sábado, 1 de noviembre de 2008

CORRIENDO VELOZ SIN IR A NINGUNA PARTE

Lectura: Deuteronomio 4:1-10
Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto. —Deuteronomio 4:9
Caminé lo más rápidamente posible. De hecho, comencé a sudar. Después de casi 1,5 kilómetros, eché a trotar y luego a correr lo más fuerte que pude. Finalmente, después de unos 25 minutos, me detuve. Mi corazón latía con fuerza. Mi camiseta estaba empapada. Pero yo no había ido a ninguna parte. Simplemente había corrido 4 kilómetros en la máquina del gimnasio.
Después de refrescarme, me senté con mi Biblia. Estaba siguiendo un programa de lectura y la selección para el día provenía del libro de Números. Leí una parte lentamente y otra a mayor velocidad, pero a veces sentía que no llegaba a ninguna parte —como si estuviera de vuelta en la máquina de correr. Se hicieron censos. Se presentó un resumen del largo viaje. Se hizo y se rehizo lista de las tribus. Al día siguiente pasé a Deuteronomio. Más historias sobre el pueblo deambulando. Más sobre los israelitas y su tierra.
Pero cuando llegué al capítulo 4, se me dijo por qué todo ese resumen era importante. Moisés le había dicho al pueblo «no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, . . . las enseñarás a tus hijos» (4:9). La lectura anterior no trataba acerca de Israel que estuviera corriendo veloz sin ir a ninguna parte. Trataba acerca de capacitación, de una lección en la que se usan las obras pasadas de Dios como la instrucción para una futura vida piadosa.
Toda la Escritura es dada por inspiración divina. Así,
que, aun cuando puede que parezca que carece de importancia, sigue leyendo. Algunas veces tenemos que ser pacientes para darnos cuenta de su pleno propósito.
Dios nos habla por medio de Su Palabra; tómate tiempo para escuchar.

viernes, 31 de octubre de 2008

ESTADO DE ESPIRITU Y ESTADO DE SALUD

En una revista científica se leyó: «Según recientes descubrimientos, el cerebro y el sistema inmunológico del ser humano, considerados durante mucho tiempo como dos sistemas autónomos, en realidad mantienen un diálogo permanente. La resistencia individual al estrés, determina en parte la resistencia a ciertas enfermedades. El estado de espíritu influye, pues, en el estado de salud».

La Escritura constata: “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos” (Proverbios 16:24). “El corazón alegre constituye buen remedio” (Proverbios 17:22). El profeta Isaías nos asegura que “en quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (30:15). Para tener esta fuerza interior son necesarias dos condiciones:

–La tranquilidad: saber buscar la quietud apartándose para descansar, pero también reservando el tiempo para orar y hacer el balance con Dios, leyendo la Biblia, su Palabra. El Señor Jesús dijo a sus discípulos cuando regresaron de una misión: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Marcos 6:31)

–La confianza: Dios nos dice: “No te desampararé, ni te dejaré”. Llenos de confianza podremos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6; Salmo 118:6).

Quieres que Dios te de la tranquilidad de saber que no estas solo? Quieres que tu estado de salud se vea fortalecido por tu estado espiritual? Acepta a Jesús como tu salvador personal haciendo una oración como esta:

“Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Deseo cambiar. Gracias por perdonar mis pecados en la cruz y ofrecerme una nueva vida. Entra a mi corazón y haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

Si la has hecho ENHORABUENA, ahora formas parte de la familia de Dios.

Solo 3 recomendaciones:

1)Lee regularmente la Biblia

2)Habla con Dios a través de la oración

3)Acude a una iglesia Evangélica, donde se predique y enseñe la sana doctrina.

Bienvenido a la familia y que Dios te bendiga

COMETI UN ERROR

Lo dijo con el propósito de humillarlo. Los compañeros de la oficina estaban expectantes. El silencio reinante en aquellos brevisimos instantes era tan denso que podía palparse. Nadie quería perderse el mas mínimo detalle de la discusión.
No dices que eres cristiano evangelico? Por que te airas si robaron el teclado de tu computador…—le inquirio.
–Porque lo robaron aquí, y no dudo que un empleado de aquí…—explico Hildebrando con evidente molestia.
–No comprendo. Deberías guardar la calma. No que aquellos que están en la religión son calmados…—volvio su compañero al ataque.
–Yo siempre he pensado que son hipócritas. Muestran una fachada. Pero en el fondo, igual que nosotros: les gusta todo—cuestiono alguien al fondo de la oficina. Nunca le había tenido estimación y aprovecho la coyuntura para atacar.
Hildebrando comprendio la magnitud de aquel incidente. Guardo silencio unos segundos y se atrevió a decir:
–Si cometí un error, disculpenme…—
El resto del día no quiso hacer nada. Los documentos para tramitar se iban acumulando en su escritorio. Estaba desalentado. Nada cambiaba esa situación.
Su animo subió de nuevo al mediodía. Recién regresaba de tomar el almuerzo. Como de costumbre leyó la Biblia. En particular un pasaje que decía: “El que no escatimo ni a su propio Hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿como no nos dará también con el todas las cosas? ¿Quien acusara a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Quien es el que condenara? Cristo es el que murió; mas aun, el que también resucito, el que además esta a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:32-34)
La alegría volvió a su corazón. Aprendió dos cosas que para el fueron esenciales: la primera, que los cristianos también experimentan momentos difíciles y hasta los traicionan sus emociones. Y la segunda, que era necesario levantarse y seguir adelante, sin permitirle que nada lo detuviera.
Igual con su vida. Si ha fallado, arrepientase, vaya a Dios en oración , y siga adelante, firme, sin detenerse. Recuerde que siempre tendremos al Señor Jesús atento a nuestras vidas, dispuesto a fortalecernos y es El quien intercede por nosotros delante del Padre celestial.
Frente a las criticas…
Los cristianos siempre estaremos expuestos a las criticas. Tenga presente que quienes le rodean y no tienen a Jesucristo en su corazón, están atentos al mas mínimo error que usted pueda cometer con el fin de afirmar: “Miren, los cristianos también yerran”.
Y tienen razón. Fallamos. Pero no retrocedemos. Nos levantamos en victoria porque Jesús en la cruz, murió para hacernos vencedores y darnos la vida eterna.

Ahora, es probable que no lo haya aceptado en su corazón. Hoy es el día para que lo reciba como Señor y Salvador. Digale: “Señor Jesús, reconozco que he pecado. También que moriste en la cruz para hacerme libre. Hoy te recibo en mi corazón. Haz de mi la persona que tu quieres que yo sea. Amen”
Lo felicito por esta decisión. Es la mejor que pudo tomar. Ahora tengo tres sugerencias para usted. La primera, que lea la Biblia diariamente. En ella hallara principios que le permitirán crecer a nivel personal y espiritual. La segunda, que ore diariamente. Orar es hablar con Dios, recuerdelo siempre. Y la tercera, comience a congregarse en una iglesia cristiana. Es importante que lo haga.

LA PROTECIÓN DIVINA [1/4] DR. ARMANDO ALDUCÍN

LA PROTECIÓN DIVINA [1/3] DR. ARMANDO ALDUCÍN

LA PROTECIÓN DIVINA [1/2] DR. ARMANDO ALDUCÍN

LA PROTECIÓN DIVINA [1/1] DR. ARMANDO ALDUCÍN