lunes, 21 de julio de 2008

PASTORA E HIJOS


Una foto de la pastora junto a sus dos hijos varones Joel y Jonatan, sosteniendo a un bebe.

LA PAREJA ORGULLOSA

Érase una vez un joven que tenía fama de ser el individuo más terco de la ciudad, y una mujer que tenía fama de ser la doncella más tozuda, e inevitablemente terminaron por enamorarse y casarse.
Después de la boda, celebraron en su nuevo hogar un gran festín que duró todo el día.
Al fin los amigos y parientes no pudieron comer más, y uno por uno se marcharon.
Los novios cayeron agotados, y estaban preparándose para quitarse los zapatos y descansar cuando el marido notó que el último invitado se había olvidado de cerrar la puerta al marcharse.
-Querida -dijo-, ¿te molestaría levantarte para cerrar la puerta? Entra una corriente de aire.
-¿Por qué debo cerrarla yo? -bostezó la esposa-. Estuve de pie todo el día, y acabo de sentarme. Ciérrala tú.
-¡Conque sí! -regonzó el esposo-. En cuanto tienes la sortija en el dedo, te conviertes en una holgazana.
-¿Cómo te atreves? -gritó la novia-. No hace un día que estamos casados y ya me insultas y me tratas con prepotencia. ¡Debí saber que serías uno de esos maridos!
-Vaya -gruñó el esposo-. ¿Debo escuchar tus quejas eternamente?
-¿Y yo debo escuchar eternamente tus protestas y reproches?
Se miraron con mal ceño durante cinco minutos. Luego la novia tuvo una idea.
-Querido -dijo-, ninguno de ambos quiere cerrar la puerta, y ambos estamos cansados de oír la voz del otro.Así que propongo una competencia. El que hable primero debe levantarse a cerrar la puerta.
-Es la mejor idea que he oído en todo el día -respondió el esposo-. Comencemos ahora.
Se pusieron cómodos, cada cual en una silla, y se sentaron frente a frente sin decir una palabra.
Así habían pasado dos horas cuando un par de ladrones pasó por la calle con un carro.Vieron la puerta abierta y entraron en la casa, donde no parecía haber nadie, y se pusieron a robar todo aquello de que podían echar mano.Tomaron mesas y sillas, descolgaron cuadros de las paredes, incluso enrollaron alfombras.
Pero los recién casados no hablaban ni se movían.
No puedo creerlo -pensó el esposo-. Se llevarán todo lo que poseemos, y ella no dice una palabra.
¿Por qué no pide ayuda -se preguntó la esposa-. ¿Piensa quedarse sentado mientras nos roban a su antojo?
Al fin los ladrones repararon en esa callada e inmóvil pareja y, tomando a los recién casados por figuras de cera, los despojaron de sus joyas, relojes y billeteras.Pero ninguno de ambos dijo una palabra.
Los ladrones se largaron con su botín, y los recién casados permanecieron sentados toda la noche.Al amanecer un policía pasó por la calle y, viendo la puerta abierta, se asomó para ver si todo estaba bien.Pero no pudo obtener una respuesta de la pareja silenciosa.
-¡A ver! -rugió-. ¡Soy el agente de la ley! ¿Quiénes son ustedes? ¿Esta casa les pertenece? ¿Qué sucedió con todos los muebles?
Y al no obtener respuesta, se dispuso a golpear al hombre en la oreja.
-¡No se atreva! -gritó la esposa, poniéndose en pie-. Es mi marido, y si usted le pone un dedo encima, tendrá que responder ante mí.
-¡Gane! -gritó el esposo, batiendo las palmas-. ¡Ahora ve a cerrar la puerta!

Filipenses 2:3Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
Efe 4:1,2. 5:8-10.“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados; con toda humildad y mansedumbre. Andad como hijos de luz..comprobando lo que es agradable al Señor.
Mateo 20:25-2725 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;

CORAZONES ENALTECIDOS

Lectura: 2 Crónicas 26
. . . y mientras buscó al Señor, Dios le prosperó. --2 Crónicas 26:5.
Es trágico ver a alguien que empieza bien en la vida y luego termina mal. Esa es la historia de la vida de Uzías. Lo nombraron rey a la tierna edad de 16 años. A pesar de ser tan joven leemos que "hizo lo recto ante los ojos del Señor.. . . Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, quien tenía entendimiento por medio de la visión de Dios; y mientras buscó al Señor, Dios le prosperó" (2 Crónicas 26:4-5).
La fama de Uzías se divulgó y su ejército se hizo más fuerte (v.8). Él tenía 2.600 jefes de familias y 307.500 soldados que lo ayudaron a derrotar a sus enemigos (vv.12-13).
Lamentablemente leemos después: "Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina" (v.16, RV-60). Uzías no se acordó de Aquel que le había dado éxito y de los que le habían dado un consejo piadoso. Pecó contra el Señor cuando quemó incienso en el templo, y Dios lo hirió con lepra (vv.16-19). "Quedó leproso hasta el día de su muerte" (v.21).
Para terminar bien tenemos que evitar tener un corazón "enaltecido". Recordemos a menudo la advertencia que hace Proverbios 16:18: "Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu." Y sigamos buscando al Señor, obedeciéndole y dándole gracias por todo lo que ha hecho.
SI TE TRAGAS EL ORGULLO NO TE DARÁ INDIGESTIÓN.

domingo, 20 de julio de 2008

EL PAQUETE DE GALLETAS

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.
Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta.La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta.“No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.- ¡Gracias! - Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.- De nada. - Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.Entonces el tren anunció su partida…
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él andén y pensó:“¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aun el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.
Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación.Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.
Mateo 6:34 “Así que, no os congojéis por el día de mañana”

EL FOCO

Lectura: Colosenses 3:1-11
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. --Colosenses 3:2.
El piloto misionero Bernie May escribe: "Una de las lecciones más difíciles de enseñar a los pilotos nuevos sobre el aterrizaje en pistas cortas y peligrosas es que mantengan la mirada en la parte buena de la pista y no en la peligrosa. La tendencia natural es concentrarse en el obstáculo, el peligro, aquello que está tratando de evitar. Pero la experiencia nos enseña que un piloto que mantiene la mirada en el peligro, tarde o temprano cae en él."
Esto me pone a pensar en un principio espiritual que hay en la Biblia. En vez de concentrarnos en los pecados que queremos evitar, se nos dice que enfoquemos la mirada en las acciones positivas que Cristo desea para nosotros. Pablo dijo a los cristianos de Colosas: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2). Hemos de descartar viejas maneras de pensar y actuar (vv.5-9) y "vestirnos" de nuevas maneras de vivir (vv.10-17).
Bernie May lo resume diciendo que los pilotos experimentados concentran su atención firmemente en el tramo que quieren que el avión siga, y mantienen los peligros únicamente en la visión periférica.
Cuando Cristo y sus intereses sean el foco de nuestra vida, el atractivo de la vida antigua se quedará en el rabillo del ojo mientras nos proponemos aterrizar firmemente en el centro de la voluntad de Dios.
LOS QUE FIJAN LA MIRADA EN EL CIELO NO SE DISTRAEN CON LAS COSAS DE LA TIERRA.

sábado, 19 de julio de 2008

UN PIRATA

Un día, la señora Robles se encontraba en la sala de espera de su médico cuando un niño y su madre entraron al consultorio, el niño llamó la atención de la señora Robles porque llevaba un parche sobre el ojo. Se sorprendió al ver qué poco parecía importarle la pérdida de un ojo, y lo observó mientras seguía a su madre a la silla más cercana.
Aquel día el consultorio del médico estaba lleno, así que la señora Robles tuvo la oportunidad de conversar con la madre del niño mientras él jugaba con sus soldados.
Al principio, el niño se mantuvo en silencio, jugando con los soldados sobre el brazo de la silla, luego se trasladó silenciosamente al piso, lanzando una mirada a su madre. En algún momento la señora Robles tuvo ocasión de preguntarle al niño qué le había sucedido en el ojo. El niño consideró la pregunta durante largo rato y luego, levantando el parche, replicó,:“No tengo nada en el ojo. ¡Soy un pirata!” Después regreso a su juego.
La señora Robles se encontraba allí porque en un accidente automovilístico había perdido una pierna desde la rodilla. La cita de aquel día era para determinar si estaba lo suficientemente curada como para acomodar una prótesis.
La pérdida había sido algo devastador para ella. Aun cuando se esforzaba por ser valiente, se sentía como una inválida; racionalmente sabía que esta pérdida no interfería con su vida, pero emocionalmente no podía superar este obstáculo. Su médico le había sugerido visualizaciones que le ayudaran a aceptar su situación, y ella lo había intentado, pero no podía imaginarse de una manera perdurable y emocionalmente aceptable. En su mente se veía como una inválida.
Ahora, la palabra “Pirata” cambio su vida. De inmediato se sintió transportada, se vio vestida como el Corsario Negro, a bordo de un barco pirata, estaba de pie con las piernas separadas y una de ellas era una pata de palo, sus manos estaban aferradas a las caderas, su cabeza y hombros erguidos, y sonreía frente a la tormenta. Los vientos tempestuosos azotaban su casaca y su cabello. Un rocío helado barría la balaustraba de cubierta mientras grandes olas se rompían contra el barco. El navío se mecía y gemía bajo la fuerza de la tormenta. Pero ella permanecía firme orgullosa, impertérrita. En aquel momento, esta imagen sustituyó a la de la inválida y recobró su valor. Miró al niño, ocupado con sus soldados.
Pocos minutos más tarde la llamó la enfermera. Mientras se balanceaba en sus muletas, el niño advirtió su amputación. “Oiga, señora, ¿qué le pasó a su pierna?” La madre del niño estaba mortificada. La señora Robles contempló por un momento su pierna más corta. Luego respondió con una sonrisa: “Nada. Yo también soy pirata”

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).“¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” (Romanos 9:20).

¿LE IMPORTA?

Lectura: Mateo 6:25-34
. . . la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. --Gálatas 2:20.
Si alguna vez sientes la tentación de considerarte insignificante entre los miles de millones de personas que hay en la tierra, considera esto: eres una creación única de Dios (Salmo 139:13-14). Eso es cierto hasta en los gemelos. Nunca ha habido ni habrá otra persona exactamente como tú.
Y más importante aún, Dios te valora (Mateo 6:26-30) y no ha escatimado esfuerzo para demostrar su amor. La Biblia dice que su Hijo Jesús te ama tanto que dio su vida por ti (Gálatas 2:20).
Si fueras a preguntar a una madre amorosa de una familia grande cuál hijo estaría dispuesta a dar, estoy seguro de que pensaría que tu pregunta es absurda. Susana Wesley, por ejemplo, tuvo 19 hijos e hijas. Entre ellos estaban Juan y Carlos, los cuales encabezaron el reavivamiento evangélico en la Inglaterra del siglo XVIII. Sin embargo, si leyeras las cartas que ella escribía a cada uno de sus hijos, te maravillarías de su preocupación por sus personalidades y problemas singulares. Era como si cada hijo fuera su único retoño.
Esa es una imagen de lo mucho que Dios te ama. Si alguna vez te ves tentado a preguntarte si Él sabe que existes o si le importa lo que te pasa, recuerda lo que Jesús hizo por ti en la cruz. Ese es el tamaño de su amor por ti.
DIOS TE AMA TANTO COMO SI FUERAS SU ÚNICO HIJO.