mejor a sus estudiantes, niños con problemas emocionales. Ella pudo haber sido muy tolerante, pero Danny estaba agotando su paciencia. Antes, había sido más fácil amarlo, cuando él prefería herirse a sí mismo antes que a otros. Y aunque Danny tenía solo siete años, le lastimaba realmente ser golpeada por él.
Por muchos meses, Danny se retiró a un mundo privado e intentaba golpear su cabeza contra una pared, cada vez que se sentí incómodo. Pero ahora, había venido progresando, ya que en vez de abstraerse, golpeaba a María.
-¿Progresando? -exclamó María-. ¿Cómo es que este progreso va a impulsarle a dañarme?
Danny fue abusado en su infancia repetidas ocasiones -explicó el psicólogo de la escuela-. Sólo ha conocido adultos que fueron mezquinos con él, o que simplemente hicieron caso omiso a sus necesidades básicas.
No ha tenido en quien confiar. Nadie estuvo cercano a él; nadie que enjuagara sus lágrimas, que le preparara alimento cuando el hambre le azotaba. Padeció castigo sin motivo. Está progresando, ya que por primera vez en su vida, deposita suficiente confianza en un adulto, como para exteriorizar su ira antes que autodestruirse, María usted es el adulto merecedor de su confianza.
Después de haber escuchado esa explicación, María con lágrimas brotando de sus ojos, exclamó:
-¡Ya entiendo!
Mientras su comprensión aumentaba como la luz de la aurora, su enfado se desvanecía.
John Ruskin escribió: Cuando el amor y la experiencia operan juntos, anticipa una obra cumbre.
Algunas veces parece que el progreso nos evade, pero Dios es fiel para continuar la buena obra que Él ha comenzado en cada una de nuestras vidas. Si abrimos los ojos del corazón, veremos Su mano obrando en nosotros.
1 Reyes 3:9Da, pues, a tu siervo un corazón con entendimiento.

SIGAMOS ALENTANDONOS UNOS A OTROS

Lectura: Hebreos 10:19-25
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. -Hebreos 10:24
A poco menos de dos kilómetros de la meta de la Maratón de Londres, miles de espectadores bordeaban la ruta portando pancartas. Cuando algunos de ellos lograban divisar a algún familiar o amigo acercándose, gritaban el nombre de esta persona, la saludaban con la mano, y exclamaban frases de aliento: «¡Sólo un poquito más! ¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado!» Después de haber corrido 40 kilómetros, muchos compe-tidores apenas si caminaban y estaban a punto de renunciar. Era asombroso observar a los exhaustos corredores alegrarse y renovar el ritmo cuando veían a alguien que conocían o cuando escuchaban que llamaban su nombre.
¡Aliento! Todos lo necesitamos, especialmente en nuestro caminar de fe. El libro de Hebreos nos dice que sigamos exhortándonos unos a otros. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (10:24-25).
El Nuevo Testamento está lleno de la certeza de que Cristo pronto volverá. «El Señor está cerca» (Filipenses 4:5). «La venida del Señor se acerca» (Santiago 5:8). «He aquí Yo vengo pronto» (Apocalipsis 22:12).
Al «ver que aquel día se acerca», sigamos alentándonos unos a otros en la fe. «¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado! Ya puedes ver la meta».
Aun si no tienes nada más que dar, puedes dar aliento.

martes, 16 de diciembre de 2008

ESTE JUEGO INAUDITO DE LOS DIAS

Este juego inaudito de los días
ya no puede atraparme en su engranaje.
La estrategia del tejo que se pierde
es el signo de un tiempo sin rescate.

Como el niño que elige los reflejos,
coloreo las copas de los árboles,
una casa, las nubes, los caminos,
y modelo las flores de la tarde.

Evoco incomprensibles retahílas,
converso con la sombra en las paredes,
camino sin salirme de las rayas.

Las estatuas del patio no me miran.
El cielo del dibujo se ha borrado.
Sólo queda la luna de la infancia.

Yo dije mis palabras
con un temblor que contenía
esa pena honda que siempre me acompaña
estaba sola entre mis signos
pero yo sé que todos me escuchaban

Y sí, tuve miedo
de quedarme esencial y desolada
frente a la mirada interrogante
de quienes esperaban
leerse en mis imágenes
en los nombres que para cada uno
tienen las cosas habituales
y en aquellas otras
las que no se dicen
porque cualquier palabra las empaña

Aquel día
yo dije mis palabras
y supe que mi tiempo
era un canto sin dueño
que volaba entre lluvias y neblinas
para anidar en otros campanarios.

HOY..TESTIFICO QUE HASTA AQUI ME HA AYUDADO EL SEÑOR

“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Ebenezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó el Señor. I Samuel 7:12.
Qué me espera en los próximo días, los próximos meses o los próximos años. Yo no lo se. Sin duda habrá días soleados y hermosos, sin duda habrá tormentas. Venga lo que venga necesito estar preparado para darle la bienvenida con firmeza y mucho ánimo. Porque esa es la vida y aunque la vida varia, el Señor jamás varia, él es el mismo, ayer y hoy y por los siglos.
El Señor que no cambia y ha sostenido mi mano hasta ahora, también sostendrá mi mano en lo porvenir . Hoy puedo asegurar que Hasta aquí él me ha ayudado.
Hoy me siento seguro de la vida en Cristo . Hasta este momento puedo decir que algunas veces el mar ha estado quieto y los cielos azules. Algunas veces las olas se han levantado amenazadoramente y la tempestad ha rugido, pero nunca mi embarcación se ha partido estando Jesús a bordo. A través del sube y baja de las olas, yo he visto su amor y su poder gobernando esa olas y manteniéndolas a ellas en el hueco de su mano.
Si viene una hora que anuncia tempestad y la luz de la playa no se alcanza a ver, nunca temeré, porque se que el Señor está aún en el barco y el que hasta ahora me ha ayudado, se que me ayudará.
Hoy he aprendido que la tormentas siempre vendrán y por lo tanto necesito estar listo para recibirlas, más mi confianza necesita incrementarse porque Jesús está conmigo y él me hace estar seguro y gozoso a su lado. Dios tiene un propósito en mi vida y ese propósito será cumplido a pesar de las tempestades.

Señor, Gracias porque hasta aquí me has ayudado. Estoy donde estoy y hago lo que hago no por mi fuerza, tú me has sostenido y me has guardado. A veces las tempestades que se anuncian intentan atemorizarme, pero hoy quiero recordar que mi vida está en tus manos y tu sostienes mi vida y me fortaleces. Si hasta aquí me has ayudado, eso me da la certeza que aún mañana y el próximo mes y el próximo año tu me ayudarás. Amén.