domingo, 2 de noviembre de 2008

FELICIDAD

La felicidad para algunos es acumular riqueza, obtener un buen empleo, que nuestros deseos se cumplan, ganarnos un nombre y fama. Sin embargo, sólo aquellos que están contentos con su vida y se sienten felices con la felicidad de otros realmente han comprendido en qué consiste la verdadera felicidad.
El gozo que uno obtiene de los placeres externos es temporal. Le verdadera felicidad puede disfrutarse por dentro. Cuando nuestros pensamientos son puros, cuando no nos preocupamos por nimiedades, solo entonces, podemos disfrutar de la verdadera felicidad.
“Felicidad” es un estado mental. Uno pudiera estar feliz cuando nuestros parientes o amigos alcanzan un buen nombre o fama. Por otro lado, la misma persona pudiera no sentirse feliz cuando alguien más la obtiene.
La gente grande es aquella que se siente feliz cuando los demás son felices.
Deepthi Ayyappan (2008), India
Creo que el autor de la reflexión de hoy da en el blanco cuando plantea, a manera de conclusión, que la gente grande (importante) es aquella que se siente feliz cuando los demás lo son. Hoy, vemos mucho de lo contrario: una búsqueda incesante de la felicidad propia, aún a costa de la infelicidad y tragedia de los que nos rodean. Así vemos como los que tienen abusan de los que no tienen, los que saben de los que no saben, los que tienen contactos importantes de los que no los tienen. Hagamos un alto y decidamos cambiar. Si queremos ser genuinamente felices, necesitamos ayudar a los demás a serlo también.
A final de cuentas, Dios no nos creó como islas sino para habitar en familia.
Raúl Irigoyen.

CUANDO NOS VA MAL EN LA VIDA

Lectura: 1 Samuel 30:1-6
Mas David se fortaleció en Jehová su Dios. —1 Samuel 30:6
Todo se veía sombrío para David y sus hombres cuando llegaron a Siclag (1 S. 30:1-6). Los amalecitas habían atacado la ciudad y se habían llevado cautivos a las esposas e hijos de aquéllos. Los hombres estaban tan desalentados que lloraron hasta que se quedaron sin fuerzas. Y David, su líder «se angustió mucho» porque la gente estaba considerando la idea de lapidarle (v. 6).
Al final, los hombres del ejército de David rescataron a sus familias y derrotaron a los amalecitas. Pero la historia dio un gran giro aun antes cuando «David se fortaleció en Jehová su Dios» (v. 6). Otras traducciones usan las palabras alentó o encontró refrigerio.
El texto no dice con exactitud cómo David hizo esto. Pero hace que yo me pregunte, ¿de qué maneras podemos fortalecernos, alentarnos o encontrar refrigerio en el Señor cuando nos sentimos desalentados?
Primero, podemos recordar lo que Dios ha hecho. Podemos hacer una lista de las maneras en que Él ha cuidado de nosotros en el pasado, y cómo ha provisto para nosotros o ha contestado alguna petición en oración.
Segundo, podemos recordar lo que Dios ha prometido. «que te esfuerces y seas valiente; . . . porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos. 1:9).
Al igual que David, aprendamos a fortalecernos en el Señor, y luego dejémosle el resto a Él. Nuestra mayor fortaleza a menudo se muestra en nuestra capacidad para permanecer quietos y confiar en Dios.

sábado, 1 de noviembre de 2008

HOY..ME VESTIRE CON LA CORAZA DE JUSTICIA

“ Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia” Efesios 6: 14.
Hoy, recuerdo que en mi último devocional decidí ceñirme con el cinto de la verdad y ahora debo reflexionar sobre la coraza de la justicia, otra parte indispensable para resistir en el día malo.
Qué es justicia?. Hoy, el mundo habla de injusticia . Si quiero vestirme con la coraza de justicia..cuál es esa justicia?. Justicia social? Justicia política?…
No, cuando Pablo habla de Justicia, casi siempre significa “justificación” y Justificación es la iniciativa de la gracia de Dios de poner a los pecadores en buena relación con él a través de la fe simple en Cristo crucificado. Si decido hoy vestirme con la coraza de la justicia, entiendo entonces que no es vestirme con la justicia propia, si no la justicia de Cristo.
Vestirme con la coraza de justicia hoy, es estar delante de la presencia de Dios no condenado sino aceptado y cuando me siento aceptado y creo que según la palabra estoy aceptado ante su presencia, esto se convierte en una parte de la armadura que es una defensa esencial contra una conciencia acusadora y contra los ataque calumniadores del diablo que hoy podrían llegar a tocarme.
La Palabra de Dios me dice hoy..que al ponerme la coraza de la justicia debo recordar que “Ahora , pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”..
Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”
Hoy, al ponerme la coraza de la justicia, siento que una nueva seguridad invaden mi alma y corazón..la seguridad de saber que hay una relación correcta con Dios a través de Cristo y está coraza me protege contra los dardos de fuego que quieren hacerme sentir inseguro y bajo condenación.
Pero, hoy no es solo disfrutar de la seguridad de sentirme aceptado por Dios…sino que la coraza de la justicia me exige que yo trasmita esa justicia a otros…especialmente a aquellos que me han herido u ofendido, que pueda seguir los pasos de mi Padre celestial…de hacerlos sentir a ellos aceptados . Quizá no acepte sus pecados…pero sus personas si necesito aceptarlas.

“Señor, Gracias por justificarme cuando en mi vida solo había pecado…Gracias por aceptarme cuando me sentía rechazado.
Hoy, me visto con la coraza de justicia para que los dardos de fuego de condenación y miserableza no puedan tocarme.
Ayúdame también a compartir esa justicia aceptando a quien me haya herido y perdonándolo, así como tú me has perdonado. Amen

EL VIEJO ERMITAÑO

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia.
Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.
La gente no entendía cómo era posible que tuviera tanto trabajo en su retiro. A lo que les contestó:
“Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león.
No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.
Estos animales los llevamos dentro:
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo.Tengo que entrenarlos para que sólo se lancen sobre presas buenas…Son mis OJOS
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan.Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir…Son mis MANOS
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles.Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta…Son mis PIES
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas.Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño…Es mi LENGUA
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber.Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día…Es mi CUERPO
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso…Ese… es mi CORAZÓN

CORRIENDO VELOZ SIN IR A NINGUNA PARTE

Lectura: Deuteronomio 4:1-10
Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto. —Deuteronomio 4:9
Caminé lo más rápidamente posible. De hecho, comencé a sudar. Después de casi 1,5 kilómetros, eché a trotar y luego a correr lo más fuerte que pude. Finalmente, después de unos 25 minutos, me detuve. Mi corazón latía con fuerza. Mi camiseta estaba empapada. Pero yo no había ido a ninguna parte. Simplemente había corrido 4 kilómetros en la máquina del gimnasio.
Después de refrescarme, me senté con mi Biblia. Estaba siguiendo un programa de lectura y la selección para el día provenía del libro de Números. Leí una parte lentamente y otra a mayor velocidad, pero a veces sentía que no llegaba a ninguna parte —como si estuviera de vuelta en la máquina de correr. Se hicieron censos. Se presentó un resumen del largo viaje. Se hizo y se rehizo lista de las tribus. Al día siguiente pasé a Deuteronomio. Más historias sobre el pueblo deambulando. Más sobre los israelitas y su tierra.
Pero cuando llegué al capítulo 4, se me dijo por qué todo ese resumen era importante. Moisés le había dicho al pueblo «no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, . . . las enseñarás a tus hijos» (4:9). La lectura anterior no trataba acerca de Israel que estuviera corriendo veloz sin ir a ninguna parte. Trataba acerca de capacitación, de una lección en la que se usan las obras pasadas de Dios como la instrucción para una futura vida piadosa.
Toda la Escritura es dada por inspiración divina. Así,
que, aun cuando puede que parezca que carece de importancia, sigue leyendo. Algunas veces tenemos que ser pacientes para darnos cuenta de su pleno propósito.
Dios nos habla por medio de Su Palabra; tómate tiempo para escuchar.

viernes, 31 de octubre de 2008

ESTADO DE ESPIRITU Y ESTADO DE SALUD

En una revista científica se leyó: «Según recientes descubrimientos, el cerebro y el sistema inmunológico del ser humano, considerados durante mucho tiempo como dos sistemas autónomos, en realidad mantienen un diálogo permanente. La resistencia individual al estrés, determina en parte la resistencia a ciertas enfermedades. El estado de espíritu influye, pues, en el estado de salud».

La Escritura constata: “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos” (Proverbios 16:24). “El corazón alegre constituye buen remedio” (Proverbios 17:22). El profeta Isaías nos asegura que “en quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (30:15). Para tener esta fuerza interior son necesarias dos condiciones:

–La tranquilidad: saber buscar la quietud apartándose para descansar, pero también reservando el tiempo para orar y hacer el balance con Dios, leyendo la Biblia, su Palabra. El Señor Jesús dijo a sus discípulos cuando regresaron de una misión: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Marcos 6:31)

–La confianza: Dios nos dice: “No te desampararé, ni te dejaré”. Llenos de confianza podremos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6; Salmo 118:6).

Quieres que Dios te de la tranquilidad de saber que no estas solo? Quieres que tu estado de salud se vea fortalecido por tu estado espiritual? Acepta a Jesús como tu salvador personal haciendo una oración como esta:

“Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Deseo cambiar. Gracias por perdonar mis pecados en la cruz y ofrecerme una nueva vida. Entra a mi corazón y haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

Si la has hecho ENHORABUENA, ahora formas parte de la familia de Dios.

Solo 3 recomendaciones:

1)Lee regularmente la Biblia

2)Habla con Dios a través de la oración

3)Acude a una iglesia Evangélica, donde se predique y enseñe la sana doctrina.

Bienvenido a la familia y que Dios te bendiga

COMETI UN ERROR

Lo dijo con el propósito de humillarlo. Los compañeros de la oficina estaban expectantes. El silencio reinante en aquellos brevisimos instantes era tan denso que podía palparse. Nadie quería perderse el mas mínimo detalle de la discusión.
No dices que eres cristiano evangelico? Por que te airas si robaron el teclado de tu computador…—le inquirio.
–Porque lo robaron aquí, y no dudo que un empleado de aquí…—explico Hildebrando con evidente molestia.
–No comprendo. Deberías guardar la calma. No que aquellos que están en la religión son calmados…—volvio su compañero al ataque.
–Yo siempre he pensado que son hipócritas. Muestran una fachada. Pero en el fondo, igual que nosotros: les gusta todo—cuestiono alguien al fondo de la oficina. Nunca le había tenido estimación y aprovecho la coyuntura para atacar.
Hildebrando comprendio la magnitud de aquel incidente. Guardo silencio unos segundos y se atrevió a decir:
–Si cometí un error, disculpenme…—
El resto del día no quiso hacer nada. Los documentos para tramitar se iban acumulando en su escritorio. Estaba desalentado. Nada cambiaba esa situación.
Su animo subió de nuevo al mediodía. Recién regresaba de tomar el almuerzo. Como de costumbre leyó la Biblia. En particular un pasaje que decía: “El que no escatimo ni a su propio Hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿como no nos dará también con el todas las cosas? ¿Quien acusara a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Quien es el que condenara? Cristo es el que murió; mas aun, el que también resucito, el que además esta a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:32-34)
La alegría volvió a su corazón. Aprendió dos cosas que para el fueron esenciales: la primera, que los cristianos también experimentan momentos difíciles y hasta los traicionan sus emociones. Y la segunda, que era necesario levantarse y seguir adelante, sin permitirle que nada lo detuviera.
Igual con su vida. Si ha fallado, arrepientase, vaya a Dios en oración , y siga adelante, firme, sin detenerse. Recuerde que siempre tendremos al Señor Jesús atento a nuestras vidas, dispuesto a fortalecernos y es El quien intercede por nosotros delante del Padre celestial.
Frente a las criticas…
Los cristianos siempre estaremos expuestos a las criticas. Tenga presente que quienes le rodean y no tienen a Jesucristo en su corazón, están atentos al mas mínimo error que usted pueda cometer con el fin de afirmar: “Miren, los cristianos también yerran”.
Y tienen razón. Fallamos. Pero no retrocedemos. Nos levantamos en victoria porque Jesús en la cruz, murió para hacernos vencedores y darnos la vida eterna.

Ahora, es probable que no lo haya aceptado en su corazón. Hoy es el día para que lo reciba como Señor y Salvador. Digale: “Señor Jesús, reconozco que he pecado. También que moriste en la cruz para hacerme libre. Hoy te recibo en mi corazón. Haz de mi la persona que tu quieres que yo sea. Amen”
Lo felicito por esta decisión. Es la mejor que pudo tomar. Ahora tengo tres sugerencias para usted. La primera, que lea la Biblia diariamente. En ella hallara principios que le permitirán crecer a nivel personal y espiritual. La segunda, que ore diariamente. Orar es hablar con Dios, recuerdelo siempre. Y la tercera, comience a congregarse en una iglesia cristiana. Es importante que lo haga.