jueves, 4 de diciembre de 2008

HOY..ESPERARE EN SU PALABRA

“Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cuál me has hecho esperar” Salmo 119:49
Cualquiera que sea la necesidad que pueda tener hoy en mi vida siempre podré encontrar una promesa en la Palabra de Dios, que fácilmente se puede adaptar a esa necesidad. Si me siento sin fuerza y cansado, encuentro una promesa como esta: Él da fuerza al cansado y aliento al de poco ánimo.
Cuando leo una promesa como esa siento el respaldo no solamente de la promesa, sino de aquel que dio la promesa. Si me siento solo y abandonado , él me dice: No te dejaré, ni te desampararé, y esa promesa me hace recordar a aquel quién la dijo. Sé que él no miente. Sé que él jamás dice algo que luego no cumple, Dios siempre cumple todo lo que promete.
Si hoy tengo hambre de Dios, deseo buscarle con todo mi corazón y alimentarme de su bondad, encuentro entonces está promesa...Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Con estas promesas no solo encuentro fuerza y seguridad sino que me hacen decir como el salmista: Acuérdate de la palabra que haz dado a tu siervo, en la cual me has hecho esperar.
Puedo llegar con seguridad, confianza y con mucho respecto ante el trono de su gracia y decirle, Señor tu lo has dicho, he creído en tu palabra y en ella he esperado, y al expresarlo mi alma se llena de confianza y seguridad. Hoy puedo esperar en las promesas de Dios y estar seguro que nunca quedaré defraudado. Su palabra permanece para Siempre y ella me hace estar confiado.
Si hoy me siento desconsolado porque el pecado me ha llevado por camino de tristeza y mis rebeliones parecen aumentar, su promesa llega a mi para decirme: Yo deshice como a nube tus rebeliones, como a niebla tus pecados, vuélvete a mi. Jesús ha dicho claramente, el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran. Sus promesas son como una fortaleza en medio de las dificultades y angustias diarias de la vida.
La vida a veces me sorprende, más en medio de esas sorpresas la Palabra de Dios también me sorprende con una o varias promesas que se ajustan preciosamente a la sorpresa de la vida. Con Dios, las sorpresas de la vida no me asustan, más las sorpresas de Dios me asombran.
Señor, Gracias por tus preciosas y grandísimas sorpresas, esas sorpresas son promesas y en esas promesas yo siempre puedo estar confiado. Una promesa tuya es como un cheque girado a mi nombre por el Presidente de un banco. Tu eres el creador del universo y de mi vida.
Tus promesas las puedo hacer efectivas en la realidad de tu presencia. En ellos puedo descansar. Siempre tus palabras llegan en el momento más necesitado de mi vida y en esa promesa encuentro fe. Amén.

EL AGUA QUERIA SER FUEGO

“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa, encender entusiasmos, encender el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama”.

Así pensaba en septiembre el agua de río de la montaña. Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios para pedir que cambiara su identidad.

“Querido Dios: Tú me hicistes agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego a la tierra. No recuerdo que nunca te compararas con el agua. Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal….”.

El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios. Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo.

El agua lo abrió y leyó: “Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua. Yo lo siento mucho porque no eres una agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tú preparas el camino del fuego. Mi Espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego…”

Mientras el agua estaba embobada leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella. Y Dios seguía sonriendo esperando una respuesta.

El agua comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios sólo lo tiene el agua limpia…. Suspiró y dijo: “Si, Señor, seguiré siendo agua. Seguiré siendo tu espejo. Gracias”.

YO SOY UN PADRE

Mientras contemplaba a su joven hijo dormir tranquilamente, Tom meditó: Realmente soy un padre.
Hasta que su hijo estuvo a punto de cumplir los nueve años, la idea de serlo no era algo nuevo. Lo novedoso fue su comprensión de la envergadura que representa el ser padre. La revelación afloró con lentitud, pero una vez consciente de ello, Tom no podía apartarlo de su mente. Y meditando en la definición de padre, le fue imposible no remontarse a su infancia.
Recordó a su padre recostado sobre la vieja camioneta Chevy de 1957, trabajando hasta altas horas de la noche para reparar el motor. Ya él había vencido una completa faena de trabajo, pero el motor de la camioneta necesitaba ser restablecido y nadie más podía hacerlo.
Una segunda escena desfiló por la mente de Tom. Vio a su padre sentado a la mesa, comiendo en soledad una cena tardía. Eran cerca de las diez de la noche y finalmente él había llegado a casa, luego de su jornada de catorce horas de labor. Le vino a la memoria su padre, en una iglesia podando la hierba, recortando la cerca de setos y limpiando el lugar de las flores.
Por encima de todo, en su padre se resumía el adjetivo responsable, y para Tom, saber que él era el ejemplo de su hijo, justamente como su padre lo fue para él, le hacía reflexionar en gran medida.
Mientras Tom cerraba suavemente la puerta de la habitación, vinieron a su mente las palabras de Tomás More: El primer gran regalo que podemos obsequiar a otros, es un buen ejemplo. Como Tom y su padre, podemos ofrecer este presente a nuestros hijos cada día hasta el fin.
Salmo 101:2Prestaré atención al camino de integridad.

¡ SE BUSCA !

Lectura: Lucas 19:29-40
Porque el Señor lo necesita. -Lucas 19:34
A medida que Jesús se aproximaba a Jerusalén por última vez, envió a dos discípulos a la ciudad para que Le trajeran un burro. Les dijo: «Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita» (Lc. 19:31).
Al aproximarnos a los años de nuestro ocaso, puede que nos preguntemos: «¿Todavía le podré ser útil a Dios? ¿Existe algún servicio que pueda prestar que llene mis días de manera significativa? ¿Me necesitarán?»
¡Por supuesto que sí! Dios te necesi-ta tanto como necesitó al burro para que Le llevara por las calles de Jerusalén. Él siempre ha necesitado algo o a alguien para llevar a cabo Su obra. Todavía tiene trabajo útil para ti.
Tal vez tu trabajo sea una sola y breve tarea, como aquel único servicio del burro. O puede que se trate de alguna actividad que ocupe tus años totalmente hasta que tu Maestro te llame al hogar. Puede que se trate de una oportunidad para compartir tu fe con alguien, para interceder por él, o para amarle por medio de actos silenciosos de misericordia, visitas amistosas, o para darle alguna pequeña muestra de cortesía. Siempre tendrás algo para hacer.
Mientras tanto, tú y yo debemos mantenernos firmes y esperando, preparándonos por medio de la oración, la lectura bíblica, y escuchando en silencio, listos para el momento cuando nuestro Señor nos necesite.
¿Estarás listo cuando Él te necesite?

Dios tiene trabajo para todos Sus hijos, sin importar su edad o capacidad.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

HOY..NO QUIERO SER UN OBSTINADO DE CORAZON

“Más la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mi; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón” Ezequiel 3:7
La Biblia dice que no hay uno solo bueno, todos somos pecadores. Mi corazón necesita hoy entender que lo único que necesita es la misericordia de Dios, porque adentro solo hay obstinación y rebeldía. Mi corazón siempre está listo para tomar venganza y escoger su propio camino.
Si yo estuviera hoy ante una corte universal y el juez fuera el Señor, mi primer cargo sería la dureza de frente y la obstinación de corazón. Desde antes de mi conversión esa rebeldía ha estado allí, he estado listo para tomar venganza. Aún luego de la conversión, son muchas las veces en que mi corazón rebelde ha dudado de la presencia sublime del Señor.
Cuántas veces mi frente ha sido dura como el pedernal. Hace mucho tiempo debiera de haber temido al Señor y haber tenido contrición profunda de corazón.
Hoy no quiero tener dureza de corazón. Una vez en mi vida antes de conocer al Señor mi corazón fue de piedra, pero el Señor en su amor lo convirtió en corazón de carne. Sin embargo a veces ese corazón es invadido por la terquedad anterior y pareciera que no he sido afectado por la muerte de Jesús, como debiera.
El apóstol Pablo lo dijo, Ya no vivo yo, más vive Cristo en mi -. Mi corazón necesita hoy derretirse ante los sufrimientos y muerte de Jesús y dar paso a la sencillez y a la ternura. Hoy ofrezco mi corazón al Señor para que el lo trate a su manera.
Hoy quiero doblegarme ante el Señor, para que él en su forma justa y amorosa me libre de esta naturaleza de muerte que quiere imperar y morar en mi corazón. Bendito sea el nombre del Señor, la enfermedad de mi corazón no es incurable, la sangre de Jesús es el solvente universal para esa naturaleza y él con su amor lo suavizará y derretirá mi corazón como la cera ante el incendio. Ese corazón doblegado y partido por el amor divino servirá con gozo al Rey de los Reyes.

Señor. Ante tu presencia llego hoy con la disposición de ser tocado por la poderosa mano de tu presencia. Tú conoces mi corazón. Sabes lo duro, rebelde y obstinado a veces es. Más ante ti llego con humildad para pedirte que trates con tu poder en lo interno de mi ser.
Gracias porque ante tu presencia todo se derrite, aún este corazón rebelde. Quiero servirte con toda mi alma y caminar por la vida con la fe de un niño que sabe esperar en Dios su Salvador. Gracias Señor por los tratamientos que vienen de ti. Te amo y te amaré por siempre.- Amén.

NO TE PREOCUPES

A veces, cuando nada marcha de acuerdo con lo esperado, y la preocupación es quien reina.
Cuando el quebranto de lágrimas inunda nuestros ojos, y todo parece ser inútil.
Solo una cosa puede ahuyentar las lágrimas que queman y ciegan; alguien que suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes.
Nadie ha logrado descifrar por qué esas palabras traen tanto consuelo, o por qué tal susurro hace que nuestras preocupaciones se despejen al instante.
Sin embargo, cuando los problemas nos dan la bienvenida, podemos olvidarnos de ellos y dejarlos atrás.
Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes.
El amor que procede de tan suave caricia; debe ser amor verdadero.
Podría ser que un abrazo así, a tu corazón no traiga consuelo.
Pero si el amor es el móvil, dulce consuelo encontrarás,
Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: ¡No te preocupes!
¡Este poema refleja el consuelo que solo se experimenta a través de un toque amoroso! Demuestra el amor que sientes por tus hijos en lo que dices y haces. Ese amor será devuelto a ti multiplicado.
Muchos de los que han estado enamorados toda una vida nos dicen menos sobre el tema, que el niño que ayer perdió a su perrito.
1 Juan 3:11Que nos amemos unos a otros.

SANTUARIO

Lectura: Salmos 71:1-16
Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme. -Salmos 71:3
Un atleta profesional mandó construir su hogar, un palacio de ocho dormitorios donde vive solo. Su aislada casa incluye una sala de cine, un gimnasio, una piscina y un garaje para cinco automóviles.
El atleta le contó al New York Times que no considera su propiedad de 8 millones de dólares como un monumento al éxito. En vez de ello, la considera un santuario de sus dolorosos recuerdos de una niñez llena de pobreza y maltrato. El joven está buscando algo mucho más profundo que el lujo y el entretenimiento. «Tengo que encontrar mi paz», dijo.
Todos nosotros sabemos qué se siente al estar angustiados. Cuando el presente es desalentador y el pasado nos trae inquietantes recuerdos, ¿a dónde podemos ir en busca de liberación? ¿A quién podemos recurrir para encontrar consuelo y paz?
El salmista escribió: «Socórreme y líbrame en Tu justicia; inclina Tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente» (Sal. 71:2-3). Dios era su esperanza, su confianza y su refugio en las tormentas de la vida (vv. 5-8).
El poema de E. May Grimes capta ese concepto bíblico.
Un pequeño santuario eres Tú para mí,
Oh, Jesucristo amado, Contigo vivo yo,
Mi corazón ha encontrado su eterno hogar,
Su segura morada por dondequiera que yo haya de vagar.
Muy pocas personas pueden darse el lujo de una mansión, pero todo aquel que conoce al Señor puede encontrar refugio y paz en Su eterna presencia.
Cuando ponemos nuestros problemas en las manos de Dios, Él pone Su paz en nuestros corazones.